Las fechas y las cifras siempre ayudan a hacer visible aquello que se nos hace presente como una realidad caótica o naturalizada. Este es un breve recorrido por esas sombras que el imperialismo norteamericano ha dejado por doquier desde que detonó dos bombas nucleares sobre una población civil hace 76 años.
“Visnú está tratando de convencer al príncipe de que cumpla con su deber y para impresionarlo, adquiere su forma de múltiples brazos, y dice: ‘ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos’… Supongo que todos pensamos eso, de una u otra forma”. [i]
Con esa famosa cita del Bhagavad- gita Julius Robert Oppenheimer se refería al momento en que vio detonar a su creación en el desierto de nuevo México.
Era el 16 de julio de 1945 y la prueba Trinity lograba la expresión máxima de la racionalidad imperialista. La bomba atómica se sumaba al escenario geopolítico. “Supimos que el mundo ya no sería el mismo… algunas personas rieron, algunas personas lloraron… la mayoría permaneció en silencio”, recordaba en voz alta Oppenheimer mientras miraba al suelo, tal vez con vergüenza de sí mismo, como pidiendo perdón a las generaciones futuras.
Su legado era la muerte masiva e instantánea. EE. UU. se convertía en la primera potencia nuclear de la historia.
Unas semanas más tarde, el 9 de agosto, ese mismo prototipo de plutonio, el Fat man era arrojado por el bombardero estadounidense Bocks Car sobre la ciudad de Nagasaki en Japón.
Si la bomba de Hiroshima, que había aturdido a la humanidad dos días antes, es la expresión apoteótica de la decadencia civilizatoria, la de Nagasaki no tiene palabras que permitan justificar el grado de tal atrocidad. un horror horroroso[ii].
Ninguno de los crímenes del ejército imperial Japones en China e indochina fue ajusticiado con estos bombardeos. No una, sino dos veces detonaron el resplandor de mil soles sobre la población civil.
La barbarie de Europa occidental es increíblemente grande, solo superada —superada con creces, es verdad— por la barbarie de Estados Unidos, dirá Aimé Cesaire con justa razón[iii].
El argumento de que se utilizaron estas Armas de Destrucción Masiva (MAD, en inglés) para evitar muertes y poner fin a la guerra es, además de un oxímoron, una de las falsedades a las que el imperialismo norteamericano tiene acostumbrado a los pueblos del sur del mundo.
Lo que estaba en juego en verdad era la supremacía geopolítica en el mundo que surgía luego de la II Guerra Mundial- o de la transición geopolítica iniciada por la crisis del capitalismo-.
Para EE. UU. la colaboración con la URSS para derrotar a Japón se estaba tornando un problema central para el escenario que se abría y necesitaba dar un mensaje de “poder preponderante”[iv].
En un mundo colonial, capitalista y eurocéntrico, quien quisiese ser su rey debía montarse en una montaña de sombras y ruinas. Pero, sobre todo, debía mostrar ese poder.
El Artillero y fotógrafo del Enola Gay describió la detonación de Hiroshima con las siguientes palabras: Comienzo a contar los incendios.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… catorce, quince… es imposible. Son demasiados para poder contarlos. Aquí llega la forma de hongo de la que nos habló el capitán Parsons. Viene hacia aquí. Es como una masa de melaza burbujeante.
El hongo se extiende (…) La ciudad debe estar abajo de todo eso. 70 mil personas murieron en un destello, sus sombras quedaron en el asfalto.
El registro fílmico y fotográfico es impresionantemente grande y mudo. Todo el archivo sobre las bombas, obedece a esa frivolidad de la razón que engendra monstruos, pero también a una lógica de poder internacional. Para que el objetivo sea alcanzado, el poder debe ser mostrado, debe hacerse espectáculo.
Nube de la bomba lanzada en Nagasaki
El 15 de agosto de 1945 un emperador japonés derrotado daría el primer discurso radial de su vida, “el enemigo ha comenzado a emplear una bomba nueva y más cruel, cuyo poder para hacer daño es, de hecho, incalculable, y está cobrando la vida de muchas vidas inocentes.
