Una mujer y su hijo se bañan en Kiev en el verano de 1947 (foto Robert Capa)
El escritor estadounidense John Steinbeck, el autor de Las uvas de la ira, y el fotógrafo húngaro Robert Capa (Andrei Friedman) hicieron un viaje a la Unión Soviética en el verano de 1947 con el fin de conocer realmente el país.
Porque, como ellos mismos se preguntaban, entre otras cosas: "¿Cómo se viste la gente allí?, ¿de qué hablan?, ¿bailan, y cantan, y juegan?, ¿hacen fiestas?, ¿qué comida hay?"
La "información" de las noticias entonces, como ahora, no era muy fiable y de Rusia normalmente se hablaba mal, sin saber realmente si aquello tenía alguna relación con la realidad.
Es curioso lo parecida que es la gente en todo el mundo.
Cuando este par de viajeros decidieron acometer esta aventura recibieron todo tipo de advertencias de sus paisanos, prácticamente ninguna positiva:
En el momento que se supo que íbamos a la Unión Soviética fuimos bombardeados de consejos, reprobaciones y advertencias, todo sea dicho, por parte de personas que nunca habían estado allí. Una anciana nos dijo con tono de pavor: "¿Por que´?
¡Desaparecerán! ¡Desaparecerán en cuanto crucen la frontera! 1
Ni Capa ni Steinbeck desaparecieron en los alrededor de cuarenta días que estuvieron allí. Es más, encontraron gentes muy abiertas y generosas, especialmente en el campo.
Vamos, como ocurre en gran parte del mundo. También recibieron algún consejo de capitalistas exacerbados:
Un hombre de negocios de importancia considerable nos dijo: "¿Así que van a Moscú? Cojan unas cuantas bombas y suéltenlas encima de esos rojos hijos de puta". 1
Ante tal desconcierto de consejos desaconsejables ambos viajeros llegaron a una conclusión acertada:
Y ahora nos parece que la tendencia más peligrosa en el mundo es el deseo de creer un rumor más que el de precisar cualquier dato. 1
A fe que doy la razón a Steinbeck en esta sentencia, la gente se preocupa muy poco de comprobar las cosas, de atender a los hechos, les gusta más los rumores, los chismes, los cuentos increíbles. Luego esa misma gente son fácil presa del engaño.
No obstante, no todo lo que les dijeron fueron insensateces o falsas historias, también hubo sabias recomendaciones, como la de Willy, el camarero del bar del Bedford:
Tras la barra aprendes a escuchar mucho y a no hablar demasiado.1
Con esta sabia advertencia fotógrafo y escritor decidieron salir hacia su destino y contar lo que vieran y oyeran, aunque:
...esto va en contra de gran parte del periodismo moderno, pero por esa misma razón puede que sea un alivio. 1
Ha cambiado poco el periodismo desde entonces, entonces no contaban lo que realmente sucedía en el exterior y hoy tampoco. Si quieres conocer lo que se vive y sucede en el mundo tienes que viajar o tienes que conocer a personas a las que no paguen por mentir sobre lo que ocurre precisamente en ese mundo.
El mundo occidental, dominado por el capitalismo, no miraba con buenos ojos a su posible rival, la Unión Soviética, y no facilitaba las relaciones ni tampoco el transporte, aunque la culpa siempre se echase al lado soviético.
El viaje que hicieron Steinbeck y Capa no pudo comenzar con un vuelo directo a Moscú, sino que tuvieron que ir a Helsinki y de aquí tomar un vuelo ruso. Cuando se van acercando a Leningrado pueden ver los efectos de la destrucción que tuvo lugar tras la invasión nazi en la Segunda Guerra Mundial.
Y a medida que nos acercábamos a Leningrado, las cicatrices se hacían más profundas, las trincheras más frecuentes. Las granjas quemadas de paredes negras aún en pie poblaban el paisaje. Algunas zonas donde habían tenido lugar las batallas más duras estaban llenas de picaduras y costras como la cara de la luna. Y cerca de Leningrado se hallaba la mayor destrucción. 1
No en vano las poblaciones rusas, bielorrusas y ucranianas sufrieron con amplia diferencia no solo el mayor holocausto de la Segunda Guerra Mundial, sino de la propia historia humana.
