Pablo Gonzalez

Nicaragua: Allan “El diablo” Zúniga Aburto, Militante de la causa Sandinista


EL GUERRERO DESCANSA

“El hombre que de su patria no exige un palmo de tierra para su sepultura, merece ser oído, y no sólo ser oído sino también creído.” General A. C. Sandino.

El diez de agosto/2021 recién pasado, la materia vital de la que estaba hecho nuestro hermano Allan (“el diablo”) Zúniga Aburto pasó a formar parte del sustrato de la tierra del cual seguramente volverá a brotar la vida. No obstante, sus actos, sus sueños y ejemplo se quedaron acá, entre nosotros.

Un soldado del Frente Sandinista, un obrero insustituible en la construcción de la patria de todos ha partido.

En su adolescencia aprendió de su valiente madre (que tantas veces dio resguardó en su casa a dirigentes y combatientes sandinistas) que el enemigo era la dictadura somocista, el yanqui invasor, el sistema capitalista y nuestras propias debilidades humanas. Y se dispuso al combate.


Se tomó las calles, escuelas e institutos de Jinotepe, llevando como arma su ronca voz amplificada por su infaltable megáfono, su corazón valiente y su enorme amor por nuestro pueblo.

Los estudiantes y la juventud rebelde de los barrios identificamos en ése chavalo a un líder popular revolucionario. 

Y pronto también el FSLN, reconoció en él “madera” de cuadro y lo mandó a su primera escuela político-militar clandestina, al lado, entre otros, del futuro héroe y mártir, el maestro guerrillero Fernando Sanqui Chang y nuestro coterráneo y hoy jefe del Ejército de Nicaragua, General Julio Cesar Avilés.

Así, de lanzar consignas y bombas y pronunciar encendidos discursos revolucionarios en improvisados mítines estudiantiles, pasó a estructuras militares de la organización inaugurándose como guerrillero en el ataque al cuartel de la genocida GN de la ciudad de Santa Teresa durante la Insurrección del 78

Tiempo después, Allan una vez más demostraría su arrojo y amor a la gente humilde cuando fue ubicado por agentes de la OSN, junto nuestro recordado Álvaro “el cabo” Sánchez, dentro del edificio del Centro Universitario de Carazo de la UNAN.

 La guardia -violando la autonomía universitaria- penetró al recinto con gran cantidad de efectivos, logrando capturar al “cabo” Sánchez. “El diablo” logró huir del cerco militar refugiándose en una panadería cercana donde fue auxiliado por los panaderos y la dueña del negocio, quienes lo escondieron entre los sacos de harina.

Sin embargo, fue denunciado por un transeúnte que observó su acción evasiva, ante lo cual nuestro hermano se entregó al enemigo sin disparar su pistola ( aun sabiendo que la guardia y sus órganos de seguridad habían puesto precio a su cabeza), pues también tenía la certeza que al trabar combate la GN ocasionaría una masacre entre las inocentes personas que se encontraban en el establecimiento.



Los estudiantes y gran parte de la población de Carazo marcharon por sus ciudades exigiendo la libertad de Allan y “el cabo” Sánchez. “El cabo” fue asesinado luego de inenarrables torturas, pero la presión popular obligó a la guardia a liberar “al diablo” Zúniga, quien inmediatamente recibió la orden de asilarse en la Embajada de México junto a otros combatientes sandinistas “quemados”.

De ese país los muchachos fueron enviados a Cuba a recibir entrenamiento militar y de la Isla rebelde Allan y ese contingente, regresaron a nuestra patria para combatir en el Frente Sur “Benjamín Zeledón”.

Después del triunfo y luego qué fundáramos la JS de Carazo, nuestro hermano Allan Zúniga fue designado por el Comandante William Ramírez para trabajar en distintas responsabilidades del partido, los órganos de seguridad y el gobierno tanto en la Costa Caribe como del Pacífico, donde se desempeñó con la eficiencia y honestidad tan características en él.

Luego de la derrota electoral del noventa, “el diablo” se mantuvo firme y leal a nuestro FSLN, ejerciendo labores partidarias al mismo tiempo que paleaba el desempleo como agricultor en su pequeña parcela o como taxista para dar sustento y educación a su familia. 

