Por Gideon Levy *
¡Qué mundo tan cruel: Tres estudiantes de la yeshiva fueron secuestrados, y al mundo no le interesa; tres madres están pidiendo a gritos, y el mundo no responde.
Todo es debido a que el mundo entero está contra nosotros; es antisemita y odia a Israel. La Liga Anti-Difamación ya se está preparando un informe. Pero la verdad es que eso es sólo cómo son las cosas: cuando has despreciado al mundo durante años y años, con el tiempo, eventualmente, el mundo te desprecia a ti.
Las tres madres consiguieron llegar a Ginebra. Uno de ellas fue al extranjero por primera vez en su vida para ir al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Pero el mundo, y el Consejo, siguió su camino normalmente. Es una ironía del destino: hace unos dos años, Israel suspendió oficialmente la cooperación con ese Consejo. Es más, al igual que las Islas Marshall, Palau y los EE.UU., se opuso a su creación. Pero ahora, en su angustia y la angustia de las madres, acude al Consejo, que es bastante hostil a Israel, país al cual le ha dedicado más tiempo que a cualquier otro. Pero es que de repente Israel necesita al mundo. Incluso a la ONU, la cual de repente, deja de ser el organismo sin valor que una vez describió el primer ministro David Ben-Gurion.
Se necesita una considerable desfachatez para exigirle al mundo que se interese en el destino de tres israelíes secuestrados, y considerable descaro para mostrar decepción por el hecho previsible deque el mundo se mantenga en silencio.
Por supuesto, Israel trató de mover el cielo y la tierra, y su embajador-propagandista en la ONU dio un emotivo discurso en un esfuerzo por reunir unos cuantos puntos de diplomacia pública en contra de Hamas. Pero una vez que logro que se le prestara atención, el auditorio, ese mundo extraño, pasó a tener más interés en la campaña de castigo colectivo impuesto a miles de residentes de Cisjordania a causa de aquel secuestro.
Así es. El mundo está contra nosotros: Está más interesado en la ocupación de más de medio siglo; se preocupa más por el destino de tres millones de palestinos que por el de tres israelíes.
Al mundo no le faltan de víctimas de secuestro, pero ninguno de ellos consiguió la atención recibida por soldado secuestrado Gilad Shalit. Sin embargo, con las tres víctimas de secuestro actual, Israel no tiene la misma chance.
Durante las últimas dos semanas, que pasé en Suecia, no he visto de una sola mención al secuestro en los medios. Ni una.
Se ve como una fruta podrida. El mundo no tiene ninguna razón para estar más interesado en el destino de Naftali Fraenkel, Eyal Yifrah y Gilad Shaar, que por el de Mohammed Dudin, un muchacho de 15 años, asesinado por soldados israelíes en Dura el pasado viernes.
No tiene ninguna razón para ser conmoverse especialmente por los dichos de Rachel Fraenkel acerca de que su Naftali es un buen chico al que le encanta tocar la guitarra y el fútbol, cuando Mohammed era también un buen muchacho, que ayudó a su padre a construir su casa durante su las vacaciones escolares y vendía dulces para ayudar a mantener a su familia. ¿Que Rachel quiere abrazar a Naftali? Jihad, el desconsolado padre de Mohammed, también quiere abrazar a su hijo. Por cierto, nadie lo llevó a Ginebra. Se quedó solo con su luto, en la miserable casa cuya construcción aún no habia terminado y que tal vez nunca terminará.
El mundo es un caos, como suele decirse. En Irak, Nigeria, Siria e incluso Ucrania, la situación es mucho más cruel. Sin embargo, la total falta de interés por los israelíes secuestrados no emana sólo de ahí: es imposible exigir simpatía del mundo cuando Israel hace caso omiso de las decisiones del mundo; es imposible exigir acciones cuando Israel está perpetuando la ocupación; y es imposible exigir solidaridad con la suerte de las víctimas israelíes cuando ese mismo Israel, victimizado, continúa la rutina de asesinar, herir y detener a inocentes.
Ahora Israel está descubriendo que ya no es el centro de atención, y que el destino de las víctimas de secuestro no detiene al mundo, ni siquiera a los Estados Unidos.
El mundo está harto de Israel y de sus locuras. Por desgracia, el mundo también ha perdido el interés en lo que sucede aquí. Cuando Israel era un país más justo, el mundo se identificaba con sus víctimas.
Y continuó haciéndolo incluso cuando Israel se convirtió en un país menos justo.
Pero hoy, cuando el rechazo israelí alcanza nuevas alturas y su opresión de los palestinos se equipara a la de los peores tiempos, el mundo ha empezado a cansarse de todo. Incluso las niñas nigerianas secuestradas interesan más a este mundo.
*Gideon Levy es un periodista israelí. Levy escribe artículos de opinión y una columna semanal para el periódico Haaretz que a menudo se centran en la ocupación israelí de los territorios palestinos.