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Acta De Independencia De Centro América


PUNTO DE PARTIDA… Proceso soberano de independencia ,bicentenario de la independencia de Centroaméricana, 15 de septiembre de 1821 – 2021

En memoria del presbítero, maestro y doctor Tomás Ruiz Romero

(Chinandega,1777 – ¿Guatemala o Chiapas, 1819-20?)

Prócer independentista y por la emancipación indígena.



La grandeza de una patria no se mide por la extensión de su territorio Sino por la dignidad y honor de sus hijos.
– Francisco Morazán Quesada (Tegucigalpa, 1792, San José, C. Rica, 1842)

Únanse, brillen, secúndense, tantos vigores dispersos; formen todos un haz de energía ecuménica.

Rubén Darío (Metapa, 1867 – León, 1916)

Resumen ejecutivo:

La independencia de Guatemala, asumida en Centroamérica, fue un proceso político, social e institucional, inicialmente conservador, que se declaró desde la cúpula del poder para conservar cargos y privilegios de los criollos y clases dominantes al separarse de la monarquía española.

 La primera fue el Acta del 15 de septiembre de 1821 que llevó a la Anexión al Imperio mexicano; la segunda, la independencia del Imperio y la constitución de la República Federal de Centro América el 1 de julio de 1823 , y finalmente, la disolución de la Federación (1839) declarándose independientes y soberanas las cinco repúblicaspara iniciar un complejo camino no ajeno a intereses de potencias externas, agresiones y amenazas económicas, políticas y militares aunadas con cómplices traiciones internas para limitar la independencia de las naciones.

La Guerra Nacional de Centroamérica que expulsa al invasor filibustero, por sus circunstancias y consecuencias, fue una reafirmación de la independencia .

En Nicaragua, la Revolución Popular Sandinista (1979) , confirma la Independencia al desmantelar las estructuras neocoloniales e iniciar una nueva institucionalidad para un orden social, económico y político más justo y solidario, relaciones internacionales de dignidad, cooperación y no intromisión en los asuntos internos .

Desde el idioma, conquistando España, se impuso en la lengua española, el Padre del Modernismo, Rubén Darío, Prócer de la Independencia Cultural.

El Acta de Independencia de Centro América expedida en el Palacio de los Capitanes Generales de Guatemala el sábado 15 de septiembre de 1821, fue un acto político, de evidencias consecuencias jurídicas e históricas, firmado con premura por considerarlo inevitable, entre representantes de las autoridades monárquicas españolas y criollos de la élite política, religiosa, académica y económica, por las razones que el mismo documento indica al final del Acuerdo 1º.: “prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”.

Fue un movimiento fuerte de españoles nacidos, viviendo y/o de servicio en Centro América que no implicó participación política activa ni mejoría para las condiciones de vida de los indígenas, afrodescendientes, campesinos y los más pobres de las ciudades. 

En realidad, no fue consecuencia de la resistencia indígena ni de la lucha popular, que en general fue sofocada, ocultada o excluida, sino una obligada y necesaria acción afín a los intereses de las clases privilegiadas, con acceso al poder político monárquico, a pesar que no faltaron las voces que propugnaban posiciones más radicales en aquella etapa histórica, muy cerca en el tiempo, pero lejana en distancia y propósito, al ímpetu liberal de la Revolución Francesa (1789-1799). Lo inmediato fue debatir la independencia,

El documento de Independencia y el contexto en el que ocurre, refleja la pugna de tres corrientes predominantes:

1) la de los que querían que se preservara el gobierno español, una especie de modelo colonial matizado y actualizado a las condiciones de desarrollo del siglo XIX, frente a la evidente decadencia de la metrópolis,

2) los que anhelan la independencia de España para continuar sometidos al nuevo imperio conforme al Plan de Iguala del 21 de febrero de 1821, que declaraba la independencia de México manteniendo la monarquía encabezada por Fernando VII (o designado) y establecía la religión católica como único

3) quienes ansían proclamar la independencia general y absoluta del reino de España para conformar una nueva entidad política de acuerdo a las necesidades de Centro América.

El texto del Acta, (consta de 18 acuerdos, enumera erróneamente 19; el 9º. fue omitido), fue redactada por el jurista, filósofo, periodista y político hondureño Dr. José Cecilio del Valle (Choluteca, 1777 – Guatemala, 1834), y asentado en el libro de la Junta de Notables por don José Domingo Diéguez. 

