El Brexit y el triunfo de Donald Trump supusieron el ocaso del “escenario teleológico” en el que la finalidad de los procesos creativos eran planeadas por modelos finitos que podían intermodelar o simular varios futuros alternativos y en los que primaba la intención, el propósito y la previsión y su sustitución por el “escenario teleonómico”, marcado por dosis extremas de volatilidad que afectarán de manera especial al nuevo orden geopolítico mundial.
Así, asistiremos en el Trienio 2018-2020 a la irrupción en el escenario geopolítico de América Latina de una nueva ola negra involucionista que consistirá en la implementación de “golpes de mano blandos“ con el objetivo inequívoco de sustituir a los regímenes insensibles a los dictados de Washington (Nicaragua, Ecuador, Venezuela y Bolivia) por regímenes militares autocráticos, mediante la táctica del “palo y la zanahoria” expuesta por Sherman Kent en su libro “Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Norteamericana” (1949).
Los fines de estos tipos de guerra fueron descritos por este autor de la siguiente manera: “en estas guerras no convencionales se trata de hacer dos cosas, debilitar la voluntad y la capacidad de resistencia del enemigo y fortalecer la propia voluntad y capacidad para vencer”, y más adelante añade que los instrumentos de la guerra económica “consisten en la zanahoria y el garrote”: “el bloqueo, la congelación de fondos, el ‘boicot’, el embargo y la lista negra por un lado; los subsidios, los empréstitos, los tratados bilaterales, el trueque y los convenios comerciales por otro”.
¿Nicaragua en el punto de mira del Pentágono?
Petrocaribe fue creado en 2005 por iniciativa de Venezuela con el objetivo de suministrar combustibles a los países miembros en condiciones ventajosas de pago, como créditos blandos y bajas tasas de interés y estaría integrado por 18 países (incluidos Honduras, Guatemala, Cuba, Nicaragua, República Dominicana, Haití, Belice y una decena de islas del Caribe) y según las autoridades venezolanas, el país exporta 100.000 barriles diarios a los países del bloque que generaban una factura de 4.000 millones de dólares, de la cual una parte se paga en "efectivo" y el resto estaría subsidiado.
La nueva estrategia de EE.UU. sería estrechar lazos comerciales y militares con los países de Petrocaribe ante el peligro de contagio mimético de los ideales revolucionarios chavistas al depender en exclusiva de la venezolana Petrocaribe para su abastecimiento energético, empezando por el presidente dominicano Danilo Medina.
China habría asumido el reto de construir un nuevo canal en Nicaragua (Gran Canal Interoceánico) similar al canal del istmo de Kra que tiene proyectado entre Tailandia y Birmania para sortear el estrecho de Malaca, convertido “de facto” en una vía marítima saturada y afectada por ataques de piratas e inauguró en el 2010 el gasoducto que une a China con Turkmenistán y que rodea a Rusia para evitar su total rusodependencia energética al tiempo que diversifica sus compras, por lo que EE.UU. procederá a desestabilizar el gobierno de Daniel Ortega dentro de su estrategia geopolítica global de secar las fuentes energéticas chinas.
Por otra parte, la instalación el pasado abril de una estación satelital rusa en Managua (laguna de Nejapa) para “controlar el narcotráfico y estudiar los fenómenos naturales”, habría provocado el nerviosismo del Pentágono que acusa a Rusia de “estar usando Nicaragua para crear una esfera de espionaje militar” mediante el Sistema Global de Navegación por Satélites (Glonass), el equivalente al GPS de EE.UU..
Así, hemos asistido a la aprobación por el Congreso y el Senado de EE.UU. del proyecto de ley conocido como Nica Act (Nicaraguan Investment Conditionality Act of 2017), que siguiendo la estrategia kentiana busca congelar los préstamos internacionales de instituciones satélites de EE.UU. (Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo), a Nicaragua con el objetivo confeso de provocar su inanición financiera y posterior asfixia económica.
¿Resistirá Maduro la asfixia económica implementada por EE.UU.?
La decisión de Maduro de confiscar la planta de General Motors fue vista por la Administración Trump como un atentado contra los intereses de las multinacionales estadounidenses, escenario que será aprovechado por el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, antiguo presidente y consejero delegado de Exxon Mobil cuando fue nacionalizada en el 2007 por Hugo Chávez, para intentar un golpe de mano contra Maduro.
Exxon Mobil formaría parte de la Cuarta Rama del Gobierno de EE.UU., verdadero poder en la sombra que toma las decisiones en política exterior y a instancias de Tillerson, la revolución chavista ya fue declarada “enemiga peligrosa de EE.UU”.
Además, el acuerdo chino-venezolano por el que la empresa petro-química estatal china Sinopec invertirá 14.000 millones de dólares para lograr una producción diaria de petróleo en 200.000 barriles diarios de crudo en la Faja Petrolífera del Orinoco, (considerado el yacimiento petrolero más abundante del mundo), sería un misil en la línea de flotación de la geopolítica global de EE.UU. (cuyo objetivo inequívoco sería secar las fuentes energéticas de China).
EE.UU. quiere evitar a toda costa que Maduro sea reelegido en las próximas elecciones presidenciales a celebrar antes del 30 de abril en la certeza de que sería elegido presidente hasta el 2025 dada la división y falta de liderazgo de la oposición, por lo que procederá a la aplicación de sanciones al crudo venezolano para provocar el default o cese de pago.
En este contexto deberemos incluir el anuncio de sanciones de la UE a Venezuela y de la posible retirada de todos sus embajadores en solidaridad con España tras la expulsión de su embajador. Asimismo, EE.UU. y los países de corte neoliberal latinoamericanos (Argentina, México, Perú y Colombia) han expresado su intención de no reconocer los resultados de las próximas elecciones, lo que convertiría el nuevo Mandato Presidencial de Maduro en un “paria internacional”, contando únicamente con el apoyo político de los países del ALBA.
Tillerson inició en Febrero una gira por México, Argentina, Perú y Colombia bajo el argumento de “promover un hemisferio seguro y solicitar una mayor atención regional a la crisis en Venezuela” que podría concluir en la prevista Cumbre de la OEA en Perú con la implementación de sanciones contra Venezuela de los países que lo circundan para convertirla en “territorio asediado y presto para ser fagocitado”.
En consecuencia, tras una sistemática e intensa campaña desestabilizadora basada en el desabastecimiento selectivos de artículos de primera necesidad, la amplificación en los medios de la creciente inseguridad ciudadana, la toma de las calles por la oposición, la aplicación de sanciones al crudo venezolano para provocar el default o cese de pagos, el Ejército podría erigirse en “salvador de la Patria”, (siguiendo el plan diseñado por la CIA que contaría con la inestimable ayuda logística de Colombia convertida en el portaaviones continental de EE.UU.) y dar un “golpe de mano” en el 2018 contra Maduro para finiquitar el legado chavista en Venezuela.
Ello significaria el retorno a la política del Big Stick o “Gran Garrote”, (cuya autoría cabe atribuir al presidente de Estados Unidos Theodoro Roosevelt), sistema que desde principios del siglo XX ha regido la política hegemónica de Estados Unidos sobre América Latina, dentro de la Doctrina Monroe, “América para los Americanos”.