Cada vez que trabajamos en proyectos o queremos profundizar en temas que tienen que ver con la historia del Frente Sandinista de Liberación Nacional (antecedentes, historia y análisis), nos enfrentamos al mismo problema:
La literatura especializada en el tema, tomando en cuenta los casi sesenta años de existencia y la profusa información y datos generados en este largo período de la historia de nuestro país y de la historia de los movimientos de liberación nacional alrededor del mundo, aunque existe, sigue siendo insuficiente.
Sobre los antecedentes sólo existen un puñado de libros escritos desde la óptica sandinista y un poco más desde la acera de la historiografía burguesa o “independiente”.
La gesta del general A. C. Sandino (de enorme repercusión bibliográfica a nivel nacional e internacional) a pesar que tienen conexión ideológica y patriótica fundamentada y un eslabón vital (el coronel Santos López), propiamente no es un antecedente orgánico (sí un antecedente moral y patriótico), pues es otro segmento tan brillante como independiente de la historia del FSLN.
Esta diferencia vital, está fundamentada principalmente en la ideología marxista-leninista que abrazan los fundadores del FSLN.
Formalmente la historia del FSLN arranca en 1959 con los movimientos juveniles de izquierda nucleados por el joven estudiante universitario, Carlos Fonseca, ajenos a la historia de las organizaciones y acciones antisomocistas impulsadas por jóvenes procedentes de las élites libero-conservadoras, oficiales de la GN adversos a la dictadura, antiguos oficiales del EDSNN del General Sandino y del Partido Socialista.
La lucha que arranca con los distintos esfuerzos organizacionales juveniles armados y no-armados (Frente Unitario Nicaragüense, FUN; el reestructurado Frente Revolucionario Sandino, el Movimiento Nueva Nicaragua, MNN; Juventud Patriótica Nicaragüense, JPN; Frente de Liberación Nacional, FLN) en su mayoría tienen como protagonistas iniciales a los mismos jóvenes de ideas revolucionarias marxistas-leninistas entre ellos, Carlos Fonseca, Silvio Mayorga y los hermanos José Benito e Inocente Escobar.
Estas organizaciones, cumplido su papel coyuntural o histórico, desaparecieron y muchos de sus miembros se retiraron o abandonaron la lucha revolucionaria por distintos motivos.
Sin embargo, buena parte de sus integrantes pasarían más tarde a conformar la organización ideada por Carlos Fonseca y fundada por un puñado de hombres tercos y comprometidos hasta las últimas consecuencias con el pueblo nicaragüense.
En las universidades de León y Managua el FSLN con el tiempo llegó a controlar políticamente las organizaciones estudiantiles del CUUN y el CEUCA y fundó el Frente Estudiantil Revolucionario y otras organizaciones estudiantiles que más tarde se convertirían en el semillero del Frente Sandinista.
El Comandante Carlos entendiendo la importancia de los medios de comunicación y propaganda para alcanzar los objetivos a lo largo de su vida fundo e inspiró la creación de diferentes revistas y periódicos estudiantiles y partidarios a la vez que dedicó gran parte de su tiempo para escribir proclamas, folletos y libros, todo lo cual tiene hoy una importancia primordial en la tarea del estudio del Sandinismo.
Cada una de las organizaciones predecesoras mencionadas anteriormente tiene su propia historia, de vital importancia para entender el origen y desarrollo del FSLN.
Eventos como la infancia, adolescencia y el bautizo de fuego del Comandante Carlos en el Chaparral, su efímera militancia en el Partido Socialista, sus primeros viajes y encarcelamientos, están medianamente documentada por el mismo comandante Carlos Fonseca y un grupo intelectual de la primera generación de combatientes del FSLN, por escritores independientes como Chuno Blandón (amigo de infancia del comandante Carlos, que podemos decir qué hasta el momento es su mejor biógrafo) y otros escritores que abordan tangencialmente esos sucesos.
Entre estos están algunos participantes o testigos del período de resistencia patriótica nacional de la burguesía a la dictadura somocista (1937-1961).
La fallida experiencia del Frente de Liberación Nacional (antecedente directo del FSLN), está pobremente detallada, aún en la historiografía nuestra, sandinista, que solo se ilumina para recalcar que los inicios de la organización guerrillera fueron un desastre militar y se repite -sin mucho análisis- que a pesar de todo, fue “una victoria política”.
