VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

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Nicaragua: Los come muertos


La pandemia que padece el mundo, originada en el Covid-19, ya no es lo que inicialmente fue, sino que ahora un estudio dirigido por investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de China encontró que una persona infectada con la variante delta puede tener hasta 1.000 veces más virus en su cuerpo que alguien infectado con versiones tempranas del coronavirus al comienzo de la pandemia, a finales de 2019.

Con esto y de entrada quiero decir que de ninguna manera podemos subestimar la letalidad de la peste, a la vez que debemos concientizarnos de que estos picos altos que se evidencian en el mundo, a pesar de que estamos bajo un proceso de vacunación, -en algunos países con más celeridad que otros-, cosa que obedece a la voracidad del capitalismo salvaje que no cree en la equidad, pero que de todas formas no deja de matar gente.

Hay muchísima información sobre la mutación que ha tenido el coronavirus o SARS CoV 2, y hay tanta porque desde que se descubrió en Wuhan, provincia de Hubei, en China, el mundo, tal como lo vivíamos cambió y me atrevo a decir que para siempre. 

Antes existieron otras pestes exterminadoras que al encontrárseles antídotos desaparecieron como amenaza y pasaron a un estado controlado y se hizo a lo mejor sin mucha bulla porque aquellos no eran tiempos ni tan tecnológicos ni tan informáticos como ahora.

Hoy por hoy mientras el Covid se propaga demasiado rápido nosotros los seres humanos que lo sufrimos vamos caminando muy lentos en el propósito de exterminarlo y en consecuencia nos hemos convertido en una amenaza letal para nuestros propios congéneres porque hemos terminado siendo el virus y desde esa realidad hemos visto a seres queridos en la familia, amigos de toda la vida, a compañeros de trabajo y a personalidades famosas irse y todos en total soledad, únicamente bajo la asistencia de los médicos y enfermeras, que al final fueron sus Ángeles, en sus últimos días u horas.

En lo personal, aunque he tenido familiares en Estados Unidos que contrajeron el virus, Gracias a la misericordia infinita de Dios, no he lamentado y quiero no pasar por eso, la muerte ni de hermanos, ni tíos, ni primos, pero se también del testimonio de quienes sí les pasó y es desgarrador escuchar que lo vieron partir, que sabiendo dónde estaba luchando contra la peste no lo podían ni ver ni saber de él, hasta que de pronto recibieron una llamada que les decía que la peste lo había matado y que ya estaba enterrado o lo habían cremado en una fosa común o incinerado en masa junto a otros cadáveres.

Se imaginan ustedes lo traumático que debe ser eso. Tragar esa realidad amarga y al rebobinar tu vida te das cuenta que apenas unos días atrás, ese ser querido, familia, amigo o compañero de trabajo, había estado en plenitud de salud con vos, jugando, bebiendo, comiendo, riendo, laborando y de la noche a la mañana murió y lo peor que en medio de la congoja, el dolor y las lágrimas te viene una gran interrogante que como estuviste con él tan recientemente a lo mejor te infectó.

Refiero esto para no dejar duda alguna de que hay una gran mayoría en nuestro país que tenemos certidumbre de lo que esta peste está haciendo y tenemos conciencia también que nos está matando gente y que hoy por hoy en Nicaragua estamos en el pico más alto de la pandemia y eso debe imponernos responsabilidad y ser consecuentes con el amor que decimos tener a nuestros seres queridos porque repito nosotros somos el virus porque la estupidez de aquellos que se creen inmortales los convierte en transmisores y asesinos de quienes sí nos estamos cuidando.

A pesar de este cuadro, preocupante definitivamente, somos el país en América Latina, que con más eficacia por tener la cifra más baja de afectados, de más recuperados y de menos muertos, ha sabido combatir el Covid-19 y este no es un asunto inventado por el gobierno sandinista, sino que es un reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud, de la Organización Panamericana de la Salud y del SICA mismo que reconocen como fuente del éxito alcanzado aquí al robusto sistema de salud que es el mejor de toda Centroamérica.

Aquí entra en juego el manejo político del tema porque los “come muertos”, concepto del que ya hablaré como centro de este editorial, dicen que el gobierno sandinista falsea la realidad, que es mentira lo que dicen nuestras autoridades en el Ministerio de Salud y entonces para imponer lo que ellos dicen es su verdad, aquí la gente dejó de morir por causas del cáncer, de infartos, por causas renales, por derrames cerebrales, por neumonías, por accidentes de tránsito o por cualquier otra cosa, pues según estos “come muertos” aquí todos mueren y vamos a morir por el Covid 19.

Yo no sé al resto de mis conciudadanos como le cae todo esto, pero a mí me da rabia ver en las redes sociales, los titulares de los “noticiegos” que nunca ven ni investigan nada, en la edición digital de la Prensa, S.A, que es el palero del cementerio, en la Corporación, Canal 10 o Canal 12, lanzar una ofensiva brutal que busca afectar sicológicamente al nicaragüense con la perversa intensión de promover un encierro que en otros países dejó por resultado la quiebra económica y la propagación de la peste.

