Entre los 114 religiosos cristianos asesinados por la última dictadura deben contarse (y grabarse a fuego y recordarse) los nombres de los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Duffau, así como los de los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti.
Ellos, los cinco Palotinos, fueron acribillados a mansalva la madrugada del 4 de julio de 1976, cuando se hallaban descansando en dependencias de la parroquia de San Patricio, barrio de Villa Urquiza, Buenos Aires.
Los nombrados cumplían con su misión pastoral, principalmente, en una villa miseria llamada Bajo Belgrano, al norte de la ciudad y junto al río. Los que podían decir misa, además, como Kelly, en los sermones solían hablar de los pobres y denunciar las injusticias.
Fue por esos “pecados”, fue por esos “delitos”, que se convirtieron en blanco de un grupo de tareas criminal despachado (como pudimos saber después, gracias a una investigación periodística) desde la Escuela de Mecánica de la Armada.
Hechos previos a la masacre
Una semana antes de los asesinatos, la congregación celebró una reunión en la que se discutió la posición que debía asumirse ante el terror que se propagaba desde el poder.
En ese encuentro, según testimonios dados por religiosos que asistieron, el Padre Alfredo José Kelly sostuvo que él no podía callarse, y que continuaría con su compromiso con "los que estaban sufriendo".
En los días previos a la masacre, Kelly les comunicó a sus allegados que circulaban escritos que lo vinculaban con grupos guerrilleros, y les contó un sentimiento que pareció premonitorio: "Sé que hay gente que me quiere matar, pero si lo hacen se van a arrepentir".
El objetivo de sembrar el terror, la confusión y el miedo con el asesinato de los Palotinos se cumplió desde un primer momento.
Los cuerpos de las víctimas fueron alineados por sus verdugos en el piso, para que así los encontraran por la mañana.
Y hubo pintadas y carteles insultantes dejados en la escena del crimen.
Y hasta la reproducción de un cuadro de historieta (“Mafalda”, de Quino) sirvió para terminar la befa sobre los caídos.
Así funcionaban las patotas de la Triple A en los años que precedieron a la dictadura. Y así funcionaron a partir de 1976, cuando las reemplazaron grupos de tareas mixtos, integrados por civiles y por efectivos de las distintas fuerzas armadas.
Lo único que no había cambiado era el poder en las sombras que las comandaba.
Los acribilló una patota que dejó inscripciones en las paredes acusándolos por ser curas tercermundistas.
Los vecinos pudieron ver a un Peugeot negro frente a la Parroquia, que permaneció estacionado durante horas con cuatro hombres adentro. De hecho, esto despertó las sospechas de Julio Víctor Martínez, hijo de un militar, quien pasaba la noche con unos amigos, pero se acercó a la Comisaría 37 para hacer una denuncia por el auto.
Según declararon luego sus amigos, Luis Pinasco y Guillermo Silva, se acercó un patrullero y frenó junto al vehículo, pero luego de que intercambiaran unas palabras la Policía prosiguió su camino.
Por la mañana, se reunió un grupo de personas que esperaba para la primera misa, pero nadie abría la puerta. Entonces, el organista de la parroquia, Fernando Savino, decidió abrir una ventana para entrar a ver.
Lo que encontró el adolescente en el primer piso fueron los cuerpos de los cinco hombres, boca abajo, sobre una alfombra cubierta de sangre. Cuando logró recuperarse pidió que nadie entrara a la casa parroquial y dijo lo primero que cruzó por su mente: que los habían asaltado.
Pero había leído sobre las paredes las frases de odio que habían dejado escritas los asesinos: “Por los camaradas dinamitados en Seguridad Federal. Venceremos. Viva la patria” y “Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son MSTM” (Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo).
Además, robaron objetos y papeles de la parroquia y dejaron sobre el cuerpo de Doval el afiche de un dibujo la tira Mafalda, de de Quino, donde se ve a un policía y se nombra al “palito para abollar ideologías”.
Los jueces a cargo de la cuasa, dictaminaron que no se había podido determinar la autoría de la masacre, y cerraron el expediente en 1977
En 1984, con el retorno de la democracia el fiscal Aníbal Ibarra solicitó al juez Néstor Blondi el procesamiento de Romano y del comisario Rafael Fensore. Sin embargo, tres años después, la causa fue declarada prescripta por el magistrado.
Con el regreso de los juicios por la verdad durante el mandato del expresidente Néstor Kirchner, una tercera investigación judicial fue abierta por el juez Sergio Torres en el marco de la Megacausa ESMA, que investiga los crímenes de lesa humanidad cometidos por los represores que actuaban en ese centro clandestino de detención.
Entre los juicios por delitos de lesa humanidad que se encuentran a mitad de camino –por sucesivos boicots de las corporaciones militares, judiciales y hasta religiosas- está el de los mártires Palotinos. Diligencias interminables, exhortos que no se contestan y verdugos que disfrutan de la “impunidad biológica” de dejar que pase el tiempo.
De acuerdo al Nunca Más, el ex oficial de la Policía Federal Peregrino Fernández, declaró que el crimen «coincidió en el tiempo con la recepción de otra carpeta confidencial que contenía documentación perteneciente a los padres palotinos… el cura párroco Alfredo Leaden y Pedro Duffau y los seminaristas José Emilio Barletti y Salvador Barbeito».
También confirmó que parte de la actividad del Ministerio del Interior era la vigilancia de los sacerdotes denominados «tercermundistas» y que contaban con un archivo de 300 nombres con informaciones detalladas sobre la actividad de cada uno de ellos.
«En referencia al caso de los Padres Palotinos, el declarante posee en su poder una agenda telefónica de uno de los sacerdotes, que guardó como prueba de que dicha documentación se encontraba en dependencia del Ministerio del Interior en la época de referencia…», reseña el informe Nunca Más elaborado por la Conadep.
"Desde el momento en el cual el profeta denuncia el pecado del hombre y los pueblos, su tarea se torna difícil y antipática. Y un recurso a veces utilizado es sacarlos del medio, encarcelándolos, matándolos", escribió y leyó en una homilía el padre Dufau antes de ese asesinado.
https://www.telam.com.ar/notas/202107/560043-45-anos-de-la-masacre-de-san-patricio-terrorismo-de-estado.html
https://cdsa.aacademica.org/000-010/729.pdf