Es imposible humanamente hablando, cuando la conciencia y la realidad nos dice que hemos hecho un esfuerzo titánico, único y ejemplar por salir adelante, por construir prácticamente de la nada y de ver como resultado de esa proeza nuestra casa linda, limpia y honorable, no reaccionar frente al ajeno, frente a nuestro vecino inmediato, cercano o más distante que por envidia por ver nuestra capacidad de levantarnos ante la adversidad, nos lanza todos los días lodo, nos insulta, nos difama y nos calumnia teniendo ellos en su vida, en su entorno, en sus relaciones, en su quehacer diario un enjambre de problemas y situaciones sobre las que no resuelven nada y que representan ante los demás una promiscuidad que no les concede ni una pisca de moral para señalar a los demás y menos a nosotros.
Hemos conocido de la actitud digna de nuestras máximas autoridades reaccionando a las canalladas infames de quienes ni siquiera hablan por ellos mismos, sino por ese maldito imperio que enredado en una madeja de inmoralidades obliga a sus sirvientes a unírseles en la macabra misión de destruir a una Nicaragua que como la nuestra hoy levantó la bandera y puso en su lugar con las palabras que son y por encima de la hipócrita diplomacia para responder a esos a quienes se les ocurrió que somos suyos, que les pertenecemos, que no entienden que ahora sí somos legítimamente independientes, que tenemos un marco jurídico hecho por nosotros los nicaragüenses que representan leyes que aquí se deben respetar y que jamás son materia de consulta con aquellos que también las tienen y que las hacen cumplir y que por hacerlo nosotros no les decimos absolutamente nada, aunque claro en su ejecución existan suficientes elementos para asegurar que ahí hay hasta crímenes de lesa humanidad.
Hoy reaccionamos frente a Costa Rica, a Colombia, a Italia y España y sobre todo contra esta última que cree que aquí decide Cristobal Colón, que vivimos aún los tiempos de conquista, que pueden seguir lacerándonos el lomo para robarse nuestros tesoros, los tesoros que los hicieron lo que son, una nación podrida y corroída por profundos problemas políticos, económicos y sociales que no van a solucionar nicaraguanizando sus problemas.
Hoy los nicaragüenses, que tenemos dignidad y tenemos conciencia porque tenemos historia, respondemos a través de nuestro gobierno a una agresión constante a la que había que ponerle detentes a fin de que los sirvientes del imperio en el mundo sepan que somos pequeños, que somos pobres como consecuencia de los que los ricos nos robaron, pero que hemos tomado la decisión de salir adelante cargando una nacionalismo que otros pueblos ya empiezan a hacer suyo para enfrentar a quien se cree es el dueño del mundo.
El nacionalismo amigos es una ideología política basada en el principio de que cada nación tiene derecho a formar su propio Estado para realizar los objetivos o aspiraciones sociales, económicas y culturales de un pueblo, sobre todo en la búsqueda de un estado verdaderamente libre e independiente.
Nuestro nacionalismo debe ser la convicción de que Nicaragua es mejor que todas las restantes naciones.
A veces el nacionalismo hace que la gente no quiera trabajar con otros países para resolver problemas comunes, pero que son nuestros, que demandan una solución entre nosotros y en la que no influyan los intereses de naciones que por ser poderosas nos quieran avasallar por el delito de no pensar como ellas y por aspirar a construir nuestro propio modelo político, social y cultural que alejado de moldes prefabricados llenos de fallas y por tanto debemos buscar modelos que nos conduzcan a la construcción de una democracia propia y auténtica que se origine en nuestra propia receta, condimento, sabor, características e idiosincrasia con el olor de nuestra tierra, de nuestro aire y océanos.
Es importante entonces no confundir el nacionalismo con el patriotismo.
El patriotismo es un orgullo por tu país que produce sentimientos de lealtad y un deseo de ayudar a los demás ciudadanos, por vernos a los nicaragüenses cobijados por una prosperidad que nos abrace a todos sin distingo de colores políticos o conceptos ideológicos.
Por eso el nacionalismo debe ser la convicción de que Nicaragua, en nuestro caso es superior, sin pregunta o duda porque demostramos y así nos lo reconoce el mundo que en paz logramos crecer desde el 2007 y hasta el 2018 que íbamos catapultados hacia un futuro promisorio y aunque caímos por la tragedia que ya conocemos y nos quisieron detener a través de todo ese odio que nos han querido imponer, hoy nos estamos volviendo a levantar gracias al nacionalismo que tenemos la inmensa mayoría de los nicaragüenses y que es una voluntad de hierro forjada por una historia que nos hizo dignos ante las intervenciones externas.
