Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

EE.UU. infiltró las escuelas de Afganistán y Pakistán para formar a extremistas musulmanes


Cualquiera estará de acuerdo que la educación es el fundamento de una nación. 

No hay nada más poderoso que las ideas que una mente ingiere; cuando se es joven y se está en formación, entonces, la in-formación es un arma de doble filo. 

Para entender correctamente el problema del terrorismo o de la radicalización de algunos grupos islámicos es necesario mirar hacia un episodio histórico poco conocido pero quizás esencial en la conformación de la animosidad geopolítica actual. 


Como Sheheryar Ahmad señaló en su momento, el llamado terrorismo islámico no existía antes de las operaciones clandestinas de la CIA en Afganistán a finales de los 70. 

Liderados por Zbigniew Brzezinski, la operación Contra en Afganistán entrenó y fondeó a un grupo de resistencia anticomunista del cual se desprendería Al-Qaeda. Esto es bien sabido, incluso ha sido aceptado por Hillary Clinton en una entrevista relativamente reciente. 

Lo que pocos mencionan es que por tiempo después, Estados Unidos continuó realizando una operación de adoctrinamiento en las escuelas de Pakistán y Afganistán, algo que podríamos llamar con una dosis de humor negro “A.B.C. para futuros terroristas”. 



De manera increíble y atroz, Estados Unidos gastó decenas de millones de dólares (el dinero al parecer vino en parte del gran aliado de Estados Unidos: Arabia Saudita) para proveer libros de textos editados por el Afghanistan Centre en la Universidad de Nebraska en los que se enseñaba El Corán pero con profusas referencias a armas, bombas y tanques, poblando la psique de los jóvenes de estos países de un paisaje de violencia. 

Esto no se trata de una teoría de conspiración o algo por el estilo, como puede comprobarse fácilmente leyendoeste artículo del Washington Post del 2002 en el que se menciona que hasta ese año se lanzó finalmente una operación para “limpiar” los libros de texto y repartir otros. 

El periodista Syed Nadir, del Express Tribune de Pakistán, señala que los libros de texto ya no eran necesarios, puesto que el adoctrinamiento ahora podía ocurrir con mayor efectividad a través de sitios de Internet en los que la CIA extendería su mano subrepticia. 

Quizás es algo reduccionista decir que el yihadismo tiene su cuna en este programa escolar extremista, pero, aunado al reiterado financiamiento de grupos rebeldes extremistas en diferentes países (ISIS es la última versión), es difícil de decir que la política intervencionista de Estados Unidos no es el principal responsable de este fenómeno. 



Esta “psy-op” gastó sólo 51 millones de dólares de 1984 a 1994. Los libros contenían pasajes anti-soviéticos y avanzaban una retórica de que los afganos eran “guerreros naturales”, llamados a las armas por la deidad. Los niños aprendían a contar con tanques, misiles, minas y cosas por el estilo. Los libros incluso fueron utilizados por el Talibán y siguieron circulando tiempo después de 1994. 

Un oficial estadounidense del Asia Task Force, dijo al Post que “Estábamos perfectamente contentos de ver que estos libros destrozaron a los soviéticos”. 

Cuando en su momento le preguntaron al Consejero de Seguridad Nacional Brzezinski sobre lo sucedido con su Operación Ciclón contestó algo similar, que pese a que de ahí se formaron terroristas, el plan fue un éxito puesto que detuvieron la expansión del comunismo. 

Ahmad Fahim Hakim, un maestro que trabajaba en la organización sin fin de lucro Cooperation for Peace and Unity en Pakistán en el 2002, dijo que “Las imágenes eran horrendas, pero los textos eran mucho peores”. 

De 100 páginas, 43 contenían pasajes violentos u imágenes. 

Syed Nadir señala que los libros de texto han creado “una generación que celebra la muerte y no la vida” y en la que “la violencia es aceptada como algo natural y cotidiano”. La propaganda, dice, “ha transformado la región en los últimos 25 años. 

No debe de ser sorpresa entonces que, luego de la aceptación y proliferación de la violencia en las clases y en las pantallas de televisión, los niños están recreando ataques suicidas como juego”. 

Ante un programa tan brutal es increíble la tibieza de la reacción y la autorreflexión en Estados Unidos: los efectos no pueden desligarse de sus causas y su responsabilidad en lo que está sucediendo no puede soslayarse. 


(Fuente: Pijamasurf)

Publicado por posesodegerasa

Related Posts

Subscribe Our Newsletter