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USA: Tomas Young : Mis últimas palabras para George W. Bush y Dick Cheney


Tomas Young: 30 de noviembre de 1979 – 10 de noviembre de 2014 


Nota del editor: Ayer llegó la noticia de que Tomas Young, un veterano de la guerra de Iraq convertido en activista contra la guerra, había muerto en Seattle a la edad de 34 años.

Tomas se alistó en el Ejército de EE.UU. solo dos días después de los ataques del 11-S. 

Después de su entrenamiento en Fort Hood Texas, fue enviado a Iraq y quedó paralítico después de recibir un balazo a través de la columna vertebral solo cinco días después de empezar su primer período en el país. 

Numerosos lectores recordarán a Tomas por el excelente documental de Phil Donahue, Body of War sobre sus luchas después de su retorno de Iraq. A continuación publicamos una carta que Tomas escribió a George W. Bush y Dick en junio de 2013. Descansa en paz Tomas Young. Prometemos continuar tu lucha.

Joshua Frank 
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Escribo esta carta en el décimo aniversario de la Guerra de Iraq en nombre de mis compañeros, los veteranos de la Guerra de Iraq.

 Escribo esta carta en nombre de los 4.488 soldados y marines que murieron en Iraq. Escribo esta carta en nombre de los cientos de miles de veteranos que han resultado heridos y en nombre de aquellos cuyas heridas, físicas y psicológicas, han destruido sus vidas. 

Soy uno de los gravemente heridos. Quedé paralítico en una emboscada insurgente en 2004 en Sadr City.

Mi vida se termina.

 Vivo bajo atención para enfermos terminales.

Escribo esta carta en nombre de los maridos y esposas que han perdido a sus cónyuges, en nombre de los niños que han perdido a un padre, en nombre de los padres y las madres que han perdido a sus hijos e hijas, y en nombre de los que atienden a los muchos miles de veteranos que sufren de lesiones cerebrales. 

Escribo esta carta en nombre de los veteranos cuyos traumas y auto-revulsión por lo que han testimoniado, sufrido y cometido en Iraq los han llevado al suicidio y en nombre de los soldados y marines en servicio activo que cometen un suicidio al día de media. 

Escribo esta carta en nombre del millón de muertos iraquíes y en nombre de los innumerables iraquíes heridos. Escribo esta carta en nombre de todos nosotros, los residuos humanos que vuestra guerra ha causado, aquellos que pasan sus vidas en interminable dolor y sufrimiento.

Escribo esta carta, mi última carta, a ustedes, señor Bush y señor Cheney. No escribo porque piense que comprendéis las terribles consecuencias humanas y morales de vuestras mentiras, manipulación y ansias de riqueza y poder. 

Escribo esta carta porque, antes de mi propia muerte, quiero dejar claro que yo, y cientos de miles de otros veteranos, junto a millones de mis conciudadanos, junto a cientos de millones más en Iraq y en Medio Oriente, sabemos perfectamente quienes sois y lo que habéis hecho. 

Podréis evadir la justicia pero en nuestra opinión cada uno de vosotros es culpable de atroces crímenes de guerra, de saqueo y, en última instancia, de asesinato, incluido el asesinato de miles de jóvenes estadounidenses, mis compañeros veteranos, cuyo futuro robasteis.

Vuestras posiciones de autoridad, vuestros millones de dólares de riqueza personal, vuestros asesores de relaciones públicas, vuestros privilegios y vuestro poder no pueden ocultar la vacuidad de vuestro carácter. 

Nos enviasteis a combatir y a morir en Iraq después que usted, señor Cheney, hubiera evitado el reclutamiento en Vietnam, y usted, señor Bush, hubiera desertado de su unidad de la Guardia Nacional. Vuestra cobardía y egoísmo se establecieron hace décadas.

 No estuvisteis dispuestos a arriesgar vuestras vidas por nuestra nación pero enviasteis a cientos de miles de hombres y mujeres jóvenes para que fueran sacrificados en una guerra insensata sin pensarlo más de lo que cuesta disponer de la basura.

