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Atrocidades banderistas. Orgullosos de su crueldad


Preámbulo: Organizada por las organizaciones sociales y políticas nacionalistas Asamblea Social-Nacional y “Patriotas de Ucrania”, se ha celebrado esta semana en Odessa la “Marcha de los Héroes”, una procesión a la luz de las antorchas en la que participaron también soldados del Batallón Azov, de vuelta de la zona de la llamada “operación antiterrorista” debido a la rotación de tropas. 

El Batallón Azov está formado por activistas de la Asamblea Social-Nacional y según los organizadores de la marcha “inicialmente estaba considerado como un batallón del Sector Derecho”. Miembros del Sector Derecho, como ultras del equipo de fútbol, y otros “jóvenes patriotas” también tomaron parte en una marcha que amenazaba con convertirse en el principal evento ocurrido en la ciudad en las últimas fechas.

También se produjeron sendas marchas de los héroes en Kiev y Kharkov, aún no está claro con qué consecuencias para los residentes de esas ciudades. 

Estas consecuencias se verán más adelante, pero el hecho de que se hayan celebrado, así como el aniversario de la formación del Ejército Insurgente Ucraniano , da una oportunidad para recordar algunos de los “actos heroicos” grabados en la historia de este ejército.

Artículo original de Voennoe Obozrenie

Traducción de Nahia Sanzo

El 14 de octubre, para conmemorar el aniversario de la fundación del Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), algunos de sus miembros decidieron hacer un regalo exótico a su general: cinco cabezas recientemente cortadas a polacos. 

El general se mostró ciertamente conmovido tanto con el regalo en sí como por la creatividad de sus subordinados. 

Este entusiasmo asombró incluso a los alemanes. El Comisionado General del distrito de Volhinya, Obergruppenführer Schenne, rogó al obispo Polikarp Sikorsky que refrenara a su congregación: “los bandidos nacionalistas atacan a polacos desarmados e indefensos. Según los cálculos más recientes, al menos 15.000 polacos han sido masacrados. 

El asentamiento de Yanova Dolina ha dejado de existir”.

En los registros de la División “Galychyna” de las SS puede leerse: “20 de marzo de 1940. Nos han notificado de cierto insurgente ucraniano, inicialmente en Volhinya, pero que se rumorea que está ahora en Galicia, que hace alarde de que, armado solo con cuerdas, ha estrangulado él solo a 300 polacos. Es considerado un héroe”.

Polonia ha publicado docenas de tomos en los que se describen hechos similares de este genocidio. Ninguno de ellos ha sido refutado por los banderistas. Hay historias similares sobre la Armia Krajowa (el Ejército Local, fuerzas de resistencia polaca) que podrían llenar libros enteros. Se han planteado serias dudas sobre estas últimas alegaciones que los nacionalistas ucranianos siempre han utilizado para exculpar los crímenes del UPA-OUN.

Hay que reconocer al bando polaco que se haya molestado en recoger con mucho cuidado los datos de todo acto de compasión demostrado por los hombres y mujeres ucranianos. 

Para citar solo un ejemplo: en el pueblo de Virka región de Kostopolsky), la señora Francisca Dziekanska llevaba en brazos a su hija de cinco años, Jadzia, cuando fue mortalmente herida por una bala banderista. La misma bala que mató a la madre hirió también a la niña en la pierna.

 La niña permaneció durante diez días junto al cuerpo de su madre y sobrevivió comiendo grano. Finalmente, un profesor ucraniano la rescató. 

El hombre sabía a ciencia cierta cuál podía ser el precio de ese acto de generosidad hacia los extranjeros. En esa misma zona, los banderistas habían asesinado a dos niños ucranianos simplemente porque habían sido adoptados por una familia polaca. Agarraron por las piernas a Stasik Pavlyuk, de tres años, y golpearon su cabeza contra la pared.

