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El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

El revisionismo del «socialismo del siglo XXI


«Todos los revisionismos parten de un revisionismo anterior, y los revisionismos iniciales, parten del reformismo, del anarquismo, del socialismo utópico. Es por tanto una repetición continua de tesis ya combatidas antaño por los marxistas de la época de Marx y Engels, y por los marxista-leninistas de la época de Lenin hasta nuestros días.
No significa por ello que a todos se les combata por igual y que sea sencillo desmontarlos, hay que saber diferenciar sus características específicas para saber refutarlos de forma correcta». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo del «socialismo del siglo XXI», 2013)

Preámbulo

Desde el cambio de rumbo ocurrido en la mayoría de países del bloque socialista a mediados de los 50, se dio como resultado una «completa revisión» de las teorías del «socialismo científico» –negándolo como el conjunto de teoría más avanzadas de emancipación social proletaria resultante del pensamiento marxista-leninista–, y a una «reconfiguración», digamos, de su estrategia y su táctica bajo la premisa de «rectificación de los errores stalinistas» –cuando en este documento hablamos de stalinismo, los hacemos desde la perspectiva de la defensa del legado de Stalin, aunque asumimos que sus desarrollos teórico-prácticos son esencia misma del marxismo-leninismo, los revisionistas y la burguesía en general utilizan el término con fines peyorativos–, o de la necesidad de «renovarse o morir» ante la supuesta necesidad de «ajustarse a los nuevos tiempos» –aunque la realidad y objetivo de este caso no fuera adaptar el marxismo a las nuevas situaciones cotidianas, sino mermar su contenido revolucionario excusándose en situaciones que no invalidaban la teoría marxista sobre esos temas–.

Al menos eso se desprende del comportamiento general de las organizaciones que se autodefinían entonces bajo los lineamientos teórico-prácticos del comunismo, socialismo científico, marxismo-leninismo, materialismo dialéctico o como prefieran llamarle; claro está que este cambio de rumbo del que hablamos afectaría tanto a las organizaciones que estaban en el poder, como las que pretendían alcanzarlo. Todos estos partidos pasarían de ser partidos marxista-leninistas o de estar en camino de serlo, a adherirse por un camino u otro a la ideología del revisionismo, y en cuanto a cuando revisaban los axiomas generales del marxismo-leninismo lo hacían generalmente para adherirse a las tesis de la socialdemocracia reformista, llegando a un punto en que entre sus revisiones y el reformismo en sí no había una línea diferenciadora. 

Los revisionistas pusieron a sus partidos en el camino de la degeneración socialdemócrata, y para profundizar en ello necesitaban del arsenal teórico de ella y de la alianza directa con sus agrupaciones socialdemócratas, lo que finalmente con el paso del tiempo y el cumplimiento de los objetivos derivaría como veríamos años después, en la conversión de viejos partidos comunistas en revisionistas, en la disolución directa de estos en los partidos socialdemócratas, o sino simplemente en el paso de muchos partido revisionistas hacía partidos socialdemócratas oficiales. 

Ejemplos: 

1) el Partido Comunista de España se unió en la coalición de partidos reformistas que fundaron el partido conocido como Izquierda Unida; 

2) por otro lado el Partido Comunista Italiano se disolvió y su Secretario General Achille Occhetto fundó el partido reformista y socialdemócrata denominado Partido Democrático de la Izquierda;

3) muchos países revisionistas de Europa del Este y África, cuando el régimen capitalista-revisionista se derrumbó, el partido revisionista gobernante generalmente se transformó oficialmente en un partido socialdemócrata y en muchos lugares siguió gobernando o teniendo una gran influencia en el panorama político como en la Hungría revisionista-capitalista de János Kádár, donde el revisionista Partido Socialista Obrero Húngaro se transformó en el socialdemócrata Partido Socialista Húngaro que gobernaría el país tras la caída oficial del revisionismo y su régimen.

Sería pues, pueril, y una muestra de total desconocimiento de la historia y de la teoría marxista por nuestra parte, concluir que las actuales desviaciones en los partidos contemporáneos autodenominados «marxistas» se originan en la disolución de los partidos revisionistas y la caída de los regímenes en los países del bloque revisionista-capitalista a finales de los 80, pues como hemos dicho anteriormente, ese «mérito», quiérase o no, fue del revisionismo [1], y éste, y su comandancia en los partidos, se puso en marcha desde los años 50. 

Por supuesto, en la actualidad muchos revisionistas utilizan tal fórmula mecánicamente: defienden que lo que cayó fue el revisionismo, pero se olvidan de analizar los hechos científicamente y no llegan a calificar a tales regímenes de capitalistas, rozan el ridículo repitiendo las frases de los viejos prosoviéticos diciendo excusas para contentar a todos los públicos, y cuando hablan de tales países y partidos comentan: que «había revisionistas en el partido, pero también había revolucionarios», que «el partido estaba degenerado pero se construía el socialismo», o que «pese a las reformas capitalistas no se acabó con el orden económico socialista hasta 1991». 

Como vemos estas excusas tienen sucesivos escalafones, desde las que intentan hacer mayores concesiones como es el caso de las vertidas por los prorevisionistas soviéticos, hasta las que intentan contentar a los marxista-leninistas y parecer que concuerdan más o menos con sus posiciones. 

En cualquier caso, quienes recurre a estas simplificaciones es simplemente un idealista metafísico que no entiende cuestiones tan simples como que:

 1) un partido marxista-leninista no puede ejercer una actividad cabal duradera si está lleno de fracciones y líneas de revolucionarios y contrarrevolucionarios, ni mucho menos dirigir una sociedad socialista y menos aún conducirla hacia la sociedad sin clases del comunismo;

 2) una usurpación de un partido comunistas por revisionistas no puede pasar sin que estos impriman su sello de clase en las diferentes actividades gubernamentales, eso incluye el régimen político, económico y cultural, no es posible pues la existencia por décadas de un partido carcomido por revisionistas y un orden socialista ya que los revisionistas no estarán quietos: «mano sobre mano»;

 3) las reformas de tipo capitalista en la producción y distribución no pueden sino alterar la base económica socialista, no existen términos medios, no puede existir una planificación socialista con economistas revisionistas-capitalista al mando sin formación económica marxista, la economía socialista no puede mantenerse y caminar por inercia.

Precisamente, dentro de estos mismos partidos degenerados eran conocidas las tesis revisionistas que si bien aparentaban una leve lucha de clases [2] contra la burguesía, en realidad esta lucha de clases política estaba ausente o era insuficiente, incluso llegando a teorizar teorías extrañas a la lucha de clases por consiguiente debilitando la dictadura del proletariado o directamente desmontándola, donde la teorizaciones o directa introducción de reformas económicas que restauraban las relaciones de producción capitalistas se hacían pasar por «reformas socialistas» o donde, en campo ideológico, se abandonan áreas como el arte, la cultura, o la educación, y para justificarse evocaban las viejas excusas y concepciones burguesas sobre: «libertad» de creación, la «neutralidad de clase» de estas áreas, la lucha contra el conservadurismo y la promoción de la «innovación» y lo «moderno», etc. 