Me alisté en el Ejército dos días después de los ataques del 11-S. Me alisté en el Ejército porque nuestro país había sido atacado.

 Quería devolver el golpe a los que habían matado a unos 3.000 conciudadanos.

 No me alisté en el Ejército para ir a Iraq, un país que no tuvo ninguna participación en los ataques de septiembre de 2001 y que no planteaba una amenaza para sus vecinos, mucho menos para EE.UU. 

No me alisté para “liberar” iraquíes o para cerrar míticas instalaciones de armas de destrucción masiva o para implantar lo que llamáis cínicamente “democracia” en Bagdad y Medio Oriente. No me alisté en el Ejército para reconstruir Iraq, lo cual en aquel entonces nos dijisteis que se podía pagar con los ingresos del petróleo de Iraq. 

En vez de ello esta guerra ha costado a EE.UU. más de 3 billones (millones de millones) de dólares. En especial, no me alisté en el Ejército para realizar una guerra preventiva.

 La guerra preventiva es ilegal según el derecho internacional. Y como soldado en Iraq yo estaba, lo sé ahora, apoyando vuestra idiotez y vuestros crímenes.

 La Guerra de Iraq es el mayor error estratégico en la historia de EE.UU. Destruyó el equilibrio del poder en Medio Oriente. 

Instaló un gobierno pro-iraní corrupto y brutal en Bagdad, uno cuyo poder se basa en el uso de la tortura, de escuadrones de la muerte y del terrorismo. 

Y ha convertido a Irán en la fuerza dominante en la región. Iraq fue un fracaso en todos los sentidos, moral, estratégico, militar y económico. 

Y fuisteis vosotros, señor Bush y señor Cheney, los que comenzasteis esa guerra. 

Sois los que deberíais pagar las consecuencias.

No estaría escribiendo esta carta si hubiera sido herido combatiendo en Afganistán contra las fuerzas que realizaron los ataques del 11-S.

 Si hubiera sido herido allí todavía me sentiría infeliz por mi deterioro físico e inminente muerte, pero por lo menos tendría el consuelo de saber que mis heridas fueron una consecuencia de mi propia decisión de defender el país que amo. 

No tendría que yacer en mi cama, con el cuerpo repleto de analgésicos, con mi vida que termina lentamente ni enfrentar el hecho de que cientos de miles de seres humanos, incluidos niños, incluido yo mismo, fuimos sacrificados por vosotros por poco más que la codicia de compañías petroleras, por vuestra alianza con los jeques del petróleo en Arabia Saudí y vuestras visiones insanas del imperio.

He sufrido, como muchos otros veteranos discapacitados, por la atención inadecuada y frecuentemente inepta de la Administración de Veteranos.

 He llegado a comprender, como muchos otros veteranos discapacitados, que nuestras heridas mentales y físicas no os interesan, tal vez no le interesan a ningún político.

 Fuimos utilizados. Fuimos traicionados. 

Y hemos sido abandonados. Usted, señor Bush, alardea de ser cristiano.

 Pero, ¿acaso mentir no es un pecado? ¿Acaso asesinar no es un pecado? ¿No son pecados robar y las ambiciones egoístas? Yo no soy cristiano. 

Pero creo en el ideal cristiano. 

Creo que lo que haces a tus hermanos te lo haces finalmente a ti mismo, a tu propia alma.

Se acerca el día de mi juicio final. 

El vuestro también llegará. 

Espero que seáis juzgados. 

Pero sobre todo espero, por vuestro bien, que encontréis el valor moral de hacer frente a lo que me habéis hecho y a lo que habéis hecho a muchos, a muchas otras personas que merecían vivir. 

Espero que antes de que llegue vuestra hora, como está llegando la mía, encontréis la fuerza de carácter para hacer frente al público estadounidense y al mundo, y en particular al pueblo iraquí, y pedir perdón.


rBMB

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