Si continuamos luchando, no solo resultaría en un colapso final y la destrucción de la nación japonesa, sino que también conduciría a la extinción total de la civilización humana”, así expresó Hirohito la rendición total del Japón. También era la primera vez que su voz se escuchaba en público.
Sus ansias de expansión imperial sobre el continente se ahogaban en un mar de silencio y destrucción que nunca hubiese imaginado que se volviese sobre su propia nación.
Mas de 250 mil personas habían muerto con los dos bombardeos, cientos de miles más padecerían la ceguera, las quemaduras y el cáncer. Cientos de miles de niños, mudos, telepáticos, recitará Vinicius de Moraes[v], porque el silencio inundaría a Japón por años.
Gebaku Domu, la cúpula de la bomba atómica. Ciudad de Hiroshima.
Cuando el bombardero B-29 dejo caer la bomba sobre Hiroshima, la flamante carta de San Francisco- que daba nacimiento a la ONU- tenía menos de dos meses de haberse suscripto para “defender la paz y los Derechos Humanos en el mundo”.
Luego de ver la barbarie decidieron crear la ONU.
Con los campos de concentración en las retinas del mundo- impensables en Europa antes del nazismo, pero muy conocidos y padecidos en el sur desde hacía siglos- las potencias occidentales establecieron un sistema internacional para prevenir nuevas catástrofes humanas.
Pero Japón no era occidente, tampoco China ni indochina, tampoco Asia ni África. Tampoco Nuestra América.
Ahora las bombas apuntan hacia el sur
Una vez que EE. UU. fue alcanzado en su tecnológica nuclear por la URSS en 1949 y por China en 1964, ninguna guerra directa sería posible entre los dos grandes bloques de poder internacional.
Como afirma Vijay Prashad en su flamante libro Washington Bullets[vi]: “La principal contradicción en los años posteriores a 1945 no era por los ejes Oriente y Occidente —la Guerra Fría— sino entre en Norte y el Sur: la guerra imperialista contra la descolonización.”
Terminada la guerra, Estados Unidos emergió como el “garante de la libertad”, como único cuidador de la paz mundial, y se alió rápidamente a sus antiguos enemigos- Alemania y Japón- para enfrentarse a su viejo-nuevo enemigo: el comunismo internacional.
Se comenta que, en la Guerra de Corea, tras la derrota en la batalla de Chosin, donde el apoyo del ejército popular chino había sido central para los comunistas coreanos, el general MacArthur solicitó que le enviasen 26 armas atómicas para atacar a China- sí, veintiséis-.
Este país, no solo tenía “el descaro” de hacer una nueva revolución, sino que además apoyaba a un país hermano contra el ataque imperial. Truman se negó rotundamente.
El mismo presidente que había tirado dos bombas, que había iniciado la famosa doctrina que lleva su apellido, se negó. Hacía unos años que otros podían devolverle el favor.
Bombardeo con Napalm en Vietnam.
Mientras tanto, los pueblos que habían combatido contra el Eje y sus invasiones ahora tenían que argumentar y luchar para que los derechos que se habían acordado en la ONU se les reconocieran a ellos también y que los genocidios no se repitiesen de forma invisibilizada fuera del “primer mundo”.
Según ACNUR[vii] en los 20 años de la guerra en Vietnam murieron entre 2 y 6 millones de vietnamitas y cerca de 1 millón de soldados norteamericanos -afrodescendientes en su mayoría-. La colonialidad imperialista no veía al pueblo de Vietnam como un rival digno, ni siquiera los consideraban personas.
Los yanquis dejaron un apocalipsis, pero no pudieron subirse victoriosos a su montaña de huesos.
Su impotencia en Vietnam fue canalizada en África. En esta porción de tierra, la CIA y los gobiernos títeres constituyeron el asesinato de líderes y lideresas populares en un deporte.