Con todo ello se introducía los vicios del liberalismo y el revisionismo que se instalarían tanto en la conciencia del resto de miembros del partido como de las masas sin partido, con lo que desarticulaban el partidismo proletario y la lucha de clases en estas áreas mencionadas. Como veremos, durante el documento, la ausencia de una lucha de clases en cualquiera de las áreas acarreará un liberalismo interconectado con otras áreas del mismo campo y con otras áreas de campos diferentes. 

Ergo debilitando la lucha de clases en el campo ideológico, se debilita quiérase o no, la lucha de clases en el campo económico y político, y viceversa.

Con el colapso del «campo socialista» –léase revisionista– a finales de los 80 los ideólogos-filósofos burgueses determinaron, especialmente influenciados por Francis Fukuyama, que se había alcanzado «el fin de la historia» [3], que el hecho demostraba que las leyes del desarrollo histórico no eran tales, al punto que se llegó a pretender y defender el «carácter eterno de la burguesía» bajo la falsa premisa de que la realidad concreta de las relaciones sociales se había transformado bajo el empuje de la revolución tecnológica, que la lucha de clase había llegado a su fin, y sobre todo por la hegemonía unipolar conseguida en el momento por el neoliberalismo –una consigna hoy abrazada por el izquierdismo vacilante postmoderno–, obviando que las relaciones sociales se mantenían inamovibles bajo los mismos principios descubiertos por el marxismo-leninismo.

Es importante conocer las diferentes tesis nacidas dentro o fuera de estos partidos degenerados. De muchas de las que ha habido creemos que actualmente se regeneran bajo los actuales partidos pseudomarxistas. 

Es el caso de Roger Garaudy [4], quién a mediados del siglo XX fue el que tuvo el dudoso «honor» de añadir al circo absurdo de teorías revisionistas tanto el rechazo a la dictadura del proletariado, al partidismo proletario en la cultura, como el rechazo y la negación del papel del proletariado en la construcción del socialismo y el comunismo. 

De igual modo este y autores parecidos en su carrera por ver quién decía la teoría más oportunista y antimarxista empezaron a introducir teorías que hacían apología indirecta de la sociedad capitalista aludiendo a la idea de que el proletariado «no podía llamarse como tal» pues la sociedad capitalista había dado un sustento y un lugar a dicha clase, que ésta ya no era lo que denominaba en su día Marx como proletariado, arengando además que todas las clases se dirigían hacía su unión y fusión pues las diferencias en el capitalismo actual serían «insignificantes».

Veamos, mediante una cita inicial, la negación del proletariado analizado por Marx en la sociedad capitalista actual bajo la lente de uno de los más reconocidos actores del llamado «socialismo del siglo XXI», y veamos como coinciden con las tesis de Roger Garaudy y compañía:

«El mismo papel de la clase obrera hoy en día es otro. Ya aquello de la clase obrera como, ¿cómo se llama Juan?, «motor de la historia». Ya el trabajo hoy es otra cosa, es distinto». (Hugo Rafael Chávez Frías; Discurso del 28 de junio del 2007)

Esa referida hegemonía del pensamiento burgués tuvo un efecto desbastador dentro de las filas de las organizaciones obreras marxista-leninistas que se sumieron en el revisionismo que se nutrían de ideólogos y gurús del revisionismo moderno como Roger Garaudy. Básicamente las degeneraciones condicionadas a estas ideas hicieron que las mismas ya no aspiraran a los procesos revolucionarios y a la revolución proletaria, sino a la mera reforma del capitalismo desde el parlamentarismo y el tránsito pacífico y la conciliación de clases. 

Eran las ideas del fin de las clases, del proletariado y de la lucha de clases incluso, la del fin de las contradicciones entre Estados capitalistas, fin de las crisis del capitalismo.

Desde que emergiera lo que los ideólogos burgueses denominaron «mundo unipolar» con la caída del bloque revisionista soviético, dicho «mundo unipolar» se ha visto envuelto en profundas crisis que dieron como resultados el ataque de bandera falsa ocurrido en World Trade Center en 2001, con ese hecho la burguesía sepultó teorías como el «mundo unipolar sin conflictos», el «neoestructuralismo» o su idea del «fin de la historia y las ideas», al tiempo que originó un mundo más convulso, con mayor exacerbación de los conflictos sociales entre clases irreconciliables, nuevas y graves crisis económicas, mayor tensión interimperialistas y nuevas guerras imperialistas: el ahora conocido como «mundo multipolar» –que en realidad nunca ha dejado de serlo–, que sin ser ideológicamente enfrentado, –pues todos los polos son expresiones de la dictadura de la burguesía [5]–, han dado absoluta validez una vez más a las leyes generales del desarrollo histórico sobre los imperialismos y sus contradicciones; y es ese hecho concreto lo que refuerza al marxismo-leninismo, adquiriendo este renovada validez como herramienta fundamental en manos del proletariado frente a las tesis claudicadoras reformistas-revisionistas que reclamándose marxistas no hacen sino que seguir el circo y círculo de propaganda imperialista.

Pero el marxismo-leninismo ha pagado un alto costo por el camino que se tradujo mundialmente en la casi absoluta vigencia de las tendencias antimarxistas, entre su seno hoy encuentra su máxima expresión en el «socialismo del siglo XXI» [6], una suerte de «coctelera» de distintas ideologías antimarxistas en la que todo cabe tras una densa cortina de discurso revolucionario. 

Seguramente a esta corriente se le podría denominar reformismo sin más, igual que a su «primo-hermano» el revisionismo eurocomunista, pero al igual que a este es justo denominarle «revisionismo», ya que utiliza todo el material teórico-práctico de éste, a la vez que el de los reformistas socialdemócratas, intentando además posicionarse –como hacían los eurocomunistas– como continuador y superador del marxismo-leninismo. 

En ese sentido, no es difícil observar como entre sus conceptos surgen nuevamente el «socialismo» premarxista, el utópico, el idealista, el anarquista, el socialdemócrata, el de los Kautsky [7], y el de los Bujarin, el de los Tito y de los Mao Zedong, el de los Browder y de los Proudhon, el de los Togliatti y de los Berlinguer, también el de los Carrillo, e incluso el menchevismo-trotskista, etc; al tiempo que niegan esencial y fundamentalmente al marxismo-leninismo.

Compréndase que en estas organizaciones el «socialismo» que pueda yacer nunca lo ha sido ni lo será pues parte de negar la lucha de clases, el papel histórico de la clase obrera, por extensión la dictadura del proletariado, las leyes de construcción económica del socialismo y las demás leyes generales del desarrollo histórico. 

De hecho el «socialismo del siglo XXI», lejos de ser una nueva teorización, se funda y se nutre de la recuperación de todas las desviaciones ya practicadas y defendidas por los revisionismos precedentes, por ello en este documento no nos concentraremos en el mismo tomando excesivas referencias a sus predecesores –material al cual pueden acceder en nuestro blog–, sino desde los argumentos marxistas-leninistas de aquellos que lucharon contra esos desviacionistas para que el lector pueda ver como la crítica dialéctica le cae como anillo al dedo al «socialismo del siglo XXI». 