Del Valle representaba, como principal cabeza visible en la contradicción ideológica irreconciliable del debate, no la causa justa de la libertad y la independencia absoluta del presbítero salvadoreño José Matías Delgado, sino posiciones moderadas, más próximas a la monarquía española de sometimiento como vasallos de Fernando VII (Lardé, Jorge, 1953). 

Dice el sabio jurista: “Yo tuve el honor de haber escrito el acta memorable del 15 de septiembre de 1821, la primera de nuestra independencia y libertad, recibido con entusiasmo por los pueblos de esta nación y reimpresa con elogio en otras”. 

Después de aquel evento, desde su posición conservadora, estuvo a favor de la Independencia y en contra de la Anexión México expresando argumentos legales y morales.

Al firmar dicha acta se mediatizaba el impulso popular revolucionario que podría arrasar con todo y desplazar a los funcionarios de la Capitanía General nombrados por el monarca español, conservaban la esencia de las estructuras coloniales o tratarían de “reformarlas”, conservan su autoridad en las nuevas condiciones de separacion de espana. El documento reconoce en la introducción: “los deseos de Independencia del gobierno español que por escrito y de palabra ha manifestado el pueblo de esta Capital”, que hay un “clamor de Viva a la Independencia que repetía de continuo el pueblo que se vio reunido en las calles, plaza, patio, corredores y antesala de este palacio” e identifica “la gravedad y urgencia del asunto” (Acuerdo 6º.) que los obliga a reunirse y convocar al Congreso.

Hay, en los dos primeros acuerdos un sentido dubitativo que refleja la pugna de las posiciones en la declaración. 

Por un lado, el Acuerdo 1º. manda que se conforme el Congreso y el Acuerdo 2º. indica que se circulen oficios a las provincias para que “sin demora alguna se sirvan proceder a elegir diputados o representantes suyos”, quienes deberán concurrir a Guatemala capital, para “decidir el punto de Independencia y fijar, en caso de acordarla , la forma de gobierno, y ley fundamental que deba regir”. Esto podría llevarnos a afirmar que el Acta del 15 lo que hace es iniciar un proceso para convocar al Congreso con los delegados de las provincias, quienes decidirán para confirmar o no, según se deriva del texto ambiguo, la declaración anunciada. Ese mismo Congreso, según lo expresado, determinará la forma de gobierno y la ley que deberá regir. La frase “en caso de acordarla” , deja la puerta abierta para rechazarla, pero también, según el interés del grupo pro-imperialista,promover la anexión al imperio mexicano, de tal forma que se salga del régimen monárquico y se caiga en la tutela imperial.

El proceso de Independencia inicia con las mismas estructuras, normas y funcionarios monárquicos, no las desmantela ni desplaza, por eso afirmamos que es de naturaleza conservadora. Manda que las elecciones de los representantes de las provincias que integrarán el Congreso sean elegidos “en proporción de uno por cada quince mil individuos, sin eliminar –este es un avance social importante- de la ciudadanía a los originarios de África” (Acuerdo 4º. ), a través de las “juntas electorales de provincia que hicieron o debieron hacer las elecciones de los últimos diputados a Cortes” (Acuerdo 3º.). La convocatoria se establece, según el Acuerdo 6º., para el día primero de marzo de 1822. El Acuerdo 7º. enfatiza que “las autoridades establecidas, sigan estas ejerciendo sus atribuciones respectivas con arreglo a la Constitución,

Otro asunto que reafirma el carácter tradicional del Acta es lo enunciado en el Acuerdo 11º.: “Que la Religión Católica, que hemos profesado en los siglos anteriores, y profesaremos en lo sucesivo, se conserve pura e inalterable, manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha distinguido siempre a Guatemala…”. La posición radical de la revolución liberal, no tuvo cabida al inicio del proceso de independencia, fue postergada y en general, en el devenir histórico, no se intentó fracturar el estado clerical prevaleciente que subsistió en Centro América finales hasta del siglo XIX cuando fue posible iniciar, aunque de manera parcial, la separación del Estado y la Iglesia.