Desde Patrice Lumumba en el Congo, al soporte y financiamiento de la CIA al UNITA[viii] y el FNLA en Angola —que retraso una independencia y un porvenir con justicia e igualdad para dejar un país quebrado— con una guerra que dejo 800 mil muertos, cuatro millones de refugiados/as y unos/as 100 mil mutilados/as.
Años más tarde tendrían un nuevo capítulo del otro lado de este continente, en Somalia, con la libertad y la ayuda humanitaria como banderas intervinieron para garantizarse las supuestas reservas de petróleo en este país.
Solo dejaron cientos de muertos somalíes y algunos helicópteros derribados[ix]. Tampoco se observan mucho respeto de los Derechos Humanos actualmente en Libia luego de la intervención que derrocó a Ghadaffi en 2011: 50 mil personas murieron durante la guerra.
En todas estas décadas posteriores a las bombas de Hiroshima y Nagasaki, el capitalismo liderado por los Estados Unidos tuvo su momento de mayor despliegue tecnológico, de expansión mundial y crecimiento. Elementos que llegarían con su versión inversa en el sur global y en las colonias internas de ese mismo centro.
Porque, hay que aclarar, la población afro, indo y comunidades latinas, dentro del mismo imperio, padecerían los mismos niveles de explotación, racismo y opresión que el resto del sur mundial. Con gran parte de sus organizaciones y liderazgos bajo persecución; con asesinatos selectivos, como el de Malcolm X, el de Luther King o con cientos de encarcelamientos.
Una situación que continua hasta la actualidad. Actualmente hay 200 personas de comunidades originarias en cárceles estadounidenses, gran parte de las personas encarceladas tiene más de tres décadas de encierro.[x]
Las guerras terroristas contra Oriente
La primera intervención en el Golfo Pérsico contra Irak fue en el año 1991 —petróleo de por medio— el imperialismo norteamericano se estrenaba con su único y solitario reinado en la hegemonía mundial y en pocos meses dejo más de 200 mil muertos.
Pero, la masacre más atroz fue causada, no por las armas convencionales, sino por el bloqueo económico. Según las conservadoras cifras de la ONU —que no evita muchas guerras, pero si genera información sobre ellas— demuestran que alrededor de 1,7 millones de civiles iraquíes murieron por causa de ese brutal régimen de sanciones impuesto por EE. UU. La mitad de esas víctimas eran niños y niñas.
Ciudad de Homs, Siria.
La guerra de Irak —la de las armas químicas que nunca existieron— la que inicio en 2003 dejo, al menos entre 500 mil y 1 millón de muertos. Para el periodista Nafeez Mosaddeq Ahmed[xi], sólo en el caso de Irak, la guerra económica mató a 1,9 millones de iraquíes, desde 1991 hasta 2003. Y a partir de 2003 hay que contar 1 millón de muertes más.
En total, cerca de 3 millones de vidas de iraquíes. Si se agregan las víctimas mortales de Afganistán, Pakistán e Irak los números son escalofriantes. Valoraciones aparte del partido Bazz[xii], lo que ha quedado claro es que EE. UU. no llevo ni democracia, ni libertad ni Derechos Humanos.
En Siria no lograron cambiar el régimen político, pero en casi 10 años de guerra generaron la cantidad de 384 mil muertos, la mayor parte eran civiles; 5,7 millones de refugiados en el exilio y más de seis millones de desplazados internos por los combates.
En la Siria que supo tener uno de los niveles de vida más altos de la región, en 2020 la economía y las infraestructuras están arrasadas, con un coste de reconstrucción estimado en más de 400 mil millones de dólares. Además de los bombardeos, el imperialismo tenía otra arma secreta , el ISIS[xiii], que aplicó su fundamentalismo patriarcal de laboratorio, importado para destruir la región y sobre todo a las organizaciones comunitarias kurdas.
