Gonzalo Lira, Javier Milei y Gabriel Boric

Gonzalo Lira, Javier Milei y Gabriel Boric

Cuba: ¡AHORA O NUNCA!

Edelberto Matus


Sesenta años bajo asedio resulta un periodo demasiado largo hasta para el pueblo más aguerrido del mundo como es el cubano.

Sesenta años que sin embargo han demostrado que ese mismo pueblo es el más fraterno en los momentos que otros pueblos han necesitado ayuda y colaboración desinteresada, oportuna y efectiva.

Resistir y colaborar, necesitar y dar en una lógica comprensible para el revolucionario, pero una dicotomía sin solución para aquellos que viven en el utilitarismo y “pragmatismo” del Capitalismo y el individualismo de la ideología burguesa.

La Respuesta no hay que buscarla en las profundidades teóricas, sino en la práctica cotidiana revolucionaria y si bien es cierto que tal altruismo revolucionario ha sido y sigue siendo el norte con que se guía en las Relaciones Internacionales el gobierno de Cuba, hoy que a la Isla rebelde la amenaza el mayor peligro que haya podido enfrentar en toda su heroica existencia, aquellos que hemos recibido alguna vez esa ayuda en la adversidad, ese abrigo bajo la tormenta o ese bocado en la necesidad, la solidaridad debe dar media vuelta y transitar el camino de reversa: ¡Debemos ayudar materialmente a nuestro hermano pueblo cubano! Lo impone la moralidad y lo obliga el agradecimiento.

No bastan las palabras, los gestos diplomáticos, el aplauso en la lejanía, las marchas, la comprensión de la tragedia o el puño iracundo frente al televisor, la computadora o la pantalla del celular. ¡Hay que actuar!

Hoy no existen aliados ideológicos como antaño la Unión Soviética o el Pacto de Varsovia que ayuden a disuadir con su músculo militar a los enemigos a emprender acciones bélicas definitivas contra Cuba, no existe el CAME para desarrollar un intercambio comercial justo y suficiente para fortalecer las capacidades económicas de la Isla; los bloques regionales como UNASUR, ALBA y Petrocaribe, prácticamente ya no existen o sus capacidades están sensiblemente disminuidas y Venezuela -el gran amigo- también sufre el asedio yanqui; los mercados latinoamericanos y mundiales están controlados por la política terrorista, reaccionaria, neoconservadora gringa y para colmo, la pande*ia impone también sus propias restricciones y daños al funcionamiento normal de la economía y a las principales fuentes de divisas.

El bloqueo económico gringo hoy es impulsado por todo el sistema capitalista mundial y que juntos han cerrado completamente el cerco, para intentar vencer por hambre a los tenaces guerreros que defienden su suelo y su pensar, quebrar el consenso social, desestabilizar al país y al gobierno con el objetivo supremo de un cambio de régimen por la fuerza y la voluntad de extraños.

Es un bloqueo que va más allá de restricciones económicas, comerciales, financieras y logísticas. Es una estrategia planificada por especialistas militares y civiles de todas las ramas, diseñada como lo que en realidad es: Acciones bélicas de una guerra prolongada que pretende asfixiar al gobierno y rendir al Estado cubano, desorganizando y frenando su industria, destruyendo por obsolescencia y falta de mantenimiento e inversión la infraestructura pública, atacando la cadena de suministros, minando la producción de todos los insumos y servicio vitales para garantizar la vida humana como son los alimentos, medicamentos, energía eléctrica, agua potable…Todo. No importa que se produzca un genocidio, pues los objetivos políticos importan más.

Un cerco aún más cruel que aquellos asedios de los ejércitos medievales, pues ahora no sólo se envenenan los pozos, se disparan piedras desde las catapultas y nubes de flechas incendiarias, sino que el Imperialismo yanqui, moribundo pero más violento e inescrupuloso, se sirve de las nuevas herramientas y artefactos - convertidos en armas- proporcionados por las actuales alcances de la ciencia y tecnología y una era de decadencia y perversión ética y moral cuyas principales aplicaciones en esta prolongada guerra contra la Revolución cubana han sido, son o los gringos quieren que sean:

-Las sanciones, embargos y prohibiciones ilegales pero acatadas puntualmente por el capitalismo global,

-La manipulación y perversión del de las normas del Derecho Internacional, para vulnerar el principio de

Soberanía y autodeterminación.

