--- Chantal Bianchi y Maurice Demierre a su llegada a Nicaragua , en 1982. (foto: Familia Demierre)./- |
Maurice Demierre, 29 años agrónomo miembro voluntario del organismo cristiano suizo “Frères sans Frontières” (hermanos sin Fronteras), trabajaba en las cooperativas agropecuarias de la zona de Somotillo, al norte del occidental departamento de Chinandega.
Como cristiano, participaba también activamente en las tareas de los Delegados de la Palabra del Bloque Intercomunitario Pro Bienestar Cristiano.
Estaba consciente de los riesgos que su trabajo tenía en esta región de la frontera y siempre dijo que si moría quería ser sepultado entre los campesinos, en una zona donde tantos ya han sido salvajemente asesinados por la contrarrevolución.
El día 16 de febrero de 1986, Mauricio venía manejando una camioneta, en la que regresaba con un grupo de mujeres y de niños de un viacrucis campesino, celebrado como parte de las movilizaciones religiosas que desencadenó por toda Nicaragua el Viacrucis por la paz y la vida que, encabezado por el P. Miguel D’Escoto, convocó miles de nicaragüenses.
Como resultado del impacto, los viajeros resultaron heridos, pero los contrarrevolucionarios, que estaban emboscados, remataron a varios, entre ellos a Mauricio, a dos ancianas y a dos mujeres jóvenes.
Maurice Demierre, agrónomo de Bulle, cantón de Friburgo, fue uno de los miles de cooperantes, internacionalistas y brigadistas, que en los años ochenta viajaron a Nicaragua, por entonces gobernada por el sandinismo .
Junto con Chantal Bianchi, su compañera de vida, se instalaron en 1982 en el norte de ese país centroamericano, acompañando y asesorando comunidades campesinas.
Ambos eran voluntarios de la ONG helvética Frères Sans Frontières (hoy E-changer), cofinanciada por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE).
se defendía la cosecha...
Jacqueline Demierre, madre de Mauricio escribió a todos los nicaragüenses esta carta:
“Bulle, abril de 1986
A mis hermanas y hermanos de la Nicaragua mártir:
Sí, aun estoy llorando a mi hijo Mauricio, muerto el 16 de febrero de 1986, cerca de Somotillo. Sí, esa muerte ha sido un gran golpe para mi corazón de madre ya ha quebrado todo mi cuerpo. El se entregó a una tarea por los pobres, por la libertad, la paz y el amor, en nombre de Cristo Jesús.
Yo lo había entregado. Y todavía ahora estoy ofreciendo su sacrificio, que termina en la resurrección. Para que los que lo mataron entiendan. Para que el mundo entero se despierte y actúe y grite la verdad.
Me siento muy cerca de todos ustedes, que sufren. De todas la madres de Nicaragua, de las familias de las madres que murieron con el.
Muy cerca de la Virgen María al pie de la cruz. Ellos, la Virgen y su Hijo, están con nosotros. Ellos son la fuerza que hará crecer la semilla, la sal de la tierra.
Tengan confianza. Continúen más que nunca su lucha, unidos. por sus familias, en nombre de la paz y del amor.
Gracias por haber querido a mi hijo Mauricio y por haberlo hecho uno de ustedes.
Les abrazo,
Jacqueline Demierre, mamá de Mauricio”.
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"Un film sobre la pérdida, la derrota"
"Quería hacer una película sobre el compromiso, sobre la resistencia y finalmente es un film sobre la pérdida. La muerte de Maurice Demierre representa, simbólicamente, la muerte de la revolución" explica a swissinfo Stéphane Goël, realizador independiente que integra desde 1985 el colectivo "Climage Lausanne".
"La película muestra un retorno...Y el trabajo de duelo de Chantal volviendo a la tumba es un eco del duelo que el pueblo nicaragüense debe hacer de su revolución" explica Goël, quien recibió en 1994 el premio "Joven creador" de la Fundación del cantón de Vaud para la promoción y creación artísticas.
