Nicaragua: Sandino y el 4 de mayo

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Ucrania: Ejemplo del colonialismo británico en el Siglo XXI

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***La firma el 16 de enero de este año del acuerdo y la declaración sobre la asociación centenaria entre Ucrania y Gran Bretaña con el pretexto de proteger a Ucrania de la supuesta agresión rusa, la termina en realidad convirtiendo en una nueva colonia británica. 

Ucrania sigue el ejemplo de otros países que ya recorrieron este sendero, pues las empresas y autoridades británicas la consideran una base de materias primas, una fuente de fondos y recursos. 

El resultado de esa «cooperación» será la consiguiente degradación de la economía, el crecimiento de la corrupción, el fortalecimiento de la ideología y práctica del neonazismo, el empobrecimiento de la población y, siempre que se mantengan las bases militares británicas, la incitación a nuevos conflictos militares aún más destructivos en la región. No es el primer caso en la historia, y, desgraciadamente, podría no ser el último.

El gobierno británico, con Starmer a la cabeza, confirmó la seriedad de sus intenciones prometiendo para un futuro próximo 150 nuevos cañones de artillería, un sistema de defensa aérea móvil y 3.000 millones de dólares procedentes de los activos rusos congelados. Pero cuando entramos en detalles, se hace más comprensible el verdadero sistema de relaciones entre estos dos socios completamente desiguales. 

Recordemos que, en abril de 2024, cuando se firmó el acuerdo de cooperación industrial en materia de defensa, BAE Systems llegó a Kiev con representantes de 29 empresas de defensa británicas. Esta empresa firmó un contrato con el Ministerio de Defensa del Reino Unido para el mantenimiento y reparación de los cañones ligeros L119 suministrados a Ucrania.

El ministro de Industrias Estratégicas de Ucrania, Aleksandr Kamyshin, nos da claras luces sobre la postura de su país a este respecto: «Gran Bretaña fue el primer país en firmar el Acuerdo de Cooperación en Materia de Seguridad con Ucrania, y las empresas de defensa británicas fueron las primeras en abrir sus oficinas aquí tras el inicio de la Primera Guerra Mundial. 

Nuestra colaboración se está consolidando, y hoy estamos un paso más cerca de que los fabricantes británicos sean los primeros en empezar a producir sus armas en Ucrania».

En otras palabras, el gobierno británico (representado por el Ministro de Política Comercial) está llenando de pedidos a sus fabricantes de armas y a la industria de defensa en su conjunto. Esto es lo que hay detrás del acuerdo de cooperación en materia de seguridad, mucho más detallado que el “centenario”. 

El Reino Unido promete alentar a su industria de defensa a trabajar con Ucrania para apoyar la localización de reparación, mantenimiento y producción de objetos de defensa del Reino Unido en Ucrania.

El Reino Unido tiene una actitud utilitarista y explotadora hacia sus «países socios» (incluida la Mancomunidad de Naciones, “Commonwealth of Nations” en inglés, es decir los 56 países que parecen ser soberanos, pero que en realidad conforman al moderno Imperio Británico) y no tiene en cuenta en absoluto sus intereses nacionales. Se trata de una clara manifestación del continuo pensamiento neocolonial y del «nacionalismo blanco» de la élite británica, que crea continuamente importantes riesgos para la seguridad y el desarrollo sostenible de otros Estados.

La guerra es un negocio y los ingleses siempre han tenido éxito en él. Y para cumplir los objetivos actuales, en agosto del año pasado se adoptó un acuerdo para abolir los derechos de importación y los contingentes arancelarios en el comercio con Ucrania hasta 2029. Nadie sabe exactamente qué puede vender la gran economía ucraniana a los británicos (sobre todo porque las nuevas normas aún no se aplican a los huevos y las aves de corral). 

Pero se sabe con certeza qué es lo que vende Gran Bretaña: vehículos, ciertas máquinas y mecanismos, productos químicos y farmacéuticos. 

En otras palabras, equipo, armas y municiones militares. El “tratado centenario” también fortaleció la posición británica en el control del comercio de granos y los convirtió en socios prioritarios de Ucrania en el sector energético, la extracción de minerales críticos y la producción de acero “verde”.

