Unicamente una percepción errónea y manipulada de la historia nos hace asociar el canal solo con el imperialismo estadounidense. De hecho, la historia del proyecto es mucho más antigua. Y nos lleva hasta el nacimiento de una nueva república.
De Katia Novella Miller
Dejando a un lado todos los problemas relacionados con la población originaria, su sufrimiento y su contribución y centrándonos solo en las acciones y los planes de los conquistadores europeos, para ser justos, tenemos que decir que el primer hombre occidental conocido que buscó una ruta comercial acuática que conectase el Océano Atlántico con el Mar del Sur, como fue llamado el Océano Pacífico en las primeras décadas de la invasión europea, fue Cristóbal Colón, en los viajes que siguieron a su primera expedición de ‘descubrimiento’, aunque nunca llegó a ese vasto Océano.
Las crónicas históricas y los libros nos enseñan que más tarde Vasco Núñez de Balboa y sus hombres, siguiendo el Río Chagres, fueron los primeros occidentales en lavarse en las aguas del Pacífico después de cruzar lo que se conocería como el Istmo de Panamá.
Pero es bastante desconocido que incluso el conquistador Hernán Cortés, famoso mundialmente por su victoria y destrucción del sistema social y la cultura azteca, se lanzó a esa aventura.
Como es desconocido para la mayoría, que desde la expedición de Cortés en el siglo XVI, individuos e instituciones españolas presentaron varios proyectos para encontrar una ruta e incluso construir un canal que uniera los dos océanos.
Y que en los años siguientes, ese camino se convirtió en una herramienta imperialista ideal tan importante para las potencias europeas que comenzaron a luchar por la posesión de esas tierras.
Y esto, mucho antes de que los franceses comenzaran las excavaciones del canal en el siglo XIX, y que finalmente, los Estados Unidos de América lo construyeran.
Expedición de Vasco Nuñez de Balboa. Fuente: Wikipedia.
A pesar de lo que muchos creen, en realidad los Estados Unidos no fueron más brillantes que otros. En ese momento de la historia el proyecto era simplemente factible porque el país norteamericano pudo aprender de los conocimientos tecnológicos, científicos, geográficos y de los fracasos acumulados en las décadas y siglos anteriores por todos aquellos que se habían puesto en tal empresa. De hecho es así que el saber humano, incluído el tecnológico, se construye y desarrolla.
El conquistador y la jungla
Hernán Cortés (1) como sus contemporáneos, pensaron que no era imposible encontrar una ruta acuática hacia las islas de las especias. No era una consolación saber que ya había un camino a través del Estrecho de Magallanes o el Cabo de Hornos en la Patagonia austral, una ruta larga, cara y peligrosa hacia Asia, que los europeos comenzaron a utilizar desde 1520. La intuición de Cortés le decía que era posible encontrar otro camino, más fácil y más corto. Obsesionado con la idea de que podría ser a través de América Central, en 1524 envió a uno de sus hombres, Cristóbal de Olid, a Hibueras, nombre que Colón le dio a Honduras debido a sus profundas bahías.
Pero una vez allí, convencido por otros conquistadores, De Olid decidió liberarse de Cortés y realizar tal proeza para obtener su propia gloria. Fue su sentencia de muerte. Tan pronto como Cortés fue informado del plan de De Olid, envió a un hombre leal suyo, Francisco de las Casas.
Ayudado por una tormenta, De Olid pudo encarcelar a De las Casas. Pero después de un tiempo, comenzó a prestar atención a las palabras de su prisionero y pensó que podría convertirlo en un aliado. Se dice que mientras cenaban juntos una noche, De las Casas sujetó la cabeza de su anfitrión, cogió un cuchillo y se lo clavó en la garganta.
Pero Cortés, que ignoraba lo que había pasado, estaba ansioso. Pensaba que la distancia era una fuerte tentación y decidió emprender la hazaña él mismo. Con un pequeño ejército partió hacia las Hibueras. Fue una mala decisión. La exuberante jungla le impidió pasar, lo desorientó y terminó perdiéndose él y su ejército. Uno por uno fueron cayendo sus hombres, y también sus rehenes nativos, entre ellos el último emperador azteca Cuauhtémoc. Temiendo una revuelta ‘india’, Cortés colgó a todos los cautivos nativos acusándolos de traición. Y al final, agotado por la inútil exploración y después de comprender que podía confiar en la lealtad De las Casas, Cortés regresó a Vera Cruz, donde otros conquistadores pensaban que ya estaba muerto y planeaban sucederle. En la historia europea, este fue el primer intento de encontrar una vía fluvial que conectara el Atlántico y el Pacífico.