Vale decir que en esta corriente, altamente ecléctica –mezcla de distintas ideologías–, no tiene un esquema teórico sólido, y aunque hay intento de crear o de transcribir un marco teórico hasta ahora «ausente», lo que si encontramos son axiomas generales que se han ido dibujando e incorporando a la luz de los acontecimientos acompañados de una praxis de formulación, lo que si podemos decir es que estos axiomas que realmente les definen y unen son: la defensa de la democracia burguesa, el multipartidismo, la captación de capitales extranjeros, y la propiedad privada. 

A eso se le puede sumar la reiterada declaración de entenderse superiores al marxismo-leninismo; compréndase que estas consignas son únicamente declarativas, quizá con la intención de persuadir a las masas de que se trata de una continuación de las luchas proletarias.

Así pues, el «socialismo del siglo XXI» funge de recuperador de todas esas desviaciones formuladas por los revisionismos, cuya idea fundamental parte de una pretendida reconciliación entre todas esas desviaciones y las tesis científicas del materialismo dialéctico.

Para situarnos habremos de hacer un breve repaso de la trayectoria de los revisionismos. No haremos incisos en explicar cada teoría que citemos, ni cada caso particular que denunciemos que entendemos requerirían de un documento específico –cada tema en concreto, puede ser consultado sin demora en nuestro blog, y si no, pedimos expresamente que se nos consulte si se requiere ayuda en entender o localizar la información que se desea–.

El revisionismo. Desde que se hizo con el poder en la Unión Soviética impulsó la tendencia a la revisión de los principios del marxismo-leninismo a nivel mundial, casi cada partido comunista fue arrastrado hasta una renuncia explícita a los principios teóricos del marxismo-leninismo, al tiempo de que se arrastraba a cada Estado socialista a la plena restauración capitalista. 

En el caso concreto del revisionismo soviético [8] –que emergió a la muerte de Iósif Stalin, cuya cabeza visible fue Nikita Jruschov en el Partido Comunista de la Unión Soviética– se podría tomar como punto de partida cronológico y oficial el infausto XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1956; pero lo justo sería investigar la política interior como las irregularidades sobre los nuevos nombramiento de cargos –aprovechando para anular las últimas decisiones tomadas por el PCUS con Stalin en vida tras su muerte [9]–, las disputas entre los dirigentes –como el caso de Beria y Jruschov– y las tendencias hacía la reforma económica de la dirigencia soviética a la muerte de Iósif Stalin –la acción de descentralizar la planificación y dar más poder a los ministerios, vender la maquinaría del Estado a los koljoses en el campo– o la blandenguería hacía las nuevas corrientes en las artes de Occidente, la política exterior reflejada en el acercamiento de Jruschov a Tito en 1954 [10], la forma irregular con que se anularon las resoluciones de la Kominform sobre el revisionismo yugoslavo, la rehabilitación de desviacionistas purgados en el PCUS y las exigencias de Jruschov a otras dirigencias comunistas de rehabilitación de desviacionistas que luego promocionaría para dirigir dichos partidos–, la supresión de las recomendaciones de Stalin para el «Manual de economía política» finalmente publicado en 1955 –con la introducción de un apoyo a las tesis concretas del revisionismo chino y yugoslavo–, son muestras claras de que el revisionismo soviético es previo a dicho congreso de 1956, y que el periodo de 1953 a 1956 está lleno de una abierta actividad hostil antimarxista de la mayoría de los líderes del PCUS, y que el XXº Congreso del PCUS de 1956 fue sólo la confirmación de que las fuerzas que comandaban realmente al partido ya no eran marxista-leninistas

Tras este congreso, el revisionismo soviético con Nikita Jruschov primero, y Leonid Brézhnev y sucesores después, introdujeron la institucionalización de la teoría del «Estado y partido de todo el pueblo», igual que unas sucesivas reformas económicas que se centraban en la descentralización y la utilización de la ley del valor como método para regular la economía soviética tanto en producción, intercambio como distribución de productos, volviendo a las tesis del revisionista Nikolái Voznesensky sobre «máxima rentabilidad» a la vez que se recuperaba su teoría de la negación de la objetividad de las leyes económicas socialistas, por supuesto para reforzar todo esto se creó una cultura aburguesada para defender el nuevo régimen; en política exterior el disolver la Kominform para agrado de Tito, o las viejas teorías socialdemócratas del «tránsito pacífico al socialismo», la distorsión de la teoría leninista sobre «la coexistencia pacífica entre regímenes capitalistas y socialistas», o la invención de teorías como los países de «orientación socialista y vía no capitalista», eran la carta de presentación del revisionismo soviético, aquí, inventaría además teorías como la teoría de la «soberanía limitada» o la «división socialista internacional del trabajo», que demostraban el hecho de que la Unión Soviética, había dejado de ser un país socialista, que era ahora capitalista y abiertamente socialimperialista [11], y que tenía bajo su control, a muchos países revisionistas-capitalistas que giraban en torno a su política a través de sus organismos económicos –Consejo de Ayuda Mutua Económica– y militares –el Tratado de Varsovia– como era el caso de Polonia, Checoslovaquia, Hungría etc. Todo esto hacía de este revisionismo, un colosal problema para el marxismo-leninismo. 

Hemos de comprender que el revisionismo soviético influyó profundamente en muchísimos movimientos de liberación nacional desarrollados durante el siglo XX, e incluso gozaron de amplia influencia en movimientos que finalmente se hicieron con el poder en Asia, América, África; estos fueron o bien inconscientemente engañados por la demagogia del discurso «antiimperialista y socialista» de los revisionistas soviéticos o bien fueron seducidos conscientemente por los créditos del socialimperialismo soviético: en estos casos encontramos desde las guerrillas del Movimiento Popular de Liberación de Angola hasta luego gobiernos constituidos como el de Etiopía. 

Vale decir que la etiqueta de experimentos como la de los países del «socialismo árabe» no eran sino extensión de la tristemente célebre teoría revisionista de los países «no capitalistas de orientación socialista». Por tanto, es necesario estudiar, comprender, y sacar justas conclusiones sobre lo que supusieron para las luchas de liberación nacional y las luchas por la revolución socialista las teorías de los socialimperialistas soviéticos que eran endulzadas con fraseología revolucionaria y lanzadas a los Estados emergentes, sobre todo de África y Asia. 

Comprender como las teorías de: la «comunidad socialista»; la «división socialista del trabajo»; la «soberanía limitada»; la «integración económica socialista»; la «vía no capitalista de desarrollo»; la de los países de «orientación socialista», y como influyeron y se establecieron al amparo de estas teorías regímenes como los de Etiopía, Angola, Yemen del Sur, Benín; que en su mayoría acabarían o bien por la fuerza o bien por iniciativa propia cambiando su régimen acorde a los parámetros de las democracias burguesas occidentales tras el derrumbe del propio socialimperialismo soviético en 1991. 

En otros casos como es el de Libia o Siria; también sucumbieron ante el revisionismo y terminaron estableciendo teorías antimarxistas que moldearían a partir de 1991 en el afán de aproximarse a los imperialismos de occidentales, manteniendo sin embargo la fraseología pseudorevolucionaria para mantener envilecidos a sus respectivos pueblos.

