En un escenario ajustado y en medio de una tensa campaña se dará la segunda vuelta presidencial entre el maestro rural Pedro Castillo y la derechista Keiko Fujimori.
Este domingo 6 de junio, 25 millones de peruanos y peruanas están convocados a las urnas para decidir quién será el futuro presidente del país durante los próximos cuatro años.
De un lado, el profesor y sindicalista cajamarquino Pedro Castillo, oriundo de una de las regiones más pobres del país y vinculado al mundo rural peruano se presenta por el partido de izquierda Perú Libre.
De otro lado, Keiko Fujimori, hija del dictador encarcelado Alberto Fujimori, encabeza el partido Fuerza Popular.
La dirigente afronta un proceso judicial por lavado de activos, organización criminal, obstrucción de la justicia y falso testimonio por el que ya ha pasado por prisión. El fiscal José Domingo Pérez solicitó 30 años y 10 meses de prisión para la hija del exdictador.
Los candidatos
Para Keiko Fujimori es su tercer balotaje.
En 2011 fue derrotada por Ollanta Humala (51.45 % a 48,55 %) y posteriormente perdió en 2016 contra Pedro Pablo Kuczynski por un margen apenas superior a los 40.000 votos.
En ambas oportunidades, en la primera vuelta tuvo una performance mejor a la de este 2021, donde a causa de la dispersión de la oferta conservadora cosechó un magro 13,4 % de los votos válidos que, sin embargo, le alcanzaron para acceder a segunda vuelta.
En relación al marco de alianzas, Keiko logró unificar a los principales referentes de la derecha peruana.
Sumó los apoyos de los candidatos presidenciales Rafael López Aliaga y Hernando de Soto (tercero y cuartos respectivamente, ambos con un 12 % en primera vuelta), del empresario Cesar Acuña (obtuvo un 6 %) y de Renovación Nacional, el partido que prestó su estructura para la candidatura de George Forsyth (se alzó con un 5,7 % en primera vuelta).
Mario Vargas Llosa, histórico adversario de los Fujimori, también hizo público su respaldo a la hija del exdictador. El cuadro se completó con la foto de reunificación familiar con su hermano Kenji, con quién se mantenía distanciada hace años luego de la interna que determinó la sucesión política de Alberto Fujimori. A nivel internacional, Keiko gestionó la llegada del dirigente venezolano Leopoldo López, que al llegar a Lima dejó una declaración para reforzar el ideario de la “campaña del miedo”: “El Perú está ante un dilema: libertad o comunismo”, sentenció.
Pedro Castillo, por su parte, maestro rural y dirigente sindical de izquierda, se presenta por un partido vinculado al sindicato de la enseñanza (su logo es un lápiz) y dirigido por el exgobernador de Junín, Vladimir Cerrón.
Con una campaña austera -sin apenas presencia en redes sociales- y haciendo énfasis en la necesidad de una Asamblea Constituyente y una reforma profunda del sistema económico, logró ubicarse en primera posición con el 19,1 % de los votos válidos emitidos en primera vuelta.
Sus resultados entre las clases más empobrecidas del Perú fueron espectaculares. Ganó en 48 de los 50 distritos más pobres del país con resultados incontestables en los departamentos más castigados del sur del país y en su propia región natal, Cajamarca. Castillo conformó una alianza social entre los docentes del magisterio, las comunidades campesinas y los ronderos y agricultores, que le permitió acumular los votos de gran parte del Perú rural.
Castillo logró garantizarse el apoyo de Juntos por el Perú (partido que llevó como candidata a Verónika Mendoza), del Frente Amplio y de buena parte de la estructura y los cuadros técnicos y de gestión del Partido Nacionalista de Ollanta Humala.
A ello se le suman acuerdos con sectores evangélicos, empresarios regionales, sindicatos y organizaciones de agricultores.
En el plano internacional, tanto Evo Morales como José “Pepe” Mujica, hicieron un llamado a acompañar la candidatura del profesor. En esta segunda vuelta Castillo incorporó a Pedro Franke, economista del equipo de Mendoza para reforzar uno de los flancos que su equipo percibía más endebles: la economía.
Las proyecciones
Este fin de semana se publicaron las últimas encuestas habilitadas por la ONPE y ambas coinciden en las tendencias generales: Castillo continúa primero pero con un margen que se ha venido estrechando durante la campaña. Fujimori crece ligeramente y cae el número de indecisos.
La fotografía hace parte de una progresión de tendencias: Castillo comenzó con una amplia diferencia, Keiko logró aglutinar el voto conservador y ambos crecieron levemente en las últimas semanas.
El Comercio-Ipsos ubica a Castillo en la delantera: alcanza el 45,1 % de los votos emitidos mientras Fujimori obtiene el 43,1 %, y los blancos y viciados se reducen notoriamente hasta ubicarse en el 11,8 %. Cuando se desagrega la información por regiones destacan algunos datos: mientras en el sur Pedro Castillo triplica la intención de voto de Keiko (67,6 % a 21 %), en Lima el escenario se revierte y Keiko dobla en voluntades al maestro: 59,4 % a 29,1 %.
En la región norte (históricamente cercana al fujimorismo) la disputa está más reñida, sin embargo, se impone Fujimori por 47,9 % a 38,7 %. Consultados por las cualidades de los candidatos, un 72 % de los encuestados percibe a Keiko con más experiencia mientras que Pedro Castillo se impone 51% a 34% al momento de indagar cuál de los dos postulantes representa mejor el cambio.
Por su parte, el estudio del IEP de este mismo fin de semana ubica en 2 % la diferencia en favor de Castillo: 40,3 % a 38,3 %, con un 6,3 % que aún no se decide y un 13 % que optaría por votar en blanco o anular su voto. En el estudio llaman la atención los datos desagregados por nivel socioeconómico: mientras en los niveles D/E, Castillo se impone holgadamente, en el A/B Keiko supera al profesor por casi 20 puntos.
Otro dato que resalta es la preferencia por género: las mujeres optan por Fujimori y los varones por Castillo, una evidencia que podría dar cuenta del notable protagonismo que ha cobrado en las últimas semanas Dina Boluarte, la candidata a vicepresidenta de Perú Libre, en un intento de la formación de izquierda por interpelar a las mujeres peruanas.
Finalmente si atendemos a los datos de abstención en primera vuelta, ésta se concentró en las zonas de estratos altos de Lima (Miraflores 38,39 %; San Isidro 38.547 %; Lince 35,03 %) mientras que en los distritos populares limeños, donde Castillo obtuvo mejores resultados, el ausentismo fue significativamente menor (Carabayllo 21,87 %, Comas 21,87 %, San Juan de Lurigancho 25,50 %).
El debate y la campaña
Si bien la totalidad de las encuestas fallaron en sus predicciones para la primera vuelta, vale detenerse en ciertas tendencias: todas marcan que el nivel de indecisos permanece alto, un elemento que será definitorio en una elección que se prevé que se defina por un estrecho margen. Es en este sector donde parecen haberse orientado las estrategias finales de ambos contendientes: la “campaña del miedo” de Keiko Fujimori (que dibuja a Castillo como comunista y violento) y el notable fortalecimiento de sus cualidades personales de Castillo, que lo presentan como una persona íntegra, lejana a la “clase política”, un hombre tradicional, honesto y trabajador.
Este domingo, ambos contendientes se enfrentaron en el segundo debate presidencial. Los contendientes fueron conservadores y evitaron arriesgar confiando uno (Castillo) en su ventaja en las encuestas y otra (Fujimori) en su tendencia ascendente favorable.
El debate organizado por la ONPE, que tuvo lugar en la Universidad de Arequipa, resultó así un encuentro chato que evidenció las estrategias de los dos postulantes pero que probablemente no mueva el amperímetro en el estratégico sector de indecisos.
Keiko Fujimori mostró no obstante una performance sólida, acorde a una mujer que en la práctica fue primera dama desde los 19 años y que ha sabido transitar durante años los pasillos en los que se mueve la clase política peruana.
“Vengo a proponer un cambio. Un cambio hacia adelante”, esbozó en su primera intervención en la que intentó apropiarse de un sentido común -el cambio- presente en una sociedad peruana hastiada por la corrupción (Perú ostenta el récord mundial de ex Presidentes presos o en busca y captura) y la ausencia de servicios públicos (Perú fue el país del mundo con mayor mortalidad COVID durante gran parte de la pandemia).
En un intento de fabricar un memedrop Keiko llevó una piedra al evento, tratando de asociar a su oponente con el terrorismo, acusándolo de “tirapiedras”. Del mismo modo lo llamó “Cerrón” en reiteradas ocasiones, en un intento por asociar al candidato con el presidente de Perú Libre, quien fuera condenado por causas de corrupción durante su gestión en el gobierno regional de Junín.
Asimismo, Fujimori se esforzó por señalar el flanco débil de la inexperiencia y el desconocimiento del funcionamiento del Estado de su contendiente e insistió con su campaña anticomunista: “Nuestros enfermos no se curan con comunismo, la pandemia no se cura con piedras”.
Vale agregar que Fujimori se mostró más programática, con anuncios económicos (como la extensión del plan Beca18 o los bonos para víctimas del COVID) pero en ningún momento dio cuenta de cómo se financiarán estas iniciativas.
Por su parte, Pedro Castillo buscó mostrarse como un “peruano más”, humilde y trabajador: “Vengo con las manos limpias. Yo sé lo que es rascar una olla para darle de comer a mis alumnos”, sentenció en su presentación. Con sombrero chotano y campera deportiva, se lo notó algo cansado.
En su impronta intentó despejar miedos y prejuicios que pesan sobre su candidatura. Destacaron sus embates contra Fujimori en el segmento de corrupción y su performance en educación. El señalamiento de la responsabilidad en las esterilizaciones forzadas durante el gobierno de su padre, Alberto Fujimori, fue el golpe más certero y el momento más eléctrico del debate. Fujimori acusó recibo y no tuvo más remedio que deslindarse.
