Lic. Róger Norori.
El siglo XIX fue el momento en que tuvieron auge las Academias científicas que pusieron atención en diversos temas de los cuales se buscaban algunas respuestas, era consonante esto con la evolución que practicaba la revolución tecnológica en el mundo occidental.
Eran momentos, igualmente, en que nuevas ciencias hacían esfuerzos por definir su cuerpo científico y su temática propia.
Esto sucedía particularmente con la evolución que practicaban las Ciencias Sociales y uno de esos temas era el origen de los seres humanos y las formas de organización de la sociedad que llevó a los integrantes de aquellas academias científicas a otros países, ubicados especialmente en África, el oriente medio y más allá en busca de vestigios, evidencias y sociedades que les aproximaran a las primeras conclusiones.
Llamaron la atención todo el universo de vestigios materiales que revelaban la existencia de civilizaciones antiguas en Egipto, Grecia y el oriente medio; como también las formas cómo se conformaban en sociedad algunos núcleos primitivos en África y Oceanía.
Esto se acompañaba con la tendencia hacia la expansión territorial de los imperios decimonónicos que buscaban en aquellos mismos territorios las posibles bases productivas en las cuales apoyarse.
Tras este fenómeno fueron los integrantes de aquellas academias científicas que pugnaban nuevas respuestas en el mundo cambiante que se hacía notar en medio de grandes convulsiones sociales. Resultado de aquella revolución científica, las sociedades americanas pre hispánicas empezaron a cobrar interés de algunos, que junto a la estampida que se provocó desde Europa hacia América, fue parte de la historia.
Un ejemplo de esto son “Los materiales históricos de América Latina” de Marx y Engels, en otra dimensión fueron el estudio de Charles Darwin acerca de la evolución de las especies que devino en una visión darwinista de la sociedad, igual se reúnen también en este largo periodo hasta inicios del siglo XIX, las propuestas Marvin Harris, que prefirió por su parte, enfocar un evolucionismo biológico.
Otros serían Edward Taylor, James Frazer y Henry Morgan, que comulgaron con diferentes visiones del evolucionismo.
Mientras se llevaban a cabo exploraciones y estudios sobre las ruinas de aquellas antiguas civilizaciones encontradas en el oriente medio y otros puntos, se fueron conociendo aquellas propuestas.
De estas los estudiosos saltarían al interés de reconocer la existencia y el funcionamiento de las leyes sociales o de las leyes naturales que aquellas tesis formulaban. El hecho es que la naturaleza social del ser humano tomaba fuerza en la temática.
Así, el continente americano fue parte de aquel movimiento científico que trajo a Nicaragua algunos interesados en revelar la esencia primaria de las sociedades que habrían habitado el país.
George Squier habría despuntado en su visita al país en 1849, cuando mostró interés por los vestigios de sociedades indígenas en Ometepe, donde encontró producciones en piedra.
Estas habrían de ser las primeras muestras materiales de sociedades que serían objeto de atención en otro país, aunque no llegó a conocerse con certeza lo que se haya interpretado acerca de los mismos inmediatamente.
Pero lo importante es que aquella aventura fue un indicativo que Nicaragua podía circunscribirse en aquel círculo de interés por el origen de las sociedades y asentamientos tempranos en América, especialmente cuando en 1874 se efectuó el descubrimiento en Cagualinca, al nor occidente de Managua.
El descubrimiento de las huellas en Cagualinca habría sucedido en un momento en que se llevaba a cabo el proceso de los estados nacionales europeos y América resultaba, quizás, una zona periférica.
Al parecer, en aquellos años el continente sólo era visto como el destino de notables migraciones que generaron las convulsiones sociales en distintos países europeos.
En aquel año de 1874, constructores de la localidad llegaban hasta el lugar para extraer materiales de construcción destinados a las reparaciones que se realizaban en iglesias de la ciudad. El reporte de La Gaceta menciona el informe de la Prefectura de Granada, de la cual dependía aun Managua en aquel año y expresaba…
“Las juntas de edificación i caridad de esta ciudad también han llenado sus deberes. La primera tiene al concluir el frontispicio de la Iglesia parroquial é hizo algunos reparos á las iglesias de San Miguel y Candelaria. I la segunda refaccionó las paredes del panteón….” (Gaceta de Nicaragua, mayo 16 -1874)
Cagualinca resultaba un cauce, lugar donde en aquel año los constructores recurrían frecuentemente a buscar y extraer materiales que se ocupaban en aquellas construcciones. En el cauce se apreciaban huellas humanas de un grupo de personas que huían o se guarecían de algún peligro, como han hecho siempre los animales huyendo de depredadores o, en este caso, de la caída de cenizas de un volcán cercano. No se realizó inmediatamente un examen especializado de las huellas y se debió esperar hasta una década después que llegara el Dr. Flint al país.
En el año en que se descubrieron las huellas Florentino Ameghino publicaría su obra “Filogenia” que se apoya en la teoría de la evolución, influenciado por las ideas evolucionistas de Herbert Spencer, para presentar sus demostraciones científicas. Ameghino, como se sabe, fue parte de esos intelectuales que se empeñaron en estos estudios.
Para éste, el hombre americano era un ser autóctono pues interpretaba a América como un foco de evolución diferente a otros continentes.
Basando sus conclusiones en la tesis de Spencer llegaba a apreciar una visión orgánica de todo el sistema natural, de manera que la evolución social en América solo era parte del cumplimiento de leyes naturales, lo que quedaba ver era cuál habría sido la naturaleza de los asentamientos tempranos en Nicaragua con las huellas encontradas en aquel cauce.