...más de veinticinco millones de rusos y de personas de otras nacionalidades fueron asesinados por esta loca ambición de los dueños de la economía y de la política en Alemania. 2
Sobre su estancia en Moscú tuvieron sus más y sus menos, más menos que más.
La ven como una ciudad fría, donde es muy difícil relacionarse con la gente local, quedándose los extranjeros aislados. Bien, esto es bastante habitual en cualquier ciudad y más entendible en un periodo tras una guerra de la que los rusos recibieron demasiados golpes.
Sin olvidar que Rusia había sufrido el acoso de una coalición multinacional para tratar de poner fin a la revolución de octubre, por ello la desconfianza hacia el extranjero estaba algo justificada. Esto no parecen entenderlo los viajeros, tal vez por una falta de conocimiento de la historia rusa.
Sin embargo, también hay alabanzas hacia los avances que ven en Moscú:
Yo había estado allí unos días en 1936, y los cambios desde entonces eran tremendos. En primer lugar, la ciudad estaba mucho más limpia que antes. Las calles estaban lavadas y pavimentadas, mientras que antes estaban llenas de barro y sucias. Y lo construido en doce años era muchísimo. Cientos de altos edificios de apartamentos nuevos, nuevos puentes sobre el río Moscova, las calles ampliadas y estatuas por todas partes.
Áreas enteras de los estrechos y sucios distritos del viejo Moscú habían desaparecido, y en su lugar había nuevos barrios residenciales y edificios públicos. 1
En la entrevista que tuvieron con la Voks, la organización de relaciones culturales de la Unión Soviética, se ve una visión contrapuesta en como se relacionan y lo que significan los escritores en Estados Unidos y en la Unión Soviética
Parecía un poco sorprendido de que los escritores en Estados Unidos no se reuniesen, no se asociasen demasiado entre sí.
Le explicamos que los escritores en América tienen una posición diferente, que se les considera justo por debajo de los acróbatas y justo por encima de las focas. Y en nuestra opinión esto es algo muy bueno. Es muy probable que a un escritor, en especial uno joven y demasiado valorado, se le suba el éxito a la cabeza tanto como a una actriz de cine las buenas críticas en la prensa especializada.
Y creemos que la accidentada vida crítica a la que están sometidos los escritores estadounidenses a la larga será muy sana para ellos. 1
Accidentada sí que puede ser, especialmente si eres lo suficientemente honesto y reúnes el suficiente valor para contar lo que tus ojos y tu cabeza ven y piensa. Pues en los Estados Unidos, pese a sus proclamas por la libertad, se persigue o se margina a aquellos intelectuales que hablan claro sobre temas sociales, políticos o económicos.
Ejemplos hay muchos: Michael Parenti, Charles Chaplin, Gore Vidal o Gary Webb 3, 4 No solo se hacía esto, ni tampoco más, en la Unión Soviética, unos se llevan la fama y otros cardan la lana.
Existe también un choque en cuanto a la concepción del gobierno, según Steinbeck mientras en la Unión Soviética se les enseña a amar a su gobierno, porque se está preocupando por ellos, en Estados Unidos siempre se mantiene cierta desconfianza hacia su poder. Si bien es acertada parte de esta interpretación, también es cierto que a los estadounidenses no se les ha enseñado a desconfiar de su verdadero enemigo y peligro: una clase alta que controla la propiedad y la economía del país, dejando unos niveles altísimos de pobreza y miseria dentro de los Estados Unidos, mientras ellos viven en el lujo extremo y mandan a matar gente por el mundo a los desesperados por la miseria que se apuntan a los marines.
Se desconfía del gobierno sin saber que el gobierno estadounidense es realmente un títere en manos de las grandes fortunas que controlan toda la nación y todos sus recursos.
Podría hablarse aquí también de la supuesta gran diferencia. En Estados Unidos había democracia y en la Unión Soviética no. Pero, ¿qué tipo de democracia es esa donde puedes elegir A o B, pero A=B, y además A y B pasan olímpicamente de la mayoría de la población? Si somos un poco sinceros reconoceremos que ni en un lugar ni en otro había una democracia, y a saber donde la hay.
El sueño americano, el de Estados Unidos, ha sido siempre más un sueño que una realidad, cuando no ha sido una pesadillla, precisamente reflejado en la más conocida y posiblemente la más valiosa de las obras de Steinbeck, Las uvas de la ira. Y no importa tanto ser blanco o negro, importa en realidad ser rico o pobre.
