Cuando la violencia se convierte en algo normal para la sociedad y para los dirigentes que las gobiernan es porque algo anda mal, muy mal, ya que se está perdiendo la sensibilidad ante un proceso de exterminio sistemático de seres humanos bajo el prejuicio racial.
Los organismos especializados en materia de Derechos humanos guardan casi silencio Sepulcral y complaciente ante esta situación.
Los sorprendentes asesinatos raciales en Estados Unidos exhiben que en el país paladín de la justicia y defensor de los pueblos a nombre de la libertad y del “Destino Manifiesto”, ausenta dentro de su estructura interna de administración de justicia los mecanismos para frenar esa espiral del exterminio racial con la cual, según investigaciones recientes, cada 28 horas cae asesinado por la policía un afrodescendiente, africano o migrante latinoamericano.
“Acérquense malditos animales”
En el 2014, el escándalo por los asesinatos sistemáticos contra afrodescendientes conmovió no solo a la gente decente y humana de Estados Unidos sino a la comunidad mundial, pero lamentablemente no hubo pronunciamiento contundente y de denuncia ante las instancias de justica por parte Human Rights Watch, ni el Robert Kennedy Center For Justice & Human Rights, ni la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, menos por la ONU y por supuesto ni Calderón, ni Pastrana, ni Rajoy, ni ninguno de los NUEVOS DEFENSORES DE DERECHOS HUMANOS.
De los casos más sonados el año pasado en USA, destacaron los casos de Michael Brown, un estudiante afro de 18 años quien cae asesinado por la policía de Fergusson, Missouri.
Esto produjo manifestaciones de indignación no solo de la comunidad afro sino de toda la comunidad antirracista de ese Estado. Cuando las manifestaciones tomaron las calles un agente policial de tez blanca les grito ACERQUENSE MALDITOS ANIMALES.
Más tarde el mundo quedó paralizado cuando un sector racista de la policía de New York mató por asfixia al afroestadoundiense Eric Garner.
Seguidamente, unos días más tarde, el afroestadoundiense John Crawford recibió un disparo en una tienda en Beavercreek, Ohio.
En la ciudad de Los Angeles, Ezell Ford, joven afroestadoundiense, quien había sido diagnosticado con una enfermedad mental, fue asesinado en esa ciudad, como dice la prensa crítica y redes sociales en USA.
Unos de los últimos casos fue el sucedido recientemente en Carolina del Sur, en la ciudad de Charleston donde un policía blanco asesinó al afrodescendiente Walter Lamer Scott, de 50 años y residente de Charleston, fue baleado luego de que el agente ya le había aplicado un disparo con una pistola para aturdir.
En ese Estado el departamento del sheriff del condado de Richland de Carolina del Sur tiene un vehículo blindado llamado “El pacificador” de alta tecnología y de disparo bastante rápido.
Las investigaciones revelan que “cada 28 horas un hombre negro es asesinado por la policía en los Estados Unidos”.
¿Colombia sigue el modelo de exterminio racial de USA?
Nuestros amigos activistas afrocolombianos Aiden Salgado, Jimmy Viera y Efraín Viveros, nos enviaron un informe espeluznante de cómo ha recrudecido la violencia racial en Colombia. Es violencia institucional, me escribe Aiden oriundo del famoso Palenque de San Basilio de Cartagena de Indias.
El asesinato, la semana pasada, de seis jóvenes afrocolombianos por supuestamente ser sospechosos en Bogotá evidencia esa violencia que ya se viene practicando en ciudades como Medellín, Cali y Bogotá.
Nos comenta Efraín que “Una compleja, triste y repudiable realidad desborda al repetirse agresiones a hombres, mujeres y jóvenes afrodescendientes en las localidades bogotanas de Ciudad Bolívar, Uribe, La Candelaria, Engativá, Suba, Bosa y vecindades de Soacha.
Efraín relata que “Luego del asesinato en Altos de Cazucá, en el mes de febrero, a manos de unidades de la Policía Nacional, del joven trabajador de origen chocoano Oscar David Rivas y las graves heridas sufridas por dos jóvenes afro que lo acompañaban, han sucedido agresiones físicas y verbales de grupos “neo-nazis” que se mueven a sus anchas en localidades como La Candelaria pues sus desafueros no son contenidos por la Policía Nacional.
Pero lo más grave es que las sucesivas agresiones ya incluyen 6 nuevos crímenes de jóvenes negros perpetrados en lo corrido del mes de abril, denunciados con detalle –entre otras organizaciones- por CEUNA y Conafro.
Esta realidad marca que asistimos a una limpieza étnico-social que llama a prender las alarmas y asumir retos mayores a las distintas vertientes del movimiento social y político del pueblo negro, afrodescendiente, palenquero y raizal en Bogotá y todo el país.
Los casos muestran un afianzamiento de acciones brutales con el hilo conductor de limpieza étnica-social que crean inseguridad para la vida y la integridad de la comunidad afro.”
Unos de los grandes problemas que tiene el sistema policial de toda Latinoamérica y de Estados Unidos es la formación criminalística sustentada en la antropología criminalista de Lombroso, un jurista italiano que definió la ciencia criminalista partiendo del estereotipo racial y definió que el delincuente por sus características era NEGRO.
Así en un tiempo se repitió y se sigue repitiendo lamentablemente, algunas veces, en nuestro país teniendo su punto máximo cuando el exalcalde Alfredo Pena contrató los servicios del superpolicía y racista de New York Williams Bratton, que también asesoró a la policía racista de Chacao en los tiempos del exalcalde Leopoldo López.
-por Jesús Chucho García en Alainet