Otros proyectos españoles
En 1524, el mismo año en que Cortés envió a De Olid a Honduras, Carlos I de España, mejor conocido como Carlos V, Rey de España, Aragón y Emperador del Sacro Imperio Romano-Alemán, sugirió cavar un canal para facilitar el comercio y los viajes a América del Sur. En 1529 se presentó un primer proyecto, pero el conocimiento tecnológico y científico de la época no permitió su materialización.
Más tarde, como lo describe el historiador británico Hugh Thomas, Gaspar de Espinosa y Luna, un conquistador, político y empresario español que residía en el Perú actual – y que financió las expediciones de Francisco Pizarro y Diego de Almagro contra los Incas (1532) – propuso al Consejo de las Indias, el órgano administrativo más importante del Imperio español para América y Filipinas, la excavación de un canal y la creación de una ruta alternativa. Solo el camino desde la ciudad de Panamá (frente al Pacífico) hasta la ciudad de Camino de Cruces (a orillas del río Chagres, desde donde la mercancía llegaría al Atlántico en botes), tuvo éxito y se convirtió en la principal ruta colonial hacia el virreinato de Perú (Sudamérica española) hasta el siglo XIX.
A mediados del siglo XVI, Antonio Galvão, un marinero portugués, hizo hincapié nuevamente en la necesidad de un canal artificial y el proyecto se volvió nuevamente un tema importante de debate. Pero en 1590, el misionero jesuita y naturalista español, José de Acosta, pleanteó las dificultades que existían para conectar los dos océanos como algunos solicitaban, al tiempo que advirtió sobre los riesgos estratégicos que podría significar su uso por las potencias europeas enemigas. Más tarde, durante el reino de Felipe III (1598-1621), el Consejo de Indias bloqueó un proyecto para su construcción que había sido encargado a constructores holandeses exactamente por esas razones.
La historia también cuenta de británicos que ocuparon tierras de lo que hoy se conoce como Panamá, con el mismo propósito. Luego, la idea de construir un camino acuático desapareció durante algunas décadas, hasta el siglo XIX, cuando el famoso geógrafo prusiano (alemán) Alexander Von Humboldt la reanudó para revitalizar y vigorizar el comercio y el flujo de personas. Y fue gracias a Von Humboldt, que Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña volvieron a estar muy interesados.
Una breve y aproximada historia del territorio panameño
A lo largo del período colonial, Panamá había sido la parte más septentrional del virreinato del Perú (Sudamérica española). Durante las primeras décadas de la colonización, Portobelo, del lado atlántico del istmo, había sido el principal puerto para todos los bienes que viajaban desde Sudamérica a España y Europa y viceversa, ya que las rutas a través del Estrecho de Magallanes y el Cabo de Hornos, como hemos ya visto, no solo se consideraban demasiado largas y costosas, también demasiado peligrosas. Pero después de algunas décadas, el istmo y el puerto de Portobelo perdieron su importancia estratégica única, ya que Cartagena de Indias, en la actual Colombia, se convirtió en otro puerto vital de la América del Sur hispana.
Virreinato del Perú originariamente (verde oscuro y verde claro). Fuente: Wikipedia.
En 1739, por primera vez, se desmembró el virreinato del Perú, y en la zona septentrional se estableció una nueva área administrativa: el Virreinato de Nueva Granada. Esta división se consideró necesaria para contrarrestar el creciente contrabando francés e inglés y mejorar la protección del área contra los ataques llevados a cabo por otras potencias marineras europeas (principalmente Inglaterra y Holanda). Santafé de Bogotá se volvió la nueva capital del virreinato recién nacido. Su territorio incluía a Panamá.
Después de la independencia de España, en 1821, Panamá se convirtió en parte de la República de Gran Colombia, que consistía, más o menos, en la actual Colombia, Venezuela, Panamá y la mayor parte de Ecuador. En 1830, nueve años después, y a casi 90 años del primer desmembramiento administrativo del Virreinato del Perú, del Virreinato de Nueva Granada nacieron, aproximadamente, las Repúblicas de Ecuador, Venezuela y la república de Gran Colombia, de la que hacía parte Panamá.
Los padres de la independencia hispanoamericana y el canal
Algo muy poco conocido es que los próceres de la independencia hispanoamericana reconocían la importancia que habría tenido la realización del canal de Panamá y que el más importante precursor de estos movimientos, el caraqueño Francisco de Miranda, que había ideado la unión de la América española a través de una Federación Inca, llegó al punto de ofrecer la realización del canal y un control compartido del istmo a los ingleses, históricamente considerados los más bravos enemigos del mundo hispano.