Cualquier ucraniano que no mostrara su odio a los liberadores soviéticos corría el riesgo de encontrar ese mismo final. Ivan Revenyuk, alias Gordiy, miembro de la Organización de Ucranianos Nacionalistas (OUN, liderada por Stepan Bandera) testificaría más adelante: “Una noche trajeron a una chica de unos 17 años, o quizá menos, una chica normal del pueblo de Khmyzovo. La acusaban de haber asistido a fiestas junto con otras chicas cuando el Ejército Rojo estaba destinado en el pueblo. 

El miliciano Kubik (comandante del batallón Tury de la OUN) pidió permiso para interrogarla personalmente. Exigió que confesara haberse relacionado con los soldados enemigos. La chica juró por Dios y por todos los santos que no había ocurrido nada inapropiado. Él le contestó con una sonrisa: “vamos a ver”, mientras afilaba una estaca con un cuchillo. Después la empaló clavando la estaca en sus genitales.

Una noche bandidos atacaron al pueblo de Lozovoye, de población de etnia ucraniana, y asesinaron a más de 200 de sus habitantes en menos de dos horas. 

En casa de la familia Dyagun, los banderistas apuñalaron a tres niños. Al pequeño, Vladislav, de cuatro años, le cortaron las piernas. 

En casa de la familia Makukha, los asesinos encontraron dos niños: Ivasik, de tres años, y Josif, de diez meses.

 El pequeño se despertó en mitad de la noche y sonrió al extraño que lo levantaba enseñando sus pequeños dientes de bebé. Ese carnicero sin compasión abrió la cabeza del niño con un cuchillo y después regresó a por su hermano, al que mató con un hacha.

Otra noche, los banderistas secuestraron a toda una familia en el pueblo de Volkovyia y los llevaron al bosque, donde los torturaron solo por placer. 

Cuando se dieron cuenta que la mujer estaba embarazada, le abrieron el vientre y arrancaron el bebé para reemplazarlo por un conejo vivo.

“Su brutalidad excedía incluso el sadismo de las SS alemanas. Torturaron a nuestra gente, a nuestros campesinos. ¿Acaso no sabemos cómo asesinaron a niños pequeños, golpeando sus cabezas contra las paredes y aplastando sus cerebros? Estos asesinos cometieron terribles atrocidades”, afirmaba Yaroslav Galan (escritor y periodista ucraniano que expuso los crímenes de los partidarios de Bandera y que fue asesinado en 1948 en su propia casa de Lvov. Se encontró su cuerpo cortado por un hacha).

Otros grupos ucranianos, como la facción Melnyk de la OUN (Andrey Meknyk, fundador de la OUN en los años 20, y que se oponía al nazismo y a la violencia, fue expulsado de la OUN por Bandera, la facción Bulba-Borowets (que se negó a participar en el genocidio polaco), el Gobierno de la República de Ucrania Occidental en el exilio, o la Organización Herman (conservadora y monárquica) con base en Canadá, han denunciado con dureza las atrocidades cometidas por los banderistas.

Aunque ya sea demasiado tarde para las víctimas, algunos de los participantes en estas atrocidades comienzan a arrepentirse de sus crímenes. En junio de 2004, una mujer mayor se acercó a los editores del periódico de Lugansk “Sovetskaya Luganschina” y, al entregarles un paquete, les explicó que cumplía con la última voluntad de una amiga recientemente fallecida. 

Su amiga, que había nacido en Volhynia y que había participado en las actividades de los banderistas, se había arrepentido de sus actos al final de su vida y decidió que su confesión supondría al menos un pequeño paso para pagar por sus pecados.



“Yo, Nadezhda Timofeevna Vdovichenko, natal de Volhynia… Ruego el perdón póstumo para mí y para mi familia. Cuando lea esto yo ya no estaré (confió en que mi mejor amiga cumpla con su misión de entregar mi testimonio).

Éramos cinco hermanos en nuestra familia, todos nosotros ardientes banderistas: mi hermano Stepan, mis hermanas Anna, Olya, Nina y yo. Todos nos unimos a Bandera.

