
Surge un verdadero dilema en las Relaciones internacionales de los gringos con respecto a Nicaragua.
Para nadie es un secreto que la Rusia ya se ha repuesto del estado calamitoso y dependiente en que quedó luego del desmoronamiento de la URSS y que desde el punto de vista político y sobre todo, militar ha vuelto en la última década a ser una potencia mundial y un jugador indispensable en el tablero global.
Igualmente nadie duda de la preponderancia económica (y también política y militar) de la República Popular de China, luego de su despegue exitoso (a mediado de los años setenta del siglo pasado) de un país socialista con una economía bastante débil, a disputarle -con grandes posibilidades de superar en los próximos años- a los gringos la supremacía mundial en el aspecto económico y quizá (en una década o menos), en el campo militar.
Estas dos potencias ya ganan terreno (sobre todo China) en África, Asia, Oceanía y en América Latina, construyendo socios comerciales y políticos, desplazando a las antiguas metrópolis neocoloniales y al mismísimo Imperialismo yanqui y sus corporaciones globales. Eso es un hecho.
Los gringos están a la defensiva y batiéndose en retirada, incluso en algunas antiguas potencias europeas, sus socias menores (por no decir otra cosa) y de regiones de acostumbrado dominio de las embajadas y corporaciones yanquis, donde chinos y rusos ya no se infiltran, sino que apuntalan esas economías con el poder de sus propias empresas, mercancías y dinero, enseñando una gran maestría en el juego geoestratégico.
En América Latina, países dependientes y dominados secularmente por los Estados Unidos como Panamá, Uruguay, Chile, Perú, Paraguay, Brasil, Argentina, Ecuador, Costa Rica, República Dominicana (sin mencionar, por razones obvias a países de política nacional e internacional soberana como Cuba, Venezuela y Bolivia) van integrándose a la famosa “ruta de la seda” impulsada por el gran dragón asiático a despecho de los gringos.
Chile por ejemplo (donde se estrenó el experimento neoliberal y donde aún gobierna la élite más lame-botas gringas del Continente), desde el año 2019 tiene como su principal socio comercial a China continental, sin importar asuntos ideológicos o anatemas políticos.
En Centroamérica (“traspatio” y “repúblicas bananeras”, motes despectivos usados por el imperialismo yanqui hacia nosotros) este proceso va cogiendo velocidad y hoy le toca a otro incondicional del capitalismo y del “American Way of Life”: La república del Salvador y su nuevo engendro político Nayib Bukele.
El gobierno salvadoreño se sube al poderoso tren chino para transitar (según parece) el tramo tropical de la Ruta de la seda, recibiendo un primer checazo de ¡quinientos millones de dólares! “sin ningún interés geopolítico” (en este punto es donde debemos sonreír maliciosamente) según los chinos y los receptores de esta plata “no-reembolsable”.
Dicho esto, volvemos al título del presente comentario:
Conociendo a los gringos “que por menos” han intervenido con sus tropas y devastado países enteros que han osado intentar salir de su órbita y coquetear con “potencias extraterritoriales”, desafiando el “América para los americanos” y el “Destino manifiesto”, debemos esperar una virulenta respuesta del Estado profunda yanqui. Pero… ¿Y si no hay tal respuesta?
Taiwán es un pequeño país insular que debe su éxito económico, pero sobre todo su existencia como Estado soberano a la voluntad de los gringos de ganar la Guerra Fría y ahora de ponerle cáscaras al desarrollo económico, político y militar de la República Popular China.
En el concierto internacional es como un débil enfermo con respirador artificial (Made in USA), sin representación propia en las Naciones Unidas con la afilada espada de Damocles la RPCH sobre su cuello frágil y que centra todas sus esperanzas de existencia en los votos de sus socios y amigos en la Asamblea General de la ONU.
Sin embargo, estos países “amigos” cada vez son menos, pues China a la vez que socaba el dominio del Imperialismo yanqui en el mundo va quitando a Taiwán a punta de músculo económico y financiero, uno a uno, a sus cada vez más escasos socios.
Es decir que en Centroamérica, dos proyectos fundamentales del Imperialismo gringo hacen agua: Su dominio económico y político perpetuo sobre la región y la existencia de Taiwán, su “portaviones inhundible” junto a las propias costas de la RPCH.
En Nicaragua, los yanquis siempre por asuntos geoestratégicos e ideológicos, se han comprometido con los intereses de la oligarquía local y sus aliados para quitarle cualquier chance de victoria electoral y más estratégicamente, destruir definitivamente al FSLN como opción política.
Sin embargo, está demostrado que el gobierno sandinista además de dirigir todos sus esfuerzos en desarrollar el país en beneficio de todos los nicaragüenses en paz y armonía, también apuesta a la colaboración internacional para acabar con flagelos tales como el narcotráfico, trata de personas, contrabando, migración ilegal y garantizar todos y cada uno delos acuerdos internacionales firmados sobre Derechos Humanos (de verdad, no los usados para alcanzar objetivos políticos ruines), la buena vecindad, la colaboración y la paz entre las naciones.
Entonces, si Nicaragua y su gobierno responsable (aunque no coincida ideológicamente con los gringos) no está dispuesta a inmiscuirse en juegos estratégicos de “pesos pesados”, pues solo aspira a vivir en paz y desarrollo incluyente, y si nuestro gobierno sandinista es fácticamente un garante, por las razones arriba mencionadas, de la propia seguridad de los ciudadanos estadounidenses y centroamericanos, lleva a delante una economía sana y en desarrollo cuyo socio más importante son precisamente los EE UU, en una relación de mutuo beneficio y aunque manteniendo nosotros como corresponde buenas relaciones entre partidos y pueblos con la RPCH, es también socio y amigo de la República de Taiwán con quien tiene fuertes lazos diplomáticos, económicos y políticos y no piensa abandonarlos o cambiarlos, ¿entonces no es justo pensar que los gringos, cuya premisa principal “no son los amigos, sino sus intereses”, deberían ponderar más profundamente los beneficios que le reporta una relación respetuosa de colaboración y no intromisión con Nicaragua y abandonar el camino de la confrontación, irrespeto y el daño a nuestra nación?
Desde 1856 hasta hoy, su visión de avasallamiento y dominio ha sido preponderante en relación con nuestro país y el resultado siempre ha sido el mismo: Lucha de resistencia y más odio del pueblo nicaragüense al invasor.
Pero hoy hay más opciones para nuestro pueblo y para nuestra patria, el mundo es multipolar y está definitivamente en ruta de cambio, mientras el poder del Imperialismo yanqui va aminorando frente a diferentes “jugadores” que buscan establecer otro tipo de alianzas, en un mundo donde la colaboración y no la fuerza se va imponiendo.
¿Qué espera el Departamento de Estado y el “diligente” embajador gringo en Managua para dejar de tutorar y repartir dólares entre la “oposición” oligarca vendepatria e inútil?
Y sobre todo, ¿Qué esperan los gobernantes gringos para reconsiderar su “política” de contención ideológica y difusión de los tales “valores occidentales”, hoy en harapos y dejar de facilitarle a China y Rusia “que se apoderen” de su antiguo “traspatio” centroamericano?
¿No es más “redituable” e inteligente construir buenas y sólidas relaciones políticas y económicas con sus vecinos y olvidarse de las amenazas y medidas injerencistas en estos momentos de ocaso de su poder Imperial?
¿Ideología o realismo político? Ustedes deciden señores imperialistas.
Y decídanse pronto.
Edelberto Matus.