”El 27 de marzo de 1790 Miranda presenta al Primer Ministro inglés William Pitt, su primer “Plan para la formación, organización y establecimiento de un gobierno libre e independiente en América Meridional”. A cambio del apoyo financiero y militar, Miranda le ofrece a Inglaterra preferencias comerciales, participación en el aprovechamiento de las riquezas americanas y la posibilidad de construir un canal de navegación en el Istmo de Panamá”, cuenta la historiadora y filósofa Carmen L. Bohórquez.
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”Todas las grandes potencias pensaron en construir un canal a través del istmo panameño, como lo había planeado Humboldt. Los libertadores Simón Bolivar y Francisco de Miranda ofrecieron otorgar derechos sobre el canal a los ingleses a cambio de armas y apoyo contra los españoles en la lucha independentista pues consideraban a Gran Bretaña su aliada natural contra España. En 1797 Miranda presentó en el Pacto de Paris la idea de abrir un canal por Panamá o Nicaragua, ”la comunicación pronto y fácil del océano Atlántico con el Mar del Sur, será para Inglaterra un objeto de gran interés”, documenta Patricia Galeana en su libro El Tratado Mc Lane Ocampo, la comunicación interoceánica y el libre comercio. Posteriormente, cuenta la historiadora, ”Colombia mandó un enviado a Londres con el objeto de conseguir un emprestito e interesar a capitalistas britanicos en la construcción del canal.”
Francia, Inglaterra, Estados Unidos y el Canal de Panamá
Debido a la importancia estratégica del istmo de Panamá, la zona más estrecha del continente americano, supuestamente en la segunda década del siglo XIX Nueva Granada comenzó a recibir propuestas para la realización del canal, pero todas fueron rechazadas ya que Bogotá creía que el canal debía construirse con sus propios recursos y ser administrado localmente.
Para entonces España ya estaba prácticamente eliminada. Los países independientes hispanoamericanos y sus élites estaban en crisis.
La mayoría eran militar y financieramente débiles o ya se encontraban bajo la órbita de los imperios anglosajón y francés. Mientras la élite brasileña no estaba muy interesada en sus vecinos y desde principios de siglo tenía una fuerte relación con el Reino Unido. Por lo tanto, había mucho espacio para llenar el vacío de poder.
En 1846 la República de Nueva Granada y los Estados Unidos de América firmaron el Tratado Mallarino-Bidlack.
En resumen, la cláusula fundamental establecía que ” los ciudadanos, los barcos y las mercancías del país norteamericano disfrutarían en los puertos de Nueva Granada, incluidos los del istmo de Panamá, de todas las franquicias, privilegios e inmunidades en materia de comercio y navegación; y que esta igualdad de favores se extendería a los pasajeros estadounidenses y a la correspondencia y mercancía dirigidas a los EE.UU que transitaran por dicho territorio ”.
Además, se le otorgó a la ex colonia británica el derecho de construir un canal en el territorio neogranadino. Pero Londres no estaba tan feliz de esto.
En los mismos años, Inglaterra invadió y se apoderó de territorios en Panamá, Nicaragua y Honduras. Para la élite de los EE.UU estas ocupaciones eran una barrera para su Doctrina Monroe de 1823 (‘América para los americanos’ (que en ingles significa: América para los estadounidenses’) y para su ideología del Destino Manifiesto de 1845 (según la cual los EE.UU estaban destinados por Dios para expandir su dominio y expandir el capitalismo y su ‘democracia’ en el continente americano).
La barrera fue demolida con el Tratado Clayton-Bulwer firmado entre los Estados Unidos y Gran Bretaña en 1850.
Con este pacto los dos países acordaron que ni uno ni el otro mantendrían para sí un predominio exclusivo sobre el canal y ambos lo protegerían. Muchos han visto en este tratado un acto de respeto hacia los países latinoamericanos, pero fue principalmente un acuerdo para compartir el poder en esa zona.
Pero al final el proyecto anglosajón no se realizó y la construcción del canal terminó en manos de los franceses.
Fernand de Lesseps, después de una larga carrera como diplomático francés y tras su éxito en la construcción del Canal de Suez en 1869 (proyecto, por lo que parece, que tuvo origen en la República de Venecia unos siglos antes), fue nombrado por la Société de Géographie de París como presidente de la Compañía del Canal de Panamá en 1879. Pero el proyecto francés fracasó.
De Lesseps no tuvo en cuenta las diferentes condiciones ambientales: en Panamá, los trabajadores del canal tenían que lidiar con una jungla, no con un desierto.