Los pocos detalles los aporta, nuevamente, desde fuera de la organización, los historiadores y hermanos Díaz-Lacayo, los testimonios del ingeniero Ballardo Altamirano, de los Comandante Edén Pastora, José Benito Escobar y Tomas Borge, datos que luego serían insumos para algunas obras sobre esos temas de la autoría de académicos sandinistas y otros escritores no sandinistas.
El período que corre desde 1961 al 74 es abordado por escritores-guerrilleros, además de los Comandantes Carlos Fonseca, José Benito Escobar, Oscar Turcios, Ricardo Morales Avilés, la compañera militante e intelectual sandinista Angelita Morales Avilés y en menor medida por otros compañeros, cuyos escritos fueron formalmente impresos posterior al triunfo revolucionario.
La mayoría de los escritos de la compañera Angelita Morales, doctrinarios e históricos, en su mayoría fueron usados por H. Ortega y Jaime Wheelock como insumos de sus propios trabajos.
Los escritos de militantes sandinistas del periodo de la división en tendencias del FSLN (en realidad muy pocos), en su mayoría estaban orientados a reforzar ideológica y tácticamente sus posiciones particulares dentro de una u otra tendencia, por lo que estas pequeñas obras sólo son importantes por sus datos, más que por su visión sectarista de ese periodo.
Desde el inicio del período insurreccional en octubre del 1977 hasta el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, en julio del 79 (que forja, en el fragor del combate, por imperativos tácticos y estratégicos finalmente la reunificación de las tendencias de nuevo en un sólido Frente Sandinista de Liberación Nacional), los avatares de la guerra posponen el atestiguamiento escrito de tales sucesos por parte de los mismos sandinistas combatientes y colaboradores.
Sin embargo, una marabunta de periodistas y corresponsales de guerra de todo el mundo serán testigos y cronistas de la epopeya insurreccional y muchos intelectuales y personajes públicos simpatizantes del sandinismo (la mayoría de los cuales ahora nos adversan) harán de este período (junto con la guerra contra la contrarrevolución y los gringos, en la década de los ochenta) el más publicitado y analizado de toda la historia del FSLN.
Con la llegada del Sandinismo al poder en Nicaragua en 1979, muchos jefes guerrilleros y combatientes (al igual que un segmento intelectualidad traicionera de la que hemos hablado más arriba) escriben o dictan sus valiosas memorias de lucha, que ya editados en libros se convertirán en ventana para que las nuevas generaciones se asomen a una etapa decisiva y heroica del país y el Continente.
Los comandantes Tomas Borge, Francisco Rivera Quintero, Carlos Núñez Téllez, Omar Cabezas Lacayo, harían un enorme esfuerzo, en medio de sus responsabilidades de gobierno o defensa de la patria y nos contarían en sus libros, cada uno un hermoso trozo de la historia y las biografías en primera persona.
Otros jefes y combatientes de la Insurrección armada como los Comandantes Daniel Ortega, Ballardo Arce, Víctor Tirado López, Germán Pomares, William Ramírez, Ramón Cabrales, entre otros, alumbrarían pasajes importantes de esas jornadas gloriosas de la lucha sandinista en artículos, entrevistas y discursos.
A la par de estos dirigentes muchos compañeros combatientes escribirían (aunque pocos publicaron masivamente) sus propias memorias, como el compañero Pablo Emilio Barreto y muchos otros historiadores y científicos sociales como Oriente Bolívar y Orlando Núñez, aportarían a este esfuerzo.
Los diarios y revistas del país (Barricada, La Prensa, El Nuevo Diario, Envió, etc.). Independientemente de su línea editorial y la pertenencia ideológica y política de los que representaran, fueron medios muy utilizados por los combatientes, pobladores participantes y profesionales del periodismo para plasmar sus historias que correctamente interpretadas, forman una parte muy importante de la historia colectiva de la Revolución.
Al mismo tiempo instituciones creadas por nuestro partido como la Escuela de cuadros, el Instituto de Estudio del Sandinismo, Universidades, editoriales, librerías y organizaciones de gremiales y de masas como la CST, ANDEN, ATC, CDS, ASTC, las Fuerzas Armadas y otros, publicaron o financiaron revistas o publicaciones de gran importancia para salvaguardar el acervo histórico del FSLN.
