*** La masacre de Hebrón de 1994, también conocida como masacre de la Mezquita Ibrahimi o masacre de la Tumba de los Patriarcas, fue una masacre llevada a cabo por el colono israelí-estadounidense Baruch Goldstein, miembro del grupo ultraderechista israelí Kach.
El 25 de febrero de 1994, Goldstein abrió fuego sobre una multitud de musulmanes palestinos que se habían reunido para rezar en el interior de la Mezquita Ibrahimi, en la Tumba de los Patriarcas de Hebrón, Palestina.
Tuvo lugar en un momento en el que coincidieron las festividades religiosas del Purim judío y del Ramadán musulmán.
El ataque resultó en 29 muertos, muchos de ellos extremadamente jóvenes (algunos tenían 12 años) y 125 heridos.
Goldstein fue finalmente reducido, desarmado y golpeado hasta la muerte por los supervivientes.
La masacre desencadenó de inmediato protestas por toda Cisjordania, durante las cuales murieron a manos del ejército israelí entre 20 y 26 palestinos más, mientras que otros 120 resultaron heridos en los enfrentamientos.
Baruch Goldstein
En la década de los setenta Baruch Goldstein, que había nacido y vivido toda su vida en Brooklyn, Nueva York, se convirtió en miembro fundador del movimiento radical y violento Jewish Defense League.
Después de emigrar a Israel en junio de 1982, sirvió como médico en el ejército israelí, primero como recluta y después en la reserva.
Al terminar su servicio en activo, Goldstein trabajó de médico y vivió en el asentamiento de Kiryat Arba, cerca de Hebrón, donde se empleaba como médico de urgencias
En 1981, Goldstein había escrito una carta publicada en The New York Times en la que afirmaba que Israel "debe actuar decisivamente para expulsar a la minoría árabe del interior de sus fronteras", lo que "podría conseguirse ofreciendo inicialmente apoyo e incentivos a los árabes para que se vayan por su propia voluntad", y terminaba su carta afirmando que "Israel pronto tendrá que elegir entre un estado judío o un estado democrático".
En octubre de 1993 ya había habido un ataque dentro de la Mezquita Ibrahimi, en el que se había arrojado un ácido al suelo que había dejado enormes agujeros y en el que seis fieles habían sido atacados. Los guardias del santuario identificaron a Goldstein como el culpable.
Las autoridades musulmanas escribieron una carta a Isaac Rabin, el entonces primer ministro israelí, "con respecto al peligro" de Goldstein y pidiendo que se tomaran medidas para impedir los ataques diarios a la mezquita.
Cuatro años antes de la masacre, un agente que se había infiltrado en el Kach desde el Shin Bet, el servicio de seguridad interior israelí, emitió un aviso a sus superiores sobre el peligro que suponía Goldstein, a quien adjudicaba la afirmación "habrá un día en el que un judío se cobre venganza de los árabes.
Pese a todo lo anterior, en el momento de la masacre Goldstein no se encontraba vigilado por los servicios de seguridad israelíes ni su nombre aparecía en la lista de extremistas judíos peligrosos.16 De hecho, paradójicamente, Goldstein había sido reclutado como médico del ejército israelí en caso de emergencia en la Tumba de los Patriarcas.
En Hebrón, como en el resto de la Cisjordania ocupada, la tensión intercomunitaria creció tras la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993.
Varios colonos judíos de la zona de Hebrón y Kiryat Arba fueron asesinados en ataques perpetrados por palestinos en aquella época.
Como principal médico de urgencias del asentamiento de Kiryat Arba, Goldstein se vio implicado en el tratamiento de las víctimas de la violencia árabe-judía durante los años que precedieron a la masacre de la Cueva de los Patriarcas.
Mucho antes de la masacre ya había expresado sus sentimientos en contra de los árabes.
La prensa israelí informó de que Goldstein se negaba a tratar a árabes desde su cargo de médico del asentamiento, incluso a aquellos que servían en el ejército israelí; numerosos comentarios de sus conocidos corroboraron este hecho.
Era famoso por negarse a tratar a los soldados drusos que servían en Cisjordania argumentando que las leyes judías prohíben tratar a los no judíos.
En noviembre de 1993 declaró a la radio del ejército israelíː "Estamos cansados de esto y con la ayuda de Dios crearemos el Estado de Judea aquí, y sabremos cómo tratarlos (a los árabes)".
Masacre
El 25 de febrero de 1994 coincidió con la festividad judía del Purim y cayó en el mes musulmán del Ramadán.
En la víspera de la masacre, Goldstein escuchó en la Sala de Abraham la lectura del Rollo de Ester y comentó a otros la necesidad de comportarse como Ester (quien consiguió la ejecución de un visir persa que conspiraba contra los judíos).
Joseph Tuman ha conjeturado que Goldstein se veía a sí mismo como Mardoqueo (el padre adoptivo de Ester).
Ian Lustick cree plausible que Goldstein asociase a Yasser Arafata un moderon Haman (el visir persa de la historia de Ester).2122
Tanto judíos como musulmanes tenían acceso a sus respectivas secciones del complejo de la Mezquita Ibrahimi y la Tumba de los Patriarcas.
Sobre las 5ː00 AM del 25 de febrero, unos 800 musulmanes palestinos cruzaron por la puerta este de la cueva para participar en el Fajr, la primera de las cinco oraciones diarias del Islam.
La cueva estaba vigilada por el ejército israelí, pero de los diez soldados que deberían haber estado de turno dentro del santuario, cuatro soldados se quedaron en casa celebrando el Purim y otros estaban durmiendo; solo uno de los presentes era un oficial.
Un oficial israelí declaró de cinco de los seis soldados y policías que debían cubrir lugares estratégicos no estaban en su puesto.
Además, a los judíos se les permitía llevar armas en el santuario, algo que no era posible para los palestinos.
Poco después, Goldstein atravesó la Sala de Abraham y se adentró en la Sala de Isaac, donde unos 800 musulmanes estaban rezando.
Iba vestido con su uniforme del ejército israelí y llevaba un rifle de asalto IMI Galil con cuatro cargadores de munición, que contenían un total de 140 balas, a 35 balas por cargador.
Ninguno de los guardias lo detuvo, pues supusieron que se trataba de un oficial accediendo a la tumba para orar en una sala adyacente exclusiva para judíos.
Esquivó en todo momento la visión de las cámaras de seguridad y se posicionó en la única salida de la sala, a espaldas de los fieles musulmanes, y según algunos medios lanzó una granada en medio de la sala para justo después abrir fuego, asesinando a 29 personas e hiriendo a otras 125, entre ellos varios niños.
Otras tres personas murieron a causa de la estampida que siguió a los disparos, y varios de los heridos quedaron parapléjicos a causa de las heridas.
Además de a los fieles que rezaban, disparó a las luces de la sala para dejarla a oscuras.
Según los supervivientes, Goldstein esperó para atacar en el sujūd, la parte de la oración en la que los fieles se postran con la cabeza en el suelo.
Finalmente, alguien de entre la multitud le arrojó un extintor de fuego que le golpeó en la cabeza, momento tras el cual fue desarmado y golpeado hasta la muerte por los supervivientes.