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El imperialismo tras la sombra del ébola



La catástrofe producida por el virus del ébola habla más de las acciones del imperialismo en el continente africano que de una pandemia que amenaza la región.

Miles de personas han muerto y millones están en riesgo debido a las condiciones sociales de los países afectados, siempre oprimidos y explotados por las potencias imperialistas.

 Esta es la realidad que ha provocado que un tratamiento adecuado del brote se torne casi imposible.

El periodista ruso Egor Jolmogórov, en una entrevista publicada este jueves por el periódico Komsomolskaya Pravda, afirmó que la histeria generada alrededor de la expansión del ébola es conducente con los intereses de los Estados Unidos, en aras de impedir el desarrollo de la expansión económica de China en la región.

“Es una declaración de las prioridades internacionales de Estados Unidos: vamos a aparentar que estamos luchando con amenazas humanitarias tales como el ébola. Hay muchas preguntas al respecto, pues el hecho que la fiebre aparezca justo en aquellas regiones donde China ha declarado tener muy serios planes relacionados con el gas y el petróleo nos indica que no puede tratarse de una simple casualidad”, sostuvo Jolmogórov.

Es que hacia mediados de año, China comunicó, como parte de su plan para extender su influencia económica en la región, que abriría una línea de crédito de 20 mil millones de dólares con el fin de “prestarles apoyo en el desarrollo de la infraestructura, la agricultura y para estimular la pequeña y la mediana empresa”. Además se comprometía a ayudar al continente africano en la introducción y desarrollo de nuevas tecnologías en el agro y en la formación de especialistas. En 2011, el comercio de la República Popular China con los países de África registró 166 mil 300 millones de dólares, según datos oficiales chinos.

Pero el ébola es una enfermedad ya conocida, que se extiende sólo a través del contacto directo con fluidos corporales, y limitada casi siempre a zonas rurales aisladas, ya que normalmente mata a las víctimas antes de que puedan transmitir el virus a otras personas. La cifra de muertos acumulada de todos los brotes anteriores de ébola fue de apenas 2.500 personas, número que ya ha sido superado en sólo tres meses a partir del brote actual.

La epidemia comenzó en las zonas rurales de Guinea y luego se expandió a Sierra Leona y Liberia. En Liberia, por primera vez, el ébola se convirtió en un fenómeno rural-urbano y su capital, Monrovia, es la primera gran ciudad en experimentar un brote como este, con terribles consecuencias.

En los tres países, los sistemas locales de salud han colapsado bajo el impacto de la epidemia. En Liberia, por ejemplo, solo hay unos pocos cientos de camas de tratamiento disponibles, lo que significa que la mayoría de las víctimas se quedan en casa y son cuidados por miembros de la familia, que luego se infectan.

Estos tres países se encuentran entre los más pobres del mundo, ocupando el 161 (Sierra Leona), 176 (Guinea) y 181 (Liberia) comparando su Producto Bruto Interno per cápita, en una lista de 185 países elaborada en 2013 por el Banco Mundial 2013. El gasto presupuestado en atención de la salud de los tres países es de sólo $900 millones, una estimación lamentable de $45 millones por cada uno.

En las últimas tres décadas, los tres países han sido devastados por guerras civiles, golpes de estado y masacres étnicas, con sus elites gobernantes luchando por controlar las fuentes de materias primas para vender a las grandes corporaciones occidentales bajo condiciones económicas cada vez más difíciles en el mercado mundial. Las potencias imperialistas intervinieron directamente, con las tropas británicas y de la ONU que ocupan Sierra Leona y los marines estadounidenses que desembarcan en Liberia.

Sus habitantes viven en la miseria, sin embargo, se trata de países ricos en recursos naturales y que han sido cruelmente explotados por las grandes corporaciones y las potencias imperialistas que imponen sus intereses. Desde el punto de vista del imperialismo mundial, el valor de esta región radica en la riqueza mineral en el suelo. La vida de los seres humanos que habitan el territorio es totalmente secundaria. A medida que la epidemia se propaga, la población local se considerará más como un obstáculo que como una fuerza de trabajo, y su exterminio comenzará a ser considerado como un costo necesario para hacer negocios.

Fuente: PIA

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