Con menor despliegue escénico y de oratoria, la performance de Castillo fue correcta y dejó el saldo esperado: un profesor de escuela sin causas de corrupción y que enarbola una propuesta de cambio.
Fuera de los debates, la campaña electoral también fue aumentando en su intensidad y violencia. Al ya característico “terruqueo” (acusaciones de terrorismo y vínculos con Sendero Luminoso, que han servido de estrategia impugnatoria contra las propuestas de izquierda) se le sumaron amenazas de muerte (como la pronunciada por quien resultara tercero en la primera vuelta, el candidato del Opus Dei, Rafael López Aliaga) y marchas de ambos sectores.
A las multitudinarias movilizaciones antifujimoristas que se extendieron por todo el país, le respondieron desde Fuerza Popular con convocatorias contra el comunismo que tuvieron su mayor impacto en Lima. Asimismo, la caravana de Fujimori fue repelida y abucheada por transeúntes y ciudadanos en las regiones de Ancash, Cuzco y Junín, mientras realizaba actividades proselitistas.
La relación con la prensa ha atravesado la campaña de esta segunda vuelta de extremo a extremo. Primero con la expulsión de Clara Elvira Ospina, directora de América Noticias y Canal N, dos de los canales más vistos de la TV abierta peruana. La decisión fue tomada por impulso del Grupo El Comercio (conservador) y contó con la oposición de La República (centro progresista), como parte de las pujas en los canales que ambos grupos comparten.
El clima continuó tomando temperatura luego de las agresiones recibidas por trabajadores de prensa en un mitin de Perú Libre en Ayacucho. Este contexto abona al descrédito de los principales medios: según la encuesta de IEP del pasado 21 de mayo un 79 % de los peruanos percibe que los medios de comunicación benefician a Fujimori. En el debate de este domingo, el propio Castillo llevó las tapas de El Comercio y La República para graficar la parcialidad de las coberturas periodísticas. En este marco, el propio Presidente del JNE, Jorge Luis Salas, pidió evitar desinformación y estigmatización en la cobertura de la campaña electoral.
A pocos días de las elecciones, el pasado domingo 21 se conoció la noticia de que 14 ciudadanos de la región del VRAEM fueron asesinados por supuestas células vinculadas a Sendero Luminoso, bajo las órdenes de Víctor Quispe Palomino.
El ataque se da en una zona dominada por el narco -con profundas conexiones con la clase política conservadora peruana- y es funcional a una creciente campaña de acusación de “terruqueo” contra Perú Libre y Pedro Castillo. Desde PL se solidarizaron con las víctimas al tiempo que condenó el uso político de esta masacre. Según los panfletos difundidos en el ataque, SL llamó a no apoyar al fujimorismo en las elecciones, un aspecto más que apunta a un montaje diseñado para perjudicar a Castillo en una región, Junín, donde PL obtuvo más del 60 % de los votos.
¿Qué le espera a Perú el 6 de junio?
La única certeza es que habrá un escenario ajustado, con posibilidad de repetir un esquema similar al de 2016, donde la elección se definió por 40.000 votos. Fuerza Popular ya ha desplegado un importante esquema de defensa del voto haciendo alarde de una estructura mayor y más aceitada para pelear el voto en mesa.
Gane quién gane, la dispersión de la primera vuelta hará que el próximo presidente esté obligado a gobernar con un Congreso compuesto por 10 bancadas diferentes. La concreción de mayorías se volverá un tema complejo: para lograr mayoría absoluta (mitad más uno de los 130 escaños), a Perú Libre (37) no le alcanzaría ni siquiera sumando a Juntos por el Perú (5), el Partido Morado (3) y un hipotético apoyo del centrista Acción Popular (16). Del otro lado, las bancadas cuyos referentes ya anunciaron que apoyarán a Fujimori (todas las restantes con la excepción de Somos Perú, lista del expresidente Martín Vizcarra) suman 64 votos, dos menos de la mayoría absoluta.
En el Perú se juegan contradicciones históricas que se condensan en la elección de este domingo. La cuestión de clase, la geográfica y la política: pobres vs ricos, Lima vs regiones y cambio (nueva Constitución) vs continuidad (la Constitución de Fujimori). En definitiva unas elecciones plebiscitarias que pondrán en juego el sistema económico de crecimiento sin redistribución ni derechos creado por Fujimori. En un escenario de alta politización y polarización los indecisos tendrán un rol fundamental. A poco más de cuatro días para la elección, resta esperar saber si finalmente, un docente a caballo logra poner fin a 30 años de neoliberalismo en Perú.
Licenciado en Comunicación Social (UBA) (Argentina)
Licenciado en Comunicación Social (UBA) especializado en Comunicación Política (UNTREF). Docente del Seminario de Comunicación Política de la Universidad de Buenos Aires. Asesor del Frente de Todos en la Legislatura de Buenos Aires. Participó de campañas electorales en Perú, Argentina, Panamá y Paraguay.
https://www.celag.org/preelectoral-peru-antesala-de-una-jornada-historica/