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Nicaragua: Sandino y el Pacto del Espino Negro


El 4 de octubre de 1912, en la fortaleza del Coyotepe, de la Ciudad de Masaya, cae en combate el General y Héroe Nacional, Benjamín Zeledón, durante la resistencia armada que lideraba frente a las tropas interventoras norteamericanas. 

Para la historia nacional, así concluyó la rebelión “libero–conservadora”, también conocida por algunos como “Guerra de Mena”.

En 1912, por solicitud del Presidente Adolfo Díaz, inicia el periodo de ocupación militar norteamericana en territorio nicaragüense, que se prolongó hasta el año 1933, con una breve interrupción entre 1925 y 1926, periodo que duró poco más de 20 años.

El 5 de octubre de 1924 producto del Pacto libero-conservador o “Pacto de Transacción”, resultó electa la fórmula que llevaba como Presidente de la República al conservador Carlos Solórzano y como Vicepresidente al liberal Juan Bautista Sacasa.

Un año después, el 24 de octubre de 1925, el General conservador Emiliano Chamorro, que había sido el derrotado en las elecciones, organiza un golpe de Estado en contra de Solórzano (acción conocida como el “Lomazo”), que le permite apoderarse del cuartel principal del gobierno ubicado entonces en la Loma de Tiscapa.

Con la renuncia del Presidente Solórzano, de acuerdo a la Constitución Política vigente, correspondía asumir dicho cargo, al entonces Vicepresidente, que era Juan Bautista Sacasa, no obstante, el Congreso decidió designar al mismo Emiliano Chamorro en su lugar.

El 2 de mayo de 1926, estalló la llamada “Guerra Liberal Constitucionalista” iniciada por el general Luis Beltrán Sandoval, liberal, en la Costa Atlántica, contra el Gobierno ilegítimo del general Emiliano Chamorro, en respaldo al derecho constitucional que asistía al Vicepresidente Juan Bautista Sacasa, de ahí el nombre de “constitucionalistas”.

Es precisamente en este escenario, en esta coyuntura, que Augusto C. Sandino, regresa de México, y al igual que Benjamín Zeledón lo hizo en su momento, se integra a la lucha interna, respaldando en este caso al ejército constitucionalista de Sacasa.

 Sandino regresó a Nicaragua el 1 de junio de 1926, pero se incorporó activamente al proceso revolucionario hasta octubre.

El 25 de agosto de 1926, fuerzas leales a Sacasa, conducidas por el General José María Moncada Tapia, provenientes de territorio mexicano, desembarcan en la Costa Caribe de nuestro país, con la intención de preparar las condiciones para la instalación desde esa región de un gobierno paralelo al de Chamorro.

El 28 de agosto de 1926 el Gobierno de Estados Unidos, envía la Nota “Kellog” (del Secretario de Estado Frank Billings Kellog), en la que dejan sentada su posición de no reconocer a Emiliano Chamorro en el cargo, presionando por su renuncia.

Entre el 10 y 30 de octubre de ese año, el Gobierno de Estados Unidos trató de mediar entre ambas partes, auspiciando conferencias de paz que se celebraron a bordo del Buque de Guerra norteamericano “USS Denver”. Estas conversaciones no alcanzaron ningún acuerdo.

Debido a las presiones norteamericanas, el 17 de octubre, Chamorro renuncia a la Presidencia, depositándola en el conservador Sebastián Uriza, quien también fue desconocido por los Estados Unidos. De esta forma, por segunda ocasión, la Presidencia la asumió el golpista Adolfo Díaz Recinos el 11 de noviembre, quien si fue reconocido por los Estados Unidos.

El 15 de noviembre, Días, pide una vez más la intervención militar de los Estados Unidos, lo que permitió la segunda intervención militar en suelo nicaragüense. 

El Presidente de los Estados Unidos justificó esta segunda intervención, como una medida de prevención frente a las “actividades bolcheviques” del régimen del general Plutarco Elías Calles en México, que según él, era protector de Sacasa y Moncada en Nicaragua.