 Durante en día descansábamos en nuestras cabañas.

 Por la noche, conducíamos o caminábamos a pueblos de la zona. Teníamos órdenes de estrangular a cualquiera que albergara a rusos capturados, así como a esos rusos. Pero eso era tarea de los hombres. 

Las chicas solo ordenaban las ropas de la casa, los bienes, cuidábamos del ganado de quienes eran asesinados: matábamos a los animales, los despellejábamos, los preparábamos, los cocinábamos… Una vez, en una sola noche en Romanovo, estrangularon a 84 seres humanos. 

En realidad, estrangularon a los adultos y a los mayores. A los niños simplemente los cogían por las piernas y los golpeábamos contra la pared. 

Al terminar, nos íbamos. 

Nos sentíamos fatal por nuestros hombres: tenían tanto trabajo con esta tarea tan dura, que durante el día apenas podían recuperar las fuerzas para volver a matar la próxima noche. 

Algunos trataban de esconderse. Si no encontrábamos hombres, empezábamos con las mujeres.

En el pueblo de Verkhovka, la esposa de Tilimon Kovalchuk se negó a decirnos dónde estaba su marido. Ni siquiera quería abrir la puerta, ero la amenazamos y tuvo que dejarnos pasar. Le dijimos: “solo queremos hablar con tu marido, no vamos a haceros daño”. 

Dijo que estaba escondido en el pajar. Lo arrastramos fuera y le golpeamos hasta la muerte. 

Tenían dos niños, dos niños muy buenos: se llamaban Stepan y Olya, de doce y catorce años. La chica, simplemente la abrimos por la mitad. Eso nos libró de tener que matar a la madre, que murió de un infarto ahí mismo. Nos llevábamos a los hombres fuertes y sanos para nuestras filas: estrangular no es una tarea fácil. 

Dos hermanos de Verhkovka, Nicolay y Stepan, se negaron a estrangular a nadie y huyeron a su casa. Los condenamos a la pena de muerte. 

Cuando fuimos a su casa a por ellos, su padre dijo: “Si os vais a llevar a mis hijos, llevadme a mí también”. Nos llevamos a toda la familia. De camino, la hermana, Nadya, nos rogó que dejáramos ir a Nicolay. Nicolay le contestó: “Nadya, no te humilles. Bandera nunca ha mostrado clemencia a nadie”. Matamos a Nicolay, su padre, su madre y Nadya. Dejamos a Stepan y nos lo llevamos. 

Estuvo encarcelado dos semanas, en invierno, en una granja sin nada para calentarse, sin otra ropa que su ropa interior. Era golpeado con varas a diario. 

Queríamos que confesara dónde se escondían los demás miembros de la familia. Pero era fuerte y no les traicionó. La última tarde, después de que le pegáramos una vez más, pidió ir a las letrinas. El guardia lo llevó, pero en medio de una tormenta de nieve, consiguió escabullirse y huir. La gente local, Petro, Rimarchuk, Zhabsky, Puch, nos dieron toda la información.

Nos informaron de que en Novoselki, en la región de Rivne, una chica se había unido a Komsomol (organización juvenil del Partido Comunista). 

Se llamaba Motrya. La llevamos a Verkhovka. Un hombre mayor, Zhabksy, le arrancó el corazón cuando todavía estaba viva, mientras cronometraba cuánto tiempo seguía latiendo una vez arrancado. Más tarde, después de que llegaran los rusos, sus hijos quisieron que se erigiera un monumento, alegando que había luchado por Ucrania.

Había una chica judía. Tenía un hijo pequeño y había escapado del gueto. La capturamos en una emboscada den el bosque y la matamos ahí mismo… Uno de nuestros chicos banderistas se hizo amigo de unas chicas polacas. 

Cuando se supo, le ordenaron que las matara. Obedeció ahogándolas en el río. La madre vino gritando, llorando, preguntando si alguien había visto a sus hijas desaparecidas. Le dije “no. Pero vamos juntas a buscarlas”. 