En ´Las uvas de la ira´, en donde los personajes no son precisamente negros, ni católicos romanos, ni de extracción latina, sino que son rigurosamente ´americanos´ [blancos, anglosajones y protestantes], observamos como los Joad son explotados y maltratados por otros personajes no menos "americanos", los que tienen de su parte el dinero, la influencia política y la fuerza coercitiva de la violencia. 5
Pero, casi por naturaleza cultural los estadounidenses son los más ciegos entre los ciegos, y no quieren ver lo evidente.
...esta América pobre que deambula en continuo contraste con la América opulenta que se entrevé como de pasada en tantas páginas de la novela, estos agricultores trashumantes que, como ganado, siguen el sendero más corto en busca de mejores pastos en los que poder sobrevivir, van a empezar a cuestionarse, a fuerza de darse golpes contra la pared del Poder, qué es América, que significa vivir en un país libre si la única libertad que le queda es para morirse. 5
No hay libertad ni país libre cuando no tienes ni donde cobijarte ni qué comer, y esa es la triste realidad de muchos estadounidenses hoy en día, como lo era en los tiempos de Steinbeck.
Una diferencia significativa entre el sistema soviético y el de EE.UU. era que el primero experimentó tras la revolución una notoria mejora social al romper con un régimen feudal de privilegios y tiranía, colectivizando la propiedad y los bienes de producción, posibilitando un enorme desarrollo económico y científico en los años siguientes.
Steinbeck, pese a ser un estadounidense de pro, era bien consciente de los sesgos culturales y políticos que arrastra cada cultura, no importa si es rusa o norteamericana.
Probablemente lo más difícil del mundo para el hombre es la simple observación y aceptación de lo que ocurre. Siempre deformamos nuestras percepciones según lo que esperábamos, queríamos o temíamos. En Rusia vimos muchas cosas que no coincidían con lo que habíamos esperado, y por esta razón está muy bien tener fotografías, porque una cámara no tiene ideas preconcebidas, simplemente fija lo que ve. 1
La aceptación de los hechos no es algo que encaje muy bien con la actuación de la mayor parte de la gente, más si estos contradicen lo que teníamos dado por sabido. En este mismo blog este autor constata que hay quien quiere diferir en opiniones cuando en realidad se está hablando de hechos, que parecen querer cambiar por no acomodarse a sus gustos.
Así, una cosa son los hechos y otra bien diferente las opiniones, estas son características de cada persona y aun así variables, los otros, los hechos, hay que respetarlos, por muy perturbadores que lleguen a ser.
Steinbeck y Capa verían en Rusia cosas que la propaganda antirusa en América había hecho imposibles de creer: progreso, gente unida para trabajar con verdaderas ganas y esfuerzo en colectividades, alegría de los jóvenes para celebrar la fiesta, templos llenos de fieles para celebrar su religión en completa libertad, un país mucho más abierto y hospitalario de lo esperado... También hay algo que los visitantes esperaban, especialmente Capa, y no encontraron, ambiente revolucionario y algo de vicio. Ambos ven al país demasiado formal, demasiado moral, demasiado recatado, sin oportunidad para el vicio.
...son gente muy honrada, moral, trabajadora...1
En principio esto sería el paraíso en la tierra para las iglesias, tanto para la ortodoxa como para la católica.
Pero la Iglesia católica condenó a la Unión Soviética como el peor de los males y de los demonios, simplemente por el hecho de que Lenin rechazó colaborar con ellos para que ocupasen un lugar de poder en este nuevo sistema político, lo que demuestra la verdadera naturaleza moral y el interés real de la Iglesia, más preocupada por el poder que por la moral.
En el viaje que hacen a Ucrania, como en el que también llevarán a cabo a Georgia, la tierra de Stalin, resaltan la cordialidad de sus gentes, la alegría de vivir y las ganas de trabajar en un proyecto común.
En Ucrania las granjas colectivas son el sistema de organización agraria, todos trabajan y todos se benefician de las ganancias de su trabajo, la tierra es común y cada familia posee una casa con su jardín y su huerta.
Parte de nuestra información equivocada era que en las granjas colectivas la gente vive en barracones. Esto no era verdad. Cada familia tenía su casa y un jardín y un huerto en el que había flores y en el que había grandes parcelas de verduras y colmenas de abejas. Y la mayoría de estos jardines eran de más o menos un acre[0,40 hectáreas] de extensión. 1
Trabajan con ilusión y ánimo, pese a la destrucción que han sufrido en la guerra: la humana y la material.
