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Los curas Felipe, Mariano y José, delatados por el arzobispo, "han sido y son un vivo testimonio de fidelidad a Jesucristo y a una Iglesia misionera comprometida con los que sufren",CECH

Luego que el fin de semana pasado se supiera que el cardenal Ricardo Ezzati delató a 3 sacerdotes ante el Vaticano, más específicamente a la congregación para la doctrina de la fe (la ex inquisición), por sus críticas a la línea que ha seguido la iglesia católica en nuestro país en temas como la reforma educacional gobiernista, el aborto, el matrimonio homosexual y la desigualdad social imperante, se ha levantado un gran cuestionamiento por tan vil y torcida actitud.

Ezzati considera como “conflictiva y crítica a su conducción” la posición de los destacados sacerdotes jesuitas Felipe Berríos, Mariano Puga y José Aldunate.

 La notificación oficial del Vaticano a los sacerdotes que no son del agrado del reaccionario cardenal y de la iglesia oficial aún no ha llegado, pero se espera que esto ocurra dentro de las próximas semanas. 

Una vez recibida, el nuncio apostólico, Ivo Scapolo, sostendrá audiencias individuales con Puga, Berríos y Aldunate para discutir la situación que tanto molesta a su eminencia.

En todo caso, parece que Ezatti se fue sólo por las de él y por algún sector reaccionario de la curia. El lunes 13, la Conferencia Episcopal de Chile (CECH) lanzó inéditas críticas al cardenal, a la par que lo hacían blanco de sus ácidas detracciones dirigentes políticos de todos los sectores, todo ello por su villana actitud frente a unos sacerdotes reconocidos desde tiempos de la dictadura por su compromiso con la defensa de los DDHH y sociales, en particular con las comunidades pobres, indígenas y los homosexuales. 

Para gran parte de la comunidad los curas denunciados por Ezzati "han sido y son un vivo testimonio de fidelidad a Jesucristo y a una Iglesia misionera comprometida con los que sufren", según señaló el vocero de la CECH, el diácono Jaime Coiro. 

El portavoz señaló, además, que la denuncia de Ezzati careció del apoyo institucional de los obispos. "(La acusación) corresponde a la competencia del Arzobispo, no de la Conferencia Episcopal", agregó Coiro.

El cura Puga, un destacado luchador en contra de la dictadura cívico-militar y luego, en estos años de falsa democracia, señaló que esperará conversar con su congregación con el fin de aclarar primero las posturas y planificar una defensa.

 Luego, también este martes, declaró muy decentemente respecto de Ezatti y sus acusaciones: “Me da pena la línea de confrontación contra su persona y su imagen. Me siento en profunda comunión con él”.

Por su parte, el cura Aldunate, otro histórico luchador por los DDHH, lamentó la delación del cardenal. "Se le fue la mano, ha sido una precipitación, un error que yo creo que en Roma no va a tener ninguna consecuencia", señaló conciliadoramente. 

El nonagenario y combativo sacerdote informó, además, que "he conversado con Puga sobre este tema y estamos de acuerdo en no darle mayor importancia". Recientemente, ambos habían quedado en la mira de Ezzati por haber apoyado la unión entre homosexuales.

Todo este despropósito del arzobispo es repugnantemente injusto, tanto más si se considera que él nada ha dicho sobre la pandilla de curas pederastas que han hecho noticia en el último tiempo. Ha llegado, inclusive, a ocultar a algunos de estos criminales. 

Cuando en enero el papa Francisco lo designó cardenal, uno de los afectados y denunciantes por pederastia del tristemente célebre cura Karadima, James Hamilton, se lamentó y dijo sentirse “abrumado” por el anuncio del papa Francisco, señalando que el jefe de la iglesia católica en Chile tiene “un prontuario de encubrimiento” de casos de abusos. 

Hamilton afirmó que el nombramiento cardenalicio por parte del Papa, “es una cosa absolutamente impresentable; (…) Nombrar a Ezzati, después de haber abandonado, desoído; una iglesia que permitió y que sigue permitiendo el abuso de tanta gente que confía en ella; en una persona que ya tiene un prontuario de encubrimiento” de casos de abusos sexuales. 

El denunciante de Karadima señaló que el arzobispo de Santiago conoció “hechos flagrantes, en que pudo haber detenido a estos sacerdotes; los transfería de un lugar a otro; para qué decir la burla que nos hizo a nosotros cuando José Andrés Murillo (otro denunciante) se presentó ante él, mucho años antes de que saliera a la luz pública lo de Karadima, y después negando, que él no había recibido a nadie”.

Hechos como los citados nos ayudan a entender el porqué de los resultados de un informe de la encuestadora Latinobarómetro,[1] de abril pasado, en que se indica que Chile y Uruguay son los países de la región donde más disminuyeron los católicos. En referencia a dicho informe, Juan Cruz, otro de los profesionales abusados por Karadima, sentenció entonces: "(…) Chile ha perdido la mayor cantidad de católicos de los países de la región. 

Con obispos como Ezzati y Errázuriz (…) (los fieles) no van a volver". Entre los 18 países estudiados, en Chile y Uruguay quienes abandonaron el catolicismo se volvieron agnósticos o ateos.

Al parecer, Ezzati y otros como él, son de los peores tuertos que existen; aquellos que miran con ojo avizor e inquina hacia los justos, pero usan el ojo ciego para evitar ver a los criminales y a los pecadores que les rodean en su misma grey.

COLECTIVO ACCIÓN DIRECTA-CHILE
Octubre 15 de 2014

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