El primer revisionismo moderno en el poder que se presentó abiertamente fue el revisionismo yugoslavo [12], también llamado titoismo, el cual apareció sin ambages en 1948, y aunque en esos momentos no llegó a influir de forma tan amplía y coordinada como el jruschovismo –con el que coincidía en muchas de sus teorías y objetivos– lo cierto es que su relevancia fue notable, ya que serviría de fuente de inspiración sobre todo a muchos revisionistas prooccidentales de los países de Europa del Este, y a muchos regímenes inspirados en la «tercera vía» y el «no alineamiento» de África y Asia, pudiendo expandir su influencia cuando el jruschovismo y el maoísmo le rehabilitaron y bendijeron en los 50. 

Este revisionismo recuperaba el arsenal teórico de crítica del trotskismo a la Unión Soviética, y recuperaba para sus políticas de construcción socialista al bujarinismo y al anarco-sindicalismo, ambas reflejadas en la teoría de «integración del kulak en el socialismo» o la teoría económica de la «autogestión» [13]. Merece especial mención que en la política exterior se alineó sin ningún miramiento con Estados Unidos y Gran Bretaña, a cambio le proporcionarían grandes cantidades de créditos; incluso, en el mismo plano internacional, terminaría aliándose militarmente a países abiertamente anticomunistas como Turquía, o Grecia.

 Cuando el titoismo hizo su aparición en los años 40 la reacción a dicha aparición supuso una efervescencia en la lucha de clases en todos los partidos comunistas del mundo frente a esa nueva rama del revisionismo moderno, y fue la confirmación del por qué se han de dar las luchas en contra de las desviaciones dentro de los partidos comunistas. 

A partir de ahí el revisionismo yugoslavo se aliaría con todo revisionismo que le proporcionara un auxilio en su lucha contra el stalinismo, y posteriormente, con cualquiera que aceptara su régimen como «socialista», y su teoría como «marxista-leninista» y no cuestionara su revisionismo y traición. En época de Stalin, los revisionistas yugoslavos crearon la teoría de los «países no alineados» [14], teóricamente pretendiendo establecer un bloque de países como «tercera fuerza» entre los países socialistas y los países capitalistas, una teoría sacada de la socialdemocracia de la postguerra de los años 40. 

El desarrollo del titoismo en cuanto al grado de triunfo e influencia en el movimiento obrero comparado con el jruschovismo fue ínfimo al principio –el campo socialista combatió con eficacia sus desviaciones–, y fue precisamente bajo el liderazgo de Jruschov que su reproducción en las organizaciones marxistas-leninistas fue en aumento. El jruschovismo a diferencia del titoismo tuvo un curso diferente, este se introdujo desde el Partido Comunista de la Unión Soviética y se esparció a las demás organizaciones gracias a la autoridad alcanzada por los bolcheviques tras décadas de luchas proletarias consecuente.

 Pocos partidos pudieron escapar a tan mayúscula deformación del marxismo-leninismo. El revisionismo yugoslavo era seguramente la mejor bandera bajo la que esconderse y parecer neutral según la retórica de sus líderes, pero su práctica evidenciaba un servilismo atroz a las potencias imperialistas, todo país integrante en el Movimiento de los Países No Alineados –institución materializada de la teoría del «no alineamiento»– de hecho tenía fortísimos lazos políticos y económicos con una u otra superpotencia, así como con los diversos imperialismo. 

Ejemplos sencillos del fraude de sus teorías y el daño de cara a los pueblos sería que de los países del Movimiento de los Países No Alineados existían países como Cuba, Angola o Libia claramente ligados al socialimperialismo soviético y otros como Yugoslavia, Zaire o Marruecos claramente amarrados por el imperialismo estadounidense; e incluso otros como Egipto y Somalia cambiaban de bando según les parecía o dictaba su propio oportunismo. 

Se comprenderá que el titoismo ha sido un buen caldo de cultivo para el «tercermundismo» y demás expresiones en los países más atrasados política y económicamente.

Recuérdese que el revisionismo estadounidense [15] de Earl Browder había emergido años antes –en 1944– en el Partido Comunista de los Estados Unidos con tesis parecidas al revisionismo yugoslavo, pero su tendencia descarada y liquidacionista hizo que fuera cortado de raíz. 

En ese sentido, el revisionismo yugoslavo y el revisionismo soviético proponían una transición más leve, gradual si se quiere, para que la militancia asimilara la disolución del partido comunista; sin embargo, el revisionismo browderista exigía su disolución de forma abierta y sin complejos, lo que chocaba frontalmente con su propia militancia, e hizo que ni siquiera en el seno de su partido pudiera desarrollarse dicha rama del revisionismo, aunque gozaría de influencia en los partido comunistas latinoamericanos, sobre todo sus distorsiones sobre el frente, el partido, o las alianzas en sí de los comunistas. 

En el plano exterior enunció teorías que presentaban a los Estados Unidos como garante del mundo, al cual tenían que acudir el resto de países para cooperar y así asegurar su desarrollo económico y futuro. Años después el browderismo se presentó oficialmente como antistalinista, aunque en sus teorías queda evidenciado que ya lo era desde su origen. 

Dicho revisionismo fue un temprano padrino del revisionismo chino, Earl Browder escribiría libros tantos antes como después de ser expulsado del Partido Comunista de los Estados Unidos alabando las ideas heterodoxas de Mao Zedong [16].

Por último, y para completar el póker de revisionismos más importantes, hay que hablar del revisionismo chino [17]. 

Hay que poner de pre aviso que el Partido Comunista de China tendría desde sus inicios unos desarrollos vacilantes y oportunistas lo que haría que jamás llegara a convertirse en un partido genuinamente bolchevique, no sin razón Iósif Stalin le comentó a Viacheslav Mólotov que no existía un verdadero partido comunista en China. 

La figura de Mao Zedong que lo comandó desde mediados de los años 30 tampoco ayudó a paliar este defecto, sino que más bien recuperaría las desviaciones de sus predecesores en el cargo del Secretariado General, y formularía otros conceptos revisionistas nuevos, que no eran tampoco tan «nuevos». Serían muy conocidas las divergencias entre la Komintern y el Partido Comunista de China, tanto en la época de Mao Zedong como en época anterior, así como las divergencias entre el PCUS de Stalin y el PCCh de Mao Zedong. 

Estas nuevas teorías, si bien eran presentadas de forma encubierta –quizás debido a lo ocurrido al revisionismo estadounidense y yugoslavo al exponerse precipitadamente– se podía vislumbrar sus evidentes desviaciones desde los escritos tempranos de Mao Zedong, Liu Shao-chi etc., en el contexto actual es muy fácil decirlo, pero hay que tener en cuenta las condiciones de aislamiento y la poca difusión de las primeras obras de los revisionistas chinos. 

Ya por entonces Earl Browder –expulsado por su desviacionismo de su partido– y muchos otros diplomáticos y periodistas como John Service o Edgar Snow advertirían al mundo, en los años 40, de las ventajas que Estado Unidos y otros países capitalistas podían obtener de acercarse a este tipo de «comunistas no dogmáticos» como Mao Zedong. Si analizamos el informe original de Mao Zedong al VIIº Congreso del Partido Comunista de China de 1945, podemos ver una repetición de las tesis browderistas sobre China –libre desarrollo del capitalismo– y sobre la política exterior que dicho país debía tener respecto a Estados Unidos –alianza y penetración de capitales estadounidenses en la industria china–, y algunas anticipaciones de lo que Nikita Jruschov establecería como política oficial once años después –fin de las guerras, fin de las contradicciones entre Estados socialistas y capitalistas, resolución de los problemas de los países entre cuatro o cinco potencias–. A la muerte de Iósif Stalin, el revisionismo chino establecería una gran amistad con el revisionismo soviético y yugoslavo debido a las tesis antistalinistas del XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1956 que eliminaba los pilares que impedían potenciar y oficializar las teorías propias de los revisionistas chinos, eso incluía hacer una crítica, ahora abierta, de la política de Stalin y la Komintern respecto a China [18]. 