En algunos casos el nacionalismo inspira a la gente a luchar para liberarse de un opresor extranjero y contra eso guerrearon José Dolores Estrada y Andrés Castro y lo hicieron liberales como José Santos Zelaya, Benjamín Zeledón, Augusto C. Sandino y Rigoberto López Pérez, entre otros y hoy ese sentimiento prevalece en la mayoría de los nicaragüenses contra el águila imperial y es legítimo porque no fue una vez que la arrogante águila nos sangró con sus garras su odio contra nosotros no es aislado sino que ha sido de siempre hasta nuestros días.
El nacionalismo se caracteriza ante todo por el sentimiento de comunidad de una nación, derivado de unos orígenes, religión, lengua e intereses comunes.
Es una forma de pensar que defiende una nación por encima de todo, incluso por encima de las personas.
Yo quisiera que los peleles criollos que habitan aquí al menos tuvieran, aunque solo fuese un poquito, la creencia de que el país que les vio nacer es mejor que todos los demás y en esa ruta, respondiendo a los vende patria de su época, es que Rubén Darío nos dejó célebremente aquella frase de que “Si la patria es pequeña uno grande la sueña”.
El nacionalismo hace que la gente no quiera trabajar con otros países para resolver sus propios problemas. El nacionalismo es la creencia de que tu país es superior, sin pregunta o duda y Nicaragua hasta el 18 de abril pasado era mucho mejor que otros hasta que los vende patria se coludieron con el imperio para tenerlo como está e insisten en ello, no descansan en sus malévolos propósitos y hasta ahora se dan cuenta que eso se paga porque contra la traición no hay perdón.
En algunos casos, el nacionalismo puede inspirar a la gente a liberarse de un opresor extranjero, como en la propia revolución americana contra los ingleses, como Cuba y Nicaragua contra el imperio, como lo está haciendo ahora Venezuela que entre más agredida y bloqueada es, más amigos y solidaridad del mundo encuentra como reconocimiento a su nacionalismo y estoicidad.
A mí me hace nacionalista no el acento de la lengua que me enseñaron a hablar, no mi recorrido político, ni mis hazañas, ni mis victorias, ni mis fracasos, sino tener en común grandes cosas hechas en el pasado y la voluntad de hacer otras en el futuro con gentes que supieron poner por encima su nacionalismo y el orgullo de saberse nicaragüense, no por haber nacido aquí, sino por amar a la patria.
A Nosotros, hombres y mujeres, de este país se nos fue impuesto el catolicismo cuando nuestros padres sin preguntarnos si lo queríamos nos bautizaron por esa religión, pero eso no nos hizo cristianos, cristianos nos hace ser nuestra actitud ante nuestros semejantes.
Podemos ser italianos, británicos, argentinos, colombianos, costarricenses, o cualquier otra cosa y así sucesivamente, pero eso, aunque nos confiere una nacionalidad no nos hace nacionalistas porque conozco a algunos que nacidos en mi propia patria andan donde los enemigos de mi país, donde los enemigos de la humanidad, pidiendo que venga el extranjero a robarnos la paz, a confiscarnos la esperanza, a negarnos el derecho de decidir por nosotros mismos, a construir nuestra propia democracia.
Cuantas veces vimos y oímos a la Violeta Granera, a Pedro Belli, a Marcos Carmona, a Álvaro Leiva, a José Aguerri, a Francisco Xavier Aguirre Sacasa, “La caballa” a Juancho Chamorro, a José Pallais, a la mitómana de Zaida Hernández, al tal Lester Alemán, a las vulgarazas de Sandra Ramos y Azalea Solís, a Mario Arana, que en plena crisis mandó a su chavalo al exterior mientras desde aquí el animaba al derramamiento de sangre, a Juan Abelardo Mata, que sí mata, a Michael Healy el de la famosa frase que aquí la economía no era lo importante hasta que la destruyó y la hizo paste, a Arturo Cruz, a la Cristiana Chamorro y así otros que son zorros del mismo piñal imperial que todavía andan del timbo al tambo, luyendo el espacio aéreo entre Managua y Washington para ofrecer regalar a Nicaragua a cambio de que el postor imperial les ponga más tarde en la presidencia, en la vicepresidencia, en la asamblea nacional, en la corte suprema de justicia, en el consejo supremo electoral, en la contraloría, en los entes autónomos y en las alcaldía sin que les cueste el más mínimo sacrificio porque los sacrificados fueron los que mandaron a morir, los que mandaron a matar, por un poder que ni tienen ni tendrán.
Lo que hace un país, no es el habla, la lengua no es ser parte del mismo grupo etnográfico, sino el poseer en común grandes cosas en el pasado, y la voluntad de hacer otras en lo futuro” y ese activo de identidad no lo tienen porque la anti nicaraguanidad habla y piensa en un inglés machacado y desfasado.
Por: Moisés Absalón Pastora.