Hoy el 97% de los préstamos en el sistema bancario se realizan en bolivianos y el 84% de los ahorros están depositados en la moneda nacional, lo que estimula un significativo incremento de la demanda interna.
Uno de los triunfos más grandes de la revolución boliviana se ha dado en el campo de las finanzas y el mismo está basado en la confianza de la población para con las medidas adoptadas por el gobierno y en su moneda, el boliviano: hoy la inmensa mayoría de los créditos y depósitos se hacen en moneda nacional. Es el triunfo de la “bolivianización”.
Los aspectos relevantes de la recuperación positiva de indicadores económicos pasan por: la preservación del proceso de bolivianización financiera, la reducción del déficit comercial , la caída de las transferencias al exterior y por menores ventas de divisas del Banco Centra al sistema financiero, por la recuperación de los precios internacionales de las materias primas y por la corrección de las expectativas de depreciación del público.
En Bolivia el proceso de desdolarización fue más notable entre los países observados en la región gracias a la labor realizada que 2006, cuando Evo Morales asumió la presidencia, con planes concretos de estabilidad financiera y de precios, y estimulando el crecimiento del producto bruto interno en beneficio de las grandes mayorías (y no como antes, de las elites del poder fáctico).
Una región desestabilizada
Los ajustes en la proyección de la tasa de crecimiento para la región sudamericana fueron disminuidos, en razón a que economías importantes como la brasileña, la argentina y la venezolana, están tolerando un proceso de desaceleración de sus aparatos productivos, en general por la desestabilización, provocada por sectores conservadores, en su afán de recuperar el poder e imponer modelos neoliberales, con políticas que años atrás facilitaron a que monopolios transnacionales se apropiaran de las mejores empresas de propiedad estatal y recibieron rentas jugosas que, en muchos casos, salieron hacia paraísos fiscales
La mayoría de los países de la región tiene sistemas flexibles de tipo de cambio en relación al dólar, y una recuperación de la economía estadounidense fortalece el dólar y debilita el resto de las monedas. Estas devaluaciones favorecen solo a algunos exportadores y especuladores financieros. Los rumores sobre puntuales devaluaciones han sido difundidos por la prensa hegemónica boliviana, para intentar tensar la credibilidad del gobierno.
Pero la confianza popular ha colaborado para el fortalecimiento del boliviano, la moneda nacional. El proceso de bolivianización (o desdolarización) sigue aportando al fortalecimiento de la soberanía económica, disminuyendo los grados de dependencia que ejerce la economía hegemónica del norte y su moneda, el dólar. En 2005 solo el 7,5% de los créditos era en bolivianos (el resto en divisas).
Bolivianizando
Para el cambio efectivo en la valorización de la moneda local precisó de la modificación del marco normativo para modificar y ampliar la vigencia del impuesto a las transacciones financieras para imponer solo a las operaciones en dólares, incentivar las operaciones en bolivianos a través del gravamen a la venta de moneda extranjera, reorientar líneas de crédito que otorga el Tesoro General través del Banco de Desarrollo Productivo a la moneda local.
Con el desarrollo del mercado financiero internacional de renta fija, el endeudamiento a través de la emisión de bonos soberanos se ha convertido en una práctica común en muchos países de la región, como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú y Uruguay, con una emisión promedio de 11.500 millones de dólares en 2016.
Y en lo que va del 2017, Argentina, Honduras y El Salvador ya salieron al mercado de bonos.
Bolivia volvió en 2012-2013 al mercado de capitales internacionales, y vendió bonos por mil millones de dólares a 10 años plazo: un acontecimiento trascendental para la economía nacional y la imagen del país ante el mundo.
La medida más reciente fue aplicada en abril último cuando el Banco Central de Bolivia presentó el Bono BCB bolivianización, cuya meta era de captar depósitos a plazo fijo en moneda extranjera, que fueron colocados en la banca hasta el 21 de marzo de 2017.
Los ahorristas que tenían colocados este tipo de instrumentos de inversión en divisas hasta esa fecha fueron admitidos para comprar el Bono Bolivianización, a partir de 146 dólares y con un máximo de 10 mil.
Entre las ventajas descritas se enumeraron: es una transacción extrabursátil, con lo cual no cesarán en la bolsa, sino en el banco, el bono ofrece una tasa de rendimiento anual de 6%, y para adquirirlo no se requiere pagar el impuesto a las transacciones financieras.
Por la alta demanda por los bonos soberanos en la reciente emisión, la tasa de rendimiento alcanzó un 4,61%, que significa 1,6 puntos porcentuales menos que el bono emitido en 2013, cuando se obtuvo un rendimiento de 6,25%. La tasa cupón (tasa de interés que se pagará) fue de 4,5%, menor respecto a los cupones alcanzados de 4,87% en 2012 y 5,95% en 2013. Es decir, que Bolivia pagará una menor tasa de interés por la nueva deuda adquirida.
Este hecho se traduce en los siguientes logros para el país: una sustancial disminución del “riesgo país”, lo que a futuro incentivará una mayor atracción de inversión extranjera directa, y que la economía boliviana se posiciona con mayor solvencia frente a los inversores del mundo. Y lo más importante, en el plano nacional, el anunciado uso estos recursos en la construcción de hospitales de tercer y cuarto nivel en el marco del Plan de Desarrollo Económico y Social, que ampliará la cobertura del sistema de salud para atender las necesidades históricamente insatisfechas.
La deuda externa pública del país, al cierre de 2016, llegó al 21% en términos del PIB. Con la reciente emisión de los bonos soberanos se estima que el saldo de la deuda externa alcance aproximadamente al 22% del PIB, muy por debajo de los estándares que sugieren los organismos internacionales (como el FMI) de 50%. Este resultado continúa mostrando un amplio margen de endeudamiento, además de la sólida capacidad de pago que posee el país.
Todas estas políticas han permitido a la moneda boliviana recuperar soberanía y funciones básicas que antes -por la dependencia del dólar- quedaban en manos de la Reserva Federal estadounidense. La ruptura de la dependencia monetaria permite, según los analistas, minimizar la exposición del país a choques externos, incluso en la actual coyuntura de bajos precios de las materias primas y apreciación del dólar, cuando podría provocar fuertes impactos en la balanza de pagos de una economía dolarizada.
Bolivia muestra hoy importante estabilidad cambiaria, en parte por el estricto control sobre el tipo de cambio, “que está alineado, próximo al equilibrio y por ende no hay ninguna necesidad de devaluar”, según el presidente del Banco Central, Pablo Ramos.
Hoy el 97% de los préstamos en el sistema bancario se realizan en bolivianos y el 84% de los ahorros están depositados en la moneda nacional, lo que ha estimulado, a la vez, un significativo incremento de la demanda interna. Y de todo esto, que podría servir de modelo para otros, poco se habla en la región y el mundo.
Sullkata M. Quilla es economista boliviana. Investigadora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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