La llevé al mismo lugar en el que habían ahogado a sus hijas y la empujé a la corriente. Teníamos órdenes de matar a todos los judíos, polacos, rusos, cualquier prisionero de guerra que hubiera escapado y quienes les hubieran ayudado.

 Había que matarlos a todos sin clemencia. Fuimos tras la familia Severin y los estrangulamos a todos. 

Pero su hija no estaba allí, vivía con su marido en otro pueblo. 

Cuando volvió y se encontró a sus padres muertos, comenzó a desenterrar todos los bienes que la familia había escondido. Los banderistas aparecieron, se llevaron todos los bienes y la enterraron en la misma caja que había desenterrado. Dejó a dos niños en casa. 

Si los hubiera llevado con ella, ellos también habrían acabado en la misma caja.

En nuestro pueblo había un hombre llamado Kubluyk. Lo habían enviado (las autoridades soviéticas) a la ciudad de Kotov, en la región de Kivertsky, para trabajar. 

No llevaba ni una semana cuando le cortaron la cabeza. Su vecino, Vasily, que estaba enamorado de Sonya, la hija de Kybluyk, la protegió. Los banderistas le dieron la orden de matarla, o si no… Vasily le dijo a Sonya: “Voy al bosque a por leña. Ven conmigo. 

Y ella lo hizo. Cuando volvió, estaba muerta. Su explicación fuer que la mató un árbol al caer.

En nuestro pueblo había un hombre muy vejo, Timofey Oytsyus. La gente le respetaba como a un profeta, porque nunca se equivocaba en sus predicciones. Cuando llegaron los alemanes, hasta ellos se hicieron eco de su fama. Le visitaban respetuosos y le preguntaban por su futuro. 

Él les dijo: “no me atrevo a enterarme, porque ¿qué pasa si es malo? ¿Me mataréis?”. 

Con ayuda de un traductor, los alemanes prometieron no hacerle daño dijera lo que dijera. Entonces, el vejo se quedó pensativo y dijo: “Llegaréis con rapidez a Moscú, pero huiréis de Moscú aún más rápido”. Los alemanes cumplieron su promesa y le dejaron ir. 

Pero cuando el viejo les dijo a los banderistas que sus asesinatos de ucranianos inocentes no les darían la victoria, le golpearon salvajemente hasta la muerte.

Ahora quiero hablar de mi familia. Mi hermano Stepan era un ferviente seguidor de Bandera, aunque el resto no nos quedábamos atrás. Todos luchamos por los banderistas, incluso yo, que estaba casada. Cuando vinieron los rusos, empezaron a detener a gente y a enviarla al exilio. 

Nuestra familia quedó proscrita. Mi hermana Olya hizo un trato con los soviéticos antes de partir y cooperó con ellos. Los soviéticos la dejaron ir, pero esa misma noche llegaron los banderistas y la estrangularon. 

Mi padre, mi madre y mi hermana Nina acabaron en Rusia. 

Mis padres ya eran mayores y estaban débiles y mi hermana, la única capaz de trabajar, se negó a trabajar para “los rusos”. Incluso le ofrecieron un trabajo digno como secretaria, pero les contestó que nunca aceptaría nada soviético, ni siquiera un bolígrafo. 

Siguieron intentando convencerla diciendo “vale, no quieres trabajar. Bien. Podemos dejar que vuelvas a casa si aceptas cooperar con nosotros y ayudarnos a llevar ante la justicia a los asesinos”. 

Firmó el trato sin pensarlo mucho y sin intención de cumplirlo. En cuanto pisó el pueblo, los banderistas la estaban esperando. Convocaron una reunión secreta en la que le condenaron a muerte “para mostrar a todos qué espera a los traidores”. Nunca he podido saber qué le hicieron.

Toda mi vida he soportado esta carga en mi corazón: creí a Bandera y hubiera matado a cualquiera que dijera una palabra equivocada sobre los banderistas. 