En 1884 que Earl Flint puso atención a las huellas de Cagüalinca, se daba la oportunidad para apoyar algunas investigaciones relativas al tema de los asentamientos tempranos. Según algunas interpretaciones, en sus conclusiones Flint expresó…
”La antigüedad de las huellas de Acahualinca ha sido tradicionalmente el mayor interés entre los arqueólogos en Nicaragua en vista de las implicaciones que tiene del poblamiento temprano en el territorio centroamericano y la evolución de los asentamientos y su cultura”.
1 Lo importante en las palabras de Flint es que proponía ir más allá de las sociedades indígenas nicaragüenses conocidas y apreciar a las sociedades anteriores, su modo de vida, su forma de constituirse, etc. Debe llamarse la atención que las investigaciones que se realizaron respecto a los primeros asentamientos en América, no contaron con vestigios óseos que apoyaran cualquier conclusión recuérdese que la teoría que Ameghino formuló lo hizo sobre material óseo animal.
Otro personaje coetáneo al estudio e interés de las huellas en Cagüalinca, fue el Dr. J. F. Brandsford que desde 1872 era parte de una expedición organizada por la flota naval norteamericana en Nicaragua y Costa Rica. Especialmente en Nicaragua realizó algunos estudios basados en la observación de sitios en Ometepe, Pueblo Viejo, Managua y San Juan del Sur. Bransford habría expresado en sus conclusiones…
“Para el estudiante de la arqueología americana no puede haber un campo de investigación más interesante que Nicaragua. Aquí estaba la tierra debatible entre Norte y Sud América, entre los Mayas y Aztecas por un lado y los Muyscas o Chibchas por el otro, y como otro factor severo, el salvaje de la costa Atlántica entró de vez en cuando para disputar la supremacía con sus vecinos más civilizados pero menos belicosos. Dentro de esta región se pueden observar las huellas dejadas por el flujo y reflujo de la conquista, y podemos esperar, por medio de investigación cuidadosa y estudio de las relíquias de que el país abunda, a contribuir algo para desenmarañar los eventos prehistóricos de América.” (J.F. Bransford, 1884. 82).
Como se puede notar el texto se aproxima a aquel esquema integral “spensariano” en donde las sociedades indígenas en Nicaragua serían
1.- Schminke y otros. Walking through volcanic mud: the 2,100 years-old. Acahualinca footpints. parte de un sistema social continental que venía de un proceso evolutivo pre histórico. La tarea más importante era expresar una antigüedad certera de aquellos vestigios, de manera que esto diera mayor sentido a las investigaciones que se realizaban de los primeros asentamientos.
La antigüedad estimada a las huellas en aquellos años fue de 50,000 a 200 mil años, lo que, sin duda, habría causado una rotunda revolución en los planteamientos que se realizarían acerca de aquellos asentamientos tempranos en América, especialmente si se tomaba en cuenta que las huellas eran evidencias más directas que el material óseo animal en que basaron algunos estudios anteriores. Sin embargo, no llegaron a insertarse al debate acerca de los orígenes de la sociedad humana, estos vestigios encontrados en Cagualinca en vista que las huellas mismas resultaban enigmáticos.
Hubo inmediatamente voces discordantes respecto al tema de la antigüedad de las huellas pero lo importante es que permitían atisbar hacia aquel mundo ignoto de los asentamientos tempranos en América. Sin embargo, las huellas en Cagualinca llevaban a muchas preguntas sin respuestas, pues requerían estudios de arqueología, paleontología, geología y otras ciencias que en aquellos años no habían desarrollado lo suficiente para permitir el abordaje eficiente del tema.
“No hay un “hombre fósil” americano” habría escrito Alex Hrldka y esto podría haber hecho que las huellas petrificadas tomaran fuerza como instrumento de interpretación para aquel tema que se pretendía desarrollar. No obstante, la datación primaria de las huellas no convenció a la comunidad científica.
De manera que con lo único que se desarrollarían los estudios posteriores fue con vestigios menores como puntas de proyectiles, posibles raedores (choppers), material lítico en general, indicios de sociedades cazadoras tempranas.
Y al menos hasta el primer tercio del siglo XX, la falta de “hombre fósil” se hizo notar en los estudios. De manera que el tema del poblamiento
temprano sólo encontró explicación en Paul Rivet y la posible conexión inter continental entre la P. de Kamchatka y Alaska y otras partes oceánicas, los vestigios idiomáticos similares entre América indígena y las sociedades primitivas en Oceanía, entre otros elementos y que fue formulada en 1943.
La política de gobierno de Vicente Cuadra, Pedro J. Chamorro A., y Adán Cárdenas, en la década del 70 e inicios del 80 del siglo XIX, estuvo centrada en alentar el progreso y la civilización con la introducción del ferrocarril, el telégrafo, el establecimiento de la educación laica, la gestión por la instalación de los primeros bancos del país y otros temas; de manera que las huellas en Cagualinca habrían quedado marginadas de todo interés.
Aún a pesar que en 1897 aconteciera la fundación del Museo Industrial, Comercial y científico en Managua, que se puso bajo la dirección de David Guzmán, fue un acuerdo que no incluyó el sitio de las huellas referidas, pues el museo, según el decreto creador, dispondría…”….objetos naturales, agrícolas, comerciales, industriales y de interés científico…”. (Diario oficial. Agosto, 26.1897)
Para este año el tema de los asentamientos tempranos en América quedó a un lado y las investigaciones que llevaban los especialistas americanos y se centraron en otros temas como las sociedades más recientes, vinculadas al momento de la agricultura.
De cualquier manera, para las primeras decenas del siglo XX, Cagualinca no tendría oportunidad de cobrar mayor importancia como un potencial sitio arqueológico.
Lic. Róger Norori.
Historiador
Articulo publicado en la Revista Huellas No. 174, del 17 de Diciembre/2020