El resultado de las elecciones es un golpe muy duro para el Partido Conservador y Theresa May, y un triunfo para Jeremy Corbyn y el Partido Laborista.
Supone un gran espaldarazo para toda persona de izquierdas y para quienes se han movilizado contra la austeridad y el racismo, por echar a los tories y respaldar a Corbyn. El laborismo ha logrado el mayor aumento de apoyo popular durante una campaña en la historia electoral británica. Prácticamente todas las encuestas y la “cocina” pasaron por alto el proceso, en su mayoría completamente.
May, quien decidió convocar elecciones y comenzó la campaña con más del 20 % de ventaja en los sondeos de opinión, tiene que irse. No tiene legitimidad para quedarse. Hay que obligarle a dimitir, y hoy mismo ya habrá manifestaciones.
May convocó las elecciones esperando arrollar a la oposición, en particular al Partido Laborista, y obtener una mayoría aplastante. Contaba con el firme apoyo de casi todos los medios de comunicación.
Dicen que Rupert Murdoch abandonó furioso la fiesta electoral del diario The Times cuando las encuestas a pie de urna mostraron el descenso de los tories.
La ilusión de May que obtener una mayoría de más de 100 escaños se ha esfumado.
Su campaña evasiva, el desastroso manifiesto centrado en el impuesto sobre la demencia y sus intentos cínicos de aprovechar los atentados de Manchester y Londres han dado pie a un fracaso humillante.
No se trata de la “revancha de los antibrexit”, como han sugerido algunos, pues de ser cierto, los Liberal Demócratas habrían salido mucho mejor parados.
La cuestión es la austeridad y la profunda rabia contra los ricos.
Parece que los tories tendrán el mayor número de escaños, pero que no alcanzarán la mayoría absoluta. Lo cierto es que cualquier gobierno conservador no será ni fuerte ni estable. Es posible que pueda formar gobierno con el derechista Partido Democrático Unionista, pero esta sería una coalición caótica.
Es muy probable que se convoquen nuevas elecciones antes de final de año, pues no existe ninguna coalición segura para ningún partido.
En las filas del Partido Conservador se escuchan amargas recriminaciones tras el fracaso de la iniciativa oportunista de May. El ex canciller George Osborne ha dicho de ella que “lo peor que ha hecho en su vida es dejar de correr por campos de trigo”. 1/ Varios altos dirigentes conservadores ya han dado a entender que tiene que irse.
Radical
El Partido Laborista ha ganado escaños en todo el Reino Unido. Esto no habría ocurrido sin un manifiesto radical y una campaña multitudinaria y dirigida hacia fuera, encabezada por Corbyn. Con razón ha dicho que “la política ha cambiado y no volverá a la caja en que estaba antes”.
En un periodo en que la gente está completamente desencantada con la élite política y la austeridad, Corbyn ofrece la esperanza de un cambio real, y millones han respondido a su mensaje.
Mítines masivos y propuestas como el impuesto sobre los ricos, la abolición de las tasas universitarias, un salario mínimo de 10 libras la hora y más financiación para la sanidad y la enseñanza han generado un verdadero entusiasmo.
Existe un sentimiento masivo contra la austeridad, el racismo y la guerra. Doce millones de votantes han rechazado a los tories y sus compañeros de viaje.
Han motivado a decenas de miles a participar activamente en la campaña y a millones de votar, particularmente gente joven.
La derecha laborista, que nunca ha aceptado a Corbyn como dirigente y lo ha tachado de inútil, se ha visto radicalmente desmentida. Puede que diga que un líder del ala derecha podría haber obtenido mejores resultados, pero como demostró Ed Miliband, los mensajes insípidos no calan.
El diputado laborista John Woodcock, quien había anunciado que el laborismo se encaminaba a una derrota catastrófica, ha dicho esta mañana que “no tiene ni idea” de lo que está sucediendo. “No sé qué ocurre en la política británica”, ha declarado.
Resultado extraordinario
El resultado extraordinario de estas elecciones incluye el triunfo laborista en Canterbury, circunscripción que estaba en manos de los tories desde 1918.
El ministro de Vivienda conservador, Gavin Barwell, ha perdido su escaño por Croydon. Ben Gummer, redactor del manifiesto tory, resultó derrotado en Ipswich y la ministra de Interior, Amber Rudd, ha tenido dificultades para mantener su escaño.
El volumen de votos estimado del Partido Laborista se sitúa en torno al 40 %. Esto sería mucho más que su resultado de 2015 con Miliband a la cabeza, que el de 2010 con Gordon Brown o el de 2005 con Tony Blair. Es el mismo porcentaje que logró Blair en 2001.
El blairismo está definitivamente muerto y la posición de Corbyn es inexpugnable.
El voto del UKIP se ha hundido. Paul Nuttall ha quedado tercero en Boston and Skegness, donde el voto a favor del UKIP ha descendido un 26 %. Los Liberal Demócratas han aumentado su número de escaños, pero su antiguo líder Nick Clegg ha perdido el suyo.
En Escocia, el Partido Nacional Escocés sigue siendo el partido más importante, pero ha perdido muchos escaños a favor de los laboristas, los conservadores y los liberales. Se prevé que descenderá de 56 a 33 escaños.
Entre los derrotados figura el antiguo dirigente del partido, Alex Salmond, y el actual vicepresidente, Angus Robertson.
El éxito del laborismo es más significativo que un mero resultado electoral. La elección de ayer demuestra que el Reino Unido no es un país de derechas, como afirmaron la mayoría de analistas y políticos tras el referéndum sobre la UE.
Existe un sentimiento masivo contra la austeridad, el racismo y la guerra. Doce millones han rechazado a los tories y a sus compañeros de viaje.
Esto exige que nos movilicemos en las calles y los centros de trabajo, pues todavía están los tories en el gobierno. Hemos de redoblar la resistencia.
09/06/2107
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