
No le asustaba el desafío de la muerte, transitó rumbo a ella en honor a sus ideas marxistas convencido de que ese era el camino.
Lo hizo honestamente, sin doble discurso y sin intereses personales y allí radica un valor casi inhallable en otros protagonistas de la historia.
Supo, sí, diferenciarse de otros dirigentes por su humildad y poco apego al lujo y el dinero. Estudió en profundidad las políticas económicas y su efecto en los pueblos, buscó respuestas para transformar la realidad del subdesarrollo con producción, educación y trabajo.
Fue generador de políticas que revolucionaron el socialismo, que no nacieron a través de la imposición sino de un debate intenso.
Se transformó en el primer activista contra la globalización, que existía en su tiempo pero no tenía quien la defina.
Creó una conciencia antiimperialista que persiste hasta hoy.
En los años que ocupó la escena mundial era la voz de los pueblos dominados por el imperialismo, el trato desigual que recibían de los organismos de crédito internacionales y de las multinacionales que hacían sus negocios sobornando a los gobiernos corruptos.
Tenía razón.
Podría haber vivido en Argentina sin demasiados sobresaltos por la posición económica de su familia, pero eligió los caminos de Latinoamérica, mezclarse con los pobres a los que les ofreció su capacidad de médico, entender la realidad de los excluídos e imaginar cómo cambiarla.
Luchó por un mundo mejor, el que él tenía como ideal.
Claudio Scabuzzo
El ícono.
Jon Lee Anderson, periodista reconocido mundialmente, escribió , para muchos, la más importante biografía del “Che”.
En un weblogs de Clarín es entrevistado sobre el fenómeno de su imagen:
Meneses: ¿Crees que el Che llegó a tener conciencia de la trascendencia que seguiría teniendo a casi 40 años de su muerte?
Anderson: Como el Che mismo dijo, esperaba que si muriera, su sangre derramada nutriría el suelo de futuras revoluciones; esperaba el ser la chispa de la revolución “continental.”
Eso fue una llamada retórica del Che, pero creo yo que fue sincero.
El Che fue estudiante de la historia y entendía la fuerza y potencia de los “martirios heroicos”. Comprendía que si el moría en un modo consecuente con su dichos, tendría resonancia póstuma.
Pero no creo que el Che jamás habría imaginado el consumismo globalizado de las ultimas décadas, ni que su imagen vendría a formar parte de aquello.
Meneses: La investigación que hiciste para su libro fue determinante para que, después de 30 años, por fin se pudiera encontrar su cuerpo ¿Es posible que esa falta del cuerpo ayudara a que creciera su mito, o nos ves relación?
Anderson: Sin duda, ayudo. Su desaparición resonó con la mitología antigua, lo cual llegó a todos nosotros de algún modo. Mientras se mantenía “desaparecido” era como si el fantasma del Che rondara sobre la historia de América Latina, una visión romántica y heroica.
Su reaparición no solamente reabrió todo una historia oculta, y de procesos sociales truncados en un continente todavía en vía de encontrarse, sino sirvió simbólicamente para Cuba, y para gente de la izquierda, como la resurrección del ave fénix.Hasta me lo dijo – esto mismo – alguien muy cercano al Che en Cuba. Dijo que con la reaparición del Che, esperaban que su legado, renovado con las noticias, inspiraría nuevas generaciones.
Meneses: En esta serie tratamos de entender cómo un comandante de la revolución cubana llega a transformarse en un ícono de la cultura pop que aparece, por ejemplo, en publicidades de marcas como Converse ¿Tienes alguna interpretación de cómo, o por qué, se produce ese fenómeno?
Anderson: El fenómeno del Che-Chic existe en los países del “Primer Mundo”, es decir, de los países industrializados, en donde el Che representa algo ajeno a sus realidades (como lo fue estando él con vida) y donde el fetichismo y parafernalia del Che (poleras, relojes, pósteres, etc.) es más que todo una expresion cultural de retro-chic romántico, o exótico.
Como lo sería, en menor grado, pues, Mao, o quizás inclusive figuras pop como Lennon. Coincide con el “fashion” de que Eres lo que Vistes.
Pero en mucho del resto del mundo, donde hay pobreza aguda, carencia de libertad política, social y económica y del estado de derecho, el Che sigue siendo un símbolo potente de rebelión y desafío del estatus quo, un héroe que apela a la emulación.
Meneses: ¿Y por qué dura?
Anderson: El Che dura como símbolo porque fue valiente, joven y representa el idealismo puro de los años sesenta perdidos.
Y era guapo. Pero no solamente tuve el pelo largo e iba a Woodstock; fue un revolucionario de verdad: tenía pelo largo, firmaba los billetes con desdén con su apodo, Che.
Además andaba con un fusíl, escribía poesía, decía las verdades que tenía que decir en el fuero público, y terminó muriendo buscando la Utopia.
Es que, coincidan o no con sus ideas políticas, todo el mundo admira esas cualidades del Che. Y finalmente, esa foto de él, por Korda, reúne todos esos aspectos de él que acabo de mencionar, y los consagro de manera icónica, y para siempre.