-La desestabilización de gobiernos por medio de la organización y ejecución de “golpes suaves”, donde el instrumento principal es la utilización de las TICS,

-La vieja y confiable intervención militar, ya sea la “clásica” descarada invasión, la “quirúrgica” (asesinatos selectivos o masivos teledirigidos con armas “inteligentes” y drones) o las “humanitarias” tan en boga hoy en día.

El uso combinado de todas estas tácticas del poder y la política “dura” o blanda” del Imperialismo yanqui han puesto a la Revolución cubana en peligro extremo, pero aunque parezca extraño, no son las duras sanciones y embargos, ni el peligro de intervención militar, tampoco el uso (como armas) del enorme poder tecnológico del sistema, en el campo de la digitalización, la informática y las comunicaciones (campo que sus corporaciones y agencias monopolizan y usan a su antojo y beneficio) lo que puede doblegar la voluntad del pueblo cubano y la fortaleza de la Revolución y el Socialismo en la Isla rebelde. El verdadero peligro no reside ahí.

Ya antes Cuba ha enfrentado y vencido cuanta amenaza se ha alzado contra ella en estos largos sesenta años de Revolución y esto quedó demostrado en el último y reciente capítulo de esta larguísima guerra, donde fueron contratadas expertas empresas tecnológicas para “gerenciar” el enorme ataque cibernético diseñado y ejecutado desde territorio gringo con herramientas de alta tecnología, que no sólo manipularon datos, creando un entramado y puesta a punto de “granjas de troles”, recursos digitales inorgánicos o robot, inventando cuentas y lanzando una campaña falsa de “levantamiento social” del pueblo cubano, amplificada por el poder mediático global.

Gigantesca y carísima operación (que aunque utilizando y manipulando dificultades sociales y económicas reales creadas por el mismo bloqueo y reconocidas con sinceridad por la propia dirigencia cubana), que al final fue derrotada por la enérgica y pronta respuesta del pueblo, gobierno y el Partidos comunista de Cuba.

El verdadero peligro se esconde en un mundo sometido, falto de solidaridad que hace que cada quien luche solo, que ve y deja morir al vecino, al compañero, al amigo o al congénere sin hacer nada tangible para ayudarle.

Cuba hoy necesita de hechos concretos, urge de que cada voto en favor del fin del bloqueo gringo a la Isla rebelde se convierta a lo inmediato en un barco porta-contendores con bienes que el país necesita, apremia el financiamiento bilateral o multinacional en condiciones blandas y a largo plazo; necesita la reactivación de empresas de capital extranjero o conjunto y de nuevas inversiones en territorio cubano; que el mundo compre su excelente producción biomédica, sus productos bandera de exportación o por ejemplo que los enfermos pudientes del extranjero vayan a curarse a los hospitales cubanos y los turistas regresen a sus playas.

Cuba no pide limosnas, solicita cooperación bilateral y de mutuo beneficio. Cuba necesita divisas no gestos lejanos.

¿Dónde están los amigos de siempre que hoy están en mejores condiciones y que por su fortaleza pueden y deben romper el bloqueo gringo a la Isla, como China, Rusia, Irán, India o esas naciones europeas que a pesar de orbitar alrededor de la política exterior gringa han recibido en momentos aciagos el apoyo cubano como Italia.

¿Dónde están las 164 naciones donde la generosa colaboración del contingente internacional cubano de médicos especializados en desastres y epidemias graves "Henry Reeve" ayudó a combatir en los primeros aciagos meses de la pan*emia del co*id-19?

¡Que aparezcan y se manifiesten en este sentido por lo menos un porcentaje de los ciento ochenta y cuatro países que votaron en la última Asamblea General de la ONU en contra el bloqueo a Cuba!

Que en los países pequeños se organicen solidariamente envíos de dinero o bienes necesarios a Cuba por rutas y medios que garanticen la llegada exitosa a su destino. Cuando se quiere, se puede.

Nuestro gobierno hace los suyo y nosotros los ciudadanos nicaragüenses (los que aún no lo hemos hecho) debemos unirnos a las campañas en curso de recolección de dinero para bienes específicos (jeringuillas hipodérmicas, por ejemplo) que algunos compañeros y redes llevan adelante.

El asunto es que hay que actuar acordes al momento que vive nuestra hermana república socialista de Cuba y así estaremos siendo consecuentes, con ellos ¡que tanto nos han ayudado! y con nosotros como revolucionarios que somos.

Edelberto Matus.

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