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Cuba: La prensa reaccionaria ensalza a un mercenario




El pasado domingo, día 22 de julio, la oriental provincia cubana de Granma registró un accidente de tránsito en una de sus carreteras. 
Como consecuencia del mismo, fallecieron dos personas y otras dos resultaron heridas.
 Este lamentable suceso no hubiera sido destacada noticia en los principales medios de la reacción si los accidentados hubieran sido gente “normal”, pero uno de los fallecidos era Oswaldo Payá Sardiñas –un mercenario que, en su tiempo, los citados medios elevaron a la categoría de héroe- y, obviamente, su muerte no podía pasar desapercibida en las poderosas armas de (des)información que habitualmente utilizan contra Cuba. 
El otro fallecido era el cubano Harold Cepero Escalante, y los heridos leves, que viajaban en el mismo automóvil, son el español Ángel Carromero Barrios y el sueco Jens Aron Modig.

Desenmascarar al fallecido Payá es una tarea relativamente fácil, ya que, sin pretenderlo y en infinidad de ocasiones, él mismo se ha quitado su protectora careta de “demócrata y defensor de los Derechos Humanos”, para dejar al descubierto su verdadero rostro; la última vez, sin ir más lejos, el día de su muerte. Decía unas líneas más arriba que los dos accidentados que le acompañaban eran un español y un sueco; dos individuos poco dignos, como observaremos a continuación, de acompañar a todo un “demócrata y defensor de los Derechos Humanos”. 
El español Carromero es presidente de las Nuevas Generaciones en Salamanca del gubernamental Partido Popular y Vicesecretario General en Madrid de la misma organización juvenil, así como Consejero Técnico del Ayuntamiento de la capital española, liderado éste por Ana Botella, esposa del siniestro heredero del franquismo y miembro del “Trío de Las Azores” José María Aznar. 
En cuanto al ciudadano sueco, decir que preside la derechista Juventud Demócrata Cristiana y es miembro del Partido Demócrata Cristiano sueco, además de ferviente defensor para su país de un equivalente al Tea Party estadounidense. 
Cabe preguntarse qué hacían estos individuos en Cuba acompañando a Payá; creo que no es difícil adivinar la respuesta.

Agraciado en 2002 por la Unión Europea con el Premio Sakharov –dotado con una cuantía económica nada desdeñable-, Oswaldo Payá fue la cabeza visible del “Proyecto Varela”, ampliamente rechazado por el pueblo. 
El citado documento se presentó en 1998 para fomentar un proyecto de ley que “abogaba por reformas políticas en la Isla, a favor de mayores libertades individuales”. Pero lo cierto es que la iniciativa fue auspiciada y financiada desde el exterior, con la participación activa de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana –SINA-, como en su día quedó demostrado. 
El cinismo en este caso concreto fue mayúsculo, ya que, para tratar de “colar” su proyecto, utilizaron el nombre de Félix Varela, cuando la historia demuestra con creces la impecable trayectoria revolucionaria y antiimperialista que Varela trazó a lo largo de toda su vida. 
Tremendo insulto, sin duda, a la persona de quien José de La Luz y Caballero dijo que fue el que “nos enseñó primero en pensar”, y José Martí que era un “patriota entero”.

En realidad, con su inocultable disfraz de sufrido y eterno perseguido político, Oswaldo Payá vivió muy bien -el dinero de sus jefes llegó ampliamente a sus manos, y, a pesar de ello, tanto él como su familia nunca dejaron de gozar de los privilegios que, con la Revolución, se consiguieron para todos los cubanos-. 
Por más que los medios reaccionarios ensalcen a este señor, en su contra se podrían decir muchas cosas, aunque no me extenderé con esta nota. 
Terminaré diciendo que en abril de 2002, año en que recibió su “flamante” Premio Sakharov, apoyó públicamente el golpe de Estado contra el legítimo gobierno de Hugo Chávez en Venezuela. 
Su muerte es lamentable, como la de cualquier ser humano, pero los ojos de un pueblo, tan injustamente castigado por quienes pagaban al recientemente fallecido, cuando lloran lo hacen por sus héroes, nunca por sus verdugos 

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