Pablo Gonzalez

Nicaragua: Luis Armando Guzmán Luna, El Chiri Guzmán, un ser de luz


Hermanos y hermanas sandinistas… ¿Alguna vez han sentido que un ser de luz llega a nuestras vidas para iluminarnos el sendero que nos conduce a la salida de una situación complicada?

¿Han visto que la dulce presencia de estos seres de luz llega sin aspavientos? Actúan en silencio para hacer el bien a quien lo necesita en el justo momento de la dificultad, y se retiran sin hablar nada después de hacer su obra humanista. 

El único atisbo de protagonismo que se les puede pillar, es el de expresar su cariño con una palmada fraterna en la espalda y el gesto cariñoso de su rostro iluminado por la bondad, y de pronto, se marchan con humildad.

Si han experimentado la presencia de esos seres de luz, aunque físicamente nunca hayan estado con el Chiri Guzmán, entonces sí lo conocieron desde su espíritu; al escuchar pronunciar su nombre, se conectarán con su alma buena; al conocer su biografía no les estarán hablando de un ser extraño o lejano, porque sentirán la cercanía de un hermano militante sandinista, repetirán una y otra vez…

El Chiri era de los nuestros, porque se tomó en serio y al pie de la letra el mandato del poeta y guerrillero héroe, Leonel Rugama Rugama…Ahora, vayan a vivir como los santos…

Luis Armando Guzmán Luna, nuestro apreciado hermano “El Chiri”, nació el 24 de junio de 1954 en la ciudad de Managua, donde realizó sus estudios de educación primaria y secundaria. 


En 1972 clasificó aprobando los rigurosos exámenes académicos para estudiar medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.

La toma de conciencia de la realidad nacional del pueblo de Nicaragua oprimido por la dictadura militar somocista, lo motivó a integrarse al Frente Estudiantil Revolucionario (FER) en 1973, donde tuvo la valiosa oportunidad de trabajar con el emblemático Comandante Pedro Araúz Palacios -“Federico”- siendo uno de sus más fieles discípulos.


De los extraordinarios abrevaderos éticos de Federico, Luis Armando se nutrió del valor de la fraternidad revolucionaria y de la solidaridad humana ante las dificultades de sus congéneres.

Federico no sólo era el extraordinario cuadro político organizador, el valiente e intrépido guerrillero, y el sagaz conspirador, también era portador de gigantescas cualidades humanas. Su labor pedagógica cotidiana como miembro de la Dirección Nacional del FSLN, era una escuela de valores que se convertía en un hito trascendente en la vida de decenas de militantes que tuvieron el privilegio de interactuar con Federico.

Con los cimientos de esta escuela ética, es que El Chiri afirmaba que él no podía ser amigo de algunos compañeros que, lamentablemente, basaban sus relaciones interpersonales en el cálculo de cuánto gano y cuánto pierdo en una relación para decidir si soy o no tu amigo, una comunicación fundamentada en la mentira para timar al compañero, en la patraña para movilizar agendas ocultas para alcanzar determinadas posiciones de poder, en el servilismo para lograr concesiones de parte de quien ejerce el poder en cada circunstancia determinada, en el elitismo como antípoda del principio sandinista de la igualdad de derechos, en la traición artera de quienes causan el daño y luego se presentan como víctimas, en el ventajismo porque “al baboso ni Dios lo quiere”.

Tampoco podía ser amigo de aquellos compañeros y compañeros que son capaces de pasar encima de cualquiera, en aras de lograr mezquinos propósitos, o denigrar a otros compañeros demeritando su labor, todo por abyectos propósitos de intereses personales.

El incansable y visionario Federico, también le enseñó al Chiri la disciplina del tesonero trabajo organizativo de hormiga, la exigencia férrea del cumplimiento de las tareas con la calidad requerida sin caer en la grosería, siendo profundamente comprensivos con las causas y circunstancias que propiciaban los errores cometidos por los compañeros, sin justificar vicios, pero sin hacer leña del árbol caído, educando al infractor en el reconocimiento del error, estimulando la rectificación sincera, orientando de manera sucinta y clara la tarea concreta para emprender la acción política y dando nuevas oportunidades.


Aprendió de la actitud militante de Federico, la necesidad de la reflexión profunda en el análisis de la realidad para poder trazar las estrategias adecuadas de lucha que orienten certeramente las acciones tácticas, el requerimiento de desarrollar un pensamiento crítico para cuestionar los modelos sociales y delinear los derroteros de la Nicaragua libre y justa que nos merecemos.