Mucha de esta producción editorial y documentos originales fueron cedidos ( vaya que error más grande!) a los archivos y biblioteca de la UCA.
Pero tampoco faltaron los oportunistas, los falsificadores o los que escriben su propia historia donde ellos son los “tuanis” como dice nuestro pueblo.
La Revolución es un acto colectivo, no es una película de vaqueros. Esto parece no haber sido comprendido por individuos que en su momento tuvieron relevancia dentro de la organización que les delegó distintas responsabilidades en la complejidad de una lucha de miles de hombres y mujeres que murieron y sufrieron por alcanzar la victoria de todos, la hermosa victoria cuyo protagonista principal siempre fue y será el pueblo nicaragüense.
Así, Humberto Ortega, Hugo Torres, Mónica Baltodano, Sergio Ramírez y otros que traicionaron su pasado “re-enclasandose” de vuelta, también escribieron su propia versión de la historia del Frente Sandinista, contaminándola de egoísmo y narcisismo, ocultando sus propias falencias y desencuentros con los intereses del pueblo, mostrándonos una historia alterna, falsa.
También están los que siempre nos adversaron pero que han querido contar “su” retazo de historia, contarnos su cuento, maquillado o simplemente narrado desde su óptica clasista, oligarca y burguesa.
Y ahí están los profusos escritos “históricos” de antiguos guardias nacionales, intelectuales, burócratas y políticos somocistas. La historia de los defenestrados, de los que aúllan por volver “a jocotear al pueblo”, como diría mi mama. Estos escriben su fabula, ocultan la verdad, la que ocurrió y ocurre en las calles, la historia del pueblo y su clase trabajadora a la que odian a muerte.
Un error gravísimo que no ha sido enmendado ni por nuestro gobierno ni por nuestro partido rojinegro es el abandono del gran proyecto de difusión de la historia del Sandinismo (inclusive la historia de Nicaragua y la literatura nacional y universal) que fue la Editorial Nueva Nicaragua.
Esta institución creada por Decreto de Ley de la Junta de Reconstrucción Nacional a principios de la RPS (al igual que el desaparecido Instituto de Estudios del Sandinismo) ayudó grandemente a que los sandinistas, el pueblo nicaragüense y la comunidad internacional se enteraran (por medio de libros de alta calidad, de gran tiraje, baratos y sobre todo escritos con apego a la verdad de los hechos y desde la óptica de la Revolución) de los detalles y el análisis de nuestra historia, hoy es más necesaria que nunca ante la ofensiva mediática de nuestros adversarios por ganar el corazón y la mente de nuestras nuevas generaciones.
Ahí está el comandante Daniel, ahí están los comandantes Tirado, Pastora, Tijerino, Báez, Rivas, Cabrales, Cabezas, Blanco, Campbell, Herrera, Calderón, Noguera… Su sabiduría, experiencia y pertinencia. Los hombres y mujeres que anduvieron y aprendieron del comandante Carlos y los grandes referentes del Sandinismo histórico.
Ahí están hombres como el general Glauco Robelo, “Pedrón” y muchísimos jefes de la guerrilla, de la guerra de los ochenta, están los hombres que defendieron a la patria desde su trinchera en el Ministerio del Interior, en el Ejercito, el SMP, los BIR, las milicias, la J. S., las organizaciones de masas, el Estado…Ahí están todavía ese puñado de héroes callados y leales siempre a la Revolución, al legado del comandante Carlos y al liderazgo del comandante Daniel Ortega, esperando contar su historia, que es la historia de todos.
Nuestros enemigos nos han intentado robar nuestros símbolos, nuestros, héroes, nuestras canciones y por supuesto, nuestra historia, por eso es que hay que hacer un esfuerzo por preservar la memoria de nuestras luchas y nuestras victorias, pues es de esa manera que las jóvenes y venideras generaciones sabrán sobre qué bases se sustenta el sandinismo y comprenderán su importancia como la única organización que ha luchado y lucha por la construcción de un patria para todos, justa e incluyente.
Historia verdadera de sangre y gloria, de entrega, heroísmo y amor al pueblo.
Sin memoria histórica, no hay futuro.
Edelberto Matus.