Pablo Gonzalez

Por quienes doblan y repican las campanas en Nicaragua

La ambición sin límite, la deshumanización, el egoísmo, la crueldad, la mentira, manipulación y belicosidad que son la esencia misma del capitalismo, dan como resultado un mundo en permanente crisis y confrontación. 

Cientos de guerras de todo calibre e intensidad son parte de la historia contemporánea y la realidad que hoy en día vive la sociedad global, donde “los que mandan” envían a morir a los pobres en guerras y conflictos en los cuales gran parte de los combatientes han sido o son mercenarios (individuales o como parte de empresas privadas especializadas) que llegan de cualquier parte con la única intención de ganar dinero.

Pero no siempre fue así. En las guerras de liberación, en los conflictos sociales donde los hombres justos y patriotas confrontan con las armas en la mano al poder de las oligarquías, las corporaciones y el capitalismo global, ahí siempre ha habido hermanos internacionalistas, compañeros que no reconocen fronteras a la hora de ir entregar su esfuerzo o incluso su vida por defender al pueblo sojuzgado o amenazado.

Hombres y mujeres soñadores, idealistas, desprovistos de egoísmo y pletóricos de solidaridad que también llegan de cualquier parte a luchar hombro a hombro con sus hermanos de otros pueblos en lucha.

Quiero despedir este nefasto año calendario sobrevivido por toda la Sociedad humana, pero especialmente sufrido por los pobres del mundo por parejo, recordando a un pelotón de hombres extraordinarios, a un grupo de jóvenes muchos de ellos nacidos entre las comodidades del “primer mundo” (incluso desde la extrañas del Imperio gringo y que abandonando el egoísmo inherente al individuo formado en la cultura individualista y profundamente clasista del Capitalismo y su ideología principal, el liberalismo burgués), llegaron a estas humildes tierras de Diriangén, de Sandino, Darío y Carlos Fonseca, a un país en revolución que entonces -como ahora- enfrentaba la iniquidad imperialista y a sus lacayos.

Hombres que llegaron con su valentía, su ciencia, sus habilidades, su amor a la justicia a nuestras ciudades, campos y montaña a apoyar a un pueblo digno, pacífico y agredido que sólo busca su autodeterminación y su libertad.

Estos jóvenes, que supieron por experiencia propia que este pueblo que puede blandir el macuahuitl, la espada con piedra de oxidiana para defender su tierra y sus propios sueños, también construyen con piedra el molcajete para moler su maíz y hace poesía inspirado en el amor y la belleza de su tierra, gente, animalitos, aguas y volcanes.

Fueron los hombres que vinieron a morir a manos de los sicarios pagados por sus propios gobiernos:

Los hermanos internacionalistas, que fundieron su sangre con la de nuestros propios héroes persiguiendo la realización en este mundo del paraíso de la clase trabajadora. Un mundo diferente, sin opresión, sin explotación del hombre por el hombre.

En un encendido y digno discurso en el cementerio de Matagalpa el 30 de abril de 1987, ante el féretro del internacionalista Benjamín Linder asesinado por la contrarrevolución, el Comandante Daniel decía:

“¿Por quién doblan las campanas?, escribía Hemingway, en medio del fuego que incineraba al pueblo español. Y luego sobre las cenizas, se impuso el fascismo. Pero sobre las cenizas y el fascismo se levantaron el canto y la esperanza del pueblo de García Lorca.

Hoy estamos ante Benjamín Linder, ciudadano norteamericano que, lleno de amor y alegría, entrego su vida por los campesinos nicaragüenses. Él sabía de los riesgos de trabajar en Nicaragua, de los peligros que era ir a la montaña, a las comunidades, para contribuir con su conocimiento, con su dedicación, con su ejemplo, a mejorar las condiciones de vida de la gente del campo.”