El 1 de diciembre de ese mismo año, Juan Bautista Sacasa, desembarca en Puerto Cabezas, y se autoproclamó Presidente constitucional de Nicaragua, estableciendo un gobierno provisional en dicha ciudad.

El 24 de diciembre, desembarcaron en Puerto Cabezas 5,000 marines y 16 buques de guerra, todos bajo el mando del Almirante Julián Latimer. Puerto Cabezas fue declarada como zona neutral por los invasores, y se demandó a Sacasa y las fuerzas constitucionalistas, el abandono del pueblo y la entrega de las armas.

 Es de estas armas entregadas, que Sandino logra recuperar una pequeña parte, 40 fusiles aproximadamente. Sandino regresa a Las Segovias.

Durante el mes de febrero de 1927, las fuerzas constitucionalistas y conservadoras, sostienen una serie de combates en varios departamentos del país, entre las que destacan Chinandega, Ocotal, Estelí, Jinotega y Matagalpa. 

Un balance general, indica que los constitucionalistas desarrollaban una campaña militar con relativo éxito, dentro de la que fue parte activa la columna del General Sandino.

A finales del mes, Adolfo Díaz entregó oficialmente al Gobierno de los Estados Unidos una propuesta de “alianza ofensiva y defensiva con Estados Unidos”, que contenía los siguientes puntos:

“Una alianza militar con Estados Unidos, que impedirá a Nicaragua declarar la guerra sin el consentimiento de aquéllos, pero que la pondrá automáticamente en estado de guerra cuando Washington la declare.

Se establece a favor de Estados Unidos el derecho de intervención armada cada vez que lo juzgue oportuno, convirtiendo a la intervención ya existente, de estado de facto a estado de jure.

Nicaragua organizará un cuerpo de guardias rurales al mando de un militar norteamericano, en reemplazo del ejército nacional existente, el que será abolido.

Se prevé la contratación de un empréstito de 20 millones de dólares con banqueros norteamericanos, semejante a los formalizados desde 1909 en adelante.

Se mantendrá al recaudador de aduanas norteamericano, cuya autoridad y privilegios no podrán ser alterados sin el consentimiento de Estados Unidos.

Las rentas nacionales serán manejadas por el recaudador norteamericano, en las mismas condiciones que el anterior.
Se nombrará un consultor financiero norteamericano para fiscalizar la hacienda pública, con el derecho de veto sobre las resoluciones del Poder Legislativo.

Se dispondrán mayores garantías para la opción canalera y la base del golfo de Fonseca.”

La campaña militar continuó, en la que la columna de Sandino empezó no solo a destacarse sino también a asumir un rol esencial para la supervivencia del ejército constitucionalista.

 A inicios de abril de 1927, la columna de Moncada, instalada en Chontales, se encontraba asediada por los conservadores a punto de ser derrotado.

Sandino logró rescatar a Moncada y sus tropas. En este proceso, Moncada notificó a Sandino de un “armisticio” de 48 horas, debido a una conferencia de paz que se celebraría en Managua o en Tipitapa con los delegados de Estados Unidos. Sandino se opuso a la participación de Moncada en esta conferencia, indicando que debían participar todos los generales y armados del ejército constitucionalista en dicha decisión.

El conflicto se había prolongado lo suficiente para preocupar al Presidente de los Estados Unidos, Calvin Coolidge, quien se encontraba ya cerca de su campaña electoral. 

En este sentido, decidió enviar como emisario, al ex Secretario de Guerra, Henry Stimpson, para que negociara con las fuerzas constitucionalistas los términos de un acuerdo definitivo de paz.

El 4 de mayo de 1927, sin el consentimiento previo de los integrantes del ejército constitucionalista, bajo la sombra de un espino negro, en Tipitapa, se suscribió el Pacto del Espino Negro, entre Moncada y Stimpson.

