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Para frustración de la derecha carroñera, sólo hay dos casos de COVID19 en Nicaragua, importados y en vías de recuperación; y cero casos de contagio dentro del país. Mientras tanto, Europa colapsa frente al COVID19, Italia supera a China en cantidad de muertos con muchísimos menos habitantes, en Estados Unidos la pandemia se sale de control y el país más poderoso del mundo se queda cuatro días sin tests para la detección del virus, mientras Trump como salida de baño acusa a China por la propagación mundial de la enfermedad. 

En América Latina varios países imponen toques de queda e imponen cuarentena, en algunos casos injustificadamente, sólo por seguir el patrón europeo, y se cierra el tráfico aéreo de igual manera, justificadamente en unos casos y en otros no.

El Salvador ha sido el primer país en cerrar fronteras y decretar cuarentena generalizada, cuando todavía no tenía un solo contagio. 

Ahora tiene varios, la economía está paralizada y la crisis humanitaria se cierne sobre esa nación como una realidad a la vuelta de la esquina, lo cual se debe a que las cuarentenas no tienen el mismo efecto en los países industrializados que en los países del Tercer Mundo, porque en los primeros los ingresos son más altos, hay porcentajes mucho mayores de asalariados y mucha gente tiene ahorros con qué defenderse, mientras en nuestros países, empobrecidos por el saqueo persistente de las potencias europeas desde la época colonial y por Estados Unidos desde el siglo XIX, la mayor parte de los trabajadores no depende de un salario, sino de su trabajo por cuenta propia y por tanto, sus ingresos dependen del día a día, y si un día no salen a la calle, ese día no hay ingresos y en muchos casos, ese día no hay comida.

El Presidente Bukele, con su cuarentena a destiempo y fuera de lugar, sólo consiguió desatar el pánico y proteger a las clases pudientes, proyectando en el corto y mediano plazo un aumento dramático de la pobreza extrema, además de ser el único Presidente centroamericano que decidió no participar en la coordinación regional establecida para enfrentar la pandemia. 

Literalmente, la soberbia mata, pero no sólo al soberbio, sino a mucha gente cuando el soberbio tiene poder. 

Ahora con el Ejército en las calles y una hambruna inminente, no logra detener el avance de la pandemia, a la vez que Trump por estar pensando en China, olvida adquirir a tiempo suficientes tests para la detección oportuna de personas contagiadas, y los contagios masivos se le están viniendo encima. 

Hay viajeros varados en muchos aeropuertos del mundo, y unos cientos de venezolanos atrapados en un aeropuerto de Estados Unidos ya han comenzado a pedir auxilio a su gobierno; es decir, obviamente, no a Guaidó, sino al Presidente Nicolás Maduro, a pesar de ser mayoritariamente opositores que en su momento aplaudieron las sanciones a CONVIASA, la única línea aérea que ahora podría ir a rescatarlos, pero que con la venia de ellos en su momento, tiene prohibido el acceso a aeropuertos de Estados Unidos.

Mientras tanto, en China el virus retrocede, ya por varios días no se reportan casos nuevos en Wuhan, donde todo comenzó, ni se reportan casos nuevos por contagio interno en ninguna ciudad, sólo casos importados, o sea chinos contagiados en el extranjero o extranjeros que llegaron contagiados. 

De hecho, ha sido una suerte para el mundo que la pandemia haya comenzado en el país asiático, por su capacidad de respuesta y el alto grado de organización en su modelo social, guiado por los principios del socialismo.

En Rusia, por su parte, la pandemia se mantiene bajo control, igual que sucede en Cuba. Estos tres países son los únicos que han enviado personal e insumos médicos como colaboración con los países más afectados, destacándose el caso de Cuba, con médicos por todo el mundo y con la Brigada Henry Reeve recién llegada a Lombardía, ciudad italiana con una mortalidad que ronda el 10%, mientras a nivel mundial la mortalidad anda por el 3% y en China se mantuvo alrededor del 2%. Cuba además recibió al crucero británico con personas contagiadas por el virus, les brindó atención médica a esas personas y les garantizó el regreso a su país, luego de haber sido rechazadas por Estados Unidos, gran aliado del Reino Unido, país de procedencia de esos viajeros. 

Es el egoísmo capitalista frente al humanismo socialista en su mayor esplendor.

En Nicaragua el Gobierno, desde mucho antes de que apareciera el primer caso de contagio, ha puesto en práctica planes preventivos y de enfrentamiento a la pandemia, para lo cual cuenta con un pueblo organizado y conducido por una vanguardia revolucionaria, que así como sucede con la organización del pueblo para el protagonismo ciudadano en la gestión gubernamental, está presente hasta en el último rincón del territorio nacional, y en estos precisos momentos miles de brigadas integradas voluntariamente por ciudadanos organizados, militantes sandinistas en su inmensa mayoría, se encuentran desplegadas en todo el país visitando casa por casa para mantener informadas a las familias y en busca de casos que puedan ser sospechosos de contagio para la aplicación del protocolo correspondiente y su debida atención en nuestro sistema de salud pública, creado por la Revolución y basado en principios tales como el acceso universal, el protagonismo comunitario y la prevención.

Sin necesidad de cierre de fronteras, suspensión de vuelos ni cuarentena, en Nicaragua tenemos menos casos que en El Salvador y el país marcha con normalidad, manteniendo su economía en funcionamiento.

 Los dos únicos casos de contagio, a los que nos referimos al comienzo, se dieron fuera del país, o sea que aún no se tiene conocimiento de ningún contagio interno, entre nicaragüenses, sino únicamente de los dos contagios de nicaragüenses por extranjeros, fuera del territorio nacional, y que luego entraron al país, ya contagiados. 

Diariamente y desde antes del primer caso, el Gobierno en su conjunto a través de su vocera y Vice- Presidenta, la Compañera Rosario Murillo, y en particular el Ministerio de Salud han mantenido a la ciudadanía informada de los planes y de cada paso que se viene dando en correspondencia con la magnitud real de la amenaza para nuestro país en cada momento dado. 

Como ya he dicho antes, tomar medidas antes de tiempo puede ser tan dañino como tomarlas demasiado tarde.

El Salvador es la mejor prueba de lo primero y Estados Unidos de lo segundo. Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), organismo adscrito a la OEA, que no tiene ningún interés en dar una buena imagen de nuestro Gobierno, ha reconocido públicamente los esfuerzos realizados por éste, así como lo acertado y efectivo de su política de enfrentamiento al virus, y ha elogiado el sistema de salud en nuestro país y la forma en que está organizada la población para la protección mutua entre todos los habitantes de los diferentes barrios y comunidades. Eso es parte de nuestras características propias, diferentes a las de muchos otros países.

Esto, por supuesto, no es perceptible en el mundo donde habitan esos extraños seres a quienes se les llama popularmente, los puchos. 

Sin embargo, no deja de resultar increíble que en Nicaragua la oposición, en vez de ponerse a la orden del gobierno para ayudar en una situación como esta en la que debemos unirnos para enfrentar al enemigo común que como humanos tenemos, o por lo menos no interferir en las medidas que se toman para el enfrentamiento a la amenaza que se cierne sobre la salud de todos, se ha dedicado a esparcir falsas noticias y generar pánico e histeria en la población, pero afortunadamente no ha logrado su objetivo, tal vez porque ya los nicaragüenses quedamos inmunizados frente a las técnicas de manipulación masiva típicas de la guerra de quinta generación que se nos aplicó hace ya dos años y que nuestro pueblo enfrentó victoriosamente, gracias a su nivel de conciencia revolucionaria.

La amenaza es real, la pandemia está matando gente en casi todo el mundo y cada país debe tener su plan de enfrentamiento a este serio peligro masivo para la vida de las personas, además de las debidas coordinaciones entre los distintos países. 

Sin embargo, el nivel de mortalidad es inferior al de muchas enfermedades endémicas y epidemias que sobre todo han afectado de forma recurrente a los países del Tercer Mundo; o sea, que la proyección mediática de tipo apocalíptico no se corresponde con la realidad.

¿Qué tal si diariamente los grandes medios de comunicación en todo el mundo informaran la cantidad de muertes que se dan en los hospitales por diferentes causas, ya no digamos las muertes por enfermedades contagiosas y no contagiosas, prevenibles y curables, en tantos países subdesarrollados, entiéndase saqueados históricamente por las grandes potencias imperialistas, o cuánta gente muere incluso en los países desarrollados por no tener recursos económicos para pagar por su derecho humano a la salud?

Es evidente que el pánico y la histeria colectiva en las actuales circunstancias es un objetivo del poder mundial, que sólo podría responder a intereses y fines inconfesables y por ahora difíciles de identificar a plenitud. Cuando los muertos eran chinos, la enfermedad era un chiste; ahora que los muertos son europeos, es una tragedia. 

La chinofobia persiste, pero no hay eurofobia, aunque sí mucho eurocentrismo en las políticas definidas y los planes puestos en práctica en muchos países con realidades muy distintas a la europea, en la que por cierto hasta ahora no parecen haber tenido efecto ni siquiera las medidas tomadas en base a su propia realidad continental.

Volviendo ahora al caso de El Salvador, ¿no será que Bukele, muy inmerso en las redes sociales y muy desinformado del mundo real, está siendo afectado por esa percepción distorsionada de la pandemia que es producto de su manejo mediático?

 Las cuarentenas en países como El Salvador y Nicaragua serían una primera opción sólo para los ricos, no para los que se ganan el sustento diariamente en las calles.

 Cerrar fronteras puede ser necesario en determinado momento, pero no de primas a primeras, tomando en cuenta el grave perjuicio que eso causa a economías frágiles como las nuestras, en las que este tipo de medidas tiene un efecto devastador, como sucede con cualquier otra afectación fuerte al turismo y a la circulación internacional de mercancías. 

El remedio que se aplique no puede ser peor que la enfermedad. Medidas extremas antes de tiempo y fuera de lugar causarían un retroceso de grandes dimensiones en los niveles de reducción de la pobreza que nuestro país ha alcanzado y ocasionarían un daño más profundo a nuestra sociedad que la propia pandemia, incluyendo incluso, a mediano plazo, más víctimas mortales, porque además, con más pobreza hay más deterioro en la salud debido a las condiciones de vida que ello implica, por muy avanzado que sea el modelo de atención médica.

El pueblo trabajador, mayoritariamente sandinista, mantiene la calma y la serenidad que le caracterizan. 

La clase media pequeñoburguesa, mayoritariamente antisandinista, se encuentra ya casi en estado de frustrada histeria colectiva; frustrada, por falta de muertos, que ya comienzan a inventarse, sólo que de manera aún más burda que en 2018, lo cual francamente no parecía posible.

 Mientras por su parte la burguesía, antisandinista casi en su totalidad, comparte el pánico como típico ingrediente de la histeria, pero sin permitir que ésta le haga perder el glamour, reservando ese feo papel a la chusma desclasada que la sigue, mientras ella presencia en VIP la película de su narrativa apocalíptica, necesaria para la generalización social del pánico y la histeria colectiva requeridas para sus ensayos de golpes de Estado de nuevo tipo, con la gran desventaja de que ya la sociedad nicaragüense cuenta con anticuerpos para el virus del odio y la mentira que le fue inoculado infructuosamente hace dos años, y ya se sabe que si un virus no te mata, te hace más fuerte.

Quizás todo esto nos ayude a comprender por dónde pueden andar los objetivos de ese ambiente de fin del mundo que están creando los medios de comunicación funcionales al sistema de dominación mundial vigente, tomando en cuenta que no hay nada como una guerra, mejor si se asume que es de la humanidad contra un virus mortal que la amenaza, para afianzar el control social ejercido por los grupos de poder que giran alrededor de las corporaciones y la especulación financiera, en momentos en que la situación parece estarse saliendo de control con la emergencia de potencias económicas antihegemónicas y de un poderoso movimiento social de carácter popular haciendo tambalear gobiernos al servicio de los intereses del gran capital predominante.

Pero a pesar de las visibles maniobras inescrupulosas de los poderosos del mundo, y como ha terminado ocurriendo siempre, la humanidad prevalecerá, contra el COVID19 y contra el peor virus de todos, que es el del capitalismo y el imperialismo, o sea el del egoísmo y el engaño hoy más en evidencia que nunca, el de la tristeza y la desesperación, y triunfará la vida, la solidaridad, la verdad y la alegría, patrimonio espiritual imposible de ser arrebatado a la humanidad por sus enemigos de siempre, que una vez más serán derrotados por la más sorprendente de todas las cualidades humanas: la de superarnos a nosotros mismos en los momentos críticos.


https://cuadernosandinista.com/2020/03/24/vamos-ganando-en-esta-lucha-por-la-vida-con-el-sandinismo-al-frente/?fbclid=IwAR2hZaqXuO8-cjc2XabqENfonQN2CTCx2XnJbdmKgVnk4Kwn9JBSYqiHhU0

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