La cifra es alarmante: cada año, por culpa de la tala de árboles ilegal, los bosques tropicales colombianos, especialmente de la zona del Amazonas y del Pacífico, pierden unas 48 mil hectáreas de árboles.
Un área igual de extensa al tamaño de una capital del mundo como Bogotá.
Es un flagelo silencioso que viaja por carreteras y nevega por los ríos y mares del país. Según la WWF, Fondo Mundial para la Naturaleza en Colombia, las especies que más persiguen los traficantes son maderas preciosas como algarrobo, cedro negro, palma colombiana y el linde.
Unas cuantas pulgadas de algunas de estas se comercializa casi a los mismos precios que el oro.
Pese a las alarmas lanzadas por instituciones como el Banco Mundial y la propia WWF, que en un estudio pulgado este año estableció que más del 70 por ciento de la madera que se explota, transporta y comercializa en Colombia es ilegal, es poco lo que se ha podido hacer para detener este flagelo.
Por un lado, según denuncias del Ministerio de Medio Ambiente, los traficantes falsifican con facilidad los documentos que acreditan la extracción legal de la madera. Y por el otro, en los retenes de puertos y carreteras no siempre se cuenta con expertos que conozcan qué clases de madera están en vías de extinción.
¿Cómo se afecta el país y el planeta cada vez que pierde uno de sus árboles?
Así funciona la explotación
Según Interpol, detrás del delito están bandas y grupos armados ilegales como las Farc, que ‘vacunan’ a madereros y además participan del negocio: cuidan y dan permiso en los territorios donde ocurre la deforestación, especialmente el Amazonas y el Pacífico.
La madera es sacada inicialmente en bloques a través ríos como el San Juan y el Atrato durante el día. En la noche, los ilegales llegan a los lugares donde se arruma la madera, la cual es recogida de madrugada por mulas que la conducen hasta agencias transformadoras de madera.
El destino de esa mercancía es acordada también por guerrilla y bandas criminales.
Pacto por la madera legal
Se trata de una medida adoptada en Colombia por varias organizaciones, ONG y el Gobierno Nacional para combatir el comercio ilegal de madera. Este incluye jornadas de pedagogía en las zonas donde se comercializa mayormente la madera, así como campañas para mejorar el aprovechamiento planificado de los bosques.
También persigue salir del atraso tecnológico, que el propio Ministerio de Ambiente reconoce, para la detención de los productos de madera legales.
Aunque en fase inicial, el Pacto Intersectorial por la Madera Legal, como fue bautizado, busca la compra responsable de madera y sus productos.
Pérdida de vida silvestre
Una de las consecuencias irreparables de la tala indiscriminada de árboles es la pérdida del hábitat de la vida silvestre. Se afectan especies de aves, de mamíferos como monos y osos, y del pequeño universo que deriva su sustento de sus raíces y troncos.
Se altera la tierra
La deforestación altera el comportamiento (ciclo vital) de la tierra. Tras ello llegan las malas cosechas, la destrucción del hábitat de miles de especies, y la muerte de las cuencas, ríos, arroyos y lagos que dependen de la ‘buena salud’ de las áreas circundantes.
Arde el planeta
El efecto inmediato de la deforestación es el calentamiento global ya que al estar deforestados los bosques, estos no pueden cumplir con su función vital: eliminar el exceso de dióxido de carbono en la atmósfera. La presencia de este elemento en la atmósfera ha crecido 25 % en los últimos 150 años.
Menos lluvia
Uno de los efectos más nocivos de la deforestación, según Omar Herrera, ambientalista, es la disminución de la lluvia en “las regiones con poca cubierta vegetal, pues existe una correlación entre la humedad del suelo, la vegetación y la energía (sobre todo solar) que se necesita para convertir agua en vapor de agua”.