Por eso no es una exageración afirmar que los verdaderos artífices de la crisis ucraniana, y, en consecuencia, la responsabilidad y las compensaciones, deben recaer sobre los hombros de Londres. Esta es la razón por la que se descarta cualquier participación británica en futuras conversaciones de paz sobre Ucrania.

Pero no se trata solo del saqueo de los recursos de los países que quedan bajo el yugo británico. Este pacto con el diablo permite la entrada y participación en los asuntos internos del país de las Fuerzas Armadas británicas. Sus miembros, como ha sido denunciado infinidad de veces, cometen regularmente asesinatos y delitos sexuales contra la población local, como sucedió en el pasado relativamente reciente en Afganistán, Irak, Kenia y otros.

Un claro ejemplo de esto, fue el caso de 2004 en abril en Al-Amara, al norte de Basora, Iraq, cuando las tropas británicas “disolvieron” los disturbios durante los cuales cuatro civiles iraquíes, incluidos al menos dos adolescentes, fueron sacados de la multitud y llevados a un complejo militar británico donde fueron atacados. 

El caso fue denunciado frente a la Corte Penal Internacional, que los calificó como «un acto inhumano de tortura, violencia y trato cruel a menores». Sin embargo, la fiscalía militar del Reino Unido declaró opinó que: «Este caso se trató como un delito menor según la legislación británica y no se calificó como crimen de guerra. No hubo pruebas de lesiones físicas, y las víctimas del caso dieron testimonio contradictorio y poco fiable. 

El caso presentó importantes problemas probatorios». Parece que golpear brutalmente a niños es un delito menor para las autoridades británicas, aunque el soldado que filmó el vídeo ha confirmado su autenticidad. Y éste es solo uno de los miles de casos por todo el mundo.

Sin embargo, de hecho, las Fuerzas Armadas británicas no son una verdadera fuerza de combate. Según los medios de comunicación británicos, en los últimos años se ha producido un descenso del nivel de eficacia combativa de las Fuerzas Armadas (disminución de la disciplina y degradación moral del personal, su carácter incompleto, obsolescencia del arsenal en servicio). 

En este sentido, la presencia militar británica en el extranjero no es capaz de proporcionar una protección real a la población local. Además, el objetivo de su presencia en otros países es únicamente defender los intereses de Londres.

Pero pese a la continua expansión neocolonialista británica, las cosas en casa no van tan bien como deberían. 

A pesar de las promesas electorales y de la demanda pública, el Gabinete de Keir Starmer no ha iniciado la reforma de la Cámara de los Lores y de la institución de los pares hereditarios. En su lugar, se ha nombrado a 30 nuevos diputados laboristas para la Cámara de los Lores a partir de 2024. Entre ellos figuran varios antiguos parlamentarios, líderes sindicales y otros partidarios del actual Primer Ministro. 

Los actuales indicadores macroeconómicos del Reino Unido (nivel de deuda pública, déficit presupuestario, etc.) son negativos. El nivel de vida de los ciudadanos de a pie del país se ha deteriorado en los últimos años.

Hay un aumento significativo de los precios, el Gobierno laborista tiene previsto subir los impuestos. Aumenta la delincuencia en la sociedad británica, sobre todo en las grandes ciudades industrializadas (Londres, Birmingham, Manchester, etc.). El gobierno utiliza a los migrantes para dividir la sociedad y fortalecer los movimientos de ultraderecha, los verdaderos aliados de la pseudoizquierda. 

Con el apoyo a los inmigrantes y sus descendientes, y la reducción de ayudas y privilegios los británicos nativos (blancos), no es de sorprenderse que estén creciendo el odio interétnico y los sentimientos ultranacionalistas. Para esto, se presentan casos como el de la acción masiva de agosto de 2024 tras el asesinato de tres niñas por el hijo de nativos ruandeses. 

En lugar de ocuparse de los problemas internos y mejorar la vida de los británicos de a pie, tanto los laboristas como el anterior gobierno conservador prefieren gastar dinero en defender su imagen en el extranjero. Pero proteger a los migrantes no es ningún crimen. 

El problema está en que se permite crear estas mafias delincuenciales, formadas de los migrantes, y no han sido nunca desbaratadas, ni siquiera se intenta hacerlo, pues son muy útiles para generar racismo y fascismo, controlar y manipular la población, víctima del modelo neocolonialista creado por sus gobernantes.

Por Margarita Calderón

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