Rompe la ola desde el horizonte
Si peinásemos este pueblo tan diverso y rico que es el de Nuestra América, nos encontraríamos con varios elementos en común, pero hay uno que se destaca: el espanto y el saqueo generado por el destructor de mundos, por esa barbarie imperialista que tenemos tan cerca, cruzando ese Rio Bravo (que es nuestro también) y que está ubicado a unas millas de nuestra Cuba. Ese pueblo que resiste lo irresistible en la isla que lleva bloqueada más de 60 años.
Según el último informe presentado por ante la ONU, en octubre de 2019[xiv], los daños acumulados durante casi seis décadas de aplicación de esta política alcanzan la cifra de 138 mil 843, 4 millones de dólares. Siempre aclarando los detalles hasta las comas, esas comas que duelen en el estómago y en la salud de cientos de miles de personas de carne y hueso.
Los atentados terroristas contra Cuba son otro capítulo. Se estima que entre todos se llega a una cifra de 3 mil muertos. Los terroristas venían siempre del norte, o se refugiaban allí, con todos los privilegios.
Juan Bosch había llegado a la presidencia en República dominicana tras la caída del hijo putativo del imperio, el dictador Leónidas Trujillo. Como la política soberana y digna del profesor Bosch no le hacia gracia a la oligarquía adicta de EEUU , le hicieron un golpe de estado en 1963- el Partido Revolucionario Dominicano no llevaba ni un año en el gobierno-.
Pero las fuerzas defensoras del voto popular y la constitución dieron la pelea y estaban por recuperar el poder cuando el presidente de los Estados Unidos Lyndon Johnson, convencido de la derrota de las fuerzas leales y por temor al surgimiento de “una segunda Cuba” en el Caribe, ordenó a las fuerzas armadas estadounidense la “restauración del orden”. El 28 de abril de 1965 se ponía en marcha la operación Power Back.
Lo que volvía era la política del Chivo. El régimen de Trujillo había gobernado con mano dura y onanismo personalista durante 31 años. Fue el responsable de la muerte de más de 50 mil personas. Entre sus eventos “destacados” se encuentra la llamada ” Masacre del Perejil ” en la que fueron asesinados miles de haitianos/as.
Las estimaciones totales sobre el número de muertes por la masacre alcanzan los 25 mil. El nombre, irónicamente inocuo, se debió a que los victimarios identificaban a las personas del otro lado de la isla por su pronunciación de la “R”. Así su racismo fónico permitía distinguir entre aquellos/as negros/as que tendrían que encarcelar y aquellos que no volverían a respirar.
La MINUSTAH[xv] no fue la primera intervención imperialista en Haití, pero sirve de ejemplo de la opresión aplicada con discurso colonial-humanitario.
Si pasamos por alto a los carniceros de Papa y Baby Doc[xvi] —que bajo las órdenes directas de la CIA y el beneplácito de Reagan aplasto al pueblo haitiano — y el golpe de estado a Aristide en 2004, tenemos más de 10 mil muertes causadas por el cólera, ingresado por las tropas de Nepal, un socio menor de la orquesta de naciones que intervino bajo el mando norteamericano.
No hay cifras exactas sobre las violaciones a las mujeres haitianas, pero con la prepotencia imperialista, patriarcal y colonial las cuentas dan un numero de cientos de casos. Las pruebas están en los y las hijos/as abandonados por los soldados.
Unos años antes, en una isla que también había hecho su revolución, los norteamericanos desembarcaron con 7 mil efectivos en la invasión que llevaría el nombre en código de Urgent Fury. Era el 25 de octubre de 1983 y la isla era Granada.
Masacre de El Mozote, El Salvador ,1982.
El Pop y la guerra sucia en Mesoamérica
Los años ’80, detrás de toda la reciente añoranza fabricada por los mismos vendedores, fueron años de exportación de música pop y altos niveles de injerencia en Centro América.
Son los años de los contras en Nicaragua y de las masacres en el Salvador, donde el ejército local bajo las órdenes de Washington generó unas 27 masacres civiles documentadas entre 1979 y 1985. En total, la guerra en El Salvador cobró aproximadamente 80 mil vidas.