Si bien, no existe registro o archivo documental del referido pacto, existe una fuente inobjetable sobre los acuerdos mínimos alcanzados, constituida en la carta confirmatoria enviada por Stimpson a Moncada ese mismo día, y que señala lo siguiente:

“Tipitapa, 4 de mayo de 1927

Señor General José María Moncada

Estimado General:

Confirmando nuestra conversación de esta mañana tengo el honor de comunicarle que estoy autorizado para declarar que el Presidente de los Estados Unidos tiene la determinación de acceder a la solicitud del Gobierno de Nicaragua para supervigilar la elección de 1928; que la permanencia en el poder del presidente Díaz durante el resto de su mando se considera como indispensable para dicho plan y se insistirá en ello; que el desarme general del país es también necesario para el buen éxito de esta decisión y que las fuerzas de los Estados Unidos serán autorizadas para hacer lacustodia de las armas de aquellos que quisieran entregarlas incluyendo las del Gobierno y para desarmar por la fuerza a aquellos que se nieguen a hacerlo.

Con todo respeto,

Henry L. Stimpson”

De esta correspondencia, se pueden extraer los puntos centrales del Pacto del Espino Negro, con el que se consumó una de las mayores traiciones a nuestra patria, en este caso por parte del General liberal Moncada:
La permanencia en el poder del Presidente (inconstitucional) Adolfo Díaz, hasta las siguientes elecciones de 1928.
La “supervigilancia” de las elecciones por los EEUU.
El desarme general de las tropas nicaragüenses en conflicto
La entrega de las armas a los EEUU.
La creación de la oprobiosa Guardia Nacional (G.N.) de Somoza; que tuvo al pueblo nicaragüense bajo una férrea dictadura militar por 45 años.

Sandino, sobre la firma de este pacto, expresó:

“…téngase presente que Moncada, nos dijo a los jefes de columnas que había pedido a Stimsom 8 días de plazo, a partir del mismo día 5 del mismo mayo, para pedir la opinión del ejército y contestar; sin embargo, declaró día de fiesta el 4 de mayo por haber sido ese el día en que se firmó la paz, lo que prueba que a Moncada, le importó poco la opinión del ejército y que cuando regresó de Tipitapa a nuestros campamentos ya tenía en sus bolsillos la promesa de su Presidencia.

El 4 de mayo, debe de ser, efectivamente día de fiesta nacional, no porque en ese día Moncada, haya vendido al Ejército Liberal, del cual era General en Jefe, como a una partida de bestias; debe ser fiesta nacional, porque ese día Nicaragua probó ante el mundo que su Honor Nacional, no se humilla; que le quedan todavía hijos que ofrendarían su sangre para lavar la mancha que sobre ella echen los traidores. Le manifesté nuevamente que yo, sería uno de los opositores. Con su palabra fácil, Moncada, procuró convencerme de una vez, respecto a la claudicación, diciéndome que sería una locura pelear contra los Estados Unidos del Norte, porque es una nación muy poderosa, que tiene 120 millones de habitantes; que yo, no podría hacer nada con trescientos hombres que tenía a mi mando, que nos sucedería igual que a una presa que está bajo las garras de un tigre, que cuanto más se mueve, más le ahonda las uñas en la carne. Sentí un profundo desprecio desde ese momento por Moncada, le dije que yo, consideraba un deber morir por la libertad, que ese era el símbolo de la Bandera Roja y Negro que yo, había enarbolado:

“Libertad o Muerte”, que el pueblo nicaragüense, de aquella Guerra Constitucionalista esperaba su Libertad. Él sonrió sarcásticamente y me dijo textualmente estas palabras: “No hombre… como se va Usted a sacrificar por el pueblo…. El pueblo no agradece….se lo digo a Usted, por experiencia propia… la vida se acaba y la Patria queda… el deber de todo ser humano es gozar y vivir bien… sin preocuparse mucho.”

