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19/04/18.- En Managua Bandas Derechistas asesinan al Capitan de la Policia Jiltón Rafael Manzanares

Turquia, Erdogan, represión mecánica

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***Utilizar el sistema de justicia con fines políticos y reprimir a sus rivales no es nada nuevo para el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. 

La acusación y detención del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, marcan sin embargo una clara aceleración de la estrategia del líder del país de la OTAN, no casualmente en un momento marcado por la convergencia de una serie de dinámicas, pero también de crisis, que le han empujado a tomar iniciativas audaces para prolongar su estancia en el poder y calibrar un cierto reajuste de la posición de Turquía en el tablero regional.

El ataque judicial contra Imamoglu tiene todos los ingredientes de una operación cuidadosamente preparada por el gobierno dirigido por Erdogan y su partido (AKP). 

La semana pasada, la Universidad de Estambul le revocó su título, que obtuvo en la década de 1990, a raíz de una “investigación” sobre presuntas irregularidades, de conocimiento público desde hacía meses, en el traslado de Imamoglu a esta última institución desde una en el norte de Chipre. 

Poseer un título de educación superior es uno de los requisitos antidemocráticos establecidos por la ley turca para postularse a la presidencia de la república y sin él Imamoglu quedaría automáticamente descalificado de la carrera.

Como se sabe, Imamoglu era considerado el favorito en las elecciones presidenciales, que se celebrarán en 2028 pero que muchos predicen podrían adelantarse para permitir que Erdogan se presente de nuevo. 

La Constitución turca prevé un máximo de dos mandatos de cinco años y Erdogan ya está en el tercero. 

Según su interpretación, el primero no cuenta porque comenzó antes de la reforma constitucional de 2017 que introdujo el sistema presidencial en Turquía. 

Para presentarse nuevamente, Erdogan necesitaría lograr una nueva enmienda constitucional, pero si no lo logra, podría intentar eludir la ley nuevamente convocando elecciones anticipadas, alegando así que tiene derecho a otro mandato porque el anterior no se completó.

En cualquier caso, Imamoglu había sido arrestado por cargos de corrupción y terrorismo, este último en relación con vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Recién el domingo se conoció la ratificación de la detención de Imamoglu y su suspensión del cargo de alcalde de Estambul. El juez a cargo del caso formalizó únicamente los cargos de corrupción, vinculados a la existencia de una “red criminal” que, entre otras cosas, amañaba contratos públicos para obtener ventajas económicas. 

Los cargos de terrorismo han sido dejados de lado por el momento. Este último detalle impidió al gobierno nombrar un sustituto para el alcalde. El ayuntamiento de la metrópoli del Bósforo lo hará, por ahora de manera temporal, en los próximos días.

Además de Imamoglu, más de 100 otros políticos y funcionarios de su partido kemalista (Partido Republicano del Pueblo; CHP) fueron arrestados y acusados. 

El alcalde del distrito de Sisli, parte del área metropolitana de Estambul, ha sido acusado de cargos de terrorismo y reemplazado por un funcionario designado por el gobierno. 

La magnitud de la operación en curso también supone un duro golpe para el CHP después de haber logrado claros éxitos en las elecciones locales de 2019 y 2024 en Estambul, donde Erdogan también había sido alcalde al comienzo de su carrera, construyendo una maquinaria de consenso que fue crucial para el posterior lanzamiento a nivel nacional.

Imamoglu, como ya se ha mencionado, también supone una amenaza para el actual presidente, tras haberse convertido en el líder más carismático de la oposición en los últimos años, también gracias al doble éxito en Estambul en 2019. 

En aquella ocasión, unas primeras elecciones, ganadas por el candidato del AKP de Erdogan, habían sido anuladas por supuestas irregularidades, pero la repetición unos meses después había confirmado la victoria de Imamoglu con un margen de más de 800.000 votos.
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La operación contra Imamoglu y el CHP provocó inmediatamente protestas masivas, no sólo en Estambul, sino también en la capital, Ankara, y otras ciudades turcas, a pesar de las prohibiciones impuestas por las autoridades. 

Desde que estalló el caso político-judicial han sido detenidos más de 1.100 manifestantes y al menos 13 periodistas. 

El acceso a Internet y a las redes sociales también se ha visto ralentizado, mientras que el caos generado por las detenciones ha dado un dramático impulso a las primarias del CHP, que ya estaban previstas para el domingo. 