En Guatemala todavía no hay un numero acordado. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico estimó que el saldo al final de la guerra fue de doscientos mil muertos, cuarenta y cinco mil desaparecidos, y cerca de cien mil desplazados. La mayoría del pueblo Quiche.
El racismo en toda su irradiación se evidencia como pilar del capitalismo y del imperialismo.
Las atrocidades hacia las mujeres aun no pueden ser contadas, muchas de ellas siguen sin hablar. Muchas otras se fueron a la montaña, una buena parte cayo luchando, otra parte sigue peleando por la justicia y la memoria de quienes niegan ese genocidio para entregar el país a la “la libertad” y el mundo occidental.
La historia de Guatemala en la segunda mitad del siglo XX había iniciado con esperanza, pero la United Fruit y la CIA la cortaron enseguida. El golpe de estado a Árbenz en 1954 fue el inicio de una larga y oscura saga de golpes a gobiernos populares.
Los muertos los ponen los pueblos, las balas las ponen los yanquis. De eso saben bastante los habitantes del barrio de El Chorrillo en Panamá. Fue ese barrio popular de los suburbios que se llevó la peor parte de la invasión de los marines en 1989. existen estimaciones de que hubo unas 3 mil víctimas fatales, unos 20 mil habitantes perdieron sus viviendas y demás bienes.
Ningún gobierno panameño hizo queja alguna en las tribunas internacionales, ningún presidente panameño intento al menos hacer justicia por lo muertos. Ni cifras oficiales existen.
Solo un presidente piso el Chorrillo y no era panameño. En su viaje a la VII Cumbre de las Américas en 2015, Nicolas Maduro, paso a saludar y a escuchar esa denuncia histórica que la elite local oculta bajo la alfombra.
Allí el pueblo lo recibió con los brazos abiertos, no con cacerolas y protestas como lo hicieron los desmemoriados que sueñan con tener su oficina en el centro de la ciudad y estafar a medio mundo desde las guaridas fiscales.
Invasión de Panamá, 1989.
De las dictaduras a las guerras por las drogas
En el sur se transitó desde las dictaduras cívico-militares a las democracias de mercado y baja intensidad de derechos. Con la excepción de Chile, cuya elite será el ejemplo de exhibición- para el poder hegemónico global-. Pinochet seguirá casi una década más que el resto de los genocidas.
Aunque también hay que mencionar otra excepcionalidad: la dictadura en Stroessner en Paraguay que ni siquiera era un ejemplo —ni para los propios — también se mantuvo escondida en un rincón y así estiro su régimen unos buenos años más. El plan Condor que articulaba a las botas militares, tenía un proyecto económico y geopolítico detrás, que reorientaba la economía de la región según las directivas del neoliberalismo.
Mataban y torturaban para instalar un modelo, una nueva fase del capitalismo. En el camino destruían todo atisbo de revolución o de conquista de derechos para el pueblo. Detrás de todo esto, detrás de los milicos, de las elites vendepatria, de los servicios locales, las mismas siglas, los mismos colores del norte. EE. UU.
Los y las 30 mil en Argentina, las personas torturadas y desaparecidas en Chile, Paraguay, Uruguay, Bolivia, luego en Perú son una herida que sigue doliendo. Los beneficiarios de ese modelo siguen paseando en sus yates de lujo.
Colombia no necesitó un golpe de Estado porque con los civiles que gobernaban —y gobiernan— no necesitaron darle forma de régimen milico para continuar con los intereses yanquis en este país. Las masacres y torturas las hicieron ellos mismos al mismo precio.
Colombia es un caso para ver a contramarcha, porque mientras la región, a inicios del siglo XXI, empezaba a meterse en un nuevo ciclo de integración y de procesos populares, el país sudamericano se llenaba de bases militares y aplicaban el Plan Colombia para hacer la “guerra al narcotráfico” que no fue otra cosa más que el combate a las insurgencias y toda posibilidad de justicia social mínima.
El narcotráfico no solo que nunca se llegó a erradicar, sino que se potenció y hasta llego a la presidencia con Álvaro Uribe. Pero esta guerra sí dejo 8 millones de víctimas, 7 millones 134 mil desplazados y 10 mil falsos positivos, entre el 2000 y el 2015.
