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Honduras: “Pueden irse”, dijo Ministro de Seguridad a policías acusados por muerte de estudiantes

El viernes 28 de octubre del 2011, seis días después de la escena del crimen de los universitarios Carlos Pineda Rodríguez y Rafael Alejandro Vargas Castellanos, el ministro de Seguridad de Honduras Pompeyo Bonilla fue la última persona que se reunió con los cuatro policías señalados como supuestos responsables de la muerte de los dos jóvenes, relata La Tribuna.

“Hay que buscar un chivo expiatorio a toda costa y ese es obviamente el subcomisionado de policía (Jorge Barralaga)”: dijo el abogado defensor Amador Zúniga.

La última frase que el subinspector Carlos Galeas Cruz y los policías Wilfredo Figueroa, Arnulfo Padilla y José Rubén Pozo, acusados de robo y asesinato, escucharon de Pompeyo Bonilla fue: “Pueden irse”, le tomaron la palabra y desde ese día se “perdieron” del mapa.

Tras la desaparición de los policías, las autoridades separaron del cargo al subcomisionado de la Policía, Jorge Barralaga, quien fue acusado de haber permitido la fuga de los cuatro oficiales.

El 24 de octubre de 2011, los estudiantes David Pineda, de 23 años, y Rafael Alejandro Vargas Castellanos, de 22, fueron asesinados tras desatender un retén policial.

Vargas Castellanos, hijo de la rectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Julieta Castellanos, murió en el lugar de los hechos.

Pineda, a su vez, fue subido a una patrulla por cuatro policías, y para evitar que los denunciara lo trasladaron hasta una zona solitaria aledaña a la capital, donde lo mataron, según versiones de la prensa local.

El ministro de Seguridad de Honduras, Pompeyo Bonilla, habría ordenado “marcharse” a cuatro policías implicados en el asesinato de dos estudiantes universitarios en octubre pasado, afirmaron hoy versiones de prensa.

Los cuatro policías estaban detenidos en esta capital y tras entrevistarse con el ministro, el pasado 29 de octubre, desaparecieron.

Sin embargo, los abogados defensores del oficial José Tiburcio Amador Zúñiga, y de Amado Felipe Osorto, revelaron que fue Bonilla quien les dijo a los uniformados: “pueden irse”.

Tras la desaparición de los policías, las autoridades separaron del cargo al subcomisionado de la Policía, Jorge Barralaga, quien fue acusado de haber permitido la fuga de los cuatro oficiales.

“Obviamente, buscaron un ‘chivo expiatorio’, que es el subcomisionado Barralaga”, argumentaron los abogados.

El 24 de octubre de 2011, los estudiantes David Pineda, de 23 años, y Rafael Alejandro Vargas Castellanos, de 22, fueron asesinados tras desatender un retén policial.

Vargas Castellanos, hijo de la rectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Julieta Castellanos, murió en el lugar de los hechos.

Pineda, a su vez, fue subido a una patrulla por cuatro policías, y para evitar que los denunciara lo trasladaron hasta una zona solitaria aledaña a la capital, donde lo mataron, según versiones de la prensa local.

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