Por Ramiro GONZÁLEZ,
Corresponsal en BOLIVIA
LA PAZ (EUROLATINNEWS) - Fue a Bolivia a hacer la revolución y allí murió hace 40 años. Ernesto "Che" Guevara nunca habría imaginado que el país en el que dejó la vida por sus ideales haya transformado su intento revolucionario en todo un filón económico, explotando turismo y superchería.
Quería transformar la vida de los más pobres. Y, en cierta manera, lo ha logrado, al menos para unos pocos.
Pero el Che nunca hubiera imaginado que aquel avispero boliviano donde dejó su vida, habría dado lugar, con el paso de los años y el crecer de su mito, a un “Guevara-Tour”, todo un tour turístico, jugoso filón de ganancias para la población local.
Y es que tras el hallazgo en 1997 de los restos del guerrillero, enterrado secretamente en una fosa cerca de Vallegrande (a 700 km al sureste de La Paz), las autoridades bolivianas crearon la "Ruta del Che", un circuito que sigue los itinerarios que éste hizo a través de la selva, cuando luchaba por el bienestar de los más pobres.
"La idea ha sido siempre difundir el pensamiento del Che a través de un turismo ordenado y respetuoso de los pobladores", explicó Edil Peña Rojas, presidente de los guías de la "Ruta del Che" y miembro de la "Fundación del Che", que se encarga en Vallegrande de mantener su patrimonio revolucionario.
Eso es lo importante para Rojas, que quiso abstenerse de las polémicas suscitadas en el marco del 40 aniversario de la muerte del revolucionario sobre la autenticidad de sus restos. El guía prefirió explicar sencillamente en qué consiste el “Guevara-Tour”, que parte de Santa Cruz, la segunda ciudad boliviana, situada en una extensa llanura, para atravesar varias decenas de kilómetros de selva.
"La Ruta del Che", que requirió una inversión inicial de 610 millones de dólares, da trabajo a unas 15.000 personas en esta región agrícola, una de las más pobres de Bolivia según la organización no gubernamental CARE que participó en la definición del proyecto.
Esos miles de lugareños viven de los beneficios que producen los cerca de 2.000 turistas que, procedentes de los cinco continentes llegan a esa región montañosa, especialmente en octubre, para asistir a las conmemoraciones que se organizan por la muerte del guerrillero argentino, asesinado hace 40 años por militares bolivianos en la región de Vallegrande.
El viaje está lejos de ser un paseo tranquilo. Recorrer en autobus los 240 kilómetros por la destartalada ruta que une Santa Cruz con Vallegrande requiere de unas diez horas y cinco dólares. En caso de que uno prefiera ahorrarse tiempo y molestias, un pequeño avión privado turístico lleva al viajero por unos 50 dólares.
"No queremos que el turismo quede reservado para los ricos", dijo Peña, quien destacó además los precios módicos de los hospedajes (10 dólares) en la zona, en habitaciones muy rudimentarias en la mayoría de los casos.
Esta política de contención de precios, para propiciar también un desarrollo turístico del territorio “éticamente sostenibles”, afirmó el responsable, no exime que algunas agencias de viaje no tengan complejo alguno en proponer un circuito de dos días por 170 dólares.
En todo caso, no se trata de que el turista imite las condiciones peligrosas de los rebeldes, que se abrían camino a golpes de machete en la selva o atravesaban ríos a riesgo de sus vidas. Actualmente los vehículos 4x4 permiten paliar la incomodidad de los caminos y sus inconvenientes.
Y es que la aventura es uno de los componentes de quienes hacen el “Guevara-Tour” pero no el principal, como ejemplifica el caso de Guillaume Giraud, un ingeniero canadiense de 26 años, con bandana y camiseta del 'Che', que ha recorrido 4.000 km por toda América Latina en su bicicleta remendada para rendir homenaje al "espíritu aventurero" de su ídolo.
Giraud se convirtió asi en uno más de esos miles de turistas que han recorrido las principales atracciones de la visita: la escuela de La Higuera donde el Che fue ejecutado -un día después de su captura- el 9 de octubre de 1967, hoy convertida en museo, y el lavadero del hospital de Vallegrande donde reposó su cadáver.