¡Qué Dios los condene para toda la eternidad!

 ¿Cuántas vidas inocentes pudieron destruir? 

¿Y ahora exigen que se les llame “defensores de Ucrania”?

 ¿De quién estaban “defendiendo” a Ucrania? 

¿De su propia especie? ¡Desalmados! 

¿Cuánta sangre hay en sus manos, a cuánta gente quemaron viva?

 Incluso aquellos que entonces fueron enviados al exilio no quieren volver a la maldita tierra de Bandera.

Os pido por favor, que perdonéis mis pecados”.

Publicado en “Sovetskaya Luganschina”, en enero 2004.

A continuación, una lista sobre las atrocidades contra la población civil que han sido documentadas, las torturas y asesinatos cometidos por la Organización de Ucranianos Nacionalistas y el Ejército Insurgente Ucraniano, todas ellas documentadas por las investigaciones oficiales.

  1. Clavar clavos en el cráneo.
  2. Arrancar cabelleras.
  3. Golpear el cráneo con un hacha.
  4. Golpear la frente con un hacha.
  5. Clavar una bayoneta en la sien de una víctima.
  6. Grabar un águila en la frente.
  7. Arrancar un ojo.
  8. Arrancar los dos ojos.
  9. Amputación de la nariz.
  10. Amputación de la oreja.
  11. Amputación de las dos orejas.
  12. Empalar a un niño.
  13. Atravesar la cabeza, de oreja a oreja, con un alambre.
  14. Amputación de labios.
  15. Amputación de la lengua.
  16. Rajar el cuello.
  17. Rajar el cuello y arrancar la lengua a través de la herida.
  18. Rajar el cuello e insertar objetos en la herida.
  19. Arrancar dientes.
  20. Romper la mandíbula.
  21. 1267077583_9-5Arrancar la boca de oreja a oreja.
  22. Taponar la boca mientras el detenido aún vive.
  23. Cortar el cuello con un cuchilo o una hoz.
  24. Golpear el cuello con un hacha.
  25. Arrancar la cabeza con un hacha.
  26. Rotar la cabeza 180º.
  27. Aplastar la cabeza.
  28. Decapitación con la hoz.
  29. Decapitación con guadaña.
  30. Decapitación con hacha.
  31. Apuñalar el cuello con hacha.
  32. Apuñalar la cabeza.
  33. Apuñalar el cuello con hacha.
  34. Arrancar trozos de piel de la espalda.
  35. Golpes con bayoneta en la espalda.
  36. Romper costillas.
  37. Golpear el corazón con cuchillos o bayonetas.
  38. Amputación del busto (mujeres) con la hoz.
  39. Amputación de genitales (hombres) con la hoz.
  40. Cortar el cuerpo en dos con una sierra de carpintero.
  41. Apuñalar el cuerpo de la víctima con cuchillo y bayoneta.
  42. Apuñalar embarazadas en el vientre.
  43. Adultos: rajar el vientre y sacar los intestinos.
  44. Rajar el vientre de embarazadas con avanzado estado de gestación y reemplazar el feto con un gato, conejo.
  45. Rajar el vientre y verter agua dentro.
  46. Rajar el vientre e introducir piedras en la herida para tirar a la víctima al río.
  47. Rajar el vientre de embarazadas e introducir cristales rotos.
  48. Arrancar los tendones.
  49. Introducir barras de hierro ardiendo por vagina o ano.
  50. Introducir piñas por la vagina.
  51. Introducir estacas afiladas por la vagina y empujarla hasta que saliera por la boca.
  52. Abrir el torso femenino con tijeras de jardinero desde el cuello a la vagina, arrancando los intestinos.
  53. Colgar a la víctima por los intestinos.
  54. Insertar una botella de cristal por la vagina y romperla.
  55. Insertar una botella de cristal por el año y romperla.
  56. Rajar el vientre, llenándolo de pienso de animales, para que sean estos los que arranquen los intestinos.