Esto sin contar asesinatos de paramilitares y otras carnicerías en los poblados del interior del país, allí donde mataban a los hombres y violaban a todas las mujeres de la comunidad. Las que tenían suerte no eran fusiladas o descuartizadas. Las propias clases dominantes colombianas hasta están orgullosas de su “labor patriótica” de ser el patio trasero de los norteamericanos y de paso hacer sus negocios.
El uribismo es la fase neoliberal de ese callejón de la vergüenza histórica donde habitaran los Trujillo, los Somoza y tantos otros hijos de perra.
Los soldados norteamericanos no solo se encargaron de resguardar “sus” recursos estratégicos exportables, sino que además abusaban de menores.
Al menos 53 niñas colombianas fueron violadas por soldados y contratistas de EE.UU., que, además, grabaron los abusos y vendieron los videos. Los marines no fueron procesados por la justicia colombiana por haber cometido estas violaciones dentro del territorio de las bases militares norteamericanas[xvii]
Esta tragedia puede compararse por similitud de tiempo y de gobiernos nefastos con la de México en las primeras décadas del siglo XXI. La primera conclusión de la “guerra contra el narcotráfico” es que la guerra debería llevar un nombre distinto, tal vez, la guerra contra el pueblo.
Las cifras son de cientos de miles de muertos, fosas comunes, toda la institucionalidad corrompida, subordinación total al imperio y un plan que dejo al país peor que antes[xviii]. En cifras: 250 mil muertos, 71 mil seiscientas personas desaparecidas y millones de desplazados.
Esta guerra vino a sumarse a un saqueo histórico, iniciado con el del territorio en el siglo XIX, hasta el nuevo colonialismo del TLCAN firmado en el ´94.
Un país donde se tuvo que poner una nueva palabra para la violencia contra las mujeres. Como siempre el cinismo imperial. Todavía hay despistados que se creen el cuento, para esos tienen esos asesores que eligen estos nombres.
Bainbridge tiene razón, en parte
Y la lista sigue hasta nuestros días, se amplía, se torna más lúgubre, los golpes de estado e intentos de desestabilización se agolpan, se superponen: Honduras, Paraguay, Brasil, Bolivia. Las masacres de Senkata, de Sacaba, las quemas de whipalas. El asesinato de Berta de Marielle.
La represión en Chile, los ojos que no ven, las pibas violadas. Sigue la guerra contra Venezuela- han intentado todas las recetas, hasta han prendido fuego a los chavistas, han intentado meter paramilitares, quisieron asesinar al presidente, nombrar a uno semi virtual, la guerra económica- La más reciente acción de piratería moderna, la han realizado los ingleses, que conocen del tema, y se quedaron con mil millones de dólares en oro de Venezuela.
En el medio Elliott Abrams volvió del callejón de los malditos para seguir jodiendo a los pueblos. Las masacres que tiene a su cuenta en Centro América fueron la carta de presentación para que le den el cargo de destructor de Venezuela. Ya han masacrado a este pueblo muchas veces en el pasado, la última fue durante el caracazo.
En esa las balas fueron del propio ejército, pero la estrategia económica que generó el hambre si venia de Washington.
Esa vez unos pocos militares se negaron a reprimir. contra esos que se pusieron del lado del pueblo una vez en la historia de este rincón del mundo, contra ellos caería todo el odio y más tarde con Chávez en el gobierno aplicarían todos los métodos posibles para derrocarlo. Aun no lo han logrado, pero los costos para el pueblo no dejan de ser altos.
Es la decadencia de toda una civilización, que empuja al abismo a billones de seres humanos para que el 1% pueda vivir con lujos pornográficos.
En el mundo dos mil multimillonarios- hombres blancos del norte- poseen el doble de riqueza que 4600 millones de personas (un 60% de la población mundial). 700 millones de personas viven en situación de pobreza extrema o moderada pese a tener empleo[xix]. Cifras de un sistema mundial, de una hegemonía que se pavimento con dos bombas atómicas, miles de bombas de napalm y cuentos de golpes de estado.