A partir de este momento, Sandino, con su “pequeño ejército loco”, regresó a San Rafael del Norte en Jinotega, e inició lo que se conoció como “la guerra de liberación nacional” que duró desde el 4 de mayo de 1927 hasta el 21 de febrero de 1934, fecha en que Sandino es traicionado y asesinado por orden del Gobierno de los Estados Unidos a través del entonces Director de la Guardia Nacional, Gral. Anastasio Somoza García.

El Preámbulo de nuestra Constitución Política vigente evoca a aquellos hombres que a través de la historia nacional, les une un mismo fin, un mismo sentimiento: la lucha por la paz, la independencia, por la autodeterminación, por la soberanía de nuestro pueblo.

Tenemos a hombres y mujeres cuyo legado debe perdurar a través de las generaciones venideras, hombres como José Dolores Estrada, Andrés Castro, Enmanuel Mongalo, Rubén Darío, Benjamín Zeledón, Rigoberto Lopez Pérez, Carlos Fonseca, y por supuesto, el General de Hombres Libres, Augusto C. Sandino.

Este sentimiento por la dignidad nacional, inspira y articula de forma transversal todo el texto constitucional, a partir del artículo 1 que establece:

“La independencia, la soberanía y la autodeterminación nacional, son derechos irrenunciables del pueblo y fundamentos de la nación nicaragüense. Toda injerencia extranjera en los asuntos internos de Nicaragua o cualquier intento de menoscabar esos derechos, atenta contra la vida del pueblo. Es deber de todos los nicaragüenses preservar y defender estos derechos”.

Es del conocimiento del pueblo de Nicaragua y del mundo entero, que la lucha del General Augusto C. Sandino en contra de la intervención militar, política y económica norteamericana, marcó un giro de timón en la historia nacional, desencadenó un proceso con el cual, Nicaragua no volvería a ser la misma, y más bien, avanzaría hacia la construcción de un país con una verdadera y genuina independencia.

El 4 de mayo es el Día de la Dignidad Nacional, por la relevancia histórica que tuvo y tiene para nuestro país y el resto del mundo; debe permitir a todas las generaciones, reflexionar sobre uno de los principales momentos definitorios de la historia nacional, la concretización de lo que debe ser un sentimiento nacional, una constante en el accionar de nuestro Gobierno, de los gremios y de las familias nicaragüenses hacia la construcción de la Nicaragua que todos y todas soñamos: la dignidad nacional.

El General Sandino no solo desconoció el humillante Pacto firmado en ese entonces por el liberal, General Moncada, para favorecer al conservador golpista Adolfo Díaz y al representante del imperialismo yankee de este momento, el Presidente de los Estados Unidos, Calvin Coolidge. Sandino, llevó su criterio, su ideal, a la acción, organizó al Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional, que se enfrentó en más de cincuenta acciones militares, contra los marines invasores, los piratas a como les llamaba Sandino y la Guardia Nacional, dominada por los políticos liberales y conservadores.

Por si fuera poco, su ideal, su lucha, logró la primera victoria a nivel del continente americano, de una guerrilla de la liberación nacional, sobre dos tipos de fuerzas militares operando de forma paralela: fuerzas locales y fuerzas de intervención de los Estados Unidos de Norteamérica, sentando un ejemplo no solo político sino también para la ciencia y el estudio del método guerrillero, que posteriormente se constituiría en la base moral, política y militar, para lo que se puede describir como la continuación de la gesta de Sandino, a través de Carlos Fonseca, Tomas Borge, Silvio Mayorga, fundadores del actual Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), vanguardia del derrocamiento de la sangrienta dictadura militar impuesta por los Estados Unidos en nuestro país, encabezada por la familia Somoza y vanguardia en los actuales procesos de transformación social, económica y política que vivimos en nuestro país.

https://buitrenica.wordpress.com/2016/05/16/sandino-y-el-pacto-del-espino-negro-el-rescate-de-la-dignidad-nicaraguense/

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