En otro discurso de esos años en guerra, el Comandante Daniel volvió a recordar con indignación, admiración, respeto y agradecimiento en nombre de todo el pueblo nicaragüense a otros hombres que en la flor de la vida, siguiendo el llamado de su conciencia se convirtieron en mensajeros de solidaridad y amor de sus respectivos pueblos hacia la Revolución Popular Sandinista y se transformaron en semillas sembradas con sangre en nuestra ubérrima tierra:

“Entonces ¿Por quién doblan las campanas aquí en Nicaragua?, por Pierre Grosjean de 33 años, médico francés asesinado en Rancho Grande.

 ¿Por quién doblan las campanas aquí en Nicaragua?, por Ambrosio Mogorrón, español de 34 años, enfermero, asesinado en san José de Bocay. 

¿Por quién doblan las campanas aquí en Nicaragua?, por Albert Pflaum, médico de la República Federal Alemana, asesinado en Zompopera. 

¿Por quién doblan las campanas aquí en Nicaragua?, por Maurice Demierre, 29 años agrónomo suizo asesinado en Somotillo.

 ¿Por quién doblan las campanas aquí en Nicaragua?, por Paul Dessers, 39 años, ingeniero civil, belga, asesinado en Guapotal. 

¿Por quién doblan las campanas aquí en Nicaragua?, por Joel Fieux, 28 años francés, técnico en radio, asesinado en Zompopera. 

¿Por quién doblan las campanas aquí en Nicaragua?, por Bernhard Erick Kobersteyn, 30 años, de la República Federal Alemana, técnico en agua potable, asesinado en Zompopera. 

¿Por quién doblan las campanas aquí en Nicaragua?, por Yvan Leyvraz, 32 años, ingeniero constructor suizo, asesinado en zompopera. 

¿Por quién doblan las campanas aquí en Nicaragua?, por Benjamín Linder, 27 años, norteamericano, ingeniero asesinado en la Camaleona, Nicaragua.

 ¿Por quién doblan las campanas aquí en Nicaragua?, por más de una docena de nuestros técnicos y cooperantes cubanos a lo largo de estos años.”

Parafraseando a nuestro Comandante, también en nuestra patria aun hoy doblan y repican las campanas del amor y el eterno agradecimiento a cientos de hermanos internacionalistas que además de nuestros compañeros cubanos combatieron en las filas de nuestros ejércitos libertadores y revolucionarios.

Y así recordamos a los humildes ciudadanos y soldados centroamericanos caídos en las batallas por expulsar a las falanges filibusteras a mediados del siglo XIX, a los internacionalistas comunistas y patriotas de nuestra América Latina que combatieron al lado de nuestro General Sandino, a los patriotas centroamericanos antisomocistas asesinados por la dictadura militar, a los camaradas latinoamericanos, europeos y del mundo que combatieron en las filas guerrilleras del Frente Sandinista y después del 19 de Julio de 1979, en las filas de nuestro Ejército y sobre todo a aquellos que en el silencio de la clandestinidad, el secreto y anonimato exigido, lucharon y murieron al servicio de los Órganos de Inteligencia y Contrainteligencia y Operaciones especiales del Ministerio del Interior, a los revolucionarios del mundo que aún viven y luchan y se mantienen fieles a la Revolución Popular Sandinista y a la lucha de la Clase obrera mundial.

Feliz año nuevo a todos los que vivimos en Revolución gracias al sacrificio de los que ya no están entre nosotros y de los guerreros que aún viven, del sacrificio de los que hoy están enfermos, de los lisiados de guerra, de los que viven en el anonimato o lo que es peor, en el olvido pero que se mantienen firmes como bimbayán de montaña; Erguidos, firmes e indoblegables.

Con el nuevo año vienen grandes retos, que necesitarán grandes luchas y sobre todo, grandes luchadores dispuestos a todo por la victoria del pueblo, como lo estuvieron nuestros referentes históricos y esos compañeros de otras tierras que llegaron a las luchar y morir por las nuestras.

Cierro este último escrito del año con las pertinentes palabras de entonces (y que siempre tendrán vigencia) de nuestro Comandante Daniel:

“¡No a la guerra!, ¡Sí a la paz! clama la sangre de Benjamín para que no sigan doblando las campanas en Nicaragua.”

Edelberto Matus.

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