Las políticas revisionistas al interior se hicieron notar de modo mucho mayor a partir de entonces entre las que destacan: «tratar a la burguesía nacional como pueblo», el «multipartidismo en el socialismo», «tomar el campo como eje de la economía», «existencia de clases explotadoras en el socialismo» y «el tercer mundo como motor de la lucha de clases» y la famosa «teoría de los tres mundos» [19]; ya sin careta alguna los chinos establecieron como oficiales estas teorías anarco-sindicalistas, bujarinistas, titoistas, browderistas, jruschovistas, etc., y las presentaban como mérito de Mao Zedong, dependiendo de en qué periodo hablemos, si en el «Las cien flores», el «Gran salto adelante», la Revolución Cultural», y demás, unas desviaciones más derechistas o más izquierdistas pueden ser detectadas, no nos incurre ahora pararnos en explicar todo el camino zigzageante de la línea china y todas sus desviaciones y de qué carácter son. Lo que sí es cierto es que las posiciones del revisionismo chino, variaron continuamente durante toda su historia, tanto en el plano interior como en el exterior. 

Si bien a veces se oponía al revisionismo jruschovista, otras veces, intentaba aminorar la polémica contra el mismo en nombre de la unidad. Es reseñable que a la caída de Nikita Jruschov en 1964, los revisionistas chinos intentaran reconciliarse una vez más con el revisionismo soviético. 

Para inicios de los años 70, el revisionismo chino seguía al lado del revisionismo yugoslavo y de otros revisionismos de entonces –como el revisionismo eurocomunista, el revisionismo rumano o el revisionismo polaco– para luchar contra el revisionismo soviético, esta alianza obviamente no sólo era profundamente antimarxista, sino que además la complementaba con una alianza con el imperialismo estadounidense y todos sus regímenes, a los que apoyaba en la palestra internacional incluso en detrimento de movimientos revolucionarios en tales países. 

Todo les valía para validar la pseudolucha antirevisionista que decían llevar contra el revisionismo soviético de Jruschov y luego de Brézhnev, y fue en base a esa pretendida «lucha antirevisionista» que los revisionistas chinos expandieron su influencia en el panorama mundial, pero el descaro de su apoyo a regímenes reaccionarios proestadunidenses y su desprecio por los movimientos revolucionarios antiimperialistas y demás, pronto quitaron la máscara a este revisionismo, aunque cuando esto sucedió, cuando tal fraude se desmontó solo, para entonces el maoísmo ya había conseguido influenciar enormemente en distintos movimientos, sobre todo de liberación nacional y sobre todo a los que operaban por Asia [20]. 

Muchos revisionismos como el camboyano, el vietnamita, el nepalí o el coreano se fijaron en este particular revisionismo para armar su músculo teórico. Si bien son hijos del revisionismo maoísta, conviene estudiar sus casos por separado, porque cada uno guarda especial sorpresa. 

Por ejemplo el revisionismo coreano liderado por Kim Il-sung [21], aunque basó su teoría en la del revisionismo chino, y su política exterior simpatizara con China, no dudaría en coquetear continuamente tanto con el revisionismo soviético como con muchos otros revisionismos, finalmente acabaría proclamándose como superior a todos ellos, y en particular como superior al marxismo-leninismo bajo su teoría, el «juche». 

Igualmente debemos hacer el mismo ejercicio con los sucesores de Mao Zedong y heraldos del revisionismo chino como Deng Xiaoping, que si bien son herederos, guardan pequeños matices que no cabe pasar por alto [22].

En el caso de los llamados eurocomunistas [23]: el revisionismo francés, español e italiano; no eran más que un compendio de partidos cuyos dirigentes habían surgido de las filas de los partidos marxista-leninistas, estos luego gustosamente aceptaron el revisionismo jruschovista porque les daba vía libre para desarrollar sus ideologías antistalinistas, y finalmente queriéndose distanciar del revisionismo soviético y su tutela plantearon tesis que reclamaban la posibilidad de elaborar una línea propia bajo el llamado «policentrismo». 

El contenido ideológico de cada partido eurocomunista era muy cercano al de la socialdemocracia: democracia parlamentaria burguesa, multipartidismo en el socialismo, economía mixta, y política exterior pro chovinista e imperialista.

 Este revisionismo acabó siendo la rama más descarada de todas, incluso más que el revisionismo estadounidense de Browder. Cada líder eurocomunista tendría cierta herencia y tendencia a emular a otros revisionismos pasados: el Partido Comunista Francés de Georges Marchais con un pronunciado titoismo, el Partido Comunista de España de Santiago Carrillo con sus desarrollos maoístas –Carrillo reconocería que se formó ideológicamente en tal revisionismo–, pero también un cierto trotskismo, y el Partido Comunista Italiano de Enrico Berlinguer con su apego a las ideas revisionistas de figuras de su partido del pasado como Palmiro Togliatti. El eurocomunismo buscaba alianza en todos los grupos de revisionistas sin distinción.

Por último, hubo una serie de revisionismos que intentaban desligarse de uno u otro imperialismo para aproximarse a otro: como ocurrió al revisionismo cubano o rumano.

 Este tipo de «revisionismos menores» desarrollaron fuertes tendencias nacionalistas como seña de identidad, siendo inevitable por tanto que fueran un calcos del revisionismo yugoslavo por ejemplo: el revisionismo rumano y el polaco; estos revisionismos tenían contradicciones con el socialimperialismo soviético, pero jamás lo denunciaban como un país revisionista, capitalista e imperialista; al revés, solían describir al jruschovismo y al brezhnevismo, a su teoría y praxis, como enriquecedoras del marxismo-leninismo. Más bien sus contradicciones con el revisionismo soviético se centraban en reclamar más independencia económica, más derechos comerciales y crediticios con Occidente, más maniobrabilidad en la política exterior, etc. 

Por supuesto está claro que corrientes revisionistas del marxismo como el revisionismo trotskista [24] y bujarinista, si bien estaban aisladas, sin influencia y casi desactivadas para inicios de los 50, la ola de revisión generalizada pública a escala mundial sucedida de la mano de los planteamientos del jruschovismo, maoísmo, titoismo, y otros, hizo que se dieran alas a los argumentos de estos viejos revisionismos y que se pusieran en marcha de nuevo bajo fuerzas renovadas bien autónomamente o bajo estos revisionismos; de hecho los revisionismos que acabamos de citar como el soviético, chino, yugoslavo y otros no era raro verles usar las tesis y los argumentos del trotskismo y el bujarinismo para defenderse del marxismo-leninismo –o «stalinismo» como ellos lo llamaban–, a veces incluso realizaban tales acciones mientras se declaraban de cara para la galería contra el trotrskismo y el bujarinismo, pero los hechos no mentían. 