El militar y jefe político, Gabino Gaínza y Fernández (Vizcaya, ¿1753? – México, 1829), nacido en el País Vasco, España, durante la década del cincuenta del siglo XVIII, hizo carrera al amparo de la monarquía. 

Fue enviado a Chile, por el virrey del Perú, don José Fernando Abascal (1814), para enfrentarse, al lado del ejército realista, la guerra contra los independentistas chilenos. Después de un incidente judicial del que fue absuelto (1816), sin abandonar sus posiciones monárquicas, pasó a la jurisdicción del Virreinato de Nueva Granada, a principios del 1820 obtuvo el cargo de General Subinspector de las fuerzas en el Virreinato de Nueva España (México ) y el 5 de marzo de 1821 fue designado Jefe Político Superior de la Provincia de Guatemala, y como militar, capitán general. 

Gaínza, junto a otros, se adaptó con habilidad oportunista a las circunstancias independentistas que ocurrieron en México y América del Sur y convocó al cabildo en la ciudad de Guatemala. 

Al firmar el Acta se convirtió en presidente de la Junta Provisional Consultiva con delegados que representaban a Chiapas, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica (15 de septiembre de 1821 – octubre de 1822). 

El Acuerdo 8º. designa “Que el señor Jefe Político Brigadier don Gabino Gaínza continúe con el Gobierno Superior Político y Militar y para que este tenga el carácter que parece propio de las circunstancias, se forme una Junta Provisional consultiva”, y el siguiente acuerdo indica que “esta Junta consulta provisional al Señor Jefe Político en todos los asuntos económicos y gubernativos dignos de su atención”.

El Acta incluye otra ambigua discusión saldada en el resto del texto y por las repercusiones conocidas del instrumento jurídico que surtió efecto en fechas posteriores (“cuando se aclaren los nublados del día”, dijeron en León), en todas las provincias de la extinta Capitanía General. Es la duda que si en realidad se declara la Independencia de la Provincia de Guatemala o de toda la Capitanía General. 

En la introducción el texto, al referirse a las recientes proclamas de independencia en Ciudad Real y Tuxtla dice que “excitan a que se haga lo mismo en esta ciudad”, y en el acuerdo 1º.: “Que, siendo la Independencia del gobierno español , la voluntad general del pueblo de Guatemala…”. En consecuencia, Gaínza se erige en el primer gobernante de facto de la Provincia de Guatemala (15 de septiembre de 1821 – 23 de octubre de 1822). En el acuerdo 13º.

Aquella Acta que declaraba de prisa y centralizada la Independencia de España desde la sede del poder político de la monarquía peninsular en Centro América, se constituye, por las consecuencias y la sucesión de los acontecimientos de doscientos años, en la Primera Independencia (15 de septiembre de 1821).

Después de ella, tuvo que venir, al superarse la imposición conservadora imperialista que llevó a la Anexión de las provincias de Centro América (5 de enero de 1822) al efímero primer imperio mexicano al frente de Agustín Iturbide, una Segunda independencia que ocurre cuando se separan (1 de junio de 1823) y constituyen la República Federal de Centro América a partir de las Provincias Unidas de Centro América inicialmente por Chiapas (se anexó a México en 1824), Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, propone su capital en Guatemala (hasta 1834) y su Constitución en noviembre de 1824. Según José Coronel Urtecho (p. 291) ): “la unión de Centroamérica con México significaba, al menos en principio, la continuidad de la autoridad real, lo mismo que lo de la ortodoxia católica y de la influencia del clero”. Para Aldo Díaz Lacayo (p. 101) “la independencia se dio en dos pasos: uno fallido el 21 de septiembre de 1821 y el otro triunfante de 1823” (en 2023 serán 200 años).

La Tercera independencia de ese intenso proceso político de conflictos y guerras civiles ocurre con el fin de la Federación en febrero de 1839, al concluir el mandato de Francisco Morazán Quezada (Tegucigalpa, 1792 – San José CR, 1842), separándose cada provincia para crearse las repúblicas soberanas, libres e independientes, realizándolo primero Nicaragua (30 de abril de 1838) , Honduras (5 de noviembre de 1838) y Costa Rica (14 de noviembre de 1838), después Guatemala (17 de abril de 1839) y finalmente El Salvador (2 de febrero de 1841). Podemos decir, que esta es la tercera independencia, o la etapa final del proceso iniciado con el Acta del 15 de septiembre de 1821 al separarse de España .