En ese bregar por la construcción de una nueva sociedad, El Chiri encontró el amor de su vida: el Frente Sandinista de Liberación Nacional. La organización político-militar que aglutinaba a una generación de jóvenes caracterizados por una mística tan elevada que algunos calificaron de cuasi-religiosa por sus semejanzas con la mística del mínimo y dulce Francisco de Asís, un espíritu de altruismo que los empujaba a realizar los más altos sacrificios imaginables para lograr la liberación de Nicaragua de las garras de la genocida y tiránica dictadura de la familia Somoza como cancerberos del imperio yankee que allanaban nuestro suelo patrio con su modelo de opresión y saqueo.

Con su espíritu de soñador, su sensibilidad artística por la música y la poesía, El Chiri pontificaba guitarra en mano agitando los corazones de los jóvenes universitarios para hacer el llamado a la lucha revolucionaria. Cantando los poemas de Antonio Machado musicalizados por Joan Manuel Serrat…

Caminante no hay camino, se hace camino al andar… transmitiendo el mandato de Daniel Viglieti de hacer la reforma agraria…

A desalambrar, que esta tierra es nuestra, es tuya y de aquel… Y resonando el eco del canto comprometido y esperanzador de Víctor Jara por la paz mundial…la luna es una explosión, que funde todo el amor, el derecho de vivir en paz…homenajeando la lucha del heroico pueblo de Vietnam.

Su visible activismo político en las aulas universitarias, en los barrios de la ciudad de León y en las rutas de las redes clandestinas que abrió junto a Federico en los municipios del norte del departamento de León para organizar unidades guerrilleras en el campo, lo pusieron en riesgo de ser capturado por los órganos de seguridad del somocismo. Federico, le ordenó pasar a la clandestinidad.

Su nueva condición de militante clandestino del FSLN, fue para él una condecoración moral y una felicidad que, según sus propias palabras, eran inenarrables.

…“Mirá, hermanóooo, no encuentro palabras para describirte las emociones que experimenté, al igual que otros compañeros, cuando me dijeron, ahora dejás el FER y pasás a ser militante del FSLN. Era como que me hubieran colgado una medalla de oro con diamantes en los Juegos Olímpicos, más aún cuando te decían, vas a la montaña” ...

En esas tareas, Federico lo asignó como cuadro político clandestino a cargo de la ruta de los municipios de El Sauce, Achuapa, San Juan de Limay y Pueblo Nuevo. En El Sauce participa en la organización de una escuela militar. 

Por la indisciplina de un colaborador, la guardia somocista detectó la ubicación de la escuela guerrillera y la atacó. En ese ataque falleció la heroica guerrillera Arle Siu Bermúdez, quien como estudiante de psicología de la UNAN León, había compartido tareas en el FER con El Chiri.

En 1975, los aparatos de la seguridad somocista capturan al Chiri saliendo de El Sauce hacia El Jicaral. 

Es salvajemente torturado por los interrogadores de la Oficina de Seguridad Nacional (OSN) dejándole secuelas en su salud. 

Estando en la cárcel, El Chiri sacó una vez más lo mejor de su ética revolucionaria con incontables gestos de solidaridad hacia los otros presos políticos del FSLN que había condenado la dictadura somocista a varios años de cárcel con las inenarrables torturas.

En 24 de agosto de 1978, es liberado por el Comando “Rigoberto López Pérez” que realizó la heroica acción de la toma del Palacio Nacional, para liberar a los militantes sandinistas presos en las ergástulas de la guardia somocista.

Al llegar a La Habana Cuba, recibió tratamientos médicos para restablecer su salud, y fue designado por la Dirección Nacional como miembro del equipo que manejaba las relaciones internacionales del FSLN, destacándose en el desarrollo del tejido de las redes de solidaridad con la lucha del pueblo de Nicaragua.

Al regresar a Nicaragua en 1979, se convirtió en el incansable organizador y agudo trabajador ideológico que aportó a la creación del Sistema Sandinista de Televisión, del Diario Barricada como órgano oficial del FSLN y de las emisoras de radio departamentales que luego conformaron la Corporación de Radiodifusión del Pueblo (CORADEP). 

También, se metió de cabeza en el apoyo a la organización de la histórica Cruzada Nacional de Alfabetización.

Luego, junto al legendario Comandante Renán Montero, creó la emblemática Dirección de Inteligencia, uno de los órganos del Ministerio del Interior, conocida como la Dirección Quinta.

El Chiri captó para esta unidad de inteligencia, a valiosos cuadros del FSLN, que en silencio fueron protagonistas de heroicas hazañas defendiendo a la revolución de la acción perversa de la CIA contra la Revolución Popular Sandinista.