  57. Amputación de brazos.
  58. Apuñalar la palma de la mano.
  59. Amputación de dedos con un cuchillo.
  60. Amputación de manos.
  61. Quemar la palma de la mano con carbón del horno.
  62. Arrancar el talón.
  63. Arrancar el pie.
  64. Fracturar los huesos de las manos.
  65. Fracturar los huesos de las piernas.
  66. Serrar el torso con sierra.
  67. Amputación de ambas piernas con sierra.
  68. Verter carbón ardiendo sobre las piernas.
  69. Clavar las manos a una mesa, los pies al suelo.
  70. Clavar las manos y los pies a una cruz en una iglesia católica.
  71. Golpear el cráneo con un hacha.
  72. Cortes con hacha por todo el cuerpo.
  73. Mutilar el cuerpo con un hacha.
  74. Romper huesos de las extremidades.
  75. Clavar la lengua de un niño a la mesa para que el niño quede colgando de la mesa.
  76. Mutilar el cuerpo de un niño.
  77. Rajar el vientre de un niño.
  78. Clavar a un niño a la mesa con bayoneta.
  79. Colgar a un niño por sus genitales.
  80. Golpear las articulaciones de piernas y brazos de un niño.
  81. Asfixiar a un niño cubriendo su boca con trapos.
  82. Arrojar a un niño a un pozo.
  83. Arrojar a un niño a una casa en llamas.
  84. Aplastar la cabeza de bebés.
  85. Empalar a un niño.
  86. Colgar a un cura por los pies en el púlpito de una iglesia católica.
  87. Colgar a una mujer de un árbol y amputar el busto, la lengua, rajar su vientre y arrancarle los ojos.
  88. Clavar a un niño a la puerta.
  89. Colgar a un niño de un árbol.
  90. Colgar a víctimas de los árboles por los pies.
  91. Arrojar a la víctima a una fogata mientras chicas bailan y cantan alrededor.
  92. Apuñalar el cuerpo con una estaca.
  93. Atar a la víctima a un árbol y usarla como blanco de disparos.
  94. Arrojar a la víctima desnuda en el bosque.
  95. Asfixiar a la víctima.
  96. Arrastrar un cuerpo atado por el cuello.
  97. Atar a una mujer de pies y manos y rajar su busto.
  98. Rajar el torso con cadenas.
  99. Arrastrar un cuerpo atado a una carreta por la carretera.
  100. Arrastrar el cuerpo de una madre y sus hijos por la carretera (atados los unos a los otros)
  101. Atar a una víctima con alambre.
  102. Atar a varias víctimas juntas con alambre.
  103. Atar un cuerpo con alambre y verter agua helada.
  104. Enterrar un cuerpo hasta el cuello.
  105. Enterrar un cuerpo hasta el cuello y decapitarlo.
  106. Desgarrar el cuerpo atándolo a dos caballos en dirección opuesta.
  107. Arrojar a adultos a una casa en llamas.
  108. Prender fuego a una víctima.
  109. La antorcha de Nero, prender fuego a la paja que rodea a la víctima.
  110. 1267077687_9-2Apuñalar a la víctima por la espalda y dejar ahí el cuchillo.
  111. Arrojar a un bebé al fuego.
  112. Arrancar la piel de la cara.
  113. Clavar estacas en las costillas.
  114. Colgar a la víctima de un alambre.
  115. Arrancar la piel del cuerpo de la víctima y verter tinta o agua hirviendo en las heridas.
  116. Atar a la víctima a un pilar y usarla como blanco de lanzamiento de cuchillos.
  117. Atar las manos con alambre.
  118. Infligir heridas mortales con una pala
  119. Clavar las manos al umbral de la puerta de una casa.
  120. Arrastrar por la carretera a una víctima con las piernas atadas.
http://slavyangrad.es/2014/10/15/la-marcha-de-los-heroes/

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