Tampoco consideró los diferentes niveles de agua entre los dos océanos y proyectó un canal a nivel del mar. La compañía provocó un gran escándalo en Francia y en 1889 se declaró en bancarrota hundiendo a muchas personas en el país galo.
Y Lesseps, como otros empresarios franceses importantes y ricos involucrados en el proyecto, volaron a los Estados Unidos en busca de apoyo económico. Para entonces, Panamá todavía era parte de Nueva Granada.
La proclamación de la independencia de Panamá
Al principio Estados Unidos estaba interesado en construir el canal en Nicaragua, pero bajo la presión del lobby francés, en 1899 se estableció una comisión para determinar qué sitio era mejor, Nicaragua o Panamá.
Sin embargo, en 1901, el Secretario de Estado de los EE.UU John Hay presionó al gobierno nicaragüense para su aprobación: la élite nicaragüense recibiría $ 1.5 millones de gratificación, $ 100,000 anuales, y los Estados Unidos “garantizarían la soberanía, independencia e integridad territorial” del país centroamericano.
Pero la élite de Nicaragua no estaba satisfecha de la oferta y para la realización del canal, solicitó una gratificación de 6 millones.
Cuando parecía que el acuerdo estaba hecho, el proyecto fue bloqueado por una decisión judicial de los Estados Unidos; sin duda, la influencia de los franceses en la decisión final fue fundamental. Nicaragua fue descartada.
Y en 1901, Estados Unidos e Inglaterra firmaron el Tratado Hay-Pauncefote con el que ambos países deconocían la soberanía colombiana sobre el istmo, dándole el estatus de “área de importancia internacional”.
Viñeta estodounidense del 1903, ”Lárgate pequeño humbre, no me fastidies” representa al presidente Theodore Roosvelt amenazando a Colombia. Fuente: Wikipedia.
El nuevo tratado anuló el concordato Clyton-Bulwer de 1850 (que establecía una autoridad británico-estadounidense compartida sobre el canal) y le dio a los Estados Unidos el derecho de crear y controlar el canal. De esta manera, Colombia se vio obligada a ceder.
En 1903 Estados Unidos llegó a un acuerdo con el gobierno de Bogotá: el Tratado Hay-Herrán fue firmado pero el Senado colombiano lo rechazó preocupado por su soberanía territorial.
El rechazo provocó un escándalo mundial entre las naciones gobernadas por élites imperialistas: ¡cómo se atrevía Colombia a decidir sobre su territorio!
Otra viñeta estadounidense del 1903 con el francés De Lesseps a la izquierda y el presidente Theodore Roosvelt a la derecha. Fuente: Wikipedia.
Inmediatamente después de tal rehúso, Washington generó la independencia de Panamá con el apoyo de una élite panameña codiciosa de poder y riquezas y una pequeña porción de la población local y el 3 de noviembre de 1903 Panamá declaró su independencia, recibiendo $ 10 millones de los Estados Unidos.
No se derramó sangre. Theodore Roosvelt, presidente de los EE.UU, aplicó su famosa política del Big Stick (del Gran Garrote) enviando a la Marina de los EE.UU a la costa colombiana mientras, contemporáneamente, se realizaba un bloqueo anglo-alemán contra Caracas (capital venezolana).
El nuevo gobierno de Panamá también ganó por el canal un pago anual de $ 250,000 y garantías de independencia, mientras que Estados Unidos obtuvo los derechos de la franja del canal “a perpetuidad”.
Como era de esperar, el 6 de noviembre el gobierno de Roosvelt fue el primero en reconocer formalmente la república recién nacida, seguida, al día siguiente, por Francia, y antes de que finalice el mes, otros 15 países de Europa, América y Asia hicieron lo mismo.
Cuando finalmente el problema estaba resuelto, Estados Unidos pagó a los franceses 40,000,000 de dólares por los trenes, maquinaria, excavaciones y derechos, una cantidad enorme en comparación con lo que había ofrecido a Nicaragua (1,5 millones inicialmente) o Panamá (10 millones).
Sobre este tema específico vale la pena señalar que el autor francés Gabriel J. Loizillon, en su libro Philippe Bunau-Varilla: L’Homme du Panama afirma que el proyecto utilizado por los Estados Unidos para la construcción del canal fue el de Philippe Bunau-Varilla, quien inicialmente había sido un subcontratista de De Lesseps y luego había invertido mucho dinero en la segunda compañía francesa para la construcción del canal. Bunau-Varilla fue uno de los principales cabilderos franceses que trabajaban en los Estados Unidos.
