El joven maestro internacionalista cubano Aguedo Morales Reina es asesinado el 4 de diciembre de 1981, por un grupo de bandidos contrarrevolucionarios en un lugar llamado la “Cañada del Tigre”, cerca de Villa Sandino, a 50 kilómetros de Juigalpa, Departamento de Chontales, en Nicaragua. Había llegado a este país con un grupo de maestros para cumplir la tarea de colaborar en la alfabetización de la población que lo necesitaba.
Hijo de una familia campesina, se formó como maestro y trabajó en una escuela de Consolación del Sur, su municipio natal en la provincia de Pinar del Río, hasta que fue designado para cumplir la misión internacionalista. Ante este asesinato, miles de maestros cubanos se ofrecieron espontáneamente para ocupar el lugar del compañero caído. Nació el 5 de febrero de 1953.
Misión en Nicaragua
En 1981, por sus magníficas condiciones como maestro y revolucionario, es seleccionado para ingresar en el Contingente Internacionalista de Maestros “Augusto César Sandino”, destinado a contribuir a la enseñanza en la Nicaragua libre.
Feliz y lleno de optimismo parte a cumplir con el sagrado deber del internacionalismo proletario. La tarea implicaba sacrificio, pero era hermosa y necesaria. Durante su corta estancia, mantiene una actitud aguerrida ante cualquier tarea. Esto, unido a su sencillez, disciplina, carácter jovial y afectuoso, hacen de él un ejemplo a imitar, por lo que se gana el cariño y la admiración de todos sus compañeros.
Muerte
El 4 de diciembre de 1981, a sólo tres meses de encontrarse en Nicaragua, viajaba en una camioneta en compañía de otros compañeros, y al cruzar una quebrada en la comarca de “Aguas Sarcas” a 12 Km al oeste de “Villa Sandino”, caen en una emboscada y son atacados por una banda de contrarevolucionarios somocistas.
Aguedo se enfrentó valerosamente a los agresores y trató de arrebatarle el arma a uno de los bandidos, momento en que recibió tres balazos que le causaron la muerte.
Moría así el revolucionario, el maestro, el internacionalista, como expresó su padre al conocerse de los hechos: “Los asesinos de mi hijo no podrán matar su ejemplo”. Al morir contaba sólo con 28 años y tenía dos hijos.
Tomado de: Nicaragua Internacionalista