Nos contaron cómo fue antes y cómo era ahora. Cuando vinieron los alemanes, esta granja había tenido setecientas reses con cuernos, y ahora solo había doscientos animales de todo tipo. Habían tenido dos motores de gasolina grandes, dos camiones, tres tractores y dos trilladoras. Y ahora tenían un pequeño motor de gasolina y una trilladora pequeña.
No tenían tractor local. Para arar sacaron uno de la estación de tractores cercana. Habían tenido cuarenta caballos y ahora tenían cuatro. 1
Las granjas también contaban con el apoyo de técnicos expertos que experimentaban y asesoraban sobre técnicas de cultivo y semillas.
Se asombran de la energía de las chicas, que tras pasar todo el día trabajando duro en el campo durante la cosecha, van a bailar a la noche, siendo capaces, tras dormir unas pocas horas, de ir antes de amanecer de nuevo a los campos a seguir una nueva jornada.
Ven también, con gran consternación, como las chicas bailan entre ellas porque apenas hay chicos de su edad, ya que fueron muertos por la invasión alemana.
La invasión alemana sobre Ucrania contó con el apoyo de los latifundistas o grandes propietarios, conocidos también como kulaks, pero con la oposición de la mayor parte de la población. Las cruentas luchas de represión y liberación tuvieron un alto costo humano. Sin embargo, ahora, pese a la falta de medios, la gente es optimista y piensa en mejorar la situación de su colectividad y de su país. Sobre algunas falsedades propagadas por medios del régimen nazi en relación a Ucrania y posteriormente por la prensa y algunas universidades occidentales hasta nuestros días, recomiendo este enlace: La manipulación emocional de la prensa: el genocidio en Ucrania.
La Unión Soviética también hizo pagar a los soldados nazis su actuación:
Y una de las pocas justicias del mundo es que los prisioneros alemanes están ayudando a limpiar el desastre que ocasionaron. 1
En occidente también existe un mito respecto a la Unión Soviética, se piensa que allí todos son igualmente pagados y reconocidos, pero en este viaje los norteamericanos ven que se fomenta también la competencia, y se premia al que hace el mejor trabajo o en el menor tiempo. Las categorías en el trabajo tampoco son iguales, son diferentes según los conocimientos que requiere el puesto. Las jerarquías existían, como en toda sociedad humana.
La diferencia mayor con Estados Unidos estaba en la posesión de la propiedad o de los bienes de producción, en unas pocas manos en este país de América y de forma colectiva en la Unión Soviética. Este asunto, el de la posesión de los bienes de producción, es un asunto clave para la justicia social y para tener una vida digna que hoy en día se ignora prácticamente en Europa y Norteamérica, y así les está yendo a sus habitantes.
En su visita a Georgia retratan el fenómeno religioso.
Cuando descendíamos desde la Iglesia de David, las campanas de la catedral tocaban violentamente, y entramos.
La iglesia era rica y oriental, y sus pinturas estaban muy negras a causa del incienso y del tiempo. Estaba abarrotada de gente.
El servicio lo oficiaba un anciano, con pelo blanco y una corona de oro, tan bello que parecía irreal.
El anciano recibe el nombre de Catholicus, es el jefe de la Iglesia de Georgia, y su vestimenta es de hilo de oro. Había gran majestuosidad en el servicio, y la música del enorme coro era incomparable.
El incienso se elevaba hasta el alto techo de la iglesia, y el sol entraba en ella y lo iluminaba. 1
También muestran el amor por la cultura del pueblo georgiano.
...la poesías y la música son sus grandes contribuciones a la cultura mundial, y su poesía es muy antigua. Su poesía no la lee poca gente; la lee todo el mundo.
En sus cementerios en la colina hemos visto que sus poetas estaban enterrados en las mismas condiciones que sus reyes, y en muchos casos se recuerda a un poeta pero se olvida a un rey. 1
La música, como la cultura en general, no suele tener fronteras.