Precisamente, ambas localidades han conservado y acrecentado la leyenda del Che, difundiéndola con cierta superchería entre los turistas y periodistas extranjeros que allí acuden, por el “Guevara-Tour” o por cuenta propia, pero en todo caso, siempre dispuestos a dar crédito a las versiones más inverosímiles.
Así, según el imaginario popular, aquel Che tendido inerte sobre una mesa de la lavandería del hospital de Malta de Vallegrande "se asemejaba tanto a la imagen de Cristo", que los lugareños lo inmortalizaron con el apelativo de "San Ernesto de La Higuera".
En esta última localidad, por su parte, sus habitantes construyeron una suerte de santuario, con un enorme busto del Che y una cruz a su lado, donde ponen flores y piden sus milagros a "San Ernesto" que, según afirman, "ya ha concedido unos cuantos".
Naturalmente, ese santuario de fortuna forma parte del “Guevara-Tour”, cuyos participantes, cuando se acercan, pueden ver a los lugareños rezando porque para muchos de ellos, así como para los habitantes de otros pueblos del recorrido por donde anduvo el guerrillero --como Camiri, Comarapa y Pucará--, el Che es “el almita” que los protege desde el más allá.
Sin embargo, no todos en la zona están de acuerdo con las ganancias que este turismo conllevan.
"Me molesta que se aprovechen del Che para ganar dinero", confesó Ramón Alfredo García, de 40 años, uno de los médicos cubanos que trabajan gratuitamente en Bolivia, y que vino al lugar para pintar un mural en La Higuera.
La "Fundación del Che", por su parte, afirma que lucha contra la comercialización de la imagen del guerrillero. Pero en el Santa Clara, un restaurante lleno de cuadros en honor del guerrillero que ofrece como bebida la "Coca del Che" -un coctel de ron y coca fabricada por una pequeña empresa de la zona-, Teresa Siles, de 53 años, reconoce que eso "atrae a los turistas".
Incluso el Ejército boliviano, la mano ejecutora del Che, participa ahora en su "Ruta", invitando a visitar su base de Camiri donde estuvo detenido el intelectual francés Regis Debray, compañero del guerrillero, junto al argentino Ciro Bustos.
Quería transformar la vida de los más pobres. Y, en cierta manera, lo ha logrado, al menos para unos pocos.
Pero el Che nunca hubiera imaginado que aquel avispero boliviano donde dejó su vida, habría dado lugar, con el paso de los años y el crecer de su mito, a un “Guevara-Tour”, todo un tour turístico, jugoso filón de ganancias para la población local.
Y es que tras el hallazgo en 1997 de los restos del guerrillero, enterrado secretamente en una fosa cerca de Vallegrande (a 700 km al sureste de La Paz), las autoridades bolivianas crearon la "Ruta del Che", un circuito que sigue los itinerarios que éste hizo a través de la selva, cuando luchaba por el bienestar de los más pobres.
"La idea ha sido siempre difundir el pensamiento del Che a través de un turismo ordenado y respetuoso de los pobladores", explicó Edil Peña Rojas, presidente de los guías de la "Ruta del Che" y miembro de la "Fundación del Che", que se encarga en Vallegrande de mantener su patrimonio revolucionario.
Eso es lo importante para Rojas, que quiso abstenerse de las polémicas suscitadas en el marco del 40 aniversario de la muerte del revolucionario sobre la autenticidad de sus restos. El guía prefirió explicar sencillamente en qué consiste el “Guevara-Tour”, que parte de Santa Cruz, la segunda ciudad boliviana, situada en una extensa llanura, para atravesar varias decenas de kilómetros de selva.
"La Ruta del Che", que requirió una inversión inicial de 610 millones de dólares, da trabajo a unas 15.000 personas en esta región agrícola, una de las más pobres de Bolivia según la organización no gubernamental CARE que participó en la definición del proyecto.
Esos miles de lugareños viven de los beneficios que producen los cerca de 2.000 turistas que, procedentes de los cinco continentes llegan a esa región montañosa, especialmente en octubre, para asistir a las conmemoraciones que se organizan por la muerte del guerrillero argentino, asesinado hace 40 años por militares bolivianos en la región de Vallegrande.
