Pablo Gonzalez

Rubén Blades: Después de viejo, un chico plástico


TRAS LOS ÉXITOS DE LOS DISCOS METIENDO MANO Y SIEMBRA, SE CONVIRTIÓ EN LA PRINCIPAL REFERENCIA DE LA SALSA PARA PENSAR (QUE IGUAL SERVÍA PA’ GOZAR). HA TENIDO LA VIRTUD DE REINVENTAR SU CARRERA VARIAS VECES, PARA NO ESTANCARSE. 

EN EL PLANO POLÍTICO, EN CAMBIO, HACE TIEMPO QUE METIÓ EL RETROCESO. 

¡QUÉ FALLO!

POR CLODOVALDO HERNÁNDEZ • CLODOHER@YAHOO.COM / ILUSTRACIÓN ALFREDO RAJOY

Cuando la voz de Rubén Blades comenzó a hacerse popular en el panorama musical del Caribe, los conocedores intuyeron que venía un cambio profundo. No se trataba simplemente de otro sonero sino de alguien muy especial, capaz de amalgamar la salsa pa’ gozar con la salsa para pensar.

Corría la década de los 70 y no tardó el panameño en ubicarse en un espacio muy propio, donde nadie había estado antes, un sitio reservado a alguien como era aquel Rubén: irreverente, socialmente inquieto, poeta, pero a la vez dueño de un sabor y una manera de interpretar que nada tenía que envidiarles a las grandes figuras surgidas del barrio, del arrabal.

Lil Rodríguez, una de las voces más autorizadas en materia de música afrocaribeña, lo dice mejor: “Para 1977 ya había intentos serios por hacer una salsa que sirviera a la mente y al cuerpo, es decir, que generara óptica y sabor. 

Es en ese año cuando Willie Colón presenta a Rubén Blades en Metiendo mano, un disco anunciador sin duda alguna, de una novedosa forma de decir lo que la inmensa mayoría de los latinos éramos en ese entonces.

 ‘Pablo Pueblo’, el gran tema de ese disco (en mi concepto, claro), es una crónica y una radiografía del cómo nos sentíamos en ese entonces. 

Ese proceso de proyección masiva catapultó a ese tema y a ese disco, el cual, curiosamente, fue muy comprado por la clase media, esa que despreciaba al arquetipo dibujado en ese número, cuyo arreglo orquestal merece mucho crédito y fue hecho por Luis ‘Perico’ Ortiz.

 De ese álbum destaco otro tema inmenso compuesto por el inolvidable Tite Curet Alonso: ‘Plantación adentro’, que reveló parte de la historia rural del Caribe a finales del siglo XVIII”.

La alianza Colón-Blades fue exitosísima. De sus discos de larga duración era raro el tema que no se convertía en hit. Así pasó con el LP Siembra, del que sonaron, a rabiar, “Plástico”, “Buscando guayaba” y “Pedro Navaja”; y también pegaron “Ojos”, “Dime” y “María Lionza”. 

Esos impactos comerciales trajeron apoyo de la disquera. Vuelve a hablar Lil: “Fania descubrió que con ese tipo de temática le iba bien, y la clase media lavó su conciencia comprando discos. 

Fueron temas exquisitos, tanto por las letras como por los arreglos y la interpretación. Sin duda. 

El otro detalle de ese disco de 1978 es que usó una métrica nada convencional. 

Eran letras extensas, casi sin repetición, temas largos, que rompían con el parámetro de tres minutos por surco, algo que hasta entonces solo Palmieri había logrado hacer exitosamente”.

LAS REINVENCIONES DEL “POETA DE LA SALSA”

Al revisar la biografía de Blades se aprecia que ha tenido una gran virtud: ha sabido reinventarse varias veces, mientras otros se quedaron estancados y entraron en decadencia rápidamente, en especial cuando la salsa comenzó a ser desplazada por otras manifestaciones musicales.

De hecho, la asociación con Colón fue su primera reinvención, pues antes ya había tenido algunas figuraciones, bastante discretas, con la orquesta de Ray Barretto y con la Fania All Star. 

Al momento de encompincharse con el trombonista estaba cercano ya a los 30 años (nació en 1948) y tenía en su haber el título de abogado que había logrado en Panamá. 

También había alcanzado cierto reconocimiento como compositor de varias piezas que habían sido interpretadas por cantantes importantes como Bobby Rodríguez, Ismael Miranda, y por el dueto de Richie Ray y Bobby Cruz.

La fulgurante etapa con Colón tuvo otra vuelta de tuerca: el disco Maestra vida, una historia familiar contada a lo largo de los temas del long play. Algunos advirtieron que al dúo se le había pasado la mano, pero se equivocaron, pues pese a que “se fumaron una lumpia”, los temas pegaron comercialmente y aún hoy se oyen a diario en las radios salseras del continente.

Para finalizar el ciclo sobrevino el disco Canciones del solar de los aburridos, con el que se repitió el fenómeno de los múltiples temas convertidos en éxito: “Tiburón”, “Ligia Elena”, “Madame Kalalú”, “Te están buscando” y “El telefonito”.