Se dice que antes del nacimiento de la República de Panamá ya había redactado su nueva constitución, diseñado su nueva bandera, planeado la organización de sus fuerzas armadas y prometido hacer flotar a todo el gobierno panameño en su propia chequera.
El canal de Panamá en construcción. Foto del 1907. Fuente: Wikipedia.
El Canal de Panamá fue inaugurado en 1914. Se estima que costó la vida de 20,000 trabajadores bajo los franceses y la misma cantidad de hombres bajo los Estados Unidos, principalmente trabajadores de las Antillas francesas primero, y de las Antillas anglófonas durante la construcción estadounidense, por lo tanto principalmente mulatos y negros, los esclavos de siempre. Su construcción también destruyó las vidas de miles de personas que habitaban en el área y que fueron expropiadas.
Y además destruyó el ecosistema local.
Estados Unidos fue el mayor beneficiario del canal. Ganó millones de dólares a cambio de una renta anual de $ 250,000.
Después de la apertura, los principales beneficiarios fueron corporaciones estadounidenses pertenecientes a magnates como Rockefeller (con su compañía Standard Oil – que más tarde se convertiría en Exxon, Esso, Mobil y muchos otras) y el banquero John Pierpont Morgan (J.P.Morgan & Co., Federal Steel Company, Chase Bank). Morgan también había sido nombrado en 1903 como agente fiscal para la República de Panamá, rol que desempeñó a través de instituciones financieras estadounidenses y francesas.
Después de la apertura, los principales beneficiarios fueron corporaciones estadounidenses pertenecientes a magnates como Rockefeller (con su compañía Standard Oil – que más tarde se convertiría en Exxon, Esso, Mobil y muchos otras) y el banquero John Pierpont Morgan (J.P.Morgan & Co., Federal Steel Company, Chase Bank). Morgan también había sido nombrado en 1903 como agente fiscal para la República de Panamá, rol que desempeñó a través de instituciones financieras estadounidenses y francesas.
No ha cambiado mucho desde entonces. Desde que el canal ha vuelto a la soberanía panameña en 1999, los principales usufructuarios siguen siendo países bajo la órbita del imperio estadounidense. En 2018 su mayor usuario fue Estados Unidos, seguido de China (el mayor socio comercial de bienes de Estados Unidos), Chile, Japón y Corea del Sur.
Pero los negocios son negocios y la edad de oro del canal de Panamá podría estar cerca de su fin. El Pasaje del Noroeste, en el Canadá septentrional, podría ser el futuro canal más barato y más corto entre el Pacífico y el Atlántico debido al calentamiento climático.
Esto podría ser una gran pérdida para la corrupta élite panameña, pero no una verdadera tragedia. Si el destructivo y egoísta sistema capitalista del mundo no cae, la estructura de paraíso fiscal de Panamá (2) podría ser suficiente para mantenerla rica y a flote en los próximos años. Una riqueza de la que aproximadamente el 37% de los panameños están completamente excluidos, 4 cada 10 personas en el país.
Indiscutiblemente, la historia del canal de Panamá no nos muestra solo su función como herramienta imperialista, su carácter corrupto y toda las injustificables muertes de los trabajadores ‘sacrificables’ que ha producido por la codicia, el poder y el dinero. También nos muestra que el rastreo del proyecto nos lleva hasta el 1513. Y que su construcción fue posible gracias al conocimiento y las ideas que se han ido acumulando a lo largo del tiempo.
Los viajes de Colón, la expedición de Balboa (1513), los conocimientos de las guías nativas, la construcción española de la ruta comercial septentrional para el tránsito de bienes y personas entre América del Sur y España a través del río Chagres, los fracasos de Lesseps …
Y los aportes que menciono en este informe son solo algunos pues la lista podría crecer exponencialmente incluso abarcando culturas que hoy han desaparecido. Y esto es válido no solo para el Canal de Panamá, sino para todos los conocimientos y ‘logros’ humanos. No pertenecen a una persona, una cultura o una nación. Son el resultado de un proceso lento y prolongado que no conoce fronteras.
Notas:
(1) La mayoría de la gente cree que Hernán Cortés fue un castellano extremeño sin educación. No es verdad. Era un aristócrata pobre, que también estudió en la Universidad de Salamanca. Según los historiadores, era un hombre culto.
(2) Panamá representa una importante pero solo una pequeña parte de la estructura mundial de paraísos fiscales. La mayoría de los paraísos fiscales y de lavado están bajo el control de Londres en jurisdicciones extraterritoriales británicas.
https://kbnbworldnews.wordpress.com/2020/06/11/hernan-cortes-y-algunos-hechos-desconocidos-sobre-el-canal-de-panama/
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