"Seguí a Chantal Bianchi en su recorrido por las huellas del pasado", explica el realizador. Bianchi, que junto con su grupo de teatro "Les arTpenteurs" y una cuarentena de personalidades helvéticas viajaron en febrero de este año a Nicaragua para conversar con los actuales cooperantes, visitar proyectos, entrevistarse con personalidades y participar en la conmemoración de los 20 años del asesinato de Maurice.
Una percepción necesaria
"Me interesaba esta confrontación, esta mirada sobre la Nicaragua de hoy. No es sólo una película sobre el pasado, sobre la nostalgia, sino que toma la temperatura –aunque sea parcialmente- a la realidad actual de esos campesinos con los cuales vivieron Chantal y Maurice...Por eso esa delegación era una necesidad para el film", explica Goël.
Entre la idea de base y el documental concluido hay un largo camino de casi un año de trabajo y algunas readaptaciones.
"El resultado es sensiblemente diferente a lo que pensaba hacer al principio, dado que descubrí muchas cosas en la marcha", enfatiza Goël, reconociendo la riqueza del género documental. "No se puede prever todo, y muchas veces la realidad es mucho más rica que cualquier ficción...".
Esta intensa tarea de filmación y de recuperación de archivos, tanto de imágenes como de sonidos, confrontó al realizador con la figura humana de Maurice Demierre.
"Me siento muy cerca de él. Lo veo como un hombre entero, verdadero, sincero, profundamente humanista e integrado a su comunidad. Pero que también tenía sus dudas y debilidades. Es muy interesante ver cómo esos cuatro años vividos en Nicaragua lo cambiaron sustantivamente", subraya.
Miradas de ayer y hoy
Con esa descripción concuerda Verónica Pfranger, quien además de haber sido también voluntaria en los años ochenta y noventa y luego coordinadora de los cooperantes suizos en Nicaragua, prefirió quedarse a vivir en ese país.
"Su personalidad era tranquila, suave, sin apuros de demostrar resultados. Como buen campesino vivía al ritmo del ciclo del campo: el de la siembra, el crecimiento y la cosecha", enfatiza Pfranger.
La antigua voluntaria no se queda en la figura de Demierre y subraya la importancia de la película –así como de la delegación que viajó a Nicaragua en febrero - , "como un aporte concreto muy importante para construir la memoria colectiva. Algo valiosísimo, porque nos interpela a seguir defendiendo lo justo, para lograr una sociedad más equitativa y humana".
Conservar la memoria
La reflexión une pasado y presente: "se pueden comparar los voluntarios y las misiones de antes y de ahora.
Y a pesar de las diferencias debido a coyunturas muy diversas, surge nítida la importancia y el valor enorme de trabajar con la base. Tanto para el voluntario como para todo su entorno que lo acompaña desde Suiza", precisa Verónica Pfranger.
Ayer y hoy. Sufrimiento y film documental a punto de ser presentado en el festival helvético de mayor renombre. "Una continuidad, una prolongación" señala a su vez Rosemarie Fournier, quien vive en Nicaragua y es voluntaria de E-changer.
"Volver a hablar de esa época es una fuente de motivación. Pero hay que entender las diferencias contextuales.
El idealismo de los 80 se confronta con la realidad del 2006. Ese idealismo puede ser un motor para cambiar el presente".
Y en ese sentido, "un film como el de Maurice Demierre- si bien no lo he visto- puede servirnos para situarnos en un momento histórico que no conocimos directamente; y preguntarnos: ¿qué queda hoy de entonces, de esos ideales, de esas esperanzas?".
Los puntos suspensivos y la conclusión final del realizador.
"Lo que pasó hace 20 años en Nicaragua está sucediendo hoy en Gaza o Bagdad. Hay que seguir siendo vigilantes y solidarios.
Este film parte del principio de que hay que conocer los fracasos del pasado para preparar los combates del futuro", sentencia Goël.
swissinfo, Sergio Ferrari