Aunque no hay censos poblacionales disponibles de la época, se estima, según diversas fuentes, que, al momento de concluir la Federación, había 1.9 millones de habitantes, de los cuales 39% eran mulatos, 36% indígenas y 25% blancos, los criollos más representativos de este último grupo poblacional fueron quienes se involucraron en el particular proceso independentista de Centro América desde inicios del siglo XIX hasta la constitución de las repúblicas soberanas. Se estima que el 51% habitaba en la provincia de Guatemala y Costa Rica era la menos poblada (6%). Chester Zelaya (1971) toma de González Saravia (pp. 17-19) que las principales poblaciones de Nicaragua al momento de la independencia eran León (32 mil), Granada (10,233), Nicaragua o Villa de la Purísima Concepción de Rivas (22,000 ), Masaya (10 mil), Managua (9,500), Subtiava (5, 223) y Chinandega (6,500), -unos 95 mil hab.-, quizás, considerando otras poblaciones secundarias (entre ellas: Juigalpa, Matagalpa, Jinotepe, Diriamba), el total de habitantes de la provincia podría ascender a 150 mil hab. (8 % de CA).

Podemos identificar, desde 1838, diversos acontecimientos de injerencia externa o intervención con complicidad interna que pretendieron desconocer, socavar o limitar la independencia y la soberanía de las naciones centroamericanas en función de intereses de potencia extranjera. La presencia colonial de España e Inglaterra primero, y después, el ánimo expansionista imperialista de Estados Unidos, desde la Doctrina Monroe (1823). Esos sucesos llevaron a la necesidad de defender y reafirmar una y otra vez la independencia alcanzada. Siguió a la constitución de las repúblicas la agresión filibustera de William Walker (1856-57) que condujo a la Guerra Nacional de Centroamérica para expulsar al invasor esclavista que se proclamó presidente de Nicaragua y pretendía su ambición expandirse en las incipientes naciones. El triunfo de Centroamérica unida frente al agresor fue una reafirmación de Independencia, o quizás la Cuarta independencia .

Aparentemente fue superado el colonialismo típico de tiempos precedentes durante el siglo XX. Las antiguas potencias coloniales europeas, los nuevos imperios en expansión, las recién creadas instituciones económicas y políticas multilaterales, los extendidos tentáculos de las transnacionales capitalistas, impusieron en los llamados países en vías de desarrollo una nueva forma de sometimiento neocolonial, múltiples mecanismos de injerencia y dependencia, injustas relaciones de intercambio, créditos onerosos, gobiernos títeres y sumisos, diversos instrumentos de presión, amenaza y sanción para limitar la soberanía, condicionar la independencia, fracturar la dignidad y la integridad territorial y social de los pueblos.

Centroamérica, no estuvo ni está exenta de injerencias y agresiones externas, incluso en estas dos décadas del siglo XXI padece las consecuencias del pasado y las perturbaciones del presente, del despiadado atropello en el que títeres locales y la carencia de una visión de nación digna y soberana se han prestado de manera oportunista a ser actores de potencia extranjera y transnacionales afectando el proceso de desarrollo nacional y de integración regional. Hubo imposición de gobiernos militares bajo tutela de Estados Unidos, golpes de estado militares y de nuevo tipo promovidos por instrumentos locales, ataques o guerras de agresión utilizando el territorio de algún país para invadir al otro, financiamiento y promoción de liderazgos artificiales y dependientes con plataformas políticas y económicas afines al interés exógeno, imposición de modelos ajenos a las necesidades nacionales y populares, explotación despiadada de los recursos naturales y humanos, desplazamiento de la identidad y de los valores culturales e históricos por una absorbente y global cultura consumista, efímera y desarraigada, y la más reciente, sobredimensionada y compleja red mediática y virtual para manipular y desinformar, desestabilizar y confundir, desnaturalizar, someter y condicionar. ¿Cuántos intentos hubo para frustrar la independencia de las pequeñas naciones centroamericanas?

