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Nicaragua:1927 – 2017 El derecho de ser Nación


I

Si la Dignidad eligiera una biografía de carne y hueso para morar, Augusto César Sandino sería su epifanía.

¿De qué estaba hecho el General de Hombres y Mujeres Libres que ni tres presidentes de la nación más poderosa del mundo pudieron desaparecer de la faz de la tierra su memoria, su gallardía, sus hermosos escritos, sus victorias? 


Sí, tres jefes de la mayor potencia de toda la historia humana, Calvin Coolidge (1923-1929) Herbert Hoover (1929-1933) y Franklin D. Roosevelt (1933-1945) no lograron convencer ni a los mismos Estados Unidos, ni a todo el Congreso, que Sandino era un “bandido”, un tipo que asolaba las montañas de Nicaragua y que no respetaba (los derechos humanos, dirían hoy) a la gente.

Son, si lo vemos bien, las mismas acusaciones contra el Frente Sandinista. La prensa al servicio de la “verdad”, léase intereses ominosos, no pudo con todo el papel sucio, la tinta envenenada, la maquinaria del poder y el financiamiento, acabar con el prestigio del Héroe de las Segovias. 

Cuando no lograban que la infamia dejara sus abominables residuos en los pueblos, de que era un “bandolero”, lo tildaban de comunista, agente de Moscú, y que era una amenaza para la propiedad y los negocios. 

Mas el General (y los sandinistas) no quería imitar modelos foráneos, sistemas económicos que lucen bien en las teorías, pero en la realidad son un desastre. 

Él declaró y confirmó su visión de Socialista, no comunista. 

El niquinohomeño no incubó en su mente anular el derecho natural que viene desde los albores del mundo: la propiedad privada. 

Menos expulsar a los inversionistas, al capital extranjero, y más bien invitó a los norteamericanos. 

Sí demandó la regulación del Estado, justicia económica y social. 

Sandino expuso a José Román: “Yo por mi parte empecé a trabajar en el ánimo de aquellos obreros, explicándoles los sistemas de cooperativas de otros países y lo tristemente que éramos explotados y que deberíamos procurarnos un gobierno que se preocupara por el pueblo, para que este no fuera vilmente explotado por los capitalistas y las grandes empresas extranjeras, pues el PUEBLO ES LA NACIÓN, y que deberíamos exigir, como en todos los países civilizados del mundo, que todas las empresas que operan en Nicaragua deban proporcionar a sus trabajadores atención médica, escuelas, leyes y organizaciones, tales como uniones de trabajadores y que nosotros no teníamos nada de eso. 

Les explicaba que yo no era comunista, sino SOCIALISTA. Que cada hombre tiene derecho a disfrutar de su trabajo, pero nunca EXPLOTAR LA IGNORANCIA AJENA”

¿Cómo un niño cortador de las haciendas cafetaleras, un jovencito comerciante de café y frijoles en Niquinohomo, Catarina, Nandasmo, Masatepe y Jinotepe; un obrero, un guarda almacén de la Honduras Sugar and Distilling Co.; un jefe del Departamento de Ventas de Gasolina en la Huasteca Petroleum; un artesano; un jefe de cuadrillas de limpieza en el pueblo de Montecristo en Honduras; un ayudante de mecánica cerca de la frontera con Costa Rica, tenía bien claro lo que Nicaragua necesitaba? 

¿Por qué los doctos, académicos, marxistas, filósofos y científicos sociales no lograron precisarlo con la maestría del General? 

En consonancia con el pensamiento de Sandino, las cooperativas, las empresas, los inversionistas cuentan hoy con la libertad para desplegarse en el país con el Modelo de Alianzas, Diálogo y Consenso que impulsan el presidente Daniel Ortega y la Vicepresidenta Rosario Murillo.

 El Héroe trazó las coordenadas: “Sin duda que el capital puede hacer su obra y desarrollarse, pero que el trabajador no sea humillado y explotado”.

II

El 4 de Mayo de 1927 hay un viraje fundamental en la Historia de Nicaragua y el continente. Sandino marca el antes y el después. La Dignidad y la Traición. 

Y, antes y después, 1927 y 2017, hay dignos y traidores. 

“Renegados nicaragüenses”, los describió el General: aquellos que imploran en la metrópoli que Nicaragua vuelva a ser república bananera.

“…me decidí a luchar, comprendiendo que yo era el llamado para protestar por la traición a la Patria y a los ideales nicaragüenses, y que las balas serían las únicas que deberían defender la soberanía de Nicaragua, PUES NO HABÍA RAZÓN PARA QUE LOS ESTADOS UNIDOS INTERVINIERAN EN NUESTROS ASUNTOS DE FAMILIA”.

“El 4 de mayo a que nos hemos referido –recordó Sandino– es efectivamente día de fiesta nacional, pero no es porque en ese día Moncada haya negociado (con Henry Stimson, enviado de Coolidge) al Ejército liberal como a partida de ganado en Tipitapa, no.

“Es fiesta nacional porque fue ese día en que Nicaragua probó ante el mundo que su honor nacional no se humilla; que le quedaban todavía hijos que con su sangre lavarían la mancha de los demás”.

III

Como hace 90 años, igual ahora con los sandinistas, no se trataba de ser enemigo de Estados Unidos, porque Sandino jamás mandó a bombardear Washington para quitar a Hoover e imponer un gobierno rastrero con su títere de turno; no impuso al General Horacio Portocarrero como Presidente del Colegio Electoral Americano para super-vigilar los comicios, ni financió su prensa para justificar una imposible invasión a Texas y Arizona; no colocó sus inexistentes cañoneras apuntando a San Francisco ni Nueva York. Fue al revés.

Ni la implacable artillería de los USMC, ni los bombardeos aéreos que soportó el General con sus combatientes, de hecho los primeros en la historia de la humanidad, pudieron derrotarlo. 

¿Qué pasaba alrededor de Sandino en los peores capítulos de la guerra que le tocó vivir al frente de sus muchachos, que al final salía milagrosamente ileso? 

¿Qué Magna Fuerza del Universo le protegió?

 ¿Es que todavía no había llegado su hora?

Sandino relata a Román uno de los tantos combates en toda su crudeza: “Aquella cumbre es El Chipote, entonces todavía anónima cima de los Andes. 

Pero antes de acuertelarnos definitivamente en El Chipote, tuvimos algunas batallas más: la de San Fernando el 25 de julio, fue un encuentro inesperado con una fuerte tropa de marinos cuyo número era muy superior al nuestro. 

Se trabó un combate horroroso en el que estuve a punto de morir, pues me emplazaron varias ametralladoras Y NI YO MISMO ME EXPLICO CÓMO PUDE SALIR CON VIDA. Casi todo mi ejército huyó en desbandada”.

¿Acaso estaba escrito que el Héroe sería librado de la muerte en los campos de batalla y culminar sus días terrenos víctima de la más deleznable acción de los hombres que es la traición?

 ¿Este sacrificio no fue para que el pueblo comprendiera, en su real dimensión, que Nicaragua está llamada a ser Nación Soberana, no el remedo de país que procuran los renegados?

“Yo solo quiero Patria Libre o Morir”. 

Esta fue la única razón de su lucha en Nicaragua contra los intervencionistas. 

Nunca lo motivó el odio hacia la Unión Americana, ni siquiera por razones políticas ni geoeconómicas. Tal es el legado que encarna el FSLN.

La Dignidad de 1927 es el derecho elemental de ser Nación en 2017. 

¿Es tan difícil entender esto?

Por Edwin Sánchez

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