Hasta la mañana de hoy no habían llegado hasta nosotros los resultados oficiales al 100% de los votos escrutados luego de los comicios de ayer, ocurridos en Nicaragua. Por eso, hasta el 66% del recuento, se tenían informes imprecisos.
Unos, sostenían que el FSLN había logrado el 71.3% de los votos.
Y otros, el 72.1.
Pero nadie ponía en duda que se trataba de la más rotunda victoria obtenida por partido, o fuerza alguna, en la Centroamérica a nuestro tiempo.
¿Cómo explicar este éxito del Frente Sandinista? Valdría la pena hacer un breve recuento de la historia del país luego de la aciaga dictadura de Somoza.
Como se recuerda, esa “estirpe sangrienta” -los Somoza- detentó el Poder en Nicaragua durante casi 40 años.
El padre -el viejo Anastacio- y los hijos, gobernaron a la sombra del amo yanqui que les tenía muy mal concepto, pero que los usaba porque eran la “garantía” de sus “intereses”.
En los más duros años de la dictadura, y para enfrentarla, asomaron en el escenario Nica, dos fuerzas: una oposición burguesa integrada en el FAO (el Frente Amplio Opositor) y otra revolucionaria, personificada por el FSLN.
La primera de estas opciones quiso reemplazar a Somoza en las dos funciones: en la tarea de administrar el país, y representar de modo más solvente los intereses del Imperio.
En esa mira, se jugó hasta el 19 de julio de 1979, cuando el pueblo, masivamente, respaldó al Frente Sandinista de Liberación Nacional que había luchado, con las armas en la mano, contra la dictadura asesina.
EL FSLN llegó al Poder por la vía de la lucha guerrillera, en lo que fue la segunda victoria de este corte en nuestro continente luego de la gesta de Sierra Maestra.
Con la fuerza del pueblo, se hizo gobierno y desarrolló un programa de transformaciones revolucionarias que le cambió el rostro a la sociedad nicaragüense.
No todos, fueron aciertos en la aplicación de esta política. También hubo errores e improvisaciones. Y hasta algunos indicios de corrupción que dejaron mal sabor en distintas esferas de la vida ciudadana.
Pero no fueron esos, las causas de la derrota del Sandinismo a comienzo de los años 90.
Fue la desembozada presión del Imperio, que declaró una abierta guerra económica contra Nicaragua; el impulso a acciones armadas en distintos zonas del país, y la campaña de desinformación que desplegó la “prensa grande” dentro y fuera de Nicaragua´, los factores que generaron una verdad era “crisis de gobernabilidad”.
Ella, obligó al Sandinismo a convocar elecciones que finalmente le confirieron el gobierno a la Oposición Burguesa de antes, que se hubo mantenido, y recompuesto.
Entre 1990 y el 2007 estas fuerzas gobernaron Nicaragua.
Y fracasaron en toda la línea.
No pudieron desmantelar las transformaciones sociales impulsadas por el Sandinismo, aunque lograron si, episódicamente, volver a los esquemas crematísticos del pasado: la salud dejó de ser gratuita, y la educación también.
Pingües negocios hizo la “actividad privada” en ambos rubros de la vida del país.
Adicionalmente, la burguesía en el Poder fracasó ampliamente en el plano social.
Se encareció desmedidamente el costo de la vida, se hizo popular la ineficacia de las gestiones de gobierno y campeó, realmente, la inseguridad y la corrupción en sus más diversas variantes.
Por lo demás, se impuso la angurria de los gobernantes que, finalmente, escindieron a sus propios partidos en el empeño por apoderarse de tajadas del Poder.
Fue eso lo que permitió que en el año 2007, el Sandinismo recuperara su sitial.
Se valió, para ese efecto, en primer lugar de la experiencia adquirida, y de las conquistas legadas a la población. Pero también de su unidad, que fue verdadera garantía de victoria.
Y de la solvencia de su núcleo dirigente, que nunca perdió vínculos con su pueblo.
Un sostenido y constante “trabajo de bases”, le permitió al Sandinismo mantener muy en alto su mensaje y sus objetivos de lucha.
De ese modo, a partir del 2007, el Sandinismo logró recuperar plenamente la confianza de su pueblo.
Daniel Ortega no es un “político de oficio”. Insurgió como un guerrillero, que se jugó la vida en la lucha contra el Somocismo.
Estuvo perseguido y encarcelado. Estuvo en la montaña. Y al frente de su pueblo. No fue nunca un burócrata de oficina, ni un orador de palabra fácil o retórica cautivante.
Y Rosario Murillo -hoy Vice Presidenta del país- no llegó al cargo que tiene por ser la esposa del Mandatario.
Trabajó en los años de la dictadura en delicadas y riesgosas tareas de inteligencia e información.
Y estuvo al frente de la emisora de la guerrilla, trasmitiendo desde el campo de operaciones. Su voz se hizo familiar -y muy querida- para el pueblo.
Y desde aquellos años, no abandonó nunca su puesto en la tarea de construir un país mejor. Por eso, es hoy muy popular. Tanto, o aún más, que su esposo.
Hoy, el acierto -y el reto- de la política del FSLN es sacar adelante a Nicaragua resolviendo las demandas que la realidad impone a su pueblo.
Por eso, ese país es considerado hoy el más seguro de Centroamérica; y con seguridad también, de América Latina.
El crecimiento económico, es constante; y el bienestar de la población se puede palpar de manera cotidiana.
La apertura del Canal Inter Oceánico desde suelo Nicaragüense, abrirá inmensas perspectivas para el desarrollo del país. La sensación que fluye de la calle, es de confianza, seguridad y alegría.
El éxito de la política del gobierno, no solo ha afirmado su imagen.
También ha debilitado significativamente a la Oposición.
Y la ha dividido. Una parte de ella, se abstuvo de participar en los comicios de ayer, pero su ausencia pasó desapercibida.
Nunca antes hubo comicio alguno, con mayor afluencia de electores. La otra parte, intervino, pero alcanzó una votación exigua, incluso menor que la que le acreditaban las en cuestas.
El resultado electoral de Nicaragua no solo pone freno a la ofensiva yanqui contra el proceso emancipador latinoamericano.
También, señala un camino para los pueblos de la región.
Y afirma, sobre todo, el heroico legado de Sandino.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera