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Cómo EEUU trajo su 'democracia' al Irak de Sadam Husein y dejó el país en ruinas


El 1 de septiembre de 2010, el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció la conclusión de la Operación Libertad Iraquí, que duró más de siete años.

La invasión, cuyo objetivo fue liberar Irak de Sadam Husein, terminó llevando el país árabe a una debacle total. La nación, devastada por la guerra, permanece en este estado hasta hoy.

Las relaciones entre Irak y la comunidad internacional fueron tensas ya a principios de los 90, cuando Irak lanzó una atrevida invasión en Kuwait en su intento por convertir este país independiente en su nueva provincia.

La gestión política iraquí estuvo motivada por las riquezas petroleras de la pequeña nación árabe y por su litoral, que mejoraría el acceso al golfo Pérsico. Además, una pequeña guerra victoriosa es un truco típico de los regímenes personalistas que quieren mejorar su imagen a ojos de la población.

Este caso es curioso porque solo dos años antes Estados Unidos y algunos países de Occidente apoyaban al Gobierno de Sadam Husein en su guerra contra Irán.

De hecho, Irak fue el primero en atacar Irán y entonces el tema del petróleo fue una de las razones para la invasión de la provincia iraní de Juzestán por parte de las fuerzas iraquíes. En las dos guerras Irak salió como el perdedor, pero el Gobierno de Sadam Husein logró mantenerse en el poder.

En septiembre de 2001 lo impensable sucedió: la guerra llegó a Estados Unidos. Los atentados del 11-S sacudieron la sociedad norteamericana. De ahí que dentro de ella se alzasen las voces a favor de castigar a los responsables. Así que Washington proclamó el inicio de la cruzada contra el terrorismo.

El primer objetivo de la Administración Bush fue Afganistán, donde la guerra comenzó el mismo año. Pero más tarde Irak se encontró en el punto de mira de Estados Unidos. El país norteamericano no tardó mucho en hallar un pretexto para la invasión que comenzó en marzo de 2003.

Inicio de la Operación Libertad Iraquí

Lo que llevó a las fuerzas estadounidenses a Afganistán fueron las ansias de venganza, pero en el caso de Irak la motivación verdadera de EEUU fue el afán de lucro. Estados Unidos acusó a este país rico en petróleo de estar del lado de los terroristas, de ser cómplice de los yihadistas que perpetraron los atentados del 11-S y, lo más sorprendente, de poseer armas de destrucción masiva.

La campaña mediática contra Irak tuvo aspecto de show transmitido por los noticiarios en todo el planeta. 

El 5 de febrero de 2003 el entonces secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, presentó un vial con una muestra de ántrax en el Consejo de Seguridad de la ONU y pronunció un discurso tratando de convencer a la comunidad internacional de que Irak no era una nación, sino un mal absoluto.

En enero de 2002 durante el discurso del Estado de la Unión, el presidente George W. Bush anunció que Irak, junto a Irán y Corea del Norte formaba parte del eje del mal. Usó esta expresión para definir a los Estados que desde su punto de vista apoyaban al terrorismo.

Para la Administración Bush se hizo obvio que el eslabón más débil en este grupo de tres países malignos era Irak. Así EEUU tomó la decisión de atacar a este país árabe.

Washington de hecho logró convencer a decenas de países de que se unieran a su cruzada contra el Gobierno de Sadam Husein. Como era de esperar, la coalición internacional fracasó en encontrar armas de destrucción masiva en Irak.

Entretanto, las acusaciones contra Husein de que su país daba cobijo a combatientes del grupo terroristas Al Qaeda —proscrito en Rusia y otros países— resultaron ser falsas. En cuanto a las metas de traer democracia, libertad, igualdad y paz a Irak, todas estas resultaron ser un fracaso total.

No es posible aseverar que durante la época de Husein en Irak no hubo tensiones religiosas y étnicas, pero con la invasión de la coalición internacional liderada por EEUU la situación empeoró considerablemente.

Las tensiones entre diferentes grupos étnicos y religiosos se remontan a una época previa al Gobierno de Husein: los suníes contra los chiíes, los árabes contra los kurdos y los habitantes de pequeños pueblos contra los habitantes de las principales urbes del país.

Husein luchó contra el faccionalismo brutalmente: orquestó la limpieza étnica de los kurdos y apuntó a los suníes —la minoría religiosa iraquí— a las posiciones gubernamentales clave. Son, sin duda, sus pecados.

Pero los estadounidenses, a su vez, crearon la autonomía kurda que desde hace últimos años está a punto de separarse de Irak y poner fin a la integridad territorial del país. Los kurdos ya protagonizaron enfrentamientos armados con las fuerzas militares iraquíes. EEUU, además, instauró el Gobierno chií en Irak dando inicio a la insurgencia suní, lo que trajo aún más inestabilidad a la nación, ya destrozada por la guerra.

"Podemos decir con certeza que Irak sigue siendo un país dependiente que necesita a asesores extranjeros. El nivel de corrupción es enorme y en Irak no existe ninguna fuerza política mayor que fuera capaz de ejercer el control efectivo sobre el país. Por eso la política interior es muy débil y cada partido busca alcanzar sus propios beneficios en vez de trabajar para el bien de la nación".

— dijo a Sputnik el exasesor militar Safá Asam


Una nación devastada y agotada

Motivada por justificaciones que carecían de fundamento, la invasión de EEUU desencadenó una verdadera guerra civil que provocó una crisis humanitaria y una ola de refugiados. 

Con el tiempo los estadounidenses lograron capturar a su archienemigo. En diciembre de 2003, casi nueve meses después del inicio de la campaña, los norteamericanos encontraron el refugio de Sadam Husein, destituido de Irak.

Como consecuencia de su captura el exlíder del país fue obligado a comparecer ante un tribunal y declarado culpable de crímenes de lesa humanidad contra su propia población.

El tribunal condenó a Husein a la ejecución por ahorcamiento. El exlíder iraquí fue ejecutado el 30 de diciembre de 2006. Hay muchos interrogantes en cuanto al procedimiento de su ejecución: muchos lo criticaron por haber sido poco humano.

Pero con la muerte de Sadam Husein la guerra no terminó: la insurgencia continuó durante muchos años más. El país fue constantemente sacudido por ataques terroristas y combates espontáneos entre los beligerantes.

Para 2010 quedó claro que EEUU no podía proseguir con su operación. El entonces presidente, Barack Obama, anunció el 1 de septiembre de 2010 que la Operación Libertad Iraquí había terminado y que las fuerzas estadounidenses iniciaban una nueva fase con su presencia en el país: el apoyo a las fuerzas militares iraquíes. 

Pero al mismo tiempo una parte del contingente estadounidense en Irak permaneció.

En 2011 Washington dio por concluida la guerra en Irak y empezó su retirada paulatina.
"Esta libertad imaginaria destruyó la sociedad civil en Irak que apenas logró surgir. En los últimos años la situación no mejoró nada. Solo murieron más compatriotas, surgió una entidad terrorista en nuestra tierra que tuvimos que quitarnos de encima con mucho dolor. ¿Acaso Irak de verdad quiso pagar ese precio para liberarse del dictador y contar con la ayuda de EEUU?"

— dijo a Sputnik el experto estratégico Muyad Jujaishi

Sin embargo, con la retirada de la coalición de Irak empezaron a cobrar impulso diferentes movimientos islamistas radicales. Quizá el más famoso fue Daesh —también conocido como Estado Islámico, proscrito en Rusia y otros países—.

Para mediados de 2015 esta agrupación yihadista estableció su control sobre porciones enormes de Irak y Siria y ocupó un territorio comparable en tamaño con Bélgica. Daesh incluso llegó a las cercanías de la capital iraquí, Bagdad.

El rápido ascenso del Estado Islámico en Irak tuvo que ver con la insatisfacción de la población suní con el sitio que ocupaba en la sociedad.

Después de que EEUU instaurara el nuevo orden político en Irak muchos suníes se quedaron fuera de la vida política, y, como consecuencia, aparecieron diferentes elementos y células radicales dentro de la minoría suní en Irak. La comunidad internacional tuvo que corregir sus errores y ayudó a la nación árabe a liberarse de la peste terrorista.

Pero los problemas de Irak no acabaron con la derrota de Daesh. El país, que por poco había esquivado ser conquistado por el califato yihadista, se sumergió en nuevas crisis.

En septiembre de 2017 el Kurdistán iraquí celebró un referéndum de independencia en el que el 92% de la población de la zona votó por la separación de Irak. En octubre del mismo año surgió un conflicto armado entre Bagdad y el Kurdistán iraquí. Los iraquíes ganaron en esta pequeña guerra y esta región no se separó de Irak.

Pero hasta hoy Irak sufre serios problemas políticos y sociales. A partir de octubre de 2019 el país vive una ola de protestas multitudinarias que se ha cobrado unas 700 víctimas mortales.

Los manifestantes llaman a acabar con la corrupción omnipresente, el paro y los problemas en el funcionamiento de los servicios públicos. También exigen poner fin al orden político instaurado tras la invasión estadounidense, pero parece que el país árabe aún está lejos de alcanzar la paz.
"Llegó la hora de reconocer que EEUU ganó en esta guerra. Nunca retiró sus fuerzas por completo. Entretanto, Irak casi perdió su independencia y hasta ahora vive con un enorme agujero en el presupuesto. Los ciudadanos no sienten que vivan en plena seguridad en su propia tierra. 

Los estadounidenses siguen ejerciendo presión sobre nuestro Gobierno y resuelven los problemas clave. Nada ha cambiado. No hay ni libertad ni democracia: solo violencia, caos y crisis".

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