Pablo Gonzalez

Nosotros no estábamos escondidos


América ayudó, con sus riquezas, al desarrollo y esplendor de Europa

Según el diccionario de la Real Academia, descubrir es quitar la tapa o la cobertura de algo cerrado u oculto de manera que se vea lo que hay dentro o debajo.

 Destapar: mostrar algo oculto; es la observación novedosa u original de algún aspecto de la realidad, normalmente un fenómeno natural; el hallazgo, encuentro o manifestación de lo que estaba oculto y secreto o era desconocido.

Existe toda una escuela de pensamiento, que maneja la noción de que los nativos o las geografías no fueron descubiertos, debido a la interpretación, con criterio y crítica, del hecho de que ya estaban allí desde hacía siglos o incluso milenios. 

Y esta escuela denuncia que el término “descubrimiento” implica una posición eurocéntrica y etnocéntrica en el lenguaje y el pensamiento.

Personalmente estoy de acuerdo con ella. A finales del siglo XV los nativos del continente latinoamericano fuimos víctimas de los “medios” y de la “publicidad” de la época. 

Aunque esos vocablos, por supuesto, no se conocían.

Veamos. Ya está más que demostrado que muchos cientos de años antes de que Colón pisara tierra en esta parte del mundo Erik el Rojo había llegado a Groenlandia, y su hijo a América. 

Hay registros de barcos y edificios vikingos encontrados en Canadá que datan casi 500 años antes de la llegada del genovés.

Hay, además, datos acerca de que los chinos llegaron a las costas de Estados Unidos 2500 años antes de Cristo. Así que se podría decir que, de todos los que llegaron a América, Colón fue el último.

Pero el dilema está en lo que les había comentado antes: Colón aprovechó los “medios” de su época y reveló la noticia de la existencia de inmensas extensiones de tierras, para ellos desconocidas, más allá del horizonte que no se habían atrevido a traspasar.

Ni Cristóbal Colón ni los Vikingos descubrieron América.

 Se la encontraron en el camino, tropezaron con ella, y nunca supieron a donde llegaron ni lo que representaba en realidad, que es muy diferente.

Nuestro continente, según algunos estudiosos del tema, se llamaba ETASHTITLAN que quería decir Alma de Atlante. 

A los invasores europeos les importaba un comino la sabiduría y conocimiento ancestral de los habitantes que existían por aquel entonces y en la confusión que tenían, unida a la ignorancia, les llamaron indios pensando que eran los hijos del Ganges.

 Luego los pusieron apellido: “americanos”. Indios Americanos.

Algunos dicen que el continente se llama “América” en honor a Américo Vespucio, quien fue un explorador y cartógrafo, y realmente el que se percató de que nuestra tierra es un continente, y le otorgó el valor adecuado.

 Otros son de la teoría de que los mapas estaban firmados por “Américo” y en el habla cotidiano de entonces se decía “Veamos el mapa de Américo” y se quedó el nombre.

Unos dicen que Abya Yala es el nombre dado al continente americano por el pueblo Kuna de Panamá y Colombia, y Cem Anahuac por los mexicas. Todo, según el pueblo o el imperio al que pertenecían mexicas, mayas, purépechas. 

No existía un acuerdo para todo el continente porque tampoco sabían hasta dónde llegaba. Por ejemplo, para los mexicas la extensión de su imperio era el Anáhuac y dicen que Nicaragua es Nic Anáhuac que quiere decir “hasta aquí el Anáhuac”.

En resumidas cuentas, no estábamos ocultos. Que los reyes españoles ignoraran nuestra existencia es otra cosa. 

El hecho ocurrió el viernes 12 de octubre de 1492 cuando la expedición española llegó a las Bahamas. 

Después se dio a conocer en Europa la existencia de un Nuevo Mundo para ellos, lo cual cambió el rumbo de la historia de Occidente.

En los siglos posteriores España, Portugal y otras potencias europeas exploraron, colonizaron y sobre todo saquearon, el continente americano, resultando en el nacimiento de nuevos pueblos, culturas y estados.

 Se trata de uno de los momentos cumbres de la historia universal porque significó el encuentro de dos mundos que habían evolucionado independientemente, sin que uno conociera la existencia del otro.

A partir de entonces y durante varios siglos, ríos de oro, plata, maderas preciosas, gemas, alimentos y hasta esclavos comenzaron a surcar los mares en dirección este para hacerles la vida fácil y cómoda a los grupos de poder de las metrópolis. 

Quizás hubiera sido mejor dejar el encuentro para otra ocasión.

http://www.lavozdelsandinismo.com/opinion/2014-10-13/nosotros-estabamos-escondidos/

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