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Nicaragua: Julia Herrera, la esbelta guerrillera que murió como una heroína

En la fotografía, doña Tere Picado, Germán Pomares Herrera, ambos fallecidos, y Nora Herrera: madre, hijo y hermana de Julia Herrera.

El primero de agosto de 1975, la Guardia Nacional localizó cerca de El Sauce, en el departamento de León, un campo de entrenamiento sandinista. 

Se libró un fuerte combate en el que caen los extraordinarios combatientes: Julia Herrera (esposa del Comandante Germán Pomares Ordóñez), Arlen Siu, Mario Estrada, Gilberto Rostrán, Mercedes Reyes, Hugo Arévalo, Juan y Leónidas Espinoza.

Por Nora Claudina Herrera Picado, hermana de Julia, médico especialista en Ginecología y Obstetricia

Julia Herrera, nacida en 1953 en El Viejo, departamento de Chinandega, en la finca Santa Cecilia, hija de Carlos Manuel Herrera Cruz y de Teresa Picado.

Debido a que sus padres anduvieron trabajando de hacienda en hacienda: Punta Ñata, El Tanque, La Barra, etc., decidieron enviar a Julia a vivir con su abuelita materna a la ciudad de León, para que estudiara, se preparara y no anduviera como ellos, que eran obreros agrícolas.

Nuestro padre nos contaba que para las marchas del 14 de septiembre, él llegaba a león, para pesarle a Julia agua o algo de comer o de tomar, ya que en ese tiempo los estudiantes recorrían largas distancias bajo el inclemente sol y muchas niñas se desmayaban. 

Nuestro padre recordaba que cuando él era niño, su papá ya había fallecido y no había quien a él le pasara algo de comer o de tomar. Por eso él llegaba a León cuando a Julia le tocaba marchar durante las Fiestas Patrias, para que su hija no tuviera sed ni hambre.

Julia estudió su primaria y se graduó a los 15 años en el Colegio de Señoritas de la Recolección. Nuestro padre, don Carlos Herrera, vendió una fanega de maíz para cubrir todos los gastos para su graduación. Julia se veía muy linda enfundada en su uniforme.
Posteriormente ingresó en un colegio nocturno para concluir sus estudios de bachillerato. Estaba estudiando secundaria, cuando los hermanos Tejada Peralta fueron capturados y uno de ellos, David, asesinado por la Guardia Nacional. Su cuerpo nunca fue encontrado y se cree que fue lanzado en el cráter del volcán Masaya.

Ese brutal episodio impactó o marcó tanto a Julia, que la hizo tomar la decisión de ingresar a la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), y se propuso buscar y contactar al comandante Germán Pomares. 

Creo que ella lo conoció en la finca del papa del comandante Pomares, que estaba situada casi frente a la finca en donde Julia nació, que era de la familia de mi abuela materna.

Germán Pomares estuvo preso en 1970 y salió de la cárcel en 1971. Yo recuerdo que entre finales de 1971 e inicios de 1972, Julia y Germán tuvieron una hija a la que bautizaron Celia, en honor a la mamá del comandante Pomares. 

Esta niña falleció como a los 6 meses de edad, y en mi recuerdo de niña a mí me pareció que fue de diarrea y vómito, pero mi mamá Teresa Picado decía que fue de "fiebre perniciosa". 

En todo caso, cualquiera fuera la causa, era frecuente que los niños murieran a temprana edad. 

Recuerdo que los entierros de los niños tiernos fallecidos eran bien frecuentes, por qué no había políticas ni programas para disminuir la morbimortalidad por diarrea, la polio, malaria y otras enfermedades. 

Conocí a tantos niños lindos y de repente los vi con su piernita renca y su vida afectada para siempre por la polio.

Al Comandante Pomares y a Julia les tocó en carne propia vivir la pérdida de una hija por la falta de políticas y programas para la atención a los menores, porque ni siquiera se trataban adecuadamente estas enfermedades.

El 29 de noviembre de 1974 nace su segundo hijo, Germán Pomares Herrera.

Posteriormente, Julia se integra a la guerrilla y se lleva consigo al niño.

Ocho meses después llegó a la casa a dejar al niño y recuerdo que destruyó las fotos que de ella que teníamos en la casa, para que la Guardia, los orejas, los sistemas de seguridad no tuvieran como identificarla.

Un tiempo después regresó a ver al niño, pero también a una misión que el FSLN le había encargado. 

Los sistemas de seguridad de Somoza la detectaron.

Una vecina, doña Lupita Escalante y su marido Jorge Guido, tenían una carreta y en la madrugada, sacaron a Julia envuelta en una sábana como que era una persona que iba grave, porque la Guardia tenía rodeada nuestra casa. Yo creía que fue en un taxi, pero muchos años después me aclararon que fue en la carreta que la sacaron.

Un tiempo después, mi hermano Ronald Herrera Picado se integra a la guerrilla, convencido por Julia.

El 1 de agosto de 1975, cae en combate en El Sauce, Julia Herrera. Tenía 22 años.

Unos días antes de su muerte, un joven vecino de nosotros, que creció con Germán y Julia, se había ido con ellos a la guerrilla, desertó de la escuela guerrillera donde ellos se estaban entrenando y recuerdo cómo la familia presionaba al joven para que se entregara. 

Para nosotros como familia era difícil ver cómo la familia del joven se movía para lograr su objetivo. 

Este joven se entregó a la Guardia y reveló la ubicación del campamento y como consecuencia fueron masacrados los guerrilleros.

Mi hermano Ronald logró salir con vida. Julia y Arlen Siu cubrieron la retirada, y murieron combatiendo, mujeres de gran valor.

Muchos años después conocí a una doctora –que es una gran persona y una gran colega originaria de El Sauce– y me contó que los cuerpos de Julia y Arlen fueron profanados: la Guardia las violó ya fallecidas. Julia era una mujer esbelta y Arlen una muchacha muy bonita.

Tras cometer su atroz acción, las bestias somocistas que estaban al mando del esbirro Franklin Montenegro, enterraron sus cuerpos y los pies de ambas muchachas quedaron fuera de la sepultura. 

Los campesinos de la zona, cuando vieron que los guardias se habían ido, les dieron sepultura de manera civilizada.

Nosotros la familia nos enteramos por unas circulares escritas a máquina, donde se nos informaba que Julia había caído en combate.

 Por la represión de la Guardia, no pudimos acercarnos al lugar donde Julia murió, hasta julio de 1979, cuando el Frente nos envió sus restos y los pudimos sepultar.

(Nota del Editor. Tras el asesinato de Julia, la casa fue vigilada por la Seguridad Somocista; a don Carlos Manuel los finqueros de la zona le negaron trabajo.

 Para mantener a su familia, debió marcharse a propiedades lejanas para cortar algodón y caña de azúcar. 

Los Herrera Picado abrieron una panadería pero fracasó porque la Guardia ordenó a los vecinos que nadie debía comprarles pues tenían una hija guerrillera).

Mi madre, doña Teresa Picado, creo que siempre la esperó por que no pudo ver su cuerpo cuando Julia fue abatida, pues la Guardia no lo permitió.

El pasado 22 de mayo, doña Teresa Picado partió hacia donde el creador y estoy segura que se encontraron y se abrazaron indefinidamente.

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