Finalizada la fase con el músico neoyorquino-puertorriqueño, Blades se reinventó con el sexteto Seis del Solar, un grupo sin trombones para marcar diferencia con la etapa Colón. 

La magia siguió haciéndose presente y del disco Buscando América pegaron “Decisiones”, “El padre Antonio y su monaguillo Andrés”, “Desapariciones”, “Todos vuelven” y, por supuesto, “Buscando América”.

En su nueva etapa Blades tuvo grandes éxitos, con un sonido cada vez más refinado y letras de gran sentido social. 

En total fueron nueve discos, en los que se incluyeron éxitos como “Adán García”, “Amor y control”, “Caína”, “Cuentas del alma”, “Sorpresas, “Muévete” y “La canción del final del mundo”.

SORPRESAS NOS DIO LA VIDA

No todas las reinvenciones de Blades han sido afortunadas. Algunas han sido verdaderas vergüenzas. Una de ellas es haber reforzado los clichés hollywoodenses al aceptar papeles de hampón latino en mediocres películas de acción. 

Verlo en esas lides fue un gran choque para muchos de sus militantes (porque un cantautor como él no tenía fanáticos sino militantes). ¿Por qué Rubén hace esto?, se preguntaban. Muchos todavía no han encontrado respuesta.

Lo segundo que hizo Blades, para decepción de su legión de admiradores, fue ser ministro de Turismo de Panamá de un gobierno que, si bien fue encabezado por un hijo de Omar Torrijos, no se caracterizó precisamente por su nacionalismo o su sentido social. 

Lo hizo años después de haber sido candidato presidencial con una propuesta de avanzada e impulsado por el movimiento Papá Egoró.

NO TODAS LAS REINVENCIONES DE BLADES HAN SIDO AFORTUNADAS. ALGUNAS HAN SIDO VERDADERAS VERGÜENZAS. UNA DE ELLAS ES HABER REFORZADO LOS CLICHÉS HOLLYWOODENSES AL ACEPTAR PAPELES DE HAMPÓN LATINO EN MEDIOCRES PELÍCULAS DE ACCIÓN

La tercera vergüenza ha sido su innecesaria e incoherente beligerancia contra los gobiernos de izquierda de esa misma Latinoamérica por cuyas injusticias sociales tanto ha cantado, los únicos gobiernos que le hacen frente al “tiburón imperial”. 

Después de viejo, el hombre se parece mucho a un chico plástico. 

¡Qué fallo!

Recurramos nuevamente a Lil Rodríguez, quien con un par de anécdotas y una reflexión explica todas estas inconsecuencias del gran artista:

“Yo dejé de querer a Rubén hace muuucho tiempo y él lo sabe. 

Desde aquel día en el Ateneo de Caracas cuando se dirigió a Pablo Milanés, quien estaba en el público, diciéndole: ‘Saludos a Pablito, y a propósito ¿cuándo se irá el dictador de esa isla?’. 

Fue terrible. La mínima decencia y la tolerancia brillaron por su ausencia. Pablo se quedó sentado y luego convocó a una rueda de prensa en el Hilton solo para decir: ‘Rubén es un auténtico comemierda’. 

El Nacional tituló literalmente las palabras de Pablo”. (Para que entiendan los más jóvenes, es necesario aclarar que aquel diario El Nacional era muy distinto al actual).

“Luego Rubén se presentó en el Poliedro —sigue Lil—. Fui testigo de la cantidad de músicos nuestros que hicieron cola para entregarle un casete, una partitura, para que cuando pudiera les diera su opinión, y Rubén todo lo recibió con una gran sonrisa. 

Cuando ese concierto terminó (Blades estaba arrechísimo porque el Tite Curet le hizo saber públicamente que la parte nacional, Trina Medina y Madera original, le había dejado el escenario encendido) yo, Lil, entré al camerino de Rubén Blades. 

Allí estaban tirados todos los casetes y las partituras de mis amados músicos nacionales. Allí, en el piso del camerino… Entonces escribí en El Globo una nota titulada ‘Por qué odio a Rubén Blades’”.

Dadas esas experiencias, Rodríguez fue de las pocas personas que no se sorprendió de los arranques antichavistas de Blades. 

“Después de eso nada me asombra de él, ni siquiera las islas panameñas que entregó privatizadas cuando fue ministro de Turismo de Panamá —dice—. ¿Por qué Martín Torrijos no lo nombró ministro de Cultura?… misterios de la ciencia, como dice Rothe. 

El resto es basura mediática”.

Recientemente, Blades (quien aspira a ser de nuevo candidato presidencial en 2019) retomó el nacionalismo de otros tiempos y salió a reclamar por la mala imagen que se proyecta de su terruño con la difusión del escándalo llamado Papeles de Panamá. 

Otro buen amigo, Ildegar Gil, publicó un artículo muy certero titulado “Rubén Blades, ¿verdad que la vaina duele?”, en el que cuestiona la forma como se agrede a una nación entera, a propósito de una panda de corruptos.

 “¿Verdad que duele cuando hablan mal del país de uno con la sola intención de joder?”, fue la pregunta de cierre de Gil. Por acá aprovechamos y la suscribimos.

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