No habíamos oído mucho swing americano en Tiflis, pero en Batum había una buena cantidad. Los hoteles estaban llenos de él, porque muchos de los visitantes habían bajado desde Moscú, donde se toca más frecuentemente. 1
En relación a la economía y al trabajo, que ya hemos comentado, las diferencias con respecto a los Estados Unidos no eran tan contrastadas como se creía, salvo por el tema de la posesión de los bienes de producción, en unas pocas manos o de forma colectiva o perteneciente al Estado, lo demás era bastante similar según lo vieron los viajeros americanos.
La granja estatal se llevaba como una empresa americana.
Tenía su director, su equipo directivo, y sus empleados. Los trabajadores de la granja vivían en casas de apartamentos nuevas, limpias y agradables.
Cada familia tenía su propio apartamento, y si las mujeres trabajaban en el campo había guarderías donde dejaban a sus hijos. 1
En las granjas colectivas era algo diferente, cada granjero tenía una participación en los beneficios colectivos y los miembros de esta podían recibir préstamos a bajo interés del Estado.
Respecto a la igualdad y a la competencia en la sociedad y el trabajo, los visitantes ven algo muy claro:
Y aquí, como en todas partes, había condecoraciones a la competencia.
Había una muchacha que había ganado una medalla por su velocidad al recoger el té, y sus manos trabajaban como un relámpago en las matas, escogiendo las hojas frescas de un verde más claro y poniéndola en la cesta que acarreaba. 1
Esto es perfectamente entendible, toda sociedad funciona así.
De hecho, un incentivo para la mejora es la competencia. Y en una sociedad que mejoraba económica y técnicamente a pasos agigantados esto era necesario.
Por tanto, el mito de la igualdad como sinónimo de que da igual si lo haces bien que mal, tiene poco que ver con la Rusia soviética, ahí están sus resultados.
En esto tampoco hay tanta distancia con Estados Unidos, porque este país progresó también en gran medida gracias a la valoración de la capacidad de emprender y de trabajar, siendo la competencia uno de sus motores. Luego vendrían los monopolios, cada vez mayores, que crearon una sociedad estadounidense muy desigual y desequilibrada, algo que finalmente pasará una costosa factura que puede poner en el borde del abismo a esa misma sociedad.
La mujer tenía un papel importante en la sociedad soviética, respecto a una fábrica de té:
El director es una mujer, y hay degustadoras. Las mujeres manejan las máquinas donde se macera y se oxida el té, y se ocupan de los grandes hornos donde se seca el té.
Las mujeres lo clasifican y lo empaquetan. Los únicos hombres son los que mueven los cajones de té empaquetado. 1
La solidaridad humana existía, como existe en cualquier otra nación.
Muchas de las familias georgianas han adoptado niños de las zonas destruidas, porque este rico país no lo tocaron, y la gente se sentía responsable ante el resto de la nación. 1
Surge también la admiración hacia las gentes que van conociendo.
En estos tremendos georgianos habíamos encontrado más que nuestros iguales. Podían comer más que nosotros, beber más que nosotros, bailar más que nosotros, cantar más que nosotros.
Tenían la fiera alegría de los italianos y la energía física de los borgoñones. 1
A fin de cuentas conocieron un país bello con gente también bella, como sucede y se puede encontrar en cualquier otro lugar del mundo. Para apreciar esto solo hay que tener un corazón abierto y ojos para ver y oídos para oír.
Descubrimos, como habíamos sospechado, que la gente rusa es gente, y, como sucede con otra gente, es muy agradable. Los que conocimos sentían odio hacia la guerra, querían las mismas cosas que todo el mundo: una buena vida, mayor bienestar, seguridad y paz. 1
Los rusos, como los ucranianos, bielorrusos o georgianos, no eran tan malos como los pintaban, solo eran gente, gente como tú y como yo.
a la gente le gusta la gente.
No tenemos conclusiones que sacar, salvo que los rusos son como cualquier otro pueblo del mundo. Seguramente los haya malos, pero con mucho la mayoría son muy buenos. 1
Notas:
1. Jhon Steinbeck. Diario de Rusia. Capitan swing libros. 2012.
2. Mikel Itulain. Justificando la guerra. Enlace
3 Mikel Itulain. Hollywood ante la Segunda Guerra Mundial. 13.3.2013 Enlace
4. Mikel Itulain. No dejemos que el periodismo sea una causa perdida en el mar de los intereses económicos. 25.4.2013. Enlace
5. Introducción de Juan José Coy a Las uvas de la ira. Catedra. 1989.
Publicado por Mikel Itulain