Pablo Gonzalez

Nicaragua: Oposicionistas que avergüenzan


Muchas veces escuchamos la frase de que alguien nos causa pena ajena, en lo personal la uso para referirme a esos oposicionistas que avergüenzan a Nicaragua, pero es que, la pena ajena, es en realidad una humillación indirecta, normalmente captada por personas ajenas a nosotros mismos y que terminan calificando, por cierto muy mal, a la brutalidad que miembros de la familia, amigos o ciudadanos del mismo país, generan en otros que califican al nuestro como animal, estúpido o idiota por lo que dice o lo que hace.

Por ejemplo, ocurre cuando un oposicionista dice algo tan descabellado, pero tan descabellado, que lo sabe, pero aun así insiste no solo en repetirlo, sino que lo vuelve a hacer para que el que lo escucha piense que lo expresado está bien y es lo correcto, aunque lo dicho sea una animalada monumental que ofende, pero que duele de verdad cuando alguien de afuera dice “y lo dijo un nicaragüense”.

Más trágico aun en eso de la pena ajena es si el oposicionista, ya sabemos quiénes son porque menos mal cada vez son menos, repite la brutalidad bajo el disfraz de humorista cuando suelta el “chiste”, creyendo que generará gracia y se estrella con el silencio total y absoluto del público.

 Por ejemplo cuando un loco y comentarista vividor de todos los tiempos te dice “los tenemos locos”; cuando un estafador que dice ser master economista afirma que el frente sandinista les tiene miedo; cuando un mitómano con voz chillona vende que Daniel Ortega ya se rindió y que los porta aviones vienen en camino; cuando un disparatado empresario de maletín asalariado de colombianos te dice que la economía no es la importante sino que se caiga el gobierno; cuando un chatel de lo más anormal, que lo único de hombre que tienen es la voz te grita en un diálogo, que aquella no era una mesa de diálogo sino de rendición; cuando los que se involucraron en el fallido golpe de estado te hablan de una insurrección espontánea y todo el mundo ve detrás del acto terrorista la garra siniestra del imperio que se los financió; cuando escuchas a algunos sotanudos de la iglesia católica hablar de Cristo, pero llamando a baños de sangre.

Estos individuos que causan pena ajena y que perfectamente bien conocemos obviamente no tienen la menor idea de lo que es la vergüenza en tanto reciban la paga por el ridículo que hacen y en ese sentido el escarnio es doble porque se sienten bien estando errados, pero además se sienten cómodos por andar "errados" sin ser caballos.

Esta gente de la que hablo no siente vergüenza, pero injustamente somos otros los que nos avergonzamos por ellos. Tal vez para graficar lo que quiero decir diré, que no gusto mucho de los Karaokes, porque cuando he ido a algunos, acompañando a amigos que no tienen idea de lo que es cantar y les ocurre pedir el micrófono, exigir el más exigente de los temas para destrozar la canción con gritos desentonados y como dirían por ahí por “LA”, en ese momento la vergüenza es tal que uno cree que el dueño del establecimiento te mandará la cuenta para correr al salvaje que creyó la mentira que cantaba o le creyó a los que lo embaucaron y le dijeron que lo hacía, porque hay quienes te lanzan a la cueva de los leones diciéndote que eres lo máximo solo para martirizarte o que quedes en el ridículo.

Dicho lo anterior todo gobierno requiere de una oposición para los necesarios balances en el desarrollo político e institucional en cualquier país, pero una oposición existe, sí y solo sí, cuando hay materia prima para hacerla potable; cuando en ella hay un planteamiento serio que represente una propuesta distinta, racional y posible al programa que ofrece el que está en el poder; cuando se desplaza en la sociedad como una fuerza efectiva que centra su energía en una organización que se manifieste sólida; cuando su elemento humano es capaz de generar respeto, empatía y credibilidad; cuando sus exposiciones son capaces de convencer y no de imponer; cuando sus críticas sean parte de la solución y no fomento o cultivo de más problemas; cuando es capaz de entender que la oposición no es estar en contra de todo y en consecuencia creerse el cuento de que todo lo demás es malo y yo soy el único bueno, lo que por supuesto es arrogantemente dañino y ofensivo.

En Nicaragua, si a los parámetros de lo que debe ser una oposición nos atenemos, no existe nada que sea ni cercanamente parecido. Tal vez pueda aceptar que hay payasos de circo barato cuyo raído disfraz de comediantes les quedó inmensamente grandes porque no son capaces ni de hacer reír, pero de eso a considerar que aquí exista una oposición jamás.

Considerando que apoyo una propuesta que quiere desarrollar Nicaragua, como la que ejecuta la Alianza Unida Nicaragua Triunfa, que encabeza el FSLN, debo decir que lo que menos me preocupa, ni tantito así, es que este oposicionismo que tenemos, pueda representarnos ni siquiera la remota posibilidad de hacernos cosquillas en las elecciones del cercano 7 de noviembre y que a lo que verdaderamente debemos poner atención es a hilar fino para saber enfrentar, combatir y vencer las agresiones invasivas e intervencionistas del imperio por las que algunos payasos, que aquí se creen “líderes”, apuestan a que son altos tiliches que escupen en rueda de grandes, cuando en realidad lo único que dan es lástima y ganas de llorar porque es lo que genera la sobrada ignorancia de las miserias humanas.

Aquí el oposicionismo tuvo que recurrir al terrorismo hace tres años para fallidamente tumbarse al gobierno constitucionalmente electo del Presidente Daniel Ortega Saavedra. Para sus efectos contó con dos grandes aliados; externamente con Estados Unidos que los entrenó y los financió e internamente por algunos Obispos y sacerdotes de la Iglesia Católica que sirvieron de capellanes para una barbarie sin precedentes que nos bañó de sangre y que utilizó y sigue usando los púlpitos de lo que en un tiempo fue la religión evangelizadora más beligerante en el país y que desde entonces pasó a ser una sigla más de esas que tanto se cuentan en la descolorida carpa del oposicionismo circense.

Este oposicionismo en la medida que el tiempo lo muele y nos acercamos al 7 de noviembre, que al final será su apocalipsis definitivo, más se distancia entre sí, más se contradice, menos visible es, más disperso se capta, más enconado es su propio enfrentamiento interno y por supuesto más ridículas y absurdas son sus pretensiones cuando todo lo que son capaces de balbucear mana del odio y la violencia.

Cada vez y cuando yo escucho a alguien referirse de otro como “un animal político” lo que salta a mi interpretación es que se habla de alguien que está dedicado a tiempo completo a hacer política, que no duerme por estarlo haciendo, que es un profesional en un campo donde cada paso que se da tiene un análisis, un tiempo, un momento, un porqué y una razón, porque el verdadero político no improvisa nada, es un sempiterno calculador que matiza con los espacios y con las posibilidades donde ni los imponderables pueden quedar como cabo suelto lo que por supuesto determina una gran diferencia entre un político de carrera y un político a la carrera.

En el oposicionismo no existe un solo político, pero sí muchos animales y abunda en ellos la ignorancia de los que creen, que por salir ladrando en un medio de desinformación para amenazar, para mentir, para descalificar, para calumniar y poner tan el mundo al revés, como lo hacen con nuestra bandera, ya con eso se facultaron para escupir en rueda de grandes y para venderse como los eminentes pensadores, que son dueños de la verdad total y absoluta y que lo demás es puro cuento.

Francamente no me molesta la oposición, desgraciadamente no hay, pero sí me indigna la existencia de los oposicionistas porque con estos payasos de circo, que por ser tan mediocres perdieron hasta el interés de su único patrocinador, el imperio, el país se pierde de gentes que para no ser confundida con la mediocridad politiquera, prefiere mantenerse al margen y esta postura hay que comprenderla porque meterse con esa especie equivale a llenarse de caca porque en ese mundo es que habitan aquellos que no tienen otra cosa en la cabeza y son tan brutos que persisten en ello a pesar de que están claramente conscientes de que sus actitudes van incluso contra el interés personal de ellos mismos porque cada estupidez que hacen es hiperbólicamente ridícula.

Todo este oposicionismo circense de Nicaragua ya es un referente en cualquier otro país del mundo donde existan propuestas que pretendan la retoma del poder a fin de que estos hagan todo lo contrario a la ignorancia política de los salvajes que nos ocupan, pues si hay algo que reconocerles es qué en materia de estupidez, nadie, absolutamente nadie, les mete la mano.

La estupidez de la que hablo es impresionantemente perversa, tiene nombres y apellidos, tiene rostros que todos conocemos y no necesito mencionarlos porque son famosos, suenan desde hace décadas jugando a ser líderes y desde diferentes siglas estando un día aquí y otro día allá, pero todos son cucarachas de un mismo cucarachero, de una minoría que en la cotidianidad se reduce cada vez más porque no inspiran, porque no atraen, porque hay certeza de que su veneno es tóxico y altamente letal para las esperanzas de un pueblo que no los determina y que no importa lo que digan siempre terminan ignorados y como nadie en la tierra que los vio nacer los escucha entonces se van a Washington a romancear con los enemigos de Nicaragua para prostituirse, para venderse, para que a cambio de las maldiciones que profieren sobre su país ir a extender la mano para que les sigan financiando sus andanzas de falsos “paladines de la libertad”, de falsos “salvadores de la patria” y de falsos “demócratas”, pues al fin y al cabo el oposicionismo aquí es un negocio para una élite muy selecta de apellidos rimbombantes y un instrumento manipulador para los que duermen en las calles de San José.

El oposicionismo ve estrellado su odio porque Nicaragua vive en democracia y libertad y así lo reconoce la inmensa mayoría de sus ciudadanos, de sus campesinos y así nos lo aplaudía también el mundo que ubicaba a nuestro país como una aislada referencia de paz, de estabilidad, de seguridad y crecimiento, en medio de un planeta convulso violento y sangriento que no logra cuajar como nosotros una política de diálogo y reconciliación, porque Gracias a Dios, no han tenido como nosotros, ni invasiones, ni intervenciones, ni golpes de estado, ni dinastías, ni dictaduras, ni guerras como las que hemos padecido, ni ignorantes políticos oposicionistas, que son precisamente el origen fundamental por el cual el ideal de los nicaragüenses de bien nos llevó a la conclusión de no ver más al pasado para dejar la politiquería a un lado e ir juntos hacia la conquista del futuro dejando atrás la historia escrita con océanos de sangre, la sangre de sandinistas, de contras, de liberales, de conservadores, de social cristianos, de social demócratas, de socialistas, de comunistas, de patriotas que más allá de las ideologías, encuentran el más cercano ideal en la Nicaragua de hoy bendita por la Gracia de Dios.

Sin embargo, una verdad tan real como la paz y la armonía que la mayoría deseamos, porque nos quiso ser arrebata y porque nuevamente la estamos tejiendo, es también la existencia de quienes han hecho del oposicionismo un negocio redondo que los ha llevado toda la vida a vivir de la politiquería y de la misma manera a ser tontos útiles y lacayos nacionales de aquellos enemigos que desde Washington retomaron sus ataques contra nuestro país porque vieron en nuestro modelo, diseñado por una visión de izquierda progresista, un mal ejemplo porque en la medida que dialogábamos, que avanzábamos y crecíamos, en esa misma medida el mundo se entusiasmaba con nosotros para ayudarnos, porque nos sentían como una nación de puertas abiertas a todos los continentes, entonces en esa misma medida los que jamás se dispusieron a cambiar, los que se quedaron atrapados en la guerra fría, los que no realizan que estamos en el 2021 y que la década de los ochenta es el pasado, nos siguen torpedeando y no importa qué hagamos siempre seguirán disparándonos con el gatillo de sus asalariados en el oposicionismo que son sinvergüenzas que han encontrado en algunos medios de comunicación y en algunos periodistas, que en realidad son mercenarios, la perfecta caja de resonancia que igual se alimenta con los dólares del imperio.

El patriota tiene un amor infinito por su país y da la vida por la tierra que lo vio nacer a cambio de nada. El paladín es quien se distingue por sus hazañas, por su valentía y por la nobleza de su causa, pero cuando veo a uno de estos oposicionistas lo que está frente a mí es un oportunista incapaz de trabajar dignamente, que se la pasa extendiendo la mano para que le paguen por falsas valentías porque a la hora de las verdades y de que se les cobre por sus crímenes no hacen otra cosa más que llorar y victimizarse para asumir un papel que nadie les cree.

El oposicionista aquí dice lo que dice y hace lo que hace no para ser presidente de Nicaragua, al menos hasta hoy ninguno de ellos da muestra de capacidad para serlo, Dios nos libre de semejante barbaridad, pero cuando uno los escucha muy valientitos, algunos de ellos gritones ordinarios y con voces estridentes, lo hacen para alcanzar una diputación desde donde se vuelven más ácidos porque la curul les permite el protagonismo con el que siempre soñaron. Sin embargo, una vez que el periodo se les vence, después de haber vendido ser líderes con cojones y ovarios del tamaño de un huevo de avestruz, desaparecen se jubilan, vuelven a las cantinas a las que dedican más tiempo y se olvidan del pueblo al que invocaron en tanto les fue útil para llegar a pegarse a la teta de la Res-Pública que de tanto mamar, de tanto chupar, se les llegó a secar sin que jamás se hubiesen dignado a devolver al que un día les entregó su confianza ni un pinche confite partido por la mitad.

Por: Moisés Absalón Pastora.

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