Pablo Gonzalez

John T. Downey, el hombre embarcado por la CIA


La vida de John T. Downey cambió para siempre el 29 de noviembre de 1952 cuando el avión en el que viajaba este agente de la CIA fue abatido por el Ejército chino. Downey tenía 22 años y allí empezó su largo calvario: estuvo preso durante 20 años, tres meses y 14 días en China.

 Es el prisionero de guerra que más tiempo ha pasado encarcelado de la historia de Estados Unidos. Tras su liberación, reconstruyó su vida: estudió Derecho, entró en política y trabajó como juez en su Connecticut natal.

 En ese Estado al noreste de EE UU, falleció el lunes a los 84 años víctima de un cáncer.

Su muerte vuelve a aflorar uno de los mayores fiascos de la agencia de inteligencia. Y la historia de resistencia y superación de Downey y Richard Fecteau, otro agente de la CIA que estuvo encarcelado un año menos. 

“Nunca se debilitó, ni se lamentó”, afirmó el lunes Fecteau, de 87 años, al recordar la fortaleza mental de su compañero durante el cautiverio.

Tras licenciarse en 1951 en Lengua Inglesa en la Universidad de Yale, donde era una estrella académica y deportiva, Downey se incorporó a la CIA. 

Un año después efectuaba su primera y única misión en el extranjero.

 Downey y Fecteau iban a bordo de un avión que debía recoger en el noreste de China a un espía que trabajaba para Estados Unidos, pero un topo los delató. Los dos pilotos fallecieron en el ataque.

La CIA organizaba una resistencia contra el nuevo Gobierno comunista de Mao Zedong. El objetivo era que el Ejército chino tuviera menos recursos para asistir a las fuerzas de Corea del Norte en su guerra contra el Sur, que era ayudado por EE UU.

Al año de su captura, la CIA anunció que Downey y Fecteau estaban “supuestamente muertos” por un accidente de un avión comercial. 

Esa era la versión oficial. Pero al año siguiente, en 1954, Pekín comunicó por primera vez que estaban encarcelados. 

Hasta entonces habían sido objetos de interrogaciones constantes, pero sin torturas físicas.

Downey y Fecteau pasaron separados buena parte de su cautiverio. Llegaron a estar seis años en confinamiento solitario. 

Para evitar la desesperación, Downey tenía un “completo programa diario”, según un artículo sobre su caso escrito por la CIA en 2007.

 Hacía ejercicio, trataba de ser optimista, estudiaba idiomas y leía artículos. Pese a ello, el aburrimiento era inevitable.

Las gestiones de Estados Unidos con China para su liberación no prosperaron hasta los años setenta, con el acercamiento de la Administración de Richard Nixon. Fecteau fue liberado en 1971. 

Y Downey en 1973, después de que el estado de salud de su madre empeorara y de que EE UU admitiera por primera vez que era un agente de la CIA. Al volver a Estados Unidos, rehuyó detallar su cautiverio. 

Se acogió a un “silencio autoimpuesto”.

Joan Faus 

El País

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