“Cállense todos
y síganme oyendo
en las catacumbas
ya en la tarde cuando hay poco trabajo
pinto en las paredes
en las paredes de las catacumbas
las imágenes de los santos
de los santos que han muerto matando el hambre
y en la mañana imito a los santos.
Ahora quiero hablarles de los santos”
Edgard José Munguía Álvarez conocido como “La Gata Munguía” es un héroe guerrillero que se destacó por su capacidad política de dirigente estudiantil y su vinculación profunda con la causa popular a través del FSLN.
Edgard Munguía supo articular perfectamente la alegría de la juventud con la responsabilidad de la causa revolucionaria, estudiante de biología, amigo de Leonel Rugama y Omar Cabezas, presidente del CUNN y guerrillero en la montaña.
“El Gato Munguía llegó a ser el primer presidente del CUUN lanzado por el FER, que alcanzó esa responsabilidad precisamente por decir públicamente que era del FER y que estaba de acuerdo con el FSLN. El FER tuvo el poder del CUUN de 1960 a 1964, pero sus candidatos a la presidencia no decían públicamente que eran del FER, menos aún que eran marxistas. Del ´63 al ´70 fue un periodo de gobierno estudiantil socialcristiano, el Gato fue el primer presidente del CUUN que llega, repitiendo aula por aula, que él era comunista y sandinista y FER, fue en 1970”.
(Fragmento de La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, de Omar Cabezas)
Edgard además de un gran guerrillero y dirigente, debe ser recordado como un gran artista. El teatro popular revolucionario “ En el telón de la noche” en el que incursionó Edgar Munguía debe ser rescatado como un referente en Nicaragua y Latinoamérica. Muchos no saben que la sala experimental del Teatro Nacional Rubén Darío llevó su nombre durante los años ´80 y que por lo devenires de la política fue removido de allí. Sin embargo su calidad artística combinado con su convicción militante lo llevó junto a otros artistas explotar la propuesta escénica para animar la toma de conciencia popular.
La gata Munguía llega a nosotros como un modelo de líder estudiantil: sandinista, marxista, constructor de la organización revolucionaria. Pocos jóvenes brillaron tanto con el lápiz y con el fusil en la mano, en el paraninfo universitario o en el escenario del teatro. La Gata Munguía es uno de estos hombres, que hoy tienen ganado un lugar en el santoral del que nos hablaba Leonel, pues dio vida entregando la suya.
Pero, sería una injusticia si pensamos en Edgar Munguía como pasado, así como es iluso que algunos hablen de la Revolución en pasado.
Edgar Munguía sigue siendo para las jóvenes generaciones de estudiantes y para sus líderes estudiantiles un referente con trayectoria ejemplar. Nos encontramos frente al gran reto de hacer avanzar la organización estudiantil a pesar de los zarpazos de los enemigos de la organización: ayer la dictadura somocista, hoy los contrarrevolucionarios que, en el mejor de los casos aspiran a una organización estudiantil sosa y sin sabor revolucionario. No por justo o por suerte León fue la primer capital de la Revolución. El capital político que el movimiento estudiantil acumuló fue lo que posibilitó el surgimiento del movimiento popular en cuya vanguardia marchaba el Frente Sandinista.
También los militantes del Frente Sandinista tenemos mucho que imitar de “La Gata Munguía”, un hombre que se entregó en cuerpo y alma a las tareas que se le encomendaron, trabajando con las uñas en los dormitorios universitarios y luego como presidente del CUNN o como delegado Congreso Internacional de la Juventud Socialista. Nunca se supo de que perdiera algo de humildad y claridad de servicio a la causa revolucionaria. “La Gata Munguía” como líder estudiantil revolucionario fue de los que siendo pocos, sembraron las bases de una de las organizaciones políticas más grandes y mejor organizadas de la historia latinoamericana.
El 13 de septiembre de 1976, “La Gata Munguía” cae en combate con el seudónimo de “Ventura” y ese mismo día comenzó a ser inmortal.
Hoy, desde la batalla contra el golpismo y frente al altar de los santos, nos inspiramos para seguir avanzado en el proceso que tanto amó: la Revolución popular Sandinista.
“No, ahora que me acuerdo, el Gato era de ojos verdes. Y el día de la elección se puso una camisa verde. De tanto verlo, de oírle hablar y andarlo aplaudiendo cada vez que hablaba en todas las presentaciones, hasta yo lo miraba ya más bonito que el contrincante. Y ganamos. Recuerdo que el escrutinio terminó por la madrugada. Saltamos, gritamos, lloramos, levantamos en hombros al Gato […]”
(Fragmento de La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, de Omar Cabezas)
Por: Xavier Rodríguez Corea
Antropólogo y Docente universitario