Según fuentes del propio partido, de 1,7 millones de afiliados, 15 millones de personas participaron en las urnas para elegir al candidato a las próximas elecciones presidenciales. Imamoglu ha obtenido más de 13 millones de votos.

El próximo paso del gobierno, dicen algunos, podría ser remover el liderazgo del CHP y colocarlo bajo administración especial luego de una investigación sobre posibles irregularidades durante un congreso celebrado a fines de 2023. El secretario del CHP, Ozgur Ozel, ha convocado un congreso extraordinario del partido para el 6 de abril, con el objetivo de evitar esta amenaza. Mucho dependerá, sin embargo, de la posible expansión de las protestas callejeras y de la respuesta de las fuerzas policiales.

Los riesgos que Erdogan parecía querer correr con la operación contra Imamoglu son un síntoma de la gravedad del desafío que representa este último a su permanencia en el poder en Turquía. 

El dilema para el presidente es que persistir con la estrategia de represión, evidentemente vista como la única forma de eliminar a su principal rival político, podría tener el efecto contrario al deseado, radicalizando a la oposición y acelerando la tendencia de consenso observada en las elecciones generales de 2023 y en las elecciones locales del año siguiente .

La principal arma de Erdogan, como ya estamos viendo estos días, podría ser caracterizar la ofensiva judicial como una especie de batalla contra la corrupción y los privilegios de las élites vinculadas al CHP, que siempre ha sido el partido de la burguesía turca prooccidental. 

Sin embargo, las consecuencias del caso Imamoglu corren el riesgo de combinarse con el descontento generalizado de los últimos años por los fracasos de la política económica y exterior del gobierno de Erdogan y del AKP, marcando potencialmente así el fin político del presidente después de más de dos décadas de dominación casi absoluta.

El caso Imamoglu es parte de una serie de iniciativas, impulsadas a su vez por rápidos cambios en el panorama geopolítico en la región del Medio Oriente. Erdogan se encuentra en medio de un intento de finalizar un mecanismo para poner fin al conflicto kurdo. 

Recientemente, el líder del PKK encarcelado, Abdullah Ocalan , pidió a la gente que deponga las armas y acepte las propuestas diplomáticas del gobierno de Ankara. 

La estrategia del presidente también incluye mano dura, ya que en las últimas semanas se han producido nuevas detenciones de miembros y dirigentes locales del partido pro kurdo DEM ( Partido de la Igualdad y la Democracia del Pueblo ).

Según muchos observadores, el proceso de paz serviría a Erdogan para alcanzar un acuerdo político con este último partido que incluya el apoyo a la citada reforma constitucional para permitir al presidente presentarse a un nuevo mandato. 

Está claro que los esfuerzos en este sentido podrían ser en vano si Erdogan perdiese en las urnas frente a Imamoglu, como sugieren los sondeos. Sobre todo porque el alcalde de Estambul, ahora en prisión, ya ha demostrado su capacidad para interceptar una parte importante del voto kurdo.
El arresto de Imamoglu también se produjo poco después de una conversación telefónica entre Erdogan y Trump, con informes de ambos lados destacando una fuerte relación entre los dos líderes. 

Sobre la mesa se estaría incluso la posible reintegración de Turquía al proyecto F-35, del que Ankara había sido excluida tras la compra del sistema antiaéreo ruso S-400

Es posible que la nueva administración norteamericana no haya expresado oposición al bombardeo judicial de los últimos días, vinculando el plan que teóricamente debería fortalecer a Erdogan al apoyo de Turquía a los objetivos de Washington en el contexto de los temas más candentes, desde Siria hasta Irán y Palestina.

En última instancia, Erdogan puede haber sentido que los cambios geopolíticos de los últimos meses en la región y a nivel global están produciendo escenarios que potencialmente le permitan fortalecer su posición en el frente interno y más allá. 

El regreso de Trump a la Casa Blanca, las perspectivas de paz en Ucrania, en torno a la cual Erdogan intenta proponerse como mediador, y las posibles aperturas de una Unión Europea que se ve "traicionada" por EEUU, son elementos que empujan al presidente turco a relanzar sus cartas, como de costumbre, jugando en todas las mesas disponibles. 

En este escenario, la ofensiva contra la oposición política en Turquía anuncia un choque de proporciones históricas para el futuro del país euroasiático y lo que queda de su edificio democrático.

https://www.altrenotizie.org/in-evidenza/10620-erdogan-repressione-a-orologeria.html

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