El viaje está lejos de ser un paseo tranquilo. Recorrer en autobus los 240 kilómetros por la destartalada ruta que une Santa Cruz con Vallegrande requiere de unas diez horas y cinco dólares. En caso de que uno prefiera ahorrarse tiempo y molestias, un pequeño avión privado turístico lleva al viajero por unos 50 dólares.
"No queremos que el turismo quede reservado para los ricos", dijo Peña, quien destacó además los precios módicos de los hospedajes (10 dólares) en la zona, en habitaciones muy rudimentarias en la mayoría de los casos.
Esta política de contención de precios, para propiciar también un desarrollo turístico del territorio “éticamente sostenibles”, afirmó el responsable, no exime que algunas agencias de viaje no tengan complejo alguno en proponer un circuito de dos días por 170 dólares.
En todo caso, no se trata de que el turista imite las condiciones peligrosas de los rebeldes, que se abrían camino a golpes de machete en la selva o atravesaban ríos a riesgo de sus vidas. Actualmente los vehículos 4x4 permiten paliar la incomodidad de los caminos y sus inconvenientes.
Y es que la aventura es uno de los componentes de quienes hacen el “Guevara-Tour” pero no el principal, como ejemplifica el caso de Guillaume Giraud, un ingeniero canadiense de 26 años, con bandana y camiseta del 'Che', que ha recorrido 4.000 km por toda América Latina en su bicicleta remendada para rendir homenaje al "espíritu aventurero" de su ídolo.
Giraud se convirtió asi en uno más de esos miles de turistas que han recorrido las principales atracciones de la visita: la escuela de La Higuera donde el Che fue ejecutado -un día después de su captura- el 9 de octubre de 1967, hoy convertida en museo, y el lavadero del hospital de Vallegrande donde reposó su cadáver.
Precisamente, ambas localidades han conservado y acrecentado la leyenda del Che, difundiéndola con cierta superchería entre los turistas y periodistas extranjeros que allí acuden, por el “Guevara-Tour” o por cuenta propia, pero en todo caso, siempre dispuestos a dar crédito a las versiones más inverosímiles.
Así, según el imaginario popular, aquel Che tendido inerte sobre una mesa de la lavandería del hospital de Malta de Vallegrande "se asemejaba tanto a la imagen de Cristo", que los lugareños lo inmortalizaron con el apelativo de "San Ernesto de La Higuera".
En esta última localidad, por su parte, sus habitantes construyeron una suerte de santuario, con un enorme busto del Che y una cruz a su lado, donde ponen flores y piden sus milagros a "San Ernesto" que, según afirman, "ya ha concedido unos cuantos".
Naturalmente, ese santuario de fortuna forma parte del “Guevara-Tour”, cuyos participantes, cuando se acercan, pueden ver a los lugareños rezando porque para muchos de ellos, así como para los habitantes de otros pueblos del recorrido por donde anduvo el guerrillero --como Camiri, Comarapa y Pucará--, el Che es “el almita” que los protege desde el más allá.
Sin embargo, no todos en la zona están de acuerdo con las ganancias que este turismo conllevan.
"Me molesta que se aprovechen del Che para ganar dinero", confesó Ramón Alfredo García, de 40 años, uno de los médicos cubanos que trabajan gratuitamente en Bolivia, y que vino al lugar para pintar un mural en La Higuera.
La "Fundación del Che", por su parte, afirma que lucha contra la comercialización de la imagen del guerrillero. Pero en el Santa Clara, un restaurante lleno de cuadros en honor del guerrillero que ofrece como bebida la "Coca del Che" -un coctel de ron y coca fabricada por una pequeña empresa de la zona-, Teresa Siles, de 53 años, reconoce que eso "atrae a los turistas".
Incluso el Ejército boliviano, la mano ejecutora del Che, participa ahora en su "Ruta", invitando a visitar su base de Camiri donde estuvo detenido el intelectual francés Regis Debray, compañero del guerrillero, junto al argentino Ciro Bustos.