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Nicaragua: como los ratoncitos de HAMELIN



Los nicaragüenses estamos envueltos por una vorágine, segundo a segundo, creada por supuestos líderes irresponsables a través de una lluvia de estímulos que buscan generar más muertes, más víctimas, más caos, más incendios, más saqueos, más destrucción, más lágrimas, más odio.

Estamos caminando hacia un final terriblemente trágico que no tendrá ganadores de ningún lado, y aunque esto es del conocimiento de la inmensa mayoría, increíblemente nadie parece darse cuenta o si lo saben no les importa y continúan dejándose llevar por las instrucciones dañinas de los mismos líderes aventureros que iniciaron el desastre, que nada tienen que perder y sí mucho que ganar, pues su modo de vida depende de su capacidad de atraer la atención, lideres de desecho, incapaces de hacer aportes positivos, que reniegan de la verdad y que en cambio prefieren el daño y el engaño.

Líderes como los seudo comunicadores que han hecho del periodismo una prostituta mentirosa vendida a intereses foráneos escondidos en ongs, periodistas entre comillas que pegan fuego para tener un suceso que reportar, manipuladores de la realidad que matan y van a la vela.

O como los políticos que aman el desorden pues caotizar les es más rentable, dado que abundan los extremistas extranjeros que en nombre de la democracia, derechos humanos, justicia y otras excusas, les financian las aventuras que con el resultado que tengan. ya sea que triunfen o fallen, les será conveniente.

Lo triste es que muchos ciudadanos se han dejado engañar y se han vuelto presas de la locura producida por estos aventureros, irresponsables de la política, y aunque saben que el soporte de esta realidad de espejismo, es falso, son felices repitiendo las mentiras.

Les ocurre igual que a adictos, que aunque saben que la droga que consumen trae muerte anunciada, son felices con el placer insano que les produce. 

Caen en el éxtasis de aquellos ratoncitos del cuento de los hermanos Grimm, que embriagados por el sonido de la flauta mágica del músico de Hamelin, dejan sus sitios seguros y van por miles eufóricos siguiendo los acordes. bailando felices, sin saber que son conducidos hacia su propia muerte

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