Bombas y propaganda, muerte y espectáculo. Porque el poder se tiene que mostrar, como las bombas en Japón o como la revista Forbes. También tiene que acallar, como el sol que resplandece y también genera sombras. Son esas sombras las que han sostenido al imperio norteamericano, todas esas cifras de devastación son millones de vidas que algún día serán vindicadas.
Ese día de julio en el desierto de Nuevo México, iniciaba una nueva era con la prueba Trinity. Oppenheimer la interpreto desde su oscuro misticismo con frases del Bhagavad- gita, Pero quien capto en parte la naturaleza de la etapa imperialista que se abría fue Kenneth Bainbridge —uno de los diseñadores de las primeras bombas nucleares y uno años después director del departamento de Física de Harvard. Bainbridge luego de la explosión, se volteó hacia Oppenheimer y dijo “Oppy Ahora somos unos hijos de perra”.
Referencias:
[i] El Bhagavad Gita e una escritura hindú del siglo II a.C Y expresa una conversación entre un ser humano, Arjuna, y una encarnación de Dios Vishnu, el Señor Krishna. En el libro, Arjuna está preocupado y deprimido por tener que luchar contra sus primos en la guerra. La cita de Oppenheimer es de 1965, aparece en el documental The Decision to Drop the Bomb que fue emitido por la cadena norteamericana de televisión NBC
[ii] Hay que escribir un poema/sobre la bomba atómica /es un horror/nos dijo/un horror horroroso/es el fin es la nada/es la muerte. Del Poema Frustrado de Mario Benedetti.
[iii] Cesaire, Aimé. Discurso sobre el colonialismo.
[iv] Concepto adjudicado al Director de Planificación de Políticas del Departamento de Estado de los Estados Unidos,Paul Nitze en 1952. «El poder preponderante debe ser el objetivo de la política de Estados Unidos».
[v] Rosa de Hiroshima, poema de Vinicius de Moraes. Su versión musical tiene varias interpretaciones.
[vi] Prashad, Vijay. Washington Bullets. Batalla de ideas. Buenos Aires
[vii] ACNUR , Agencia de la ONU para los Refugiados.
[viii] La Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA , portugués: União Nacional para a Independência Total de Angola)
[ix] Sobre este episodio existe una película, que muestra la perspectiva imperialista, titulada La Caída del Halcón Negro (Black Hawk Down) de 1993.
[x] Si se contempla también a quienes están encarcelados en el campo de concentración de Guantánamo llegamos a más de 500 presos políticos.
[xi] Las víctimas ignoradas de las guerras de Occidente. Disponible el en : https://www.voltairenet.org /article187311.html
[xii] El partido gobernó Irak entre 1968 y 2003, primero bajo el mando de Ahmed Hasan al-Bakr y a partir de 1979 bajo Sadam Husein. Este partido se ubicaba como defensor del nacionalismo pan- árabe, laico y militante del socialismo.
[xiii] Estado islámico.
[xiv] Informe de Cuba sobre la Resolución 73/8 de la Asamblea General de las Naciones Unidas: “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”. Disponible en: http://www.granma.cu/cuba/2019-11-08/informe-sobre-las-afectaciones-del-bloqueo-a-cuba-del-ano-2019-20-09-2019-13-09-08
[xv] La Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití, también conocida como MINUSTAH, un acrónimo del nombre francés.
[xvi] Jean-Claude Duvalier , dictador en Haití desde 1971 hasta que fue derrocado por un levantamiento popular en 1986. Sucedió a su padre François “Papa Doc ” Duvalier como el gobernante de Haití después de su muerte en 1971.
[xvii] Según denuncia el Informe de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas.
[xix] https://www.oxfam.org/es/cinco-datos-escandalosos-sobre-la-desigualdad-extrema-global-y-como-combatirla
Por Gonzalo Armúa