Yo identifico a estos “terroristas mediáticos” como “come muertos” porque si algún doliente anuncia en esas redes sociales que se le fue un familiar, peor si es pequeña, mediana o grandemente un personaje público, inmediatamente lo retoman estos necrófilos, profanadores de cadáveres, y lo convierten en una víctima de la peste y resaltan la muerte con acentos políticos burdos y nada sutiles, para dejar marcada la impresión de que al final el gobierno es el culpable por no copiar los modelos que llevaron a otros países al desastre pandémico donde por supuesto el imperio, con todo su poder económico, está a la cabeza.

Hace ya un tiempo atrás un dipsómano, desde Inglaterra, diciéndose médico, aseguró que para mayo de este año habría en Nicaragua 40 mil muertos y más de 200 mil contagiados a través de una entrevista que con sangrienta lujuria mediática le hacía y disfrutaba Lucía Pineda Ubau, que se consagró en los tristes eventos del 2018 como poseída del espíritu de Willian Walker cuando esta también le pegó fuego a la Alcaldía de Granada al frente de la turba asesina que dirigía.

Pienso que las autoridades de salud deben ser más frontales con estos “terroristas mediáticos” que por añadidura son “come muertos” y profanadores de cadáveres que por intenciones políticas son incapaces de conmiserarse del dolor de aquellos que perdieron a un familiar amado por una peste que no respeta a nadie, que no importa cuantos recursos tengas, o qué tan famoso o poderoso seas, si te pega y no estas inmunológicamente preparado te lleva y esos que como miserias humanas ignoran esa realidad están más propensos a contagiarse, no porque así lo vayamos a desear, sino por el karma, por esa ley de la vida que nos dice que todo lo que damos se nos devuelve, sea esto para bien o sea esto para mal.

Contra estos “terroristas mediáticos” nuestro principal núcleo de fuego debe ser continuar desarrollando al país con responsabilidad porque ni el imperio, ni la oligarquía, que está detrás de toda esta maquiavélica desinformación e irrespeto al dolor ajeno, va a suplir los recursos que nuestro ciudadano o campesino necesita para resolver los asuntos atingentes de su familia y de su hogar.

Finalmente debo insistir que la campaña de vacunación es vital, que hay una voluntad política por masificarla lo más rápidamente posible en la medida que los productores y distribuidores de estas lo permitan porque los recursos están asegurados y en marcha la construcción de mega hospitales que fortalezcan lo que ya tenemos para estar atrincherados contra cualquier otra situación, pero también hay que insistir que la mejor vacuna es nuestra propia actitud.

Use mascarilla, no sea chabacano, si por no usarla usted se quiere morir es su problema, pero hágalo lejos de quienes no nos queremos ir con usted.

 Si estamos en un lugar donde el que desentona es el que no anda cubre boca regáñelo, azaréelo, que se sienta como cucaracha para que aprenda la lección y para que se sienta más humillado si a usted le sobra una mascarilla regálela al salvaje ese: 

Las instituciones públicas y los negocios privados no deben refrescarse, ya quedan pocos lugares dónde a uno lo recibían con alcohol o gel para las manos, de los lavamanos ya ni se digan, están desbaratados, ennegrecidos por la suciedad y por supuesto ya no hay jabón.

A las cooperativas de transporte colectivo, aprovechando que ahora tendrán nuevas y lujosas unidades, que pongan más buses en las rutas asignadas para que no vayan sobre cargados y claro que no monten a nadie que vaya con el rostro descubierto: Tiene que hacer fila para cualquier trámite guardo la distancia, hasta un niño sabe la distancia que tiene un metro y medio o dos:

 Los padres de familia controlen a sus chavalos y a sus chavalas, estas “criaturitas” no van a los a los colegios o universidades que cerraron las puertas por la pandemia, pero igual cobran las mensualidades como si fuesen presenciales, pero por las tardes o por las noches se van donde sus amigos que no saben cómo están o a bacanales donde pasan cualquier cantidad de cosas y si por eso resultan contagiados pues regresan a sus casas a matar a sus padres, a sus hermanos o a sus abuelos: 

Si usted no tiene ninguna necesidad de andar en la calle y lo tiene todo en su hogar para qué entonces salir a buscar la muerte que puede estar en cualquier parte, sobre todo en ese montón de cantinas de acera que abundan en los barrios o mercados y donde a vuelo se pájaro uno le puede ver perfectamente la jacha a la peste.

Piensa en esto es incómoda la mascarilla, los pobres médicos y enfermeras hasta marcados y desfigurados tienen sus rostros porque las cargan soldadas a sus caras, pero es mejor la mascarilla que estar entubado; Es mejor estar sanos en casa que en una sala de Covid en un hospital; Es mejor cuidarse y gozar de la familia que estar solo, íngrimo en una cama con la angustia de preguntarte si volverás a ver a los tuyos o si lograrás salir del trance o pensando que te van a meter en una bolsa o te envolverán en plástico y te llevarán al término de la distancia al cementerio o al crematorio común.

Nicaragua no puede paralizarse y me gustó aquella expresión del presidente Daniel Ortega cuando dijo que encerrar a los ciudadanos o mandarlos a sus casas equivaldría a matar al país porque nosotros no podemos darnos los lujos que otros países decidieron para sí y que finalmente terminaron siendo irresponsables con su economía y con sus políticas sociales.

Por: Moisés Absalón Pastora.

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