Del mismo modo corrientes como el revisionismo cubano –generalmente con desviaciones derechistas– que albergaron durante algún momento desviaciones izquierdistas como en la cuestión de la materia militar-estratégica con la teoría del foquismo, hicieron que ciertas corrientes pequeño burguesas y antimarxistas como el anarquismo y su aventurismo, putschismo y el uso del terrorismo individual se reactivaran bajo su bandera.

 En resumen el advenimiento de nuevos revisionismos reactivaron a antiguos revisionismos que estaban en horas bajas –como el trotskismo– y a otras viejas corrientes enemigas del marxismo –como el anarquismo–.

Como vemos, de forma resumida, todos los revisionismos parten de un revisionismo anterior, y los revisionismos iniciales, parten del reformismo, del anarquismo, del socialismo utópico. Es por tanto una repetición continua de tesis ya combatidas antaño por los marxistas de la época de Marx y Engels, y por los marxista-leninistas de la época de Lenin hasta nuestros días. No significa por ello que a todos se les combata por igual y que sea sencillo desmontarlos, hay que saber diferenciar sus características específicas para saber refutarlos de forma correcta:

«¿Significa esto que debemos luchar contra todas las variedades de revisionismo según la misma táctica? Ciertamente, no. Cada forma de revisionismo marca un salto cualitativo intermediario entre la ideología burguesa y la ideología marxista-leninista. Debemos distinguir el revisionismo titoista del revisionismo jruschovista-brezhneviano o del revisionismo maoísta.

 El revisionismo titoista abiertamente rechaza los fundamentos económicos del leninismo que según él son los del capitalismo de Estado. El revisionismo jruschovista-brezhneviano rechaza por otro lado las tesis principales del leninismo sustituyendo por ejemplo la dictadura del proletariado por el «Estado de todo el pueblo» y la revolución proletaria por la «vía pacífica al socialismo» mediante el parlamentarismo, aun así ellos siempre tratan de conservar una fraseología de tipo leninista para enmascararse. 

Por último, el revisionismo maoísta, bajo la máscara del «desarrollo» del marxismo-leninismo sustituyó al marxismo-leninismo por el maoísmo sobre numerosas cuestiones fundamentales que correspondían por ejemplo a la economía política o a la disciplina del partido como vimos anteriormente». (Vincent Gouysse; Comprender las divergencias sino-albanesas, 2004)

Desde la conquista del poder por el revisionismo este se desarrolló hacia la hegemonía en todo el viejo campo socialista, y claro está, también en aquellas naciones del capitalismo periférico [25] en donde existían «movimientos de liberación nacional» en desarrollo o en el poder, o lo que es lo mismo el revisionismo logró convertirse en la ideología dominante, sobre todo bajo la bandera de la «particularidad nacional». Algunos de los regímenes revisionistas-capitalistas sobrevivieron a la caída del bloque revisionista que empezó hacer aguas en 1989; aunque cierto es que ni Cuba, ni Corea del Norte, ni Vietnam, ni Laos, ni Angola, etc. podían considerarse como países socialistas antes del sisma [26]. 

Esos países sólo habían vivido inmersos en un apoyo al revisionismo soviético y su degeneración, eso incluía actualizar sus Estados y partidos acorde a la organización jruschovista-brezhneviana de partido y Estado; y a «poner el reloj en hora», poniendo sus sistemas económicos en condición de vasallaje respecto al de los revisionistas soviéticos, más si pertenecían al Consejo de Ayuda Mutua Económica, de igual modo no podían escapar tampoco al influjo de la cultura revisionista-burguesa que desde la dirección revisionista soviética se proyectaba y exigía emular. 

Y puesto que nadie cuerdo y conocedor del marxismo-leninismo denominaría a la China o a la Unión Soviética de los 70 como socialista, entonces nadie cuerdo y conocedor del marxismo-leninismo considerará a Corea del Norte, Vietnam o Cuba de principios de los noventa o actuales como socialistas.

En este punto vale expresar que a la luz de los hechos históricos, y a diferencia de la retahíla burguesa sobre el fin del «socialismo real», podemos determinar que lo que verdaderamente fracasó fue el revisionismo, su teoría y su praxis, que en esencia se trató de una suerte de contrarreforma de índole burguesa y pequeño burguesa introducida desde las organizaciones de vanguardia como ya dijimos.

Pero ¿cómo pudo degenerar sobre todo cada partido comunista en el poder? Pues obedece a muchos factores, y en cada caso unos factores primarían más que otros. En ese sentido, hay que incluir, en cuanto a factores subjetivos, la acción del partido en las personas de la sociedad o de éstas en la sociedad. 

En cuanto al viejo burgués o kulak, que una vez expropiado y destruido como clase económica, y una vez ejercido el necesario trabajo en lo ideológico todos creían reformado ideológicamente dentro de la sociedad socialista, sin embargo puede que siguiera realizando una labor de zapa para sus viejos intereses en las filas de los partidos comunistas o en las organizaciones de masas.

 No hay que descartar tampoco al viejo intelectual burgués oportunista y vacilante, que puede que nunca llegara a comprender el cambio cualitativo del socialismo respecto al capitalismo, que quizás se vio arrastrado a las corrientes burguesas que venían de fuera, y que nunca se adaptaría al estilo de vida y mentalidad proletaria, también la propia capa intelectual reclutada de la clase obrera pudo trasladarse hacía posiciones antimarxistas al no ser correctamente instruida desde el partido comunista. 

¿Y qué hay de la propia clase obrera? Está claro que el hecho de haber descuidado su participación en la economía y en la política, el hecho de establecer una división salarial excesiva entre diferentes sectores profesionales, no reconocer su rol como clase social y no satisfacer las necesidades básicas, podría haber sido un motivo de peso para desmoralizar a la propia clase obrera. 

¿Y el siempre peliagudo tema del campesinado? El campesino que a causa de una presencia no activa en el campo del partido se le haya abandonado en exceso y haya mantenido esquematismos pequeño burgueses, puede que se hayan cometido errores izquierdistas en la colectivización del campo, o en el tránsito de propiedad colectiva a propiedad estatal, o puede que se hayan cometido errores derechistas que permitieran el surgimiento de nuevos kulaks, a causa de los errores en la planificación hayan anidado pensamientos de que se vivía mejor de modo aislado con la pequeña propiedad que en colectividad o en la empresa estatal, sobre todo si tal país no tuvo una industrialización que mostraba las ventajas de la masiva y mecanizada explotación colectiva.

¿Y la nueva capa de la intelectualidad? Puede que la nueva intelectualidad pese a nacer ya de la clase obrera socialista y del campesinado koljosiano no fuera asesorada como debiera, puede que sufriera de vanidad, de intelectualismo pretencioso, en que se aislara de otras capas de trabajadores, que las diferencias entre el trabajo manual y físico se agrandaran en vez de redujeran, que se permitieran favoritismos a estos individuos, que el partido no pusiera interés en ellos y permitiera que fueran seducidos por la cultura decadente burguesa del exterior y que en breves palabras se aburguesara simple y llanamente.

Por supuesto que cada dirección revisionista que ha infectado un partido, estuviera en el poder o no, siempre ha buscado la desproletarización de las filas del partido, y eso incluye tanto en la composición social de las filas como en lo ideológico.

