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Nadie puede limitar la libertad de expresión


Mucha tinta ha corrido hablando del ejercicio de este derecho, que es obvio, no es un Derecho Absoluto. Tiene sus limitaciones dentro del orden y la soberanía de los Estados y gobiernos.

El islamismo es una religión de paz, como todas las religiones bien practicadas. Los fundamentalistas, esa especie de personas sin discernimiento, como los inquisidores europeos, son los que echan a perder la buena relación entre los hombres con la terrible y criminal intolerancia contra las ideas discrepantes. 

La libertad de expresión está consagrada desde 1948 en la Declaración Universal de los Derechos Humanos cuando declara que: (…) todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión, lo que incluye no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Mucha tinta ha corrido hablando del ejercicio de este derecho, que es obvio, no es un Derecho Absoluto. Tiene sus limitaciones dentro del orden y la soberanía de los Estados y gobiernos. Cuando la prensa se vuelve una entidad subvertora de la institucionalidad democrática, como que este derecho se agota y se transforma en abuso, de inconsciencia de su limitación. 

Vienen estas reflexiones preliminares por lo que actualmente acontece en Francia entre Macron y su gobierno y los fundamentalistas que no dan tregua, utilizando esa infame política de herir o matar “no quién se las debe, sino quien se las pague”. 

Bonito criterio, según parece, para estos descerebrados barbones que imitan al profeta no en las buenas cosas, si no en lo que nunca dijo Mahoma.

Muchos tratadistas y “especialistas” sobre la libertad de expresión pusieron de moda una reflexión atribuida al filósofo de la Ilustración Francois-Marie Arouet, Voltaire, en lo relativo a lo que él supuestamente dijo sobre el derecho de cada hombre a la libertad de expresión: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. 

Esa frase nunca la dijo Voltaire, aunque se aproximó a esa idea cuando habló del filósofo suizo apodado Helvecio (de Helvecia, antiguo nombre de Suiza). 

Realmente lo que pasó fue que en 1906 la escritora británica Evelyn Beatrice Hall, al comentar la obra de Voltaire, donde éste defiende a Helvecio, pese a que no le agradaba, pues decía que era “un hombre superficial”, no encuentra en ninguno de los escritos de Voltaire lo dicho por muchos escritores sobre la defensa explícita de la libertad. 

Hay alusiones de Voltaire en ese sentido, pero no como se ha conocido tradicionalmente su opinión sobre la defensa irrestricta del derecho a la libre expresión. 

Algún admirador de Voltaire fue, quizá, muy generoso en sus consideraciones respecto a lo dicho por el filósofo francés de la Ilustración

Vienen todas estas consideraciones por el lío que tiene enfrentado al presidente de Francia con los locazos fundamentalistas islámicos. Francia tiene todo el derecho de hacer prevalecer sus leyes, su institucionalidad, pues, por sentido común, es un país huésped de migrantes musulmanes que NO TIENEN DERECHO a hacer lo que les venga en gana. 

Vaya usted a cualquier país y no respete sus leyes. ¿Qué pasará? Usted ya sabe la respuesta a esta pregunta casi retórica. 

Nadie está contra la migración, pero debiera de hacerse de la manera debida. Encontrar un lugar, un espacio en tierra ajena, va precedido de la gratitud. Al margen de las consideraciones de trabajo duro y explotación. ¿Vaya usted a Arabia Saudita e irrespete sus leyes? Me temo que su cuello probará el filo de la espada.

En Francia todo empezó con las publicaciones de la revista satírica, de chistes e irreverencias Charlie Hebdo, el 7 de enero de 2015, la cual publicó unas caricaturas del profeta, que no eran devastadoras en descalificación. Eran monos o caricaturas elaboradas para hacer sonreír o reír. 

Nada más que eso. Matar a 12 personas y herir a 11 por una puntada de humor es sencillamente estremecedor. ¿De qué locos está poblado el mundo, y principalmente el mundo islámico en pleno siglo XXI? Es de las peores intolerancias que se han visto.

El 16 de octubre de 2020, el profesor Samuel Paty fue decapitado por haber enseñado a sus alumnos caricaturas del profeta Mahoma en una clase cívica sobre libertad de expresión. No se puede justificar ese tipo de intolerancia y actos de total brutalidad. La condena debe ser de todos los que respetamos el derecho a la libertad de opinión y expresión. 

Ya lo dijo Macron, entre todos sus desaciertos de gobierno pero, en este caso le asiste la razón: “Francia no renunciará ni a las caricaturas, ni a los dibujos”. 

 Y hay otras personalidades de la cultura que han opinado como Noam Chomsky: “Si no creemos en la libertad de expresión de aquellos que despreciamos, no creemos en ella en absoluto”. Para mí, muy personalmente, duro contra esta clase de locos musulmanes. No pueden haber contemplaciones en ese sentido.

Publicado por La Cuna del Sol

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