Fue concejal del FSLN en la Alcaldía de Jinotepe en distintos periodos, siempre atento a las necesidades de los más humildes.

Con mucho esfuerzo fundó un programa radial llamado “La voz del Combatiente Sandinista”, que desde antes y después de la victoria electoral del Comandante Daniel en el 2006, se preocupó por la unidad de todos los sandinistas, la educación política de la militancia con énfasis en la juventud, haciendo siempre llamados a preservar el legado y principios inculcados por los fundadores del FSLN, tales como la lealtad, la honestidad, solidaridad, la defensa de nuestra soberanía, la búsqueda de la paz y el desarrollo incluyente de nuestra patria.


Por los micrófonos y cámaras de este programa radial y digital han pasado muchísimos antiguos jefes guerrilleros y ex -combatientes, líderes y militantes de base del FSLN, servidores públicos, profesionales, así como también trabajadores y gente sencilla de nuestro pueblo, contando sus historias, vivencias, orientando y escuchando a la población, divulgando los planes y programas de nuestro gobierno, complementando el gran trabajo político-ideológico y el mensaje de unidad y paz de nuestro hermano Allan.

Los natos dotes de Allan como comunicador, propagandista y educador han concitado cada sábado en radio y redes sociales, a una audiencia sandinista creciente, pero también atrayendo la atención de sectores no sandinistas aunque patrióticos.

La biografía y trayectoria de este hombre humilde, leal y combativo bien pudiera llenar las páginas de un grueso libro, sin embargo, para concluir, solamente voy a referirme a su lado humano, a su inmenso altruismo y solidaridad.


Un hombre cuya vida resume sin estridencias las cualidades del militante sandinista: Honesto, dadivoso (pues podía desprenderse de sus últimos pesos, un saco de elotes, un medio de frijoles, medicinas -que él mismo tanto urgía- para dárselos a otro más necesitado,); solidario (cuantas veces lo vi pidiendo trabajo para compañeros desempleados, transportando enfermos, consiguiendo becas, un ataúd o un lote de terreno para hermanos en necesidad), intransigente ante la tibieza, la injusticia, la deshonestidad o la corrupción; crítico con la pérdida de valores de algunos compañeros y autocrítico con sus propios errores; el más fraterno y cariñoso amigo y sobre todo un padre, esposo y hermano amoroso, responsable u obligado.

También sabía perdonar daños y ofensas proveniente de sus adversarios, de sus enemigos, pero sobre todo, de sus propios compañeros a los que siempre amó.

Cierro mis ojos y nos veo jugar en nuestra ya lejana niñez entre los estantes de la pulpería de doña Rosario o en los calicantos soleados del trillo de su abuelo, viéndolo correr con sus bombas de contacto tratando inútilmente de esconder su legendario rostro de guerrero tras un pañuelito rojinegro; aquél gran abrazo cuando nos reencontramos en Jinotepe después de la guerra; hablando horas sobre la revolución durante nuestros breves encuentros en el Rio Coco o en los llanos del Caribe Norte, oyéndolo hablar de sus interminables planes y proyectos allá en su finquita o balanceándose en la gran mecedora de su casa… 


Voy a recordar cada palabra, cada pregunta y cada respuesta y sobre todo su famosa frase: “Hermanito, te voy encomendar una misión” aunque esta fuera solamente conseguirle alguna información sobre la biografía de un héroe y mártir desconocido o apoyar a un compañero en alguna gestión.

Sus enfermedades crónicas y la pandemia nos han privado de un hermano que ni la guardia, ni las dificultades, ni los tranqueros (que durante el intento de golpe del 18 quemaron su casa y su taxi y –otra vez- pusieron precio a su cabeza) pudieron mellar siquiera su entereza, su valentía y lealtad, pero no nos pueden arrebatar sus enseñanzas, sus obras, sus sueños y su ejemplo de héroe anónimo.

Su máximo legado para nosotros y para los que vienen, siempre será su permanente llamado a la unidad sandinista, su amor y lealtad al FSLN, a la Revolución, al pueblo nicaragüense y a la causa de la clase obrera mundial.

¡Adiós mi hermanito del alma!

Edelberto Matus.

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