"Bielorrusia es un importante exportador de potasa, por alrededor de 2.500 millones de dólares. Todo eso pasa por los países bálticos. Es fácil de controlar, si realmente uno lo quiere", afirmaba Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea durante la reunión que los ministros de Exteriores de la UE celebraron el jueves, 27 de mayo en Lisboa.
Según el Reglamento (CE) nº 1050/2006 del Consejo, de 11 de julio de 2006, por el que se establece un derecho antidumping definitivo sobre las importaciones de cloruro potásico originario de Belarús y Rusia, “La información facilitada por el único productor exportador de Belarús demostró que las ventas a países no pertenecientes a la UE se hicieron en cantidades significativas, que representaban el 82 % de las exportaciones totales (los principales mercados de exportación fueron la República Popular China, Brasil y la India)”.
Tras la disolución, en 2013, del cártel formado por la bielorrusa Belaruskali y la rusa Uralkali, Bielorrusia firmaba un acuerdo con China (2015) y, a principios de 2021, lo hacía con India sobre la base de la venta de potasa a precios inferiores a los del mercado, lo que unido a la decisión de la Corporación de Inversiones de China (CIC) de adquirir una participación del 12,5% de Uralkali, estaría contribuyendo a asegurar los mercados tradicionales del fertilizante bielorruso.
Por su parte, Brasil, sigue dependiendo de la potasa bielorrusa y ha sido, precisamente, a causa de la inestabilidad política que sacude el país europeo – especialmente, desde la huelga de los mineros del sector – lo que habría llevado a Bolsonaro a interesarse por la explotación y producción de sus propios recursos, buscando, de este modo, no ser tan dependiente de la oferta exterior.
Así pues, la amenaza del Alto Representante no parece que vaya a producir otro efecto que no sea un titular, puesto que las medidas que pueda tomar la UE al respecto parece que apenas pudiera tener efectos alguno sobre la economía bielorrusa.
Por otro lado, Belta informaba en julio de 2020 que “el puerto libre de Riga está listo para proporcionar un área para ubicar las producciones y la infraestructura logística para las empresas exportadoras bielorrusas en las condiciones más favorables”; sin embargo, la crisis política llevó a Minsk a reorientar la exportación de productos como la potasa o el petróleo desde el puerto de Riga a los puertos rusos.
Por su parte, el informe económico y comercial elaborado por la Oficina Económica y Comercial de España en Vilnius (actualizado a octubre 2020) señala que:
“Los puertos de Riga, Ventspils y Liepaja desempeñan un papel clave en el comercio de tránsito, constituyéndose como puertas de entrada y salida no solo para los productos letones sino también para los productos procedentes de los países CEI. Los principales productos cargados en los puertos letones son los derivados del petróleo, carbón, cereales, fertilizantes, y madera. El puerto de Riga ostenta el liderazgo en términos de volumen de carga y descarga que ascendió a 33 millones de toneladas en 2019”.
Si Bielorrusia y Rusia, a pesar de ser Riga un puerto libre de hielo, dejan de exportar productos como el petróleo o los fertilizantes a través de los puertos letones, será el país báltico el que perderá una fuente esencial de ingresos en forma de derecho de tránsito.
Por último, si bien los acuerdos establecidos con China e India favorecen la venta de potasa a precios muy competitivos, la huelga de los mineros de Belaruskali en agosto de 2020, llevó a los analistas a considerar que los problemas en el suministro derivados de la inestabilidad en el país, podrían llevar a los algunos importadores – como se ha demostrado en el caso de Brasil - a buscar otros proveedores que aseguraran el envío del fertilizante, de modo que, sería el país – no solo el actual gobierno - el que podría perder, quizá para un largo período de tiempo, una de sus fuentes de ingresos más importante.
En conclusión, podemos afirmar que los proyectos de la Unión Europea de aplicar sanciones relacionadas con la potasa o con la salida de ciertos productos a través de los puertos bálticos, solo sirven para generar titulares y para alejar aún más a una Bielorrusia que se erigió – y fue aplaudida por ello – en un intermediario e interlocutor admirado y respetado por su firmeza e independencia.
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