Cuando aún no se está en el poder con introducción de clases no proletarias o incluso clases explotadoras, o bien cuando ya se está en el poder, como el caso que analizamos, con elementos todavía no proletarizados o que simplemente pese a ser obreros se conocía que eran fácilmente susceptibles a abandonar la vigilancia revolucionaria sobre la pureza ideológica del partido a cambio de ciertas compensaciones personales. 

A esto como decimos, se le añade el componente de teorías y conceptos burgueses y pequeño burgueses que digámoslo así, potencian el origen de clase o la conciencia de estos individuos para que sean más manejables aún. 

Una de las causas recurrentes más evidentes que se pueden observar en la degeneración de los partidos comunistas es la división entre dirigencia y clase obrera; los dirigentes revisionistas se hicieron con el control de partidos nutridos de las filas de los obreros, pero debido a las tendencias al nepotismo, al clientelismo, al amiguismo en el trabajo diario, los privilegios desmesurados entre rangos, al tráfico de influencias, hacia inútil la composición social del partido, y la clase obrera perdía inevitablemente la confianza en su propio partido. 

Estos signos de intelectualismo y compadrazgo pudieron haber surgido ya perfectamente en los partidos marxista-leninistas en la cuestión de los cuadros si se dio un mal trato. Tampoco hay que olvidar en esta ecuación al aciago burócrata, tanto al que un Estado socialista pudo heredar de la vieja sociedad como al nuevo que pudo mutar hacia posiciones retardatarias. 

Esto no quiere decir que la burocracia es una clase social, sino que si el empleado burócrata posee una pobre conciencia de clase acaba convirtiéndose en un elemento que reúne las mismas características ideológicas y hábitos extraños al marxismo-leninismo que posee el burgués y el intelectual burgués, pues el modo de vida aburguesado le beneficia; o sino inconscientemente a causa de su «apoliticismo» o pobre formación político-ideológica acaba zozobrando en el egoísmo, la vanidad, y demás vicios, en sus tareas diarias, buscando siempre la máxima de su beneficio despreciando por tanto al colectivo. 

La única forma de paliar esto, es mantener un trabajo consciente para reforzar los órganos de la dictadura del proletariado y de la democracia proletaria, eso incluye una propaganda ideológica permanente para educar a cada trabajador de la sociedad socialista tanto en costumbres, forma de trabajar, gustos y moralidad, cultura, visión política y económica, etc.

Es decir, si consideramos que la burguesía en la sociedad capitalista no sólo se sostiene y reproduce porque detenta el poder, por la apropiación de los medios de producción, sino también por la cultura de dominación que desarrolla al fin, entonces comprenderemos que de este tipo de factores es de donde puede surgir y reproducirse el revisionismo en la sociedad socialista, y que este actúa como agencia de la burguesía directa o indirectamente, consciente o inconscientemente, y es esta influencia en lo cultural, en lo ideológico, donde se refuerza la superestructura del Estado burgués, lo que dificulta cosas tan básicas para la clase obrera como la creación de un partido libre de revisionismos para conquistar el poder político, o desarraigar malos hábitos de la sociedad burguesa cuando ya se ha tomado dicho poder. 

En todos los casos que hemos citado, si el partido comunista sufrió de todos estos problemas o de al menos algunos de ellos, está claro que tales problemas condujeron a una rápida pérdida de la identidad proletaria, la cual se intentaba inculcar a las diferentes capas trabajadoras de la sociedad socialista. 

Otro detalle: en absolutamente todos los casos se ve la importancia del partido comunista y de cómo tiene el deber de alzarse como educador en el ámbito cultural para eliminar las reminiscencias de la sociedad que se pretende superar, para garantizar así que el orden económico conquistado no sea alterado, y para garantizar de igual modo, mantener el poder político conquistado, pero sobre todo, para lograr la hegemonía en el campo ideológico si es que realmente se desea el tránsito al comunismo, ya que sin la victoria en estos tres campos es algo imposible.

 Con estos errores, de carácter subjetivo, podemos hacernos una idea de la importancia de la educación y la asimilación de la teoría marxista-leninista para asegurar el tránsito y mantenimiento de la sociedad socialista, hasta la llegada de la sociedad sin clases, el comunismo.

En muchos de los casos aquí citados, estos problemas están íntimamente relacionados con la lucha en el campo ideológico como decíamos:

«La contradicción antagónica fundamental es siempre la contradicción entre el socialismo y el capitalismo, entre el camino socialista y el camino capitalista, esto no se ha movido.

 Esta contradicción, como toda la experiencia de los programas de lucha revolucionaria ha mostrado con claridad, se resuelve poco a poco, de acuerdo con las etapas de la revolución, primero en el plano político con la toma del poder político por la clase obrera, con su partido a la cabeza, en la nivel económico con la construcción de la base económica del socialismo en la ciudad y el campo, y en el plano ideológico con el triunfo completo de la ideología del proletariado sobre la ideología burguesa, de la moral comunista sobre la moral burguesa. 

Ahí queda la cuestión clave a estudiar, la llamada victoria en el campo ideológico no se logra inmediatamente después de la toma del poder y el establecimiento de las relaciones socialistas de producción. 

La amarga experiencia de la Unión Soviética ha mostrado que mientras la contradicción fundamental no ha sido resuelta en el campo ideológico también, la contradicción fundamental en los campos políticos y económicos no puede ser considerada como solucionada definitivamente, es decir, que el triunfo de la revolución socialista no puede considerarse como completa y final. Por lo tanto, ni con la toma del poder, ni con la construcción de la base económica del socialismo se soluciona aun la cuestión sobre «¿quién va a ganar?» finalmente; en otras palabras, la contradicción fundamental entre el camino socialista y el capitalista no se ha resuelto finalmente. 

Esta contradicción fundamental se mantiene durante todo el período de transición al comunismo». (Nexhmije Hoxha; Algunas cuestiones fundamentales de la política revolucionaria del Partido del Trabajo de Albania sobre el desarrollo de la lucha de clases, 27 de junio de 1977)

Esperamos que haya sido de ayuda esta extensa introducción.

***
El lector observará que durante el recorrido del presente documento habrá un mayor énfasis en el proceso «sandinista» nicaragüense desarrollado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, así como el proceso «bolivariano» venezolano reflejado en el Partido Socialista Unido de Venezuela; esto es debido a que a nuestro juicio se trata de las experiencias más reconocibles de la doctrina del revisionista «socialismo del siglo XXI» en los últimos años. 

En algún momento ambos procesos –teóricamente hablando– se han identificado con el marxismo-leninismo y en otras se han encaminado a la negación directa del mismo como teoría fundamental para la construcción del socialismo; sobra decir que en la práctica nunca han aplicado marxismo-leninismo, y esta es la causa de que ambos estén estancados en la etapa de revolución democrática-nacional, prolongándola al infinito, no pasando nunca a resolver las tareas de la revolución socialista.

Vale aclarar que este documento, esta reedición, ha sido exhaustivamente revisado y ampliado con la finalidad de ahondar en el tema en cuestión.

***
Recomendamos para completar el análisis del revisionismo del «socialismo del siglo XXI» la lectura de nuestra obra: «¿Es Alexis Tsipras el nuevo Enrico Berlinguer?» de 2015, donde se procede a analizar al revisionismo del «socialismo del siglo XXI» en su aplicación europea por parte de SYRIZA, comparándolo con las teorías y prácticas del revisionista italiano Enrico Berlinguer, líder durante muchos años del eurocomunista Partido Comunista.


Notas

[1] El término ha evolucionado mucho desde la época de Marx, de Lenin, Stalin y demás: «Se trata de un reflujo de las concepciones «socialistas» premarxistas cuyos planteamientos teóricos y prácticos son vertidos desde la pertenencia a organizaciones «marxistas», incluso se definen como marxistas aún cuando defienden la funcionalidad de lo que denominar «democracia liberal», negando con ello las contradicciones elementales existentes entre liberalismo, democracia —burguesa— y marxismo. En general se caracteriza por hacer propio muchos elementos del idealismo transcendental kantiano y neokantiano —introducen la idea de que el marxismo no es necesariamente materialismo—, y específicamente por la negación de la «lucha de clases» como elemento fundamental de las relaciones sociales derivado de las fuerzas económicas activas y pasivas que condicionan el flujo de los acontecimientos históricos e intentan explicar las contradicciones existentes al interior de las clase proletarias —derivada de la condicionalidad cultural capitalista y la alienación o contradicciones no antagónicas— en la lucha de clases, es decir, definen la lucha de clases como una fuerza que se proyecta hacia afuera y hacia adentro de la clase; o lo que es lo mismo, intentan rebatir el fundamento elemental del marxismo-leninismo, la «dictadura del proletariado» como extensión de la lucha de clases. 

Igual que los reformistas, defienden que las transformaciones sociales deben de ser conquistadas por un proceso «evolutivo» no revolucionario cuyo instrumento transformador ha de ser el sufragio universal dentro de sistemas partidocráticos, cuyo objetivo último habrá de ser la creación de un «capitalismo incluyente»; para ello se valen en sus tesis económicas de la descentralización y la ley del valor, a la que perpetúan como necesaria y fundamental en el socialismo, no existe campo donde nieguen de forma más o menos enmascarada la aplicación de la lucha de clases y apuesten por un acuerdo intermedio que responda a sus intereses inmediatos.

[2] Se trata del conflicto resultante del enfrentamiento entre clases sociales irreconciliables, que a su vez son expresiones de las fuerzas dialécticas enfrentadas y derivadas de los intereses que resultan de las relaciones de producción, o lo que es lo mismo, del lugar que ocupa cada una en los procesos de producción; por ejemplo: libres contra esclavos, nobles contra plebe, y así hasta este momento en el que se desarrolla el enfrentamiento entre burgueses y proletarios dentro del sistema capitalista. Resulta evidente pues que entre esas dos realidades dialécticas antagónicas —burgueses y proletarios—, y condicionadas por los procesos productivos, surge una hostilidad derivada de las contradicciones inherentes a los intereses de las clases sociales enfrentadas: explotadores —propietarios de los medios de producción— contra explotados —asalariados—.

 Se tiene como condición que en la medida que se desarrolle un X sistema, por ejemplo el capitalismo, la nueva clase social —los proletarios en este caso— irán aumentando en masa y convergiendo en intereses hasta que existan las condiciones para un proceso revolucionario, el objetivo de este procesos será inevitablemente eliminar a la clase burguesa —explotadores y vieja clase social— que representa en esta realidad a las fuerzas retardatarias.

 La lucha de clases es una evidencia histórica íntimamente relacionada con los procesos históricos de cuyo enfrentamiento se nutre la lógica científica del Materialismo Dialéctico e Histórico; y como resultado de esas luchas se alumbran nuevas realidades y así sucesivamente hasta, según propone el marxismo-leninismo, se llegue a la sociedad sin clases o comunismo en la que esa lucha se extinguirá. 

La lucha de clases quedó seriamente cuestionada en todos los ámbitos —desde filosóficos, pasando por políticos-económicos, e incluso ideológicos— tras la caída del bloque revisionista; en su lugar germinó el estructuralismo y el neo-estructuralismo. 

[3] Francis Fukuyama; El fin de la historia y el último hombre, 1992.

[4] Para ver y comprender las tesis de Roger Garaudy ver la obra de Enver Hoxha: Eurocomunismo es anticomunismo de 1980.


[6] Revisionismo del «socialismo del siglo XXI» [Etiqueta del blog Bitácora Marxista-Leninista con varias entradas y documentos sobre tal rama del revisionismo].

[7] Para ver y comprender las tesis de Karl Kautsky ver la obra de Vladimir Ilich Uliánov, Lenin: La revolución proletaria y el renegado Kautsky de 1918 y: La Enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo de 1920.

[8] Revisionismo soviético [Etiqueta del blog Bitácora Marxista-Leninista con varias entradas y documentos sobre tal rama del revisionismo]

[9] Para ver la anulación de las últimas decisiones del PCUS en vida de Stalin ver la obra de Mijaíl Kilev; Jruschov y la disgregación de la URSS de 1997.

[10] Equipo de Bitácora (M-L); Sobre el infame acercamiento de Jruschov a Tito de 1954 y sus consecuencias en el campo socialista, 11 de julio de 2013.


[12] Revisionismo yugoslavo [Etiqueta del blog Bitácora Marxista-Leninista con varias entradas y documentos sobre tal rama del revisionismo].


[14] Teoría de los no alineados [Etiqueta del blog Bitácora Marxista-Leninista con varias entradas y documentos sobre tal teoría].

[15] Revisionismo estadounidense [Etiqueta del blog Bitácora Marxismo-Leninismo con varias entradas y documentos sobre tal rama del revisionismo].


[17] Revisionismo chino [Etiqueta del blog Bitácora Marxismo-Leninismo con varias entradas y documentos sobre tal rama del revisionismo].


[19] Teoría de los tres mundos [Etiqueta del blog Bitácora Marxista-Leninista con varias entradas y documentos sobre tal teoría].




[23] Revisionismo eurocomunista [Etiqueta del blog Bitácora Marxismo-Leninismo con varias entradas y documentos sobre tal rama del revisionismo].


[25] A diferencia de la lógica capitalista y revisionista que divide a los países en tres mundos, el marxismo-leninismo, el socialismo científico, lo divide en dos realidades dialécticas concretas a saber: países capitalistas por un lado –tesis– y países socialistas por el otro –antítesis–. 

En ese sentido, dentro la dialéctica materialista no cabe hablar de tercer mundo –es revisionismo– pues este es un apéndice dentro de la cadena productiva capitalista, de hecho el primer eslabón debido a estar dedicados a la producción de materias primas; este elemento ha evolucionado con la globalización y ahora también ocurre a expensa de la demanda de mano de obra barata –esclava–. Por sus características económico-políticas, el capitalismo periférico se encuentra en un grado de desarrollo muy inferior a lo que podríamos considerar el «paradigma capitalista», muchas veces incluso con muchos rasgos de un régimen feudal y de economía precapitalista en general. 

En esencia, el capitalismo periférico se da a instancias de dependencia o imposición –cultural, militar, imperial, colonia, económica, etc.- en determinadas regiones geográficas; haya su inmediata explicación en el principio burgués de la división internacional del trabajo.


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