No olvidemos la sangrienta invasión norteamericana a Guatemala en 1954 para derrocar el gobierno legítimo y frustrar el proceso democrático que, a partir de la Revolución del 20 de octubre de 1944, Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz, impulsaban con éxito reformas sociales, económicas y políticas para favorecer a las clases tradicionalmente excluidas y asumir el rumbo de independencia y soberanía proclamado en 1821. Aquella invasión tuvo dramáticas consecuencias para el pueblo guatemalteco durante más de cuatro décadas, ha dejado profundas lesiones de dolor, violencia, corrupción, pobreza y exclusión en la vida social e institucional en la nación más multicultural con la mayor población maya (55%) de la Región.

Nicaragua, con abundantes recursos naturales, una privilegiada posición geopolítica y la mayor extensión territorial de las cinco naciones, vio interrumpida la reforma nacionalista liberal de fines del siglo XIX por la injerencia norteamericana (1909) y la intervención militar de 1912 a 1933 que fue enfrentada por el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional en la Guerra Antiimperialista de Augusto C. Sandino, Héroe Nacional de Nicaragua, logrando una victoria militar, la primera vergonzosa derrota para los marines invasores, quienes constituyeron un ejército de ocupación, la Guardia Nacional, para instalar una de las dictaduras militares más sangrientas y prolongadas de América Latina hasta el triunfo de la Revolución Popular Sandinista el 19 de julio de 1979, cuando fue derrocada y reafirmada la Independencia, la que podríamos llamar la Quinta independencia. Ella permitió desmantelar las estructuras oligarcas, neocoloniales y excluyentes, se inició el establecimiento, desde un modelo auténtico, una nueva institucionalidad democrática y popular para un orden social, económico y político más justo, solidario y equitativo, relaciones internacionales de dignidad y respeto, de solidaridad y no intromisión en los asuntos internos, conforme el derecho internacional, con todas las naciones del mundo.

Finalmente, imposible de obviar, debemos reconocer que desde Nicaragua, Centroamérica, desde la periferia política, económica y cultural de la segunda mitad del siglo XIX, surgió, como un acontecimiento inesperado, fuera de todo pronóstico, imposible de prever, desde circunstancias adversas de origen y del entorno, remando contra la corriente, quien habría de proclamar, desde el idioma, invadiendo el sur y el norte, conquistando España, imponiéndose contundente en las letras, en la poesía y la prosa de la lengua española, el Padre del Modernismo Literario, Rubén Darío, reconocido Prócer de la Independencia Cultural en la Constitución Política de Nicaragua y declarado, por el Parlamento Centroamérica (PARLACEN), Prócer de la Unidad de Centroamérica (Asamblea plenaria del 19 de febrero de 2021). Darío, unionista centroamericano, nicaragüense de origen, salvadoreño, hondureño, guatemalteco y costarricense por las influencias, afectos y afinidades indisolubles, orgullo universal de dignidad hispanoamericano.

Muchas gracias.

Nota:

Ponencia en transmisión virtual de Francisco Javier Bautista Lara el viernes 1º. de octubre de 2021 en el conversatorio Centroamericano: “Política, Literatura y arte, pasado y presente, dentro del marco del Bicentenario”, promovido por el grupo Político Cultural Coquimbo y el Departamento de Letras y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).

Algunas fuentes bibliográficas:

Alcaldía de Managua. (2021). El acta de independencia de Centro América. Jorge Lardé y Lurín (1953). Revista de la Alcaldía de Managua, No. 2.
Arellano, Jorge Eduardo; Kraudy, Pablo. (2021). Nicaragua: Independencia y frustración republicana (1808-1854). Fondo Editorial El Güegüense. Instituto Nicaragüense de Cultura. Managua, Nicaragua, enero 2021.
Coronel Urtecho, Josè. (2001). Reflexiones sobre la historia de Nicaragua. De la colonia a la independencia. Fundación Vida. Colección Cultural de Centro América, Serie Histórica No. 13, Managua, Nicaragua.
Díaz Lacayo, Aldo. (2021). Sincerar la historia. Bicentenario de la Independencia de Centroamérica. Fondo Nicaragüense de Cultura, Managua, Nicaragua, septiembre 2021.
Zelaya, Chester. (2004). Nicaragua en la Independencia . Fundación Vida. Colección Cultural de Centro América, Serie Histórica No. 16. Managua, Nicaragua.

Managua, jueves 15 de septiembre de 2021.

https://franciscobautista.com/2021/09/15/acta-de-independencia-de-centro-america-punto-de-partida-proceso-soberano-de-independencia/

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