Con escasos recursos técnicos y económicos, pero con una mística y sagacidad extraordinarias, esta destacada unidad asestó duros golpes al enemigo imperialista y abortó diversos planes de atentados contra los dirigentes del FSLN, les frustró planes de sabotaje a objetivos económicos estratégicos para el funcionamiento del país, y descubrió información clave de los planes militares terroristas para atacar a nuestras tropas. 

Por el carácter secreto de estas operaciones, sus detalles de heroísmo y de astucia quedan guardadas solamente en los corazones de quienes las protagonizaron junto al Chiri.

En el cumplimiento de estas tareas, se pusieron de manifiesto una vez más, las lecciones aprendidas con Federico como gran conspirador. También se puso de manifiesto la firmeza ante las debilidades de ciertos compañeros que resentían la severidad de las normas disciplinarias y operativas que exigía El Chiri.

No por casualidad, desde entonces esos oficiales se avizoraban como indecisos y resentidos, En la actualidad son abiertamente traidores al sandinismo. El ojo del Chiri para detectar esos comportamientos, era el de un avezado cuadro político.

Después de la derrota electoral del FSLN en 1990, El Chiri se consagró a las tareas de la reorganización de las estructuras del FSLN ante los nuevos escenarios políticos.

En su siempre silenciosa labor organizativa, cuando un grupo de dirigentes del FSLN traicionaron y desvalijaron la Secretaría del FSLN, El Chiri fue uno de los cuadros fundamentales que dio un paso al frente moralizando a las estructuras del sandinismo y empujando con tesón la organización de los comandos electorales para la conquista y la defensa del voto del pueblo nicaragüense. Potenció sus vínculos con las redes internacionales de solidaridad con el FSLN.

Realizó el trabajo de hormiga de siempre apoyándose en los miles de militantes sandinistas que se mantuvieron leales al FSLN y a los principios y valores del sandinismo, liderados por Daniel en la resistencia contra las políticas del neoliberalismo orientadas a desmantelar los logros sociales de la Revolución Popular Sandinista.

Una de las pasiones de nuestro querido Chiri, era la educación. Desde cualquier posición que estuviera, apoyaba todas las iniciativas para desarrollar la alfabetización y la educación de adultos. Junto a su familia emprendió el proyecto de una escuela, y asociado con varios educadores emprendió el proyecto de una universidad con la visión de becar a jóvenes de escasos recursos.

 También, apoyó la creación del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad de Ingeniería (UNI) contribuyendo a la proyección de esta Alma Mater en sectores claves de la economía nacional y del desarrollo humano de la sociedad nicaragüense.

Otra de sus pasiones fue la promoción deportiva destacándose como fundador del equipo de futbol “Walter Ferreti”, y la promoción artística apoyando en silencio a innumerables artistas nacionales de la música, el canto, el teatro, la danza y la pintura.

Siempre en silencio, este ángel de luz, incursionó junto a su amada esposa en el estudio en profundidad de la psicología, entrenándose en el manejo de diversas y novedosas propuestas de herramientas terapéuticas para el abordaje de los conflictos emocionales que aquejaban a los compañeros y compañeros de su entorno.

Con la victoria electoral del FSLN en el año 2006, Luis Armando es convocado por nuestro Secretario General y nuestro máximo líder Comandante Daniel Ortega Saavedra, para asumir la responsabilidad de Vicepresidente Técnico del INISER.

Esta institución financiera como patrimonio del Estado y del pueblo de Nicaragua había sido saqueada por los gobiernos neoliberales, quienes orientaron sus operaciones hacia la quiebra financiera para privatizarla y repartírsela entre un grupo de corruptos financistas de la empresa privada.

Luis Armando, junto a un formidable contingente de cuadros técnicos del INISER, recuperaron esta institución para el pueblo de Nicaragua, la hicieron crecer en sus activos y pasivos, robustecieron su liderazgo en el mercado de seguros, la modernizaron y, cumpliendo eficientemente al visión y el mandato del presidente Daniel Ortega, desarrollaron una estrategia de masificación de los seguros para proteger a la mayor cantidad de familias nicaragüenses de los sectores sociales más vulnerables. En esta proeza institucional, el liderazgo de Luis Armando fue clave.

Hoy, ocho de mayo del 2021, consternados, recibimos la triste noticia del fallecimiento del Chiri, pero a la vez, nos quedamos agradecidos de haber compartido con un extraordinario ser de luz que llegó a nuestras vidas a través de diversas rutas, encarnando los más altos valores del sandinismo.

Su legado de amor, generosidad, solidaridad, fraternidad, visión estratégica, sagacidad y lealtad a sus principios éticos, nos deja enriquecidos para seguir el camino que nos marcaron nuestros héroes y mártires a los que El Chiri fue fiel.

Hasta la victoria siempre, hermano Luis Armando